Luto en Argentina: Conmoción internacional por la muerte de Kirchner

Buenos Aires. Kirchner, quien gobernó de mayo de 2003 a diciembre de 2007, sufrió un paro cardio respiratorio a las 9:15 horas, poco después de que fue internado en el hospital de Calafate por una descompensación, informó la Unidad Médica Presidencial.

Seguidores, observadores e incluso opositores reconocieron al abogado, ex diputado y presidente del Partido Justicialista (PJ, peronista) como un hombre que marcó la historia argentina y regional en los últimos años, que sacó adelante al país tras la debacle de 2001.

Kirchner, quien se autodenominaba Pingüino, nació el 25 de febrero de 1950 en la ciudad de Río Gallegos. En febrero y septiembre pasados fue sometido a sendas cirugías por problemas cardiacos, pero se reincorporó rápidamente a su trabajo en la política local y luego como secretario general de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur). También medió en los conflictos entre Venezuela y Colombia.

Se fue alguien indispensable. Nuestro país necesitaba tanto a este hombre, dijo la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, al conocer el inesperado deceso del ex presidente, cuya sucesora fue su esposa, la ex senadora Cristina Fernández de Kirchner.

Después de Perón y Eva, están los Kirchner, afirmó el secretario general de la Central General de Trabajadores, Hugo Moyano, al resumir el nivel de la pérdida para el peronismo y el país.

La mandataria, también abogada, no sólo pierde al hombre con quien estaba casada desde 1975, cuando ambos militaban en la Juventud Universitaria Peronista, y al padre de sus dos hijos, Máximo y Florencia, sino también a su consejero y compañero político más próximo.

Durante su militancia universitaria en la ciudad de La Plata sufrieron persecución política, por lo cual se mudaron a la patagónica provincia de Santa Cruz. Mantenían amistad con los viejos militantes de la resistencia peronista a la dictadura que se instaló en 1955, cuando fue derrocado Perón. También fueron reconocidos por chilenos a los que ayudaron cuando huían de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

En 1982, Néstor Kirchner retornó más formalmente a la militancia y creó el Ateneo Teniente General Juan Domingo Perón, y en 1987 fue elegido intendente de Río Gallegos. En diciembre de 1991 conquistó la gobernación de Santa Cruz, siendo reelecto en 1995 y en 1999. Era gobernador de esa provincia cuando llegó a la presidencia, en mayo de 2003, en momentos en que el país atravesaba una de las más graves crisis de su historia, tras el estallido de 2001 y en medio del cese de pago de la deuda.

En sus cuatro años de gobierno logró cambios sustanciales y que nadie esperaba en un país que parecía desintegrarse: reformó el Poder Judicial, impulsó a magistrados independientes en la Corte Suprema, democratizó las fuerzas armadas, impulsó reformas educativas y acordó reestructurar la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

¡Nos sacamos de encima al FMI!, exclamó eufórico cuando a mediados de la década pasada consiguió cancelar toda la deuda con el organismo internacional, por unos 9 mil 500 millones de dólares, y en un solo pago.
Además de pactar una negociación del débito por el que pocos apostaban, y recuperar credibilidad internacional, entregó a la siguiente administración un país capaz de sortear la recesión mundial de 2008. Analistas internacionales lo comparaban este día con Perón e incluso con el estadunidense Franklin Roosevelt, por su capacidad para enfrentar un período crítico de tal envergadura.

Ordenó descolgar del colegio militar retratos de ex dictadores. Tocó el poder a fondo: uno de sus actos más recordados fue la orden de descolgar del colegio militar –en marzo de 2004– los retratos de los ex dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone.

Mostró su independencia en política exterior y la voluntad de cambio, cuando entre los invitados a su toma de posesión estuvo el cubano Fidel Castro. En esa oportunidad, salió a caminar con el pueblo, entre el Congreso y la Casa Rosada, desdeñando la custodia.

Sentó las bases de un modelo político, económico y social, en lo que destacó la política de defensa de los derechos humanos, la reducción de la pobreza y la reactivación económica.

Otros de sus logros fueron reducir la desocupación, los índices de pobreza e indigencia y apoyar la reconstitución del mercado interno, devastado por la ola neoliberal impulsada por la gestión de Carlos Menem.

Encontré un infierno. Salir del infierno será muy difícil, pero debemos hacerlo, solía decir.

