XXV Aniversario: Huelga de Adaptación Social
(18 al 26 de junio 1984)

El nuevo gobierno y su equipo asesor, definieron una política económica y social de corte “neoliberal”, inducida en primera instancia por la carta de entendimiento firmada con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y luego, derivada de ésta la llamada_ “Ley de Emergencia”_, aplaudida por el sector empresarial, pero vista con recelo por los trabajadores y sus organizaciones.

Esta ley, entre otros lineamientos apuntó a reducir el gasto público, a lograr un incremento razonable en los ingresos y una mayor eficiencia del Estado,_ “eran vientos desestabilizadores”_, según los sindicatos.

La subregión centroaméricana vivía fuertes embates. El área estaba incendiada. La Administración Monge, en la coyuntura, abrazaría el “Consenso de Washington”, como estrategia política, ideológica y militar para aquellas naciones al Sur del Río Bravo; promovida por el Presidente Reagan y sus halcones. Costa Rica se alineó a los intereses “Usamericanos”. Renace el macartismo, los fantasmas del “comunismo”, y la desestabilización orquestada a nivel internacional”. (No obstante Monge había proclamado al mundo la neutralidad perpetua, activa y no armada de la República de Costa Rica, 1983).

Los trabajadores del sector público y sus organizaciones sindicales y gremiales vislumbraron “momentos difíciles”. En ese contexto, el movimiento sindical empezó a articular su propuesta. La ANEP impulsó su agenda. Los trabajadores –hombres y mujeres- , de Adaptación Social, desde el año 1983 venían promoviendo la incersión al Régimen de Servicio Civil (un 85% de las y los funcionarios estaba excluido), igual que el reconocimiento de la escala salarial, y los pluses salariales derivados (anualidades).

Estas arbitrariedades y discriminación administrativa, sumada a las condiciones laborales difíciles, como la de un sistema penitenciario sin políticas claras, en lo organizativo, y lo técnico en el tratamiento del privado de libertad; hizo que alrededor de dos mil trabajadores se sumaran a los paros de labores, uno el 31 de mayo y otro el 1º de junio de 1984.

Medidas que abrieron espacios de negociación, aunque estériles. La huelga inició el 18 de junio con paros progresivos, marchas y agitación que fueron, involucrando a la totalidad de los centros penales del país.
El día 22 de junio, cantidad de trabajadores concentrados en las afueras de la cárcel de San Sebastián, fueron violentamente reprimidos. Mujeres y hombres fueron llevados a la Detención General. Las principales cárceles de Adaptación Social estaban acorraladas por los cuerpos policiales. La huelga continuó (esta fecha fue decretada como día del trabajador penitenciario).

Diputados, en número significativo abogaron por el arreglo del conflicto. La Iglesia Católica en la figura de Monseñor Arrieta se ofreció como “puente de plata”, para la mediación. El movimiento se mantuvo hasta el día 26 de junio, de manera incólume, e inmune a la presión del Gobierno, las Cámaras y la prensa “dogmática”.

Con la huelga, las y los trabajadores recibieron el beneficio de la Escala Salarial, el reconocimiento de aumentos en su salario al año 1983, el pago del Riesgo penitenciario, la incorporación al Régimen de Pensiones extensivo del Registro Nacional, el estudio progresivo de ingreso al Servicio Civil. Los despedidos (19 funcionarios), fueron reinstalados.
La huelga de Adaptación social, encadenó otros movimientos de presión, articuló propuestas unitarias de las organizaciones en esos años; la ANEP como organización fue intervenida (agosto 1984) y arbitrariamente congeladas sus cuentas bancarias y la personería jurídica fue denegada.

El movimiento fue una riquísima experiencia. La articulación posible, entre los problemas laborales de un grupo de funcionarios y la correcta interpretación que hizo el Sindicato en la conducción política del mismo; que desgarró al FMI; puso en entredicho los represivos artículos 333 y 334 del Código Penal, sepultó el prejuicio y la satanización de la ideología. Dignificó a un sector de hombres y mujeres, funcionarios del Estado Costarricense, que expresaron hace 25 años: “¡Tenemos la razón y tenemos la fuerza!”.


*Historiador.

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