Nunca hemos encontrado serio fundamento en medir la acción político-ejecutiva de un nuevo gobierno, con base en los primeros 100 días calendario del inicio de su gestión. La “moda” de tan arbitraria medición parece que se inició en la administración de Luis Alberto Monge Álvarez, según se lo leímos, recientemente, al distinguido ciudadano don Guillermo Zúñiga Chaves.
A pesar de ello y considerando el espacio sociopolítico del trabajo que nos compete realizar, es imposible abstraerse de tal circunstancia y algo debemos decir al respecto; eso sí, de lo que conocemos. En materia laboral, que es nuestro campo natural de acción, los 100 días del ejercicio de la Presidencia de don Luis Guillermo Solís Rivera, nos dejan una “buena” y otra “mala”. La primera tiene que ver con las dos primeras fijaciones salariales de su administración gubernativa. “Pasó la prueba de fuego”. En el caso del sector Privado, respaldó la propuesta sindical y le dio la espalda a la empresarial. En el caso del sector Público, la negociación resultó un éxito pues no se dejaron manipular por el cuento de que estamos al borde del “apocalipsis” en materia de déficit fiscal.
La “mala”: Condicionar a una negociación política intraparlamentaria la puesta en práctica, a plenitud, de la ley de la Reforma Procesal Laboral (RPL); por demás, un proceso-país de 15 años de gestación, en el ámbito de los Derechos Humanos de carácter laboral. Evidentemente, la gran presión de cierto empresariado corporativo de alto poder y de profundo carácter antisindical, ha logrado resultados en la Casa Presidencial.
En el caso del costo de la vida, no están “pegando” ninguna. Al menos, de lo más sensible: el precio de los combustibles y las tarifas de electricidad. Fatal aquí. Sin embargo, pueden acertar si se desmarcan del encierro ideológico en que los quieren meter con lo de PetroCaribe y analizan, objetivamente, las posibilidades de negociar el tema con Venezuela. En el caso de la electricidad, ojalá sepan sacar un acuerdo para beneficio de las mayorías en los 18 meses que dijeron que ocupaban para conjuntar a los sectores involucrados y tratar de generar acuerdos.
En política exterior, hay señales confusas. Como que no les gusta ejercer la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), que les heredó el gobierno anterior. Más bien pareciera que tienen una “brasa en las manos” de la cual quieren librarse lo más rápidamente posible, que aprovechar las oportunidades de un sesgo más soberanista en nuestra política exterior, especialmente hacia la integración latinoamericana que tanto necesitamos.
En materia tributaria notamos que si bien tímidamente, están anotando bien. Apuntar de diversas formas, incluso con iniciativas de ley, para atajar el fraude tributario en todas sus formas, merece valorarse de manera positiva. Pensamos que el robo de impuestos andaba por el 5.8% PIB. Pero no. ¡Es más alto! El señor Ministro de Hacienda, don Helio Fallas Venegas, ha sido más claro todavía: anda ya por el 7.5 % PIB. Aquí hay un punto a favor del gobierno en estos 100 días: no han caído en la trampa de decir que el déficit fiscal es culpa de los sistemas salariales del sector Público y con esto han atajado una confrontación sociolaboral.
Empleo: los primeros 100 días apenas nos plantean su propuesta para una “Estrategia Nacional de Empleo”, con el lema de “el empleo en el corazón del desarrollo”. Parece contener importantes fuentes inspiradores como para generar un consenso nacional al efecto. Veremos.