Lo ocurrido en Estrasburgo puede catalogarse como otro episodio de la conjura en marcha que, usando los principales medios de difusión y las organizaciones manejadas por los sectores más reaccionarios, pretende aprovechar el lamentable incidente de la muerte de un preso común, reclutado luego por grupúsculos contrarrevolucionarios, a causa de una prolongada huelga de hambre mantenida por decisión propia, para confundir a la opinión pública internacional.
Esta iniciativa impulsada por la derecha europea en el Parlamento logró arrastrar a los diferentes grupos políticos que conforman este legislativo, poniendo en clara evidencia la convergencia de posiciones derechistas y reaccionarias que lo componen independientemente de nombres y clasificaciones.
Eso es fácil de comprender si se toma en cuenta la misma razón de la convocatoria del debate en el seno del Parlamento Europeo, para la cual se enarboló el tema tan manido en la propaganda contra la Isla de “la situación de los presos políticos y de conciencia en Cuba”.
El único objetivo era producir una condena contra el gobierno y pueblo cubanos, realmente sometidos a la violación de sus derechos por el largo bloqueo estadounidense y por la injerencia en sus asuntos internos también por la propia UE.
Durante el debate y para tratar de calzar sus posiciones los eurodiputados de derecha no tuvieron pena alguna en asumir los desgastados argumentos tradicionalmente utilizados por los Estados Unidos, para cuestionar de forma injerencista, nuestro sistema político.
Es lamentable que el Parlamento Europeo incluya de forma burda en su resolución la esencia misma de la “Posición Común”, sin tener siquiera la honestidad de mencionarla. Esa misma Posición Común que como es ampliamente conocido, fue redactada en Washington en el mismo año en que imponían a Cuba la Ley Helms Burton, ambas con el objetivo común de destruir nuestra Revolución. El Parlamento Europeo parece no entender todavía que, mientras la reliquia de la “Posición Común” exista, no habrá normalización de las relaciones de Cuba con la UE.
Al analizar a fondo esta sesión de la Eurocámara cabría preguntarse donde quedaron los siempre mencionados “principios democráticos y la pluralidad” esgrimidos por la desarrollada Europa.
Sin el menor sonrojo, la resolución adoptada por la eurocámara “insta a las instituciones europeas a que den apoyo incondicional y alienten sin reservas la transición política” en Cuba. Asimismo, “insta a que entablen de inmediato un diálogo estructurado con la sociedad civil cubana y con aquellos sectores que apoyen una transición pacífica en la isla… utilizando los mecanismos comunitarios de cooperación al desarrollo”
Es decir, convoca abiertamente a los gobiernos europeos a intensificar sus actividades subversivas y a sus Embajadas en La Habana a implicarse aun más en el aliento, el apoyo y el financiamiento a los mercenarios. La resolución demanda descaradamente que los proyectos de cooperación entre la Comisión Europea y Cuba se utilicen con propósitos subversivos.
En este circo político llamó la atención la postura del Grupo Socialista Europeo, que se plegó obedientemente a las posiciones más derechistas y anticubanas. El Vicepresidente del Grupo de los socialistas españoles Ramón Jáuregui, aunque ahora se empeñe en demostrar lo contrario, llegó incluso, a contradecir la línea seguida por la presidencia española de la UE en su política hacia Cuba.
Mucho más indignante todavía es que quienes representan a países cooperantes en el secuestro, tortura y encerramiento en cárceles clandestinas de numerosas personas, asuman una posición de defensores de derechos humanos contra Cuba, cuya revolución ha dedicado sus mayores esfuerzos en salvar vidas en su territorio y en el resto del mundo.
El Parlamento Europeo debe mirar en su entorno comunitario, donde se reprimen a inmigrantes, olvidan a desempleados, aumentan las desigualdades, se constatan cientos de denuncias de torturas en sus prisiones y de violaciones de los derechos humanos.
El espíritu de metrópoli colonialista rondó el hemiciclo europeo cuando muchos diputados se atribuyeron el supuesto derecho de imponer y dictar. Parecen olvidar que hace 52 años el pueblo cubano tomó las riendas de su destino y que no le reconoce a ese Parlamento ninguna jurisdicción, y mucho menos autoridad moral.
Se sienten con derecho a inmiscuirse en nuestras decisiones internas y cuestionarlas. Sólo develan las autoridades europeas su verdadero y retrógrada espíritu colonialista.
Muy falsa democracia es la que, sin contar con los contribuyentes europeos, pretende dirigir los fondos comunitarios con destino al sucio empeño de subvertir el sistema político de otro país soberano.
Es lamentable que una institución como esta se dedique a articular planes conspirativos y a amparar a mercenarios y delincuentes, al tiempo que se haga eco de burdas mentiras y distorsiones malintencionadas de la realidad de nuestro país.
En lo que parecería una burla, si no se tratara de un tema tan ofensivo para nuestro país, ese mismo parlamento que supuestamente tanto se preocupa por la protección y defensa de los derechos humanos en Cuba, fue capaz de rechazar por una amplia mayoría, dos propuestas de enmiendas que justamente versaban sobre estos derechos.
¿Cuáles son los derechos humanos que enarbolan los 439 eurodiputados que se opusieron abiertamente a condenar y pedir el cese de un bloqueo, que constituye una burda violación de los derechos humanos y un acto de genocidio, según el texto de la Convención de Ginebra? ¿Acaso el derecho a la vida no es el más elemental de todos los derechos humanos?
¿Cómo puede comprenderse que ese cónclave rechace otra enmienda que menciona la voladura del avión de Cubana de Aviación en 1976 y prefiera guardar silencio sobre la colosal hipocresía que constituye el hecho de que los Estados Unidos mantengan prisioneros a cinco antiterroristas cubanos, mientras da cobijo y protección al principal terrorista de este hemisferio? ¿Es que acaso algunas vidas tienen más valor que otras?
Con lo anterior solo exponen su sumisión a los intereses norteamericanos y muestran no tener una política independiente y propia.
Voces dignas como las del Grupo de Izquierda Unida, se opusieron a la aprobación de la resolución anticubana. Parte de sus miembros, entre ellos el español Willy Meyer y la portuguesa Ilda Figueiredo, catalogaron como hipócrita la postura de la Eurocámara al cuestionar a Cuba y no hacerlo con el golpe militar de Honduras. Recordaron que ese fue, quizás el único parlamento en el mundo que no rechazó “el golpe, con sus asesinatos y sus torturas”. También, emplazaron a la Unión Europea a poner fin a la “Posición Común” al tiempo que exigieron el cese del bloqueo y denunciaron la injusta prisión de los cinco antiterroristas cubanos en cárceles de Estados Unidos.
Una vez más se equivocan con el pueblo de Cuba quienes pretenden vejarlo con el intento de someter a nuestra pequeña Isla a tratamientos singularizados. Lo sucedido en el pleno del Parlamento Europeo, quedará en la historia como evidencia de la mentalidad todavía colonialista de los estados europeos.