Por ello, José Soto, periodista de Industrias Infinito, publicó una respuesta donde se deshace en comentarios negativos hacia mí, desviando la atención sobre el tema concreto.
No pienso caer en el sucio juego del oro sucio. Un artículo tan mal fundamentado y redactado se combate con datos veraces y no con asustadizos cuestionamientos personales.
Dice el refrán que “por la plata baila el mono” (o por el oro). Y para Crucitas hay $800 millones de “razones” para danzar y despotricar en contra de las certeras informaciones que publiqué. Es muy fácil hablar beldades y callar verdades.
Yo, por mi parte, hablo desde la gratuidad de una conciencia limpia. Me debo sólo al pensamiento de lo que creo justo y a mis lectores. Por ello seguiré informando sobre los nocivos efectos de la minería del oro, y esta vez, aterrizándolos en Crucitas.
Sólo un punto le acepto a José: No conozco su mina. Por ello, públicamente le pido que me invite a ella. Le pido que me deje entrar con cámara fotográfica, de video y grabadora, para realizar entrevistas directas a los dueños y a todos los trabajadores. Sin restricciones.
Y ahora lo reto yo: invite también a investigadores, a los pobladores de Crucitas, a la Iglesia y a los medios de comunicación escritos, radiales y televisivos. Ábranos las puertas de par en par y muéstrenos si la mina no ha seguido construyendo, si no han seguido arrasando el bosque. Infórmenos in situ, paso por paso, cómo van a dinamitar los cerros y adonde tirarán los desechos. Quiero grabar cada gesto suyo mientras jura ante los niños de Crucitas que sus padres no se intoxicarán con cianuro, ni sufrirán accidentes con explosivos, ni sucumbirán ante derrumbes de tierra. Es su oportunidad (de oro) para defender el “interés nacional” del proyecto minero.
Pero no me remita a su página web. Esa la crearon ustedes, en ella solo hablan bondades y ocultan los peligros reales de la mina.
Mientras se decide a aceptar mi propuesta, por favor explique lo que ocultan:
Números rojos. Desde el punto de vista económico, Crucitas requiere un capital inicial de $66 millones, financiado por acaudalados accionistas. Sin embargo, la agencia Canada Newswire publica que: “Los inversores desisten de comprar bonos ante la tardanza de la Sala IV de Costa Rica por aprobar el proyecto”. Ello conlleva a que Infinito Gold (cuya subsidiaria en Costa Rica es Industrias Infinito) “no tiene fondos para pagar intereses”, según la misma fuente.
Asimismo, Businessweek, que analiza los mercados financieros globales, deja entrever el verdadero escenario de la compañía: “Infinito Gold puede tener mucho más riesgo que cualquier otra empresa en la industria metalera y minera”. (…) “Adicionalmente, el análisis de sus activos y pasivos señala que no tiene suficiente liquidez para hacer frente a sus obligaciones actuales”. Su única salvación es que se apruebe el proyecto lo antes posible. Pero, la salvación de unos es la condena de otros.
Limosna social. Quienes apoyan Crucitas lo consideran de “interés nacional”, pero no explican por qué. Solo 300 personas trabajarán en Crucitas, es decir, ni siquiera el 0,006% de los costarricenses se beneficiarán con ella. ¿Empleos indirectos? Sí, unos cuantos.
Al contrario, será afectado el patrimonio natural de 4,5 millones de personas. Si sumamos a Nicaragua, hablamos de cerca de 10 millones de seres humanos perjudicados por los derrames tóxicos en el Río San Juan, debido a las ambiciones de unos cuatro ricachones. ¿A cuál balanza se refería Soto? Las mentiras aquilatadas no pesan nunca tanto como la verdad pura.
Según el sitio web oficial de Crucitas, la mina invertiría $700.000 por cada año que explote los recursos nacionales. Construirá escuelas, centros de salud, caminos y, obviamente, pintará la gradería sol del estadio Carlos Ugalde.
A primera vista, dicha inversión suena como un enorme capital. Pero, comparado con los $800 millones que se llevará, es una mera limosna. La eternamente sabia regla de tres indica que en Costa Rica solo invertirá el 1.25% de sus ganancias. ¿A alguien se le antoja atolillo con el dedo?
