En visita realizada a DIARIO EXTRA, Vargas fue entrevistado por Iary Gómez, subgerente general y por las subdirectoras Marcela Villalobos y Paola Hernández, en el que se hizo un análisis sobre la realidad y futuro del movimiento sindical y sobre otros temas relacionados.
Según aseveró Vargas, como parte del autoanálisis que hace el movimiento sindical se encuentra que se propone la tesis del Sindicalismo Ciudadano, que desde la base comunal, en las barriadas de la clase trabajadora, lleva los ideales del movimiento y la oferta del mismo, en procura de la lucha por la justicia social y contra la desigualdad que es el problema principal del país.
¿Cómo está el sindicalismo hoy en día? – Al movimiento sindical lo han “enterrado” varias veces. Sin embargo, su existencia es innegable y fundamental para la democracia. Como todo movimiento social tiene momentos en alzada, momentos de retroceso, de reacomodos tácticos y de replanteamientos estratégicos para responder a los desafíos que se le lanzan desde el lado de la hegemonía del capital.
Para desaparecer al sindicalismo habría que quitar la Constitución Política, derogar el Código de Trabajo y Costa Rica tendría que salirse de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y, además, renegar de todos los compromisos que tiene, como país, en materia de Derechos Humanos.
¿En que condición está el movimiento sindical? ¿Cómo se puede explicar esa pasividad del sindicalismo? – Después del combo ICE, se nos vino encima la titánica tarea de enfrentar el tipo de Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos que, finalmente, se nos impuso haciendo trampas y triquiñuelas de parte del anterior gobierno jefeado por Oscar Arias.
El movimiento sindical, generó un esfuerzo sin precedentes de sus principales agrupaciones. Esfuerzos político-ideológicos, organizativos, de comunicación y de concienciación y, sobre todo, financieros con costos altísimos para este tipo de agrupaciones laborales.
Efectivamente, ha sido difícil reponerse de ese enorme desgaste y se han dedicado muchos esfuerzos hacia lo interior de las agrupaciones, retomando agendas reivindicativo-gremiales, propiciando recomposiciones organizativas y, especialmente, tratando de generar los nuevos planteamientos para esta época que nosotros denominamos como “los tiempos del TLC’s”, en nuestro país.
¿Podría darse un replanteamiento del movimiento sindical en el país?
-La parte más dinámica del sindicalismo nacional está reflexionando al respecto. Por ejemplo, estamos proponiendo la tesis del Sindicalismo Ciudadano para desde la base comunal, en las barriadas de la clase trabajadora, llevar los ideales del movimiento y la oferta del mismo, en la lucha por la justicia social y contra la desigualdad que ya es el problema número uno del país.
Seguimos generando planteamiento y propuesta como lo fue “Las diez medidas para enfrentar la crisis económica con inclusión social y productiva”, con ocasión del proceso electoral pasado.
Le estamos dando gran relevancia a la organización en el nivel municipal ante el desafío de la descentralización.
El movimiento sindical debe ser actor estratégico para que tengamos una nueva hegemonía en el país centrada en la justicia social, en el bien común.
Efectivamente, tenemos muchas ideas para el replanteamiento sindical y queremos impulsarlas.
Considera que hay movimiento para rato, ¿por qué?
-Sí, sin duda alguna. Precisamente la posibilidad del replanteamiento que mencionamos, nos abre potencialidades para revitalizar el movimiento porque las condiciones de la clase trabajadora, al deteriorarse, hacen que la gente busque defenderse, busque agruparse, busque unirse y juntarse para tener mejores condiciones de vida.
Nuestra experiencia, por ejemplo, con el sector privado, pese a la gran represión sindical, nos lo indica así. Solamente el sindicalismo pega el grito al cielo por la cuestión de los salarios, insistiendo en cambios radicales de política.
Ahora bien, la preservación del sindicalismo nos dice que hay que hacer ‘inversiones’ político-ideológicas y formativas en profundidad, amén de construir una estrategia de captación de juventud trabajadora; incrementar más el uso de la tecnología y el estudio, y transformar los esquemas participativos.