Además, llevó al Congreso el proyecto de derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, así como los indultos que dieron impunidad a los responsables de la más cruenta dictadura que vivió el país, y que entre 1976 y 1983 dejó más de 30 mil desaparecidos.
Recuperó la Escuela de Mecánica de la Armada, organismo de la marina donde funcionó uno de los más temibles centros clandestinos de detención y exterminio de la dictadura, para convertirlo en un Espacio para la Memoria, en manos de los organismos de derechos humanos.

Rompió la relación carnal que estableció Menem con Estados Unidos y fortaleció los lazos con los países latinoamericanos, al rechazar el Área para el Libre Comercio de las Américas impulsada por Washington.

Sus seguidores apuestan a la fortaleza de las instituciones y a la capacidad de Cristina Fernández de Kirchner, que ya enfrentó movimientos que buscaban desestabilizarla, cuando se acercan las presidenciales de 2011.

[Publicado por La Jornada, el 28/10/2010]

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Misoginia y poder

Por Mariana Carbajal, periodista argentina

La cultura patriarcal y la misoginia no respetan duelo ni dolor ajeno.
Se filtran por los poros sin disimulo. Peor aún, sin pudor ni freno.
Ayer, varios editorialistas políticos hicieron gala de esa marca en
sus columnas al empezar a introducir la idea de que la gobernabilidad
está en riesgo, porque la presidenta Cristina Fernández no podrá
conducir el país por su condición de mujer dependiente de las
decisiones de su esposo, Néstor, ahora muerto.

Desde que llegó a la presidencia, Cristina Fernández fue blanco de
críticas por su condición de mujer. Distintas voces y plumas buscaron
descalificarla poniendo el foco en sus gustos por la buena pilcha y en
su cuidado por la estética facial y corporal, aunque fueran rasgos que
la caracterizan desde su juventud. La tildaron de gritona y mandona,
dos adjetivos que refuerzan los estereotipos femeninos. Su
incuestionable inteligencia y su brillante oratoria siempre quedaron,
para algunos editorialistas, en segundo o tercer plano. O directamente
invisibilizados.

“No se hizo esperar la misoginia rapaz, empezó a manifestarse como
quien se relame frente al dolor ajeno. Rosendo Fraga ya pretende
cambiar la agenda del gobierno de Cristina Fernández, desconociendo la
capacidad política de la máxima autoridad de Argentina”, escribió ayer
por la tarde, en su portal Urbanas en Red, la periodista pampeana
Mónica Molina. Se refería a la columna del analista político,
publicada poco después del mediodía en el diario La Nación, donde
trató la figura de CFK como la de una esposa sumisa, sin poder de
decisión, haciendo gala de machismo explícito. En el mismo diario,
Carlos Pagni la trató casi de incapaz, de dependiente emocional y
títere político de su marido. “Ella fue hasta ahora un inusual primer
ministro, capaz de dotar de discurso, imágenes y hasta de algún
control de calidad a una construcción política y económica que siempre
estuvo en manos de su marido. La pregunta que está abierta es de dónde
extraerá ella ahora ese insumo esencial que le era entregado llave en
mano”, fue la pintura que hizo Pagni.

En un portal de noticias mendocino el editorial político, sin firma,
replicó la misma idea: “Se ha muerto el hombre fuerte del Gobierno. El
que le decía a Cristina y los ministros qué hacer… Cristina es la
presidenta desde hace tres años aunque no ejercita todo poder por sí
misma”.

Varios comentarios escuchados a lo largo de la jornada de ayer
retomaron el concepto: “¿Podrá Cristina realmente gobernar?”, “¿sabrá
manejarse sin él, teniendo en cuenta al PJ y a la oposición?”, “¿qué
puede pasar en el país?”,”esta situación me recuerda a Isabelita
Perón…”.

La descalificación, sin dudas, apunta a obturar su posible reelección,
a acicatearle el poder, a reflotar el criterio misógino de que ganó
las elecciones por ser esposa “de” y que apenas era una figura
decorativa con buena labia.

“La misoginia fue el primero y más antiguo de todos los racismos”,
escribió el jurista internacional Ney Bensadón. Ayer, quedó en primer
plano. Se podrá compartir, acompañar o rechazar la gestión de CFK.
Pero no se puede permitir que se golpee la investidura presidencial
por machismo y misoginia.

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