Sin plata para pagar aguinaldos…

Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.

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Si no es así, doña Jenny dice que no habrá plata para pagar aguinaldos de los empleados y de las empleadas del sector Público. Además, tampoco habrá plata para las personas pensionadas y tampoco para los programas sociales.

Se nos dice que hay una gran caída en la recaudación fiscal, producto de la tan traída y llevada crisis económico-financiera mundial; cuando bien sabemos que esa crisis es producto del colapso del sistema neoliberal de libre mercado, libérrimo, sin controles, totalmente abusivo, corrupto, concentrador de riqueza y depredador del ambiente y de la ecología.

Nosotros rechazamos, tajantemente, que los efectos de la crisis sean pagados por la clase trabajadora asalariada con empleo formal; que sean pagados por la clase trabajadora del mercado informal; que sean pagados por las micro, las pequeñas y las medianas empresas. Ninguno de estos sectores es responsable del desastre fiscal que vaticina la señora Ministra de Hacienda, doña Jenny Phillips.

Por el contrario, se impone, es urgente, no puede postergarse, la imperiosa necesidad de una reforma tributaria estructural por el lado de la renta y que afecte, únicamente a las grandes fortunas, los abultados capitales, la concentración de la riqueza.
Es completamente inmoral, antiético, atentatorio de todos los valores sublimes del humanismo cristiano y de la justicia social, que (datos del Estado de la Nación), el 16 % de la población acapare el 80 % del ingreso nacional. Aquí reside la verdadera esencia de la crisis de ingresos fiscales que ya nos anunció la mencionada jerarca.

Existe un criterio muy fuerte, compartido desde varias visiones sociopolíticas y filosóficas, de que Costa Rica debe aumentar su carga tributaria entre un 2 y un 3 % con relación al Producto Interno Bruto (PIB), si queremos, como país, en verdad y con sentido estratégico, atacar de raíz la pobreza y propiciar condiciones para una recuperación de las sendas de la equidad, en combate abierto contra el crecimiento de la desigualdad. Nosotros insistimos en que ese aumento de carga tributaria debe ser por el lado de los grandes capitales acumulados bajo el alero de las políticas macroeconómicas y financieras de sesgo neoliberal, imperantes en los últimos cinco gobiernos.

Por otra parte, es don Oscar Arias la persona directamente responsable de todas las consecuencias derivadas de esta fuerte crisis en las finanzas públicas.

A cambio de que se diera la “aprobación” (realmente fue una imposición) del TLC con Estados Unidos, él se comprometió a propiciar la necesaria reforma tributaria que ello implicaba; reforma absolutamente imprescindible por el impacto negativo en la recaudación arancelaria derivada de ese tipo de TLC. Aprobado lo primero, “renunció” a lo segundo y hoy, su propia Ministra de Hacienda, nos indica las graves consecuencias en las finanzas públicas de esa “renuncia”.

Lo más grave del asunto es que la persona sucesora que don Oscar quiere dejar en el cargo presidencial (si es que gana las elecciones), la señora doña Laura Chinchilla Miranda, ya anunció que la reforma fiscal no será prioridad en su eventual gobierno.

Así se lo prometió ella a uno de los poquísimos grupos ganadores (quizás, el principal), de las políticas neoliberales de los últimos años: la Cámara de Bancos e Instituciones Financieras. Es más, se comprometió a dejar al señor Francisco de Paula Gutiérrez, en la presidencia del Banco Central de Costa Rica. Como sabemos, este ciudadano es uno de los principales ideólogos neoliberales, actor directo del proceso de concentración de la riqueza que sufrimos y que amenaza a la democracia costarricense.

Nosotros esperamos que la lucha por la defensa del aguinaldo, del pago de las pensiones y del presupuesto para programas sociales, implique una gran movilización de quienes se verían afectados y de sus respectivas familias. Cumplimos así con el deber de informar y de alertar, para honrar nuestras responsabilidades.

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