En la noche de este lunes 16 de agosto, la Presidenta Chinchilla, habló de lo mismo: la reforma fiscal. Desde muchos lados ya se habla del tema. Ahora bien, desde el lado de “los de abajo”, preferimos hablar de transformación tributaria (aunque lo correcto debe ser hablar de revolución tributaria).
Hablando de transformación tributaria, hay tres cosas clarísimas.
1) El robo de impuestos anda por el orden del 4 % del Producto Interno Bruto (PIB) del país. ¿De cuánto hablamos? Quizás hasta de ¡400 mil millones de colones por año!
- 2)* Proporcionalmente hablando, pagan más impuestos “los de abajo” que “los de arriba”. Es decir, el actual sistema tributario costarricense es regresivo cuando debe ser progresivo.
3) Urge fortalecer la gestión de cobro de impuestos y de sanción para los que se los roban, como hacen en Estados Unidos que penan con cárcel la evasión fiscal. Hemos llegado al “ridículo” de que solamente existen unos 80 policías fiscales en el país.
Por eso debemos desconfiar cuando desde el Gobierno se habla de “reforma fiscal”. Lo que se requiere es una transformación tributaria estructural; atacando, seriamente, cada uno de los tres aspectos mencionados. Si lo que pretenden es aumentar el impuesto sobre las ventas, hay que oponerse férreamente a ello, porque los principales golpeados serán los diversos sectores componentes de la clase trabajadora, especialmente los que menos ganan.
Llegó el turno de que “los de arriba” paguen por la lujuriosa, abusiva e indignamente fiesta de la concentración de la riqueza en que están viviendo. Las mayorías populares están abrumadas económicamente hablando y, por eso, los expertos más calificados hablan del crecimiento de la desigualdad como el principal problema del país. Los problemas de seguridad ciudadana se derivan, básicamente, por esta razón.
La transformación tributaria que demandamos, es aquella centrada en gravar los grandes capitales y las gigantescas fortunas junto a un fortalecimiento estratégico de la gestión pública de cobro de impuestos. Contratar más policías fiscales, por ejemplo.
Se impone la más grande movilización social para que haya una efectiva transformación tributaria. Por ejemplo, la gente trabajadora del sector Público, a la que le recetan los decretazos salariales pero que tiene mejores condiciones para salir a las calles, debe asumir esta tarea en nombre de todo el pueblo trabajador. ¡Preparémonos!