Por lo general, cuando hablamos de embates de la Naturaleza, son “los de abajo” quienes más sufren y a quienes más rápidamente se les olvida y se les deja a su suerte.
Primero que todo, expresamos un sincero sentimiento de solidaridad para con las personas que perdieron seres queridos y bienes materiales con la tragedia de Escazú, producto del paso por el país de la tormenta tropical Thomas.
A la vez, expresamos un fuerte sentimiento de indignación porque la misma se pudo haber evitado. Voces autorizadas, especialistas en el campo de la Geología, en el de la Geografía, por ejemplo, lo habían advertido. Tales muertes, tales pérdidas de bienes materiales, casas incluidas, pudo evitarse.
Algo grave está pasando en varios ámbitos institucionales de la política pública que tienen relación con el tema de la planificación urbana, de los planes reguladores, de la protección de cuencas hidrográficas sin importar su tamaño, de las políticas locales y regionales en materia ambiental y ecológica. Dentro de tales ámbitos, el de las municipalidades quedó en el “ojo del huracán” de los permisos facilistas, de las acciones preventivas, de la educación comunal, de logística para las emergencias… del tráfico de influencias y hasta de las corruptelas con tales “flexibilidades”.
La agrupación social en la cual trabajamos, tiene mucha relación con el mundo municipal, específicamente con el de orden laboral. Sin embargo, con lo que pasó, emerge una gran responsabilidad adicional desde la perspectiva de una acción de proyección comunal que hemos denominado Sindicalismo Ciudadano.
Esas voces expertas, con estudios científicos de gran rigurosidad, mismas que advirtieron de lo que luego pasó en Escazú, con todas esas deplorables muertes y esa gran destrucción, nos indican que hay 31 cantones ubicados en la Gran Área Metropolitana (GAM), con graves riesgos de derrumbes, de inundaciones, de deslizamientos de montañas y de cerros, que, ojalá nunca se presente, pues podrían generar tragedias muchos mayores, con eventos como el de la tormenta Thomas o de mayor envergadura como un huracán en toda la expresión del concepto.
Las personas, la ciudadanía habitante, pero especialmente las personas de ingresos bajos y medios, en esencia, “los de abajo” de estos cantones, deben asumir una nueva actitud, más enérgica, más contundente, más fiscalizadora, más organizada, más incisiva con sus respectivas autoridades locales y también con las centrales.
Los cantones de Atenas, Poás, Alajuela, Mora, Santa Ana, Escazú, Alajuelita, Aserrí, Desamparados, La Unión, Curridabat, Montes de Oca, Goicoechea, Tibás, Coronado, Moravia, Santa Bárbara, Barva, San Rafael, San Isidro, San José, Flores, El Guarco, Heredia, Oreamuno, San Pablo, Belén, Santo Domingo, Paraíso, Cartago, y Alvarado; están propensos a vivir las duras y trágicas experiencias de estos días pasados.
Por ejemplo, es criterio de la Escuela de Geografía de la Universidad de Costa Rica (UCR), que en el Gobierno Central se tienen mapas que detallan estas situaciones de riesgo inminente, pero que no están profundizando lo suficiente para parar el relajo permisivo con que se está practicando la planificación urbana. Además, de que en las municipalidades conocen de todo ello y aún así siguen metiendo gente en esas zonas peligrosas.
Hacemos una vehemente exhortación para que las personas líderes laborales en las municipalidades de esos cantones, extiendan sus agendas de trabajo hacia estas delicadas cuestiones, de forma tal que, coadyuven a la organización comunal para la defensa de la vida de sus correspondientes comunidades; para la defensa de los bienes materiales de la gente, para la defensa de la ecología y del ambiente.
Igualmente, dada la cercanía de las elecciones para las alcaldías, sería muy bueno revisar bien las propuestas electorales de las personas aspirantes y revisar con lupa qué posición, planes, políticas, estrategias tienen (si es que las tienen), para lidiar con esta nueva realidad. Dios no permita, nadie quiere otras 31 tragedias más similares a la de Escazú. Nadie podría decir de ahora en adelante que no nos lo advirtieron.