Poco antes de ingresar a gestionar el Ministerio de Hacienda, don Helio Fallas Venegas (quien aparte de ministro de Estado en esta cartera, es el Primer Vicepresidente de la República), fue enfático en indicar que el problema fiscal número uno de nuestro país, es la evasión tributaria en sus más diversas manifestaciones.
Fue más puntual indicando que el robo de impuestos en el país anda por el orden de casi 6 puntos del Producto Interno Bruto (PIB); 5.8 % para ser exactos.
Según los entendidos un punto porcentual de PIB podría estar equivaliendo en estos momentos a unos 250 mil millones de colones (en números: 250.000.000.000.oo).
Entonces, si el robo de impuestos anda ahorita en 6 % PIB, quienes evaden dejan de pagar 6 veces esa gigantesca cantidad: ¡Un billón quinientos mil millones de colones, al año! En cifras: 1.500.000.000.000.oo.
Sinceramente, no nos alcanza nuestra propia materia gris para imaginar semejante cantidad de plata que deja de llegar a las arcas públicas por todas esas formas de evasión fiscal y tributaria.
Realmente se podría afirmar que no se ocupa un solo impuesto más, pese a que hay que acometer la tarea histórica de una Transformación Tributaria Estructural en el país cuyo destino final es la plena progresividad fiscal.
Resulta interesante, en consecuencia, este planteamiento del nuevo gobierno en lo que respecta a la cuestión fiscal, señalando que es el robo de impuestos el problema central de la misma.
Podríamos estar en presencia de una variación de corte estratégico en el enfoque del déficit fiscal, desde la perspectiva del empleo público. Es decir, como siempre lo estuvimos señalando en administraciones anteriores, es una falacia culpar a las remuneraciones salariales que perciben quienes laboran para el sector público, del llevado y traído déficit fiscal; especialmente, cuando se ha satanizado una parte de las mismas conocidas como “pluses”.
Y esto es más llamativo todavía por cuanto el tema no fue incluido en los contenidos del mensaje presidencial del 8 de mayo anterior; como sí lo fue el tema del robo de impuestos en todas sus dimensiones.
Lo que correspondería ahora es que el Poder Ejecutivo “se arrolle las mangas” y con la buena voluntad colaborativa de organizaciones de la sociedad civil inspiradas en su quehacer porque nuestra patria retome la senda del bien común; proceda a la promoción de un proceso de política pública con sentido estratégico, intermediando el diálogo social, para combatir la evasión tributaria como nunca antes gobierno alguno lo hizo.
Las visiones ortodoxas, fundamentalistas, “clásicas”, de corte neoliberal, que han venido pretendiendo explicar el problema fiscal del país, a partir de estas premisas falsas de empleo y salarios; quedan completamente desacreditadas ante la contundente e incuestionable magnitud de la cifra de robo de impuestos en nuestro país.
Repetimos: ¡Un billón 500 mil millones de colones!, si consideramos que un punto porcentual de PIB, anda por los 250 mil millones de colones.
Y aunque ese punto porcentual PIB fuera menos de esta cifra, la cantidad de plata que se roban los ladrones de impuestos seguiría siendo espeluznante.
Se “aterran” los neoliberales de que el déficit fiscal del país llegue a la “trágica” cifra del 6 % PIB; sin embargo, lo que debería espantar es la cifra PIB de robo de impuestos. Y si el presente gobierno sigue este camino, es decir, convertir en política pública de corte estratégico el combate a la evasión de impuestos, debemos respaldarle.
Al acercarse las fijaciones de incremento salarial por costo de vida correspondientes al segundo semestre del presente año 2014; fijaciones que serán las primeras de la administración gubernativa del señor Presidente de la República, don Luis Guillermo Solís Rivera, el tema del déficit fiscal emergerá como argumento central a considerar en esas fijaciones; tanto para las del sector Público (como es lógico suponer), como para las del sector Privado (salarios mínimos).
No puede ser sostenible la argumentación fiscalista del déficit para preservar un camino de deterioro del poder adquisitivo del salario para las personas trabajadoras del sector Público; si seguimos tolerando los siderales montos de evasión tributaria ya reconocidos, oficialmente, por el distinguido señor Ministro de Hacienda, don Helio Fallas Venegas, que es lo mismo que decir ya reconocidos por el actual gobierno.
Ni el empleo público, ni las remuneraciones salariales de quienes laboran para el Estado, ni los satanizados pluses, son las causas del déficit fiscal. Este tiene su esencia, su fundamento central, su causa principal, en el robo de impuestos en todas sus formas, legales e ilegales.
Es con base en tal perspectiva que una serie de organizaciones sociales y sindicales venimos procurando un posicionamiento alternativo al tema del déficit fiscal, radicalmente distinto hasta el ahora dominante.
Por ello debemos insistir en la existencia de la propuesta “Hacia una reforma fiscal para el desarrollo y la reactivación del empleo”, la cual contempla, a su vez, el reto de la formulación de un “Plan Nacional de Combate a la Evasión”.
Este “Plan Nacional de Combate a la Evasión” busca (entre otros objetivos), “identificar y analizar las modalidades más significativas del fraude fiscal, sus causas y sus efectos”. Además, “evaluar las normas legales disponibles para la prevención y el castigo del fraude, así como identificar las omisiones y debilidades que restan efectividad a la lucha contra la evasión”.
En Costa Rica el robo de impuestos debería ser un crimen social de tanta persecución y castigo como lo es en los Estados Unidos.
En una sociedad tan desigualdad como la nuestra, tenemos pendiente el relanzamiento de una serie de políticas públicas cuyo origen fue el bien común, la integración y la movilidad sociales. Esto requiere de recursos frescos y estos recursos frescos son los del robo de impuestos.
Recordamos que, en términos generales, la clase trabajadora (especialmente, la que tiene empleo formal y salario fijo), no roba impuestos. Si percibe un salario susceptible de aplicarle impuesto sobre la renta, éste se le rebaja de planilla. Y si se trata del impuesto sobre las ventas, hay que pagarlo en la caja, inmediatamente al momento de la compra. Por este “lado de la acera” entonces, no está el robo de impuestos. Es por el “otro”: el de las redes de poder de la corrupción; el de las mafias coludidas de malos costarricenses ubicados tanto en el sector público como en el privado; el de profesionales inescrupulosos que le dicen al cliente “¿cuánto quiere declarar este año?”… ¡Entrémosle al combate a la evasión tributaria!
*Secretario General Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)