¿Qué surja así nomás un Estado Multinacional sudamericano que ponga fin a la práctica estadounidense de manejar la política de su patio trasero? ¿Qué los mercados de esa región dejen de ser parte integrante de la economía norteamericana? ¿Qué el subdesarrollo endémico de la región se trasforme en desarrollo pujante, así sea a través del sistema capitalista? ¿Qué los aparatos militares de esos países dejen de depender material e ideológicamente de Washington y con eso disminuya el poder militar del Imperio en la región? USA no se ha contentado con lo que ha logrado hasta aquí: Tener el dominio marítimo y del espacio aéreo de toda Latinoamérica. Pueden en cualquier momento establecer un boicot a cualquier país de nuestra región. Las bases militares en Colombia le permite a USA poder concentrar una fuerza militar de envergadura en el mismo corazón de Sudamérica en un tiempo relativamente corto. Cualquiera que conozca las cifras de lo que son las FFAA de Colombia (Ejército: 240.000 soldados) debe preguntarse la razón por la cual Colombia precisa de la ayuda física de soldados yanquis en su territorio para combatir a unas FARC golpeadas y disminuidas este último tiempo. Las FARC no deben de pasar de 9.000 efectivos en la actualidad y están en zonas con poca población, lo que les impide el apoyo de masas. Y ¿es necesario ese apoyo militar para combatir al narcotráfico en el cual se encuentran vinculados muchos personeros de gobierno y del parlamento colombianos? Parece más lógico que el objetivo es otro. Tal vez el objetivo sea el empleo de fuerzas norteamericanas en Venezuela o Ecuador en apoyo de la reacción de esos países ante un eventual golpe de Estado o una guerra civil. Ahí estarían actuando para “establecer la paz y la democracia”.
USA, a través de Uribe, ha introducido un montón de termitas en ese barco de madera que no ha podido transformarse todavía, en un crucero de acero. Y las termitas corroen por dentro no sólo a Colombia, también a países cuyos gobiernos siguen una política ambivalente respecto a la unión de esa región del mundo que, ha sido tradicionalmente, la que apuntaló la economía norteamericana desde hace mucho tiempo. No nos olvidemos los chilenos como las empresas norteamericanas dominaban la extracción y venta del cobre que era llamado “el sueldo de Chile”. Aunque, en verdad, más parecía el sueldo de los empresarios y empleados norteamericanos de esas empresas. Enormes capitales que se escabulleron del país que restaron los fondos necesarios para el desarrollo. El subdesarrollo de Chile y de otros países de la región permitieron el gran desarrollo de USA. Aunque se aumentase la producción de cobre, los ingresos favorecían más a los capitalistas norteamericanos que Chile. Importante para comprender esto es la idea expresada por muchos economistas: “El desarrollo de algunos países está en función del subdesarrollo de otros”, así como la riqueza de unos pocos está en función de la pobreza de muchos. Y eso le ha sucedido a casi la totalidad de los países latinoamericanos. USA se desarrolló gracias al intercambio desigual, como si en realidad hubiese una ley no escrita de la división internacional del trabajo. Mientras nosotros exportábamos materias primas y productos del agro, USA nos llenaba de su producción industrial lograda con mejores técnicas, utilizando nuestras materias primas y con eso hundía nuestra industria nacional. Se llevaban los minerales de carácter estratégicos a precios convenientes para ellos y nos vendían artefactos producidos con estas mismas materias primas. El ALCA no es otra cosa que permitir el ingreso de productos norteamericanos sin ser influidos por los aranceles aduaneros; en desmedro, desde luego, de la incipiente industria nacional.
