Si se sufre “escasez aguda o una emergencia semejante”, Costa Rica podría imponer restricciones al embotellado y exportación del agua potable, según lo dispuesto en el TLC, dicen sus defensores. Así, exclusivamente frente a la crisis, sería posible superar el sistema de comercio que obliga al Estado a no “discriminar” entre los nacionales y extranjeros que negocian con el “oro azul” y a garantizar el libre comercio a las empresas embotelladoras que pretenden gigantescas ganancias con las ventas de ese “bien comercial”.
Eventualmente, algún “tribunal” creado para la ocasión tendría que determinar en Washington si Costa Rica tiene razón en alegar esa “escasez aguda”, para –en tiempo indeterminado- resolver si se detiene o no la extracción y exportación que estaría dándose en detrimento de la población costarricense. ¡Así funcionaría este TLC negociado secretamente y de espaldas a los mejores intereses nacionales!
Alegar que las viejas leyes nacionales o las normas de concesión del Minae pueden ser utilizadas para restringir ese “sagrado” libre comercio, contradice los cimientos del TLC que tiene un rango superior a las leyes y, en ciertos casos, a la misma Constitución Política. Son numerosos los ejemplos que en aplicación del Nafta (TLC entre Canadá, México y EUA) demuestran que en la práctica, y como parte del dogma, el agua envasada deja de ser un derecho humano para convertirse en “una mercancía” más valiosa que el petróleo y que, por cierto, los estadounidenses consumen más que la leche, el café y la cerveza. El año pasado consumieron más de 26.000 millones de litros (¡mayor consumo a nivel mundial!) y la tendencia es a seguir aumentando. ¡Hasta de la lejana isla Fiji se importa agua envasada!
Y para los que han dicho que los Estados Unidos “tienen las cataratas del Niágara” por lo que no necesitan del agua de los ticos, obviamente no conocen que más de 37 millones de norteamericanos dependen de los Grandes Lagos y que ya éstos no dan más; que la extracción y la contaminación de sus aguas han motivado a las autoridades locales, canadienses y estadounidenses, a regular estrictamente su uso, como medio de garantizar el abastecimiento de sus hijos y quizá nietos.
Así, uno de los tantos pecados cometidos por los “genios” negociadores costarricenses autonombrados representantes de un pueblo y su modelo de vida, fue el de no haber incluido, como “medida disconforme” o excepción a la aplicación del TLC, algo que dijera, más o menos así: “Costa Rica se reserva el derecho de restringir la extracción, envasado y comercialización del agua, incluyendo una eventual prohibición a su exportación, como medio de garantizar el abastecimiento prioritario de su población”. Solo con un NO al TLC, se podría enfrentar con seguridad esa grave amenaza a la salud y el bienestar de los costarricenses.
No deseamos que en nuestro país suceda igual que en la India, por ejemplo, donde más de 50 villas clamaron ante la escasez del líquido provocada por la corporación Coca Cola, o en New Hampshire con la USA Springs Inc., así como en Texas y la región de los Grandes Lagos por similares motivos.
27 de agosto, 2007
- Freddy Pacheco, Ph.D.
Catedrático UNA
Universidad Nacional
Heredia. Costa Rica
frepaleon@ yahoo.com