Aparte de ello, de aprobarse, la mina solo duraría diez años. Es decir, para cuando los hijos de los vecinos de Crucitas salgan del colegio se encontrarán con uno o dos malls levantados “en nombre del progreso”, pero muy posiblemente sin agua potable; con los bosques que conocieron, exterminados; con flora y fauna extintas; con la mayoría de afluentes contaminados por los próximos siglos; y sin la posibilidad de cultivar el terreno, ni aprovechar la eterna gallina nacional de los huevos de oro (el turismo), pues habría sido degollada por la visión cortoplacista de los gobernantes actuales.
¿Impactos a la salud? La Organización Panamericana de la Salud enumera: La absorción de tóxicos por las vías respiratorias; reacciones alérgicas y brotes en la piel; a nivel neurológico, estrés y nerviosismo. Y no se descarta la posible filtración de lixiviados en aguas de consumo y/o riego. Crucitas es un puente de altísimo riesgo. ¿Quién se atreve a cruzarlo?, ¿quién respondería legalmente ante su desplome? Para algunos, las palabras “se lo advertimos”, deben sonar como una explosión.
Por cierto: ¿cuánto le pagarán a los pobres mineros?, ¿valdrá la pena ese salario? Los pulmones deteriorados de cientos de trabajadores latinoamericanos y las míseras indemnizaciones pagadas nos dicen que no.
Bofetada ambiental y legal. La Constitución Política, la legislación ambiental y los Estudios de Impacto parecen ser simples servilletas para quienes salivan las mieles millonarias de Crucitas.
Aún sin aprobarse el proyecto, la factura ambiental ya es elevada: el hábitat de la zona está en alerta roja, el almendro amarillo agoniza y la lapa verde extingue sus últimos vuelos. Pero ni los colores de ese macabro semáforo frenan el ímpetu metalero.
Hay 63 especies de mamíferos, 172 de aves, 33 de reptiles, 29 de peces, 31 de anfibios, innumerables de insectos y más de 280 plantas amenazadas, por efecto directo de la mina. Es decir, peligra el 70% de la biodiversidad de la zona norte, según: llamadourgentepormipais.blogspot.com.
Por otra parte, el hecho de que “reforesten” no borrará el daño ya hecho. Las lapas verdes no esperarán 50 años hasta que crezcan los almendros amarillos que ya talaron. No insulten nuestra inteligencia.
En la mina ¡cada hora se usarán 250.000 litros de agua! Esto equivale a lo que consume una familia promedio en ¡veinte años!, como detalla el documental Consecuencias de la Minería de Oro a Cielo Abierto. Son millones de vasos de agua negados para apaciguar la sed humana en los años más enconados de calentamiento global, que se avecinan. En los próximos años precisamente el agua será nuestro verdadero oro, José. Y le aseguro, ningún inodoro desaguará con oro. Piense a largo plazo y disfrute de un buen vaso (de agua).
Las proyecciones geológicas contemplan elevadísimos riesgos de que el Río San Juan se contamine por los ríos de cianuro que derramará la mina. Es una zona sísmica. El Proyecto se ubica a solo 3 kilómetros del río, y según el croquis de la mina, lo bordearía a lo largo de 12 kilómetros. Cuando floten en sus aguas millones de especies muertas por el veneno, recordemos a quienes defendieron la mina. Hay tóxicos tan letales como la codicia humana.
Nicolás Boeglin, experto en Derecho Internacional, expone que, con la contaminación (muy probable), Nicaragua puede entablar demandas que conllevarían elevadísimas repercusiones para Costa Rica y su imagen internacional. Una vez más, habría acérrimas disputas entre países hermanos, incentivadas por el ardiente deseo de riquezas de los mineros.
Los cientos de kilogramos de dinamita, los de cianuro, las toneladas de tierra, rocas y árboles removidos y depositados en ríos, aplastan las irrisorias apologías mineras. Simplemente los números de la mina no calzan, José. ¿Ya sacó calculadora?, ¿ya analizó mi propuesta? El primer paso para el desarrollo es no caer en el subdesarrollo (ni mental, ni del metal).
*Periodista
Fuente: Página Abierta, Diario Extra
Martes 08 de Diciembre de 2009