La institución laboral en la cual nos desempeñamos ha estado incursionando en la organización sindical de las personas trabajadoras asalariadas que son contratadas para la producción piñera, específicamente en la zona norte del país. Otras corrientes sindicales hacen lo mismo en el sur y en el atlántico del territorio costarricense.
Se ha logrado constatar que la producción piñera es en estos días un problema de Derechos Humanos que merece la máxima atención de las autoridades políticas del país en los campos del Gobierno, de la legislación y del sistema judicial.
A la vez, se debe concitar la atención por parte de entidades, tanto nacionales como internacionales que velan por la defensa de los derechos de los y de las habitantes, tanto como lo requiere la plena vigencia de los Derechos Humanos en un país como el nuestro que ha firmado todas y cada una de las declaraciones y tratados que al efecto ha producido la comunidad internacional, en el plano global y en el continental.
La circunstancia de la intervención sindical en la producción piñera surge a partir de la necesidad de las propias personas trabajadoras que ante condiciones laborales adversas buscan en el sindicato, el mecanismo apropiado para reclamar por un trato humanitario y por el pleno respeto de sus derechos laborales, al vender su fuerza de trabajo a las empresas que les contratan; para que quienes consumen piña en los Estados Unidos y en la Unión Europea (UE) degusten la sabrosísima fruta costarricense que con gran esfuerzo y sacrificio se produce en el país con la mano de obra nacional y migrante, especialmente la nicaragüense.
Tuvimos la oportunidad recientemente de viajar hasta una de las zonas geográficas de mayor expansión de producción piñera, San Carlos, para constatar que su relación con el pleno respeto a los Derechos Humanos debe ser ya una cuestión de Estado.
Los testimonios de trabajadores piñeros con los cuales nos reunimos nos hablan de que si bien las empresas, a regañadientes estarían “_respetando”_ la libertad de organización sindical, en lo subterráneo, solapadamente, los mandos medios y altos de esas firmas, ejercen toda clase de artimañas para impedir la consolidación de la legítima organización natural de la clase trabajadora: el sindicato.
La situación se hace más grave cuando la persecución sindical se desenmascara y se hace más cruel. El despido abierto del dirigente sindical es uno de los casos más emblemáticos de que la producción piñera y los Derechos Humanos están íntimamente ligados.
Esta situación se vuelve más indignante e insultante cuando tal despido se da porque se rechazó el ofrecimiento de dinero a cambio de abandonar la lucha sindical. Es el caso en estos momentos de un joven trabajador costarricense, padre de tres hijos (el mayor de los cuales tiene apenas siete años), quien corre el riesgo de ser un “_condenado_” para siempre a no tener trabajo porque se hizo más que notorio que abrazó la bandera sindical y abogó por el mejoramiento de sus propias condiciones laborales y la de sus compañeros y compañeras.
Despedir a un trabajador porque se afilió a un sindicato y luego darle su nombre a otras empresas piñeras de la zona para que no le den trabajo, lo que se conoce como las “_listas negras_”, es otro de los crímenes sociales más repudiables de la explotación piñera.
Estupefactos quedamos cuando varios trabajadores nos pidieron, casi que nos rogaron, que elimináramos del sitio web de la agrupación en la cual laboramos, un video en el que se hace evidente su participación en un evento sindical; porque las empresas se dedicaron a analizarlo, identificaron los rostros de los asistentes a las reuniones sindicales y cuando llegan a pedir empleo, les muestran el video y les indican que por estar en ese video, por ser sindicalistas, no les darán trabajo. Impresionante que esto ocurra en la “_democrática_” Costa Rica. En verdad que en esto de la democracia, somos especialistas en doble moral.
Por eso resulta imprescindible y verdaderamente importante que desde la Asamblea Legislativa se continúen formulando denuncias de los episodios de violación a los Derechos Humanos que están ocurriendo en las plantaciones piñeras de Costa Rica. Está práctica no se debe abandonar.
Igualmente, es preciso que las diversas corrientes sindicales que ya tienen expresiones organizativas en esas plantaciones se articulen de manera estratégica, consoliden procesos unitarios y unifiquen esfuerzos y recursos para lograr el pleno respeto a los Derechos Humanos, incluido el de la Libertad Sindical, para quienes laboran con gran sacrificio en las piñeras.
De la misma manera, debemos incrementar los procesos de denuncias en los mercados consumidores para obligar al empresariado piñero a emigrar a procesos productivos de producción limpia, tanto en lo laboral, como en lo ambiental-ecológico y en lo social.
En este punto, los sindicatos deben suscribir convenios de cooperación y asesoría técnica con entidades que se dedican a la protección del entorno para la capacitación en denuncia de la agresión a la ecología en la producción piñera.
Finalmente, deberíamos tener un protocolo de aplicación práctica para que se dé la plena vigencia de los Derechos Humanos en la producción piñera, generado a partir de un acuerdo social entre empresas, sindicatos, sectores ecológicos, entidades protectoras de tales derechos, Gobierno y parlamento. Nos parece que los sindicatos estamos listos para esto.