Este es un día memorable, sin par en los fastos de Costa Rica. Por primera vez en la historia una Ley de la República dispone la celebración de los doscientos años del nacimiento de uno sus hijos. El más egregio de los retoños de la antigua Villa Nueva del Monte, ahora ciudad capital de San José. El Libertador y Héroe Nacional, capitán general don Juan Rafael Mora, presidente de la república de 1849 a 1859. Congratulémonos por el privilegio de ser partícipes en esta fiesta espiritual del más acendrado civismo.
“Héroe de la alborada”, lo llama la excelsa poetisa Julieta Dobles, recientemente laureada con el Premio Magón, quien le dice: “Necesitamos tu voz y tu esperanza, / tu amor inconmovible / de roca en la tormenta. // …Don Juanito, / te invocamos, urgente. // …La Patria zaherida / reclama tu presencia”.
Hablo esta mañana luminosa en nombre de mis compañeros de la Comisión Nacional del Bicentenario Morista: María Eugenia Bozzoli, John Cravens, Mauricio Ortiz, Marcelo Prieto, Iván Rodríguez y Guillermo Vargas; así como de los miembros de la Comisión Internacional: Juan Durán Luzio de Chile, Enrique Iglesias del Uruguay, Carmen María Iglesias de España, Robert Lenz de Estados Unidos y Eduardo Torres-Cuevas de Cuba.
Porque el Presidente Mora es una figura continental: “Se ha constituido en campeón de la independencia americana”, escribía sobre él en 1857 el ministro chileno de Relaciones Exteriores. Porque el Presidente Mora es de una estatura internacional: la ciudad de Córdoba, España, tiene en las adyacencias del río Guadalquivir una calle denominada “Libertador Juan Rafael Mora”. Ahora, la cuna del Padre de la Patria se empareja con la cuna de Séneca, Averroes y Maimónides al renombrar la Avenida Segunda con la justa designación de “Avenida del Libertador Juan Rafael Mora”.
Es el evento inaugural de las conmemoraciones moristas, cuyos objetivos son: 1] que todo costarricense lo conozca y dignifique como Libertador y Héroe Nacional; 2] tener en cada cantón un espacio, plaza o vía pública nombrado en su honor; y 3] proyectar en el exterior la latinoamericanidad de Costa Rica personificada en las acciones y el pensamiento moristas. La ley n.º 9165 establece que las celebraciones del bicentenario culminarán con los actos cívicos del 15 de setiembre, y que todas las instituciones, niveles y modalidades del sistema educativo nacional celebrarán la Semana Morista del 23 de setiembre al 3 de octubre venideros.
¿Qué significa el Presidente Mora a inicios del siglo XXI?
1. Proclamada La República meses antes de su ascenso a la jefatura del Estado, le correspondió cimentar el andamiaje institucional para la concreción del proyecto de país concebido junto a su formidable equipo de Gobierno. Con sus antecesores Juan Mora Fernández –primer Jefe de Estado– y Braulio Carrillo –Arquitecto del Estado– completó la trimurti seminal de la nación. Comprender el sentido profundo del destino costarricense exige escudriñar su vida, pensamiento y obra. El estudio sistemático de la década morista ayuda a responder las graves preguntas: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde podemos ir?
2. Poseyó una visión superior a la de sus contemporáneos y encarnó tanto la valentía como el patriotismo en grados superlativos, al punto de convocar exitosamente al pueblo para hacer la Guerra Patria que él tuvo la gallardía de dirigir en persona. Su Ejército Expedicionario venció en Santa Rosa, dominó en Sardinal y triunfó en Rivas. Pasada la epidemia del cólera que contagió a la mitad y ultimó a la décima parte de los habitantes, reanudó la campaña contra la invasión militar. Rendirse hubiera sido inaceptable para su carácter acerado. Capturó el río San Juan, ocupó la laguna de Cocibolca y doblegó al agresor ojiclaro en una victoria grande y gloriosa, comparable en sus alcances, a juicio de un sabio francés, con la batalla de Maratón.
3. Tres décadas y un lustro después de lograrse la emancipación del Imperio Colonial Español, conquistó en la Guerra Patria la Segunda Independencia Nacional, esta vez de las garras de los designios perversos del expansionismo esclavista. Son la libertad, la autonomía y el derecho a existir como nación soberana los que se adquirieron con enorme oblación humana en los campos de batalla. Costa Rica se dio a respetar y despertó la admiración del mundo. La Guerra Patria fue el crisol en el que se fundieron definitivamente los elementos de la identidad nacional.
4. El avance institucional, el dinamismo económico y la conducción política durante su Administración hicieron posible, en palabras suyas, “el bienestar social que se disfruta en el país, donde la nivelación de las fortunas permite que el rico propietario, el artesano y el labrador, gocen en diversas escalas de las comodidades y de los placeres domésticos”. Era una avanzada visión ética del desarrollo centrado en la persona humana, consustancial a la concordia de la solidaridad como valor fundante de la costarriqueñidad, cuando en Francia comenzaba a hablarse del Estado social.
5. Fue el estadista más completo que ha tenido la república. Su ejercicio del poder corrió parejo con la formulación de una teoría del Estado, la elaboración de un tratado de conducción política, y el planteamiento de una estrategia de progreso nacional. Sus ideas al respecto no aparecen articuladas en un libro, sin embargo numerosos elementos fueron explicados en sus discursos y escritos, otros se pueden estudiar en su práctica de la política a fin de estructurar, en forma coherente, el elenco de sus enseñanzas para nuestra democracia y su porvenir. En aquella época de la construcción de la república los gobernantes estaban obligados a mandar con una fuerza distinta a los miramientos contemporáneos, pero los principios, los valores y los ideales siguen siendo válidos hoy como ayer.
6. Al auscultar su vida, pensamiento y obra se descubren una ideología política, un sistema de valores y conceptos, una cierta forma de razonar, además de los atributos epocales de la costarriqueñidad –el carácter que es para el hombre su destino y la virtud en los tiempos difíciles–. “Todos los atributos de su pueblo están esculpidos en el bloque de su carácter”, que observó el maestro Luis Dobles Segreda.
A pocos pasos de donde nos encontramos, hace precisamente doscientos años vio la luz el más eminente de cuantos hijos ha parido esta tierra nuestra. Por esfuerzo propio surgió en la esfera de los negocios particulares. Por vocación de servicio público heredada de sus mayores, singularmente de su primo segundo don Juan Mora Fernández, consagró lo mejor de su existencia a la construcción de esta patria libre y soberana que es nuestro hogar en el mundo. Entregó su vida en sacrificio y derramó su sangre por la libertad, la justicia y el bienestar nuestros.
Damos gracias a la Asamblea Legislativa que en el 2010 lo proclamó Libertador y Héroe Nacional; al Poder Legislativo que el año pasado acordó dedicar el 2014 a la celebración de su bicentenario; al Consejo de Gobierno que nombró la Comisión Nacional directora de las conmemoraciones moristas; al Poder Ejecutivo que integró la Comisión Internacional e hizo suyas con fervor estas fiestas del espíritu cívico. Sobre todo y en primer lugar, gracias a los costarricenses que acrisolan nuestra nacionalidad a lo largo de este año extraordinario.
Damos gracias a Dios por la vida ejemplar de nuestro Juanito Mora.
El autor es académico y escritor, presidente de la Comisión Nacional del Bicentenario Morista.