Bruselas, 26 de octubre de 2010 (CSI EnLínea):
“Los Ministros de Finanzas del G20 tienen que mirar más allá de la zona de confort de Wall Street y la City de Londres y fijarse en la realidad de los millones de personas que siguen perdiendo sus trabajos y a los que se les está haciendo apretarse aún más el cinturón al tiempo que los beneficios se acumulan en los bolsillos de los propios bancos y financieros que provocaron la crisis mundial en primer lugar. La economía mundial no está todavía fuera de peligro, y los recortes de los gastos públicos que están anunciando muchos de los Ministros de Finanzas del G20 han conseguido efectivamente que el riesgo de una recesión más profunda se haga más probable. Los compromisos contraídos por el G20 en Londres y en Pittsburg de situar el empleo en el centro de los procesos de toma de decisiones no están cumpliéndose. La reunión de líderes del G20 en Seúl el mes que viene tiene que volver a situar el tema de los empleos en el programa del G20”, dijo la Secretaria General de la CSI Sharan Burrow.
A pesar de que en las conclusiones de la reunión de los Ministros de Finanzas en Gyeongju (Corea del Sur) se menciona la necesidad de una cooperación internacional y de respuestas coordinadas a la crisis, hay escasa evidencia de que los Gobiernos estén trabajando juntos – salvo para reforzar su aparente determinación por alcanzar una “consolidación fiscal” a fin de apaciguar a los mercados financieros, más que para lograr un crecimiento en la economía global y que la gente pueda volver a trabajar.
Las propuestas por parte de la Administración de EE.UU. de poner límites tanto a los excedentes como a los déficits comerciales quedaron diluidas en las conclusiones de los Ministros y tendrán que volver a ser revisadas en Seúl. “Sea cual sea el mecanismo, hay que lograr un crecimiento global más equilibrado que sea consistente con la caída del desempleo por parte de los países con superávit que expanden la demanda doméstica más rápidamente – no sólo mediante un ajuste por parte de los países con déficit”, dijo Burrow.
Los Ministros también acordaron “completar la reparación financiera y las reformas reguladoras sin demora”, una declaración cuestionada por los sindicatos en base a que apenas se ha empezado a hacer algo para implementar plenamente las medidas requeridas. Además, su referencia a la “importancia de la asociación entre Gobiernos y empresas para promover el crecimiento económico más allá de la crisis” plantea nuevas inquietudes sobre la indebida influencia de las empresas en el programa mundial.
“Los intereses de los trabajadores y trabajadoras deben estar en el núcleo de los planes de recuperación y, sin embargo, mediante el grupo B100 los Gobiernos parecen estar poniendo la política estructural en manos del lobby empresarial, el cual representa sus propios intereses y no los de la población en general. El G20 debería estar estableciendo una amplia mano de obra en puestos de trabajo que incluya a todos los interlocutores sociales, en vez de desarrollar una cómoda relación con las elites empresariales que les proporciona una vía rápida para insistir en seguir con la desregularización del mercado laboral que condujo a la creciente desigualdad antes de la crisis”, dijo John Evans, Secretario General del Comité Sindical Consultivo ante la OCDE.
Los sindicatos acogen con beneplácito el compromiso de incrementar la influencia de los países en desarrollo en los procesos de toma de decisiones en el Fondo Monetario Internacional, pero la fecha prevista de enero de 2014 para completarlo significa que la parcialidad actual de los países industrializados en el FMI seguirá como está durante por lo menos tres años más. La referencia de los Ministros sobre la promoción por parte del FMI de la “reforma estructural” es sumamente preocupante, dado que esto siempre se ha entendido en el sentido de incluir un mayor debilitamiento de las leyes laborales, como la desregularización radical que el FMI está imponiendo en estos momentos en Rumania.
La promesa de los Ministros de promover en los países en desarrollo un crecimiento económico inclusivo y sostenible y una capacidad de recuperación, sería bienvenida si significara que el crecimiento se va a basar en el trabajo decente y que va a beneficiar a los trabajadores/as, pero no ha venido acompañada de promesas de incrementar la ayuda al desarrollo. Igualmente, mientras que en la reunión se aceptó un Programa Mundial de Agricultura y Seguridad Alimentaria, no se ha hecho nada para detener la especulación financiera en los productos alimentarios, una de las principales causas de la reciente crisis alimentaria mundial.
Por el lado positivo cabe señalar que el compromiso de racionalizar y retirar paulatinamente los subsidios ineficaces al consumo de combustibles fósiles y de promover la transparencia y la estabilidad de los mercados energéticos demuestra al menos que el cambio climático sigue estando presente en el programa del G20.
Una delegación internacional de alto nivel de líderes sindicales formulará sus preocupaciones sobre estas y otras cuestiones en las reuniones con los líderes del G20 en la Cumbre que tendrá lugar en Seúl el mes que viene.