¿Es el sindicalismo un derecho humano? – Desde la primera proclama del planeta en materia de Derechos Humanos, llamada la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948, así quedó establecido. Su artículo 23, inciso 4 plantea que “toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses”. Así de sencillo. Luego quedamos con rango constitucional, en la Constitución Política de 1949, vigente hasta hoy, aunque ya estábamos en el Código de Trabajo, de 1943.
Además, todas las otras declaraciones universales y americanas sobre Derechos Humanos establecen que el sindicalismo es un derecho humano fundamental. Negar este derecho es igual que, por ejemplo, negarnos la posibilidad de elegir a nuestros gobernantes cada cuatro años; o, incluso, quitarnos el derecho a la vida misma.
Pasan los años y el país no aprueba los convenios de la OIT lo cual hace que nos mantengan en lista negra ¿como lo analizan?
-Costa Rica tiene fama en la OIT de ser un país mentiroso, que no cumple lo que promete y que deshonra su firma de los tratados y convenios internacionales que debe ratificar, legislativamente hablando y respetar en la práctica cotidiana, en materia de Derechos Laborales.
Ha perdido tanta credibilidad que en los dos últimos años, hemos estado dentro de los 25 países más violadores de la Libertad Sindical, comparándosenos con países donde hasta matan sindicalistas.
Entendemos que el actual gobierno parece que corregirá la mala imagen que tenemos en esta materia y que, a lo mejor, se ratifiquen convenios pendientes con treinta años de estar en la corriente legislativa, por ejemplo.
¿Qué hace falta de enmendar para que el sindicalismo sea una verdadera libertad laboral?
-Le pediríamos a la Sala Cuarta que cuando se despide a un trabajador por hacerse sindicalista, violentándosele ese derecho humano fundamental y constitucional, resuelva el respectivo amparo y no se lave las manos enviando el caso a tribunales ordinarios donde se dura años en hacer justicia.
La materia sindical debería ser parte del currículo educativo desde el nivel primario. Las empresas que respeten la libertad sindical deberían tener acceso a trato preferencial con el Estado y hasta ciertos estímulos fiscales.
Deberíamos promover un fuerte diálogo social directo con el empresariado para que se respete esa Libertad Sindical y no se vea como amenaza.
Una de las luchas que se ha venido dando desde años es que de lograr que en el sector privado haya organizaciones sindicales, pero eso no se ha concretado, ¿estiman que este podría ser una de las deudas a nivel de país?
Sí, efectivamente. La palabra sindicato sigue siendo sinónimo de despido en el sector privado. Es algo antidemocrático, totalitario, típico de dictaduras.
Pero, somos incapaces de garantizarle a una obrera de una fábrica, a un peón de una plantación agrícola que seguirá teniendo empleo en la tarde luego de que en la mañana se sindicalizó.
¿Cuál es su preocupación en torno al solidarismo de cara al sindicalismo?
-Nosotros respetamos al movimiento solidarista. Éste tiene su propio marco legal como el sindicalismo tiene el suyo. La experiencia del sector Público muestra que ambos, junto con el cooperativismo, podemos coexistir cada quien en lo suyo.
Lo que no aceptamos es que al sindicalismo se le niegue el derecho a existir en la empresa, se le reprima, se le violente su condición de Derecho Humano fundamental. Es más, desde la perspectiva del Humanismo Cristiano, es inaceptable que desde la propia Iglesia Católica haya curas que instrumentan al solidarismo en contra del sindicalismo, esos son padres apóstatas de la fe y desobedecen al propio Papa que sí reconoce la importancia y la vigencia de los sindicatos, como el mismo Benedicto XIV.
“Creemos que el movimiento sindical debe ser actor estratégico para que tengamos una nueva hegemonía en el país centrada en la justicia social y en el bien común”
“Todas las declaraciones universales y americanas sobre Derechos Humanos establecen que el sindicalismo es un derecho humano fundamental”.
“Deberíamos promover un fuerte diálogo social directo con el empresariado para que se respete esa libertad sindical y no se vea como amenaza”.
“La palabra sindicato sigue siendo sinónimo de despido en el sector privado”.
Fuente: Diario Extra
Krissia Morris Gray