Los variados sentidos del “a la tica”. Desde que vine por primera vez a Costa Rica me explicaron que acá las cosas se hacen “a la tica”. Y claro, como en todo, hay varias maneras de entenderlo: desde sinónimo del país sin ejército, de gente tranquila, con desarrollo social, hasta como maravillosa invención de una realidad que nunca ha sido tan así. Lo que hasta ahora nunca había escuchado es que el “a la tica” fuera algo malo que debemos superar.
El “a la tica” como disvalor. De acuerdo con Julio Rodríguez “proceder a la tica es una combinación de hacerse el tonto (o el chancho, en la jerga popular), de dejar hacer y dejar pasar…” (La Nación, 19/01/07, página 31ª). Es esperable que lo diga: la descalificación de casi todos los demás es el sello personal de su columna, de por sí bastante “poco tica”.
Lo complementa la diputada libertaria Arguedas para quien Costa Rica es un país lleno de gente con “neofobia”, adonde el miedo al cambio se ha vuelto parte de la identidad. Muy esperable su argumento también: neofobia es un término fashion para una realidad cruda como el cambiar islas del golfo por votos a favor del TLC. Si poco tica es esa realidad mucho menos lo sería para ella decirlo.
Finalmente el diputado liberacionista Fernando Sánchez nos explica que las soluciones a la tica son “soluciones a medias” en un país repleto de “aldeanismo”, “mito de singularidad” y “exaltación de la ignorancia”, que da lugar a una “imagen retorcida de la realidad” (La Nación, 19/01/07, página 31ª). En este caso y viniendo de un politólogo, tal vez tenga razón.
El aldeanismo de Stanford University. El artículo de Sánchez no puede llegar en mejor momento. Y es que hace unos meses esta prestigiosa universidad hizo gala del último grito del aldeanismo. En blanco y negro y con tapa dura Marc Edelman argumentó que durante los últimos 50 años Costa Rica construyó un estilo socialdemocrático de desarrollo “Tico style”. La heterodoxia de las reformas económicas, sociales y políticas de las últimas décadas, antes y después del ajuste, hicieron y hacen de estos pocos kilómetros cuadrados un lugar bastante singular. Si Cornell University no se había dado cuenta de “la imagen retorcida de la realidad” que produce uno de sus más conocidos investigadores, después del artículo de Sánchez ya no tiene excusa. Y ni qué decir de Naciones Unidas: en pleno siglo veintiuno el estudio de países aldeanos, ignorantes y neofóbicos ha corrido como reguero de pólvora y agencias como PNUD y OIT comparan a Costa Rica con otros pocos países periféricos debido a su singularidad.
El efecto contagio del aldeanismo. En el último tiempo casi toda disidencia con el gobierno y sus aliados se catalogó como “sindicalista”, como si la palabra resumiera la peor práctica humana –peor que robarle al Estado, que usar la política para fines personales, y que violentar las reglas institucionales. Pero el epíteto no ha dado resultado y ahora es evidente, como lo reconoce el propio Sánchez, que la disidencia con el gobierno “ha alcanzado a los grupos más influyentes de la sociedad”, entre ellos, a políticos, intelectuales y dirigentes gremiales.
Uno de los dos caminos que nos queda es precisamente buscar soluciones “a la tica”. Dada la poca valoración que interlocutores del gobierno tienen del término, ojalá no haya que decir que nos quedaba…
Enero 23, 2007
Fuente: Tribuna Democrática