Uribe se ha norteamericanizado. Es una cuña norteamericana en Sudamérica que permite que todas esas termitas y bichos maléficos actúen sin contratiempos y engañando a presidentes como Lula, horadando ese barco a la deriva, cuando se creía que íbamos navegando viento en popa. Y claro está, no sólo se trata de Uribe. También hacen su trabajo de zapa los presidentes de Chile y Perú. Curiosamente, estos países dentro de Sudamérica son los que proporcionalmente a su población gastan más dinero de su presupuesto en armas y en ejércitos. Y también resulta curioso y coincidente que sean también los que mantienen a ultranza el modelo capitalista neoliberal. La actitud ambivalente de ellos: manifestar su apoyo a UNASUR y desarrollar una política dependiente y sometida a USA, nos hace pensar que, en la realidad, están allí para boicotear a este posible Estado Multinacional independiente del dominio de USA.
Mucha gente (incluso gente llamada de izquierda) ven a Obama como alguien muy distinto de sus predecesores. Desde luego que hay diferencias y ellas más que nada están en el ámbito de la política interna. Pero, ¡cuidado! En el ámbito externo sigue la misma política de todos los presidentes anteriores: fortificar el poder económico, político y militar de USA para seguir dominando al mundo. Quienes no entienden esto debieran dedicarse a otras cosas y dejar la política a otros. Claro está, que muchos dicen no entender esto, porque en el fondo, son partícipes de la política del dominación del Imperio norteamericano (que en verdad, desde la independencia de las colonias inglesas en Norteamérica crearon un verdadero Estado Multinacional, mientras que las colonias de España lucharon por crear una multitud de países grandes, medianos y pequeños con sus Estados Nacionales, bajo la égida de burguesías mal llamadas nacionales, luego se sometieron a ese Estado Multinacional del norte).
El nacimiento de un estado Multinacional sudamericano está en peligro. Creo que por ahora, con la traición de Uribe a UNASUR (aunque algunos dicen que no se trata de una traición sino de sus intereses clasistas en apoyo a las burguesías internacionales que están representados en las empresas transnacionales) sólo será una tribuna abierta donde se ventilarán muchas cosas y en donde se discutirá mucho, pero con magros resultados. Dirigentes latinoamericanos (como la señora Bachelet presidente de Chile que se dice socialista) no defienden verdaderamente este proyecto tan importante para el desarrollo independiente de la región. Son agentes del capital financiero internacional que engañan y manipulan a las masas de sus países para seguir usufructuando de una parte del poder del Estado. Lamentablemente mucha gente humilde ve en estos charlatanes a individuos que sirven a los intereses de las grandes mayorías, cuando en realidad los intereses que defienden son los de los capitalistas nacionales y extranjeros. En el problema mapuche se ve muy claramente su práctica a favor de las multinacionales y de terratenientes que se apropiaron mediante la fuerza, de la tierra de esa etnia sudamericana. Y gane o pierda la Concertación en esta nueva elección, el problema mapuche seguirá por el mismo derrotero, como muy bien lo manifiestan ellos mismos, “que existe un compromiso entre el gobierno chileno (cualquiera que sea) con las empresas transnacionales”. De esa forma no les queda más camino que organizarse y luchar por recuperar sus tierras. Claro está, que como la situación se hace insostenible al gobierno chileno que surja dentro de poco le quedan sólo dos alternativas: entregar tierras fiscales al pueblo mapuche o reprimir con mayor energía, que hasta aquí ha sido la política de todos los gobiernos excepto el de Salvador Allende.
Volviendo al problema de UNSUR, pienso que las contradicciones entre pronorteamericanos y antinorteamericanos impide, por ahora, la verdadera unidad que permita la construcción de un Estado Multinacional en Sudamérica. En realidad, USA ha ganado este primer round y ha logrado que se postergue esa importante iniciativa. Ha logrado, además, acallar las voces disidentes y críticas a la ocupación militar camuflada de lucha antidroga o antiterrorismo de muchos países que se mantiene como neutrales, los cuales con su neutralismo contribuyen indirectamente a hundir el barco UNASUR.
Fuente: * especial para ARGENPRESS.info