Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.
_________________________________________________________________
La semana anterior tuvimos la oportunidad de estar en la ciudad de Limón, dialogando ampliamente con nuestros colegas del Sindicato de Trabajadores de Japdeva (SINTRAJAP), en lo que representó un acontecimiento histórico de acercamiento estratégico entre nuestras dos organizaciones; en el marco de la ofensiva más descomunal de la oligarquía agroexportadora, comercial y financiera que controla la gestión política estratégica del actual Gobierno de la República.
Realmente quedamos impresionados por la claridad política, la convicción civilista, la voluntad de resistencia y la capacidad propositiva de la actual dirigencia de Sintrajap que, valientemente y contando con el gran apoyo sociolaboral que la sustenta, enfrenta los desmanes autoritarios y los desplantes militaristas del gobierno del Premio Nóbel de la Paz.
Le aconsejamos a los compañeros dirigentes de Sintrajap y al grupo laboral de Japdeva que nos hizo el honor de escuchar nuestro mensaje que no debemos mirar como enemigo a la policía que ocupa los muelles, porque al fin y al cabo, son trabajadores asalariados como nosotros que ocupan de los servicios de la Caja, del ICE, del INS, de A y A.
Más temprano que tarde y en los momentos culminantes que han de venir, estarán del lado del pueblo. Estas instituciones, al igual que Japdeva, están en la lista de negocios en espera de esa oligarquía voraz, insaciable, egoísta, ahora envalentonada por su alianza con varios de los capitales más sangrientos de la región centroamericana; esos mismos que por su egoísmo y codicia visceral han generado el doloroso y peligroso fenómeno de las maras, las violentas pandillas juveniles surgidas por tanta pobreza, miseria, exclusión, en medio del lujo ostentoso y dispendioso que hay en países como Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
Nuestros amigos y colegas de Sintrajap se han preocupado por darle una nueva visión a su accionar sindical, han realizado las autocríticas que han considerado convenientes, muestran una gran disposición de diálogo; y, por sobre todo, se pusieron a estudiar y generaron una propuesta estratégica de revitalización de los muelles de Limón que combina eficiencia y productividad, sin pauperizar las relaciones laborales y sin descuidar las tareas de desarrollo social inherentes a Japdeva.
Tales tareas, como bien sabemos, no han sido cumplidas a cabalidad pero no por responsabilidad de los trabajadores, sino por la horda de políticos incapaces (con excepciones de rigor), que la han dirigido torpemente, precisamente por ser hijos ideológicos de esa oligarquía voraz y codiciosa que no piensa en el bien común.
Los trabajadores y las trabajadoras de Japdeva, reivindicados por su sindicato Sintrajap, muestran una gran prudencia ante la ofensiva provocadora de la prensa de esa oligarquía que está feliz por una supuesta mayor eficiencia en los muelles del Pacífico (INCOP); prensa que le brinda a la opinión pública solamente una cara de la realidad, la de los negocios suculentos que ya están haciendo.
INCOP fue llevado al estrangulamiento financiero, le obligaron a acumular un gran superávit presupuestario precisamente para dejarlo deteriorarse (como lo están haciendo con Japdeva); con la concesión los salarios se redujeron a menos de la mitad y las tarifas de los servicios portuarios no bajaron de precio.
La gran diferencia entre INCOP y JAPDEVA es que en esta última entidad hay un sindicato con dignidad, con decoro, que tiene propuesta y una gran base social; un sindicato cuyos dirigentes decidieron optar por el noble camino de la lucha social y no por el abultar sus billeteras aceptando los dólares que esa oligarquía neoliberal sangrienta está dispuesta a pagar, con tal de dejarse para sí las entidades de servicio público más lucrativas que todavía quedan como patrimonio nacional.
Gracias a la familia laboral de Japdeva y a Sintrajap por esta posición digna, patrióticamente correcta, de naturaleza democrática y de gran contenido social.