También está la gente que sufre el terrible dolor del desempleo y aunque con capacidades, habilidades, destrezas y formación profesional, dependen de otras personas pues no encuentran trabajo. Igualmente están quienes trabajan por horas, por tarea, por contrato, “pulseándola” para ganarse alguito honradamente. Está la población laboral migrante, mucha de ella en condiciones de alta explotación. Además, está la juventud “expulsada” del sistema educativo porque debe incorporarse, para ayudar a la familia, al mercado de trabajo; ó porque, sencillamente, sin esperanza, debe ir a otros ambientes nada convenientes, delincuenciales incluso, para sobrevivir. Están las personas jubiladas y pensionadas que, en su gran mayoría, tienen pensiones de hambre.
Una a una, sumadas todas, son la mayoría de la gente que vive hoy día en Costa Rica; sumadas todas, son la clase trabajadora; sumadas todas, son lo que denominamos “los y las de abajo”.
Desde tal perspectiva de clase y con base en los “grandes” temas de la agenda nacional que, básicamente, es dictada por “los y las de arriba”, uno ve grandes retos, enormes desafíos que, quiérase o no, tienen que ver con nuestra existencia futura más inmediata, mediata y hasta de largo plazo. Veamos algunos de ellos que están sumamente cercanos y que implican fijar posición, comunicarla, generar conciencia, despertar el adormecimiento colectivo a que se nos somete, insistir en la importancia de la organización y de la movilización.
La Costa Rica de hoy tiene un problema fundamental, el número uno de todos: el crecimiento de la desigualdad. La inmensa mayoría se sigue empobreciendo, mientras que una pequeña minoría sigue acumulando sin freno alguno. Por tanto, una nueva política salarial que incremente capacidad adquisitiva, el combate a la evasión patronal de la ley de salarios mínimos (ya de por sí escandalosamente bajos), y una nueva fórmula de cálculo de los mismos para aumentarlos, son factores de primer orden que nos conciernen directamente.
Para quienes cuentan con la dicha de tener empleo formal y estable, está la amenaza de que no puedan retirar los dineros del fondo de capitalización laboral que han acumulado en los últimos cinco años, plata que debe devolverse en marzo.
Tenemos la tarea del rescate del Banco Popular y la lucha para que se le someta a una regulación financiera diferenciada, dado el potencial papel que puede jugar en el apoyo a la actividad empresarial de los niveles micro, pequeño y medio que ayuden a desarrollar el mercado interno.
Mucha gente asalariada y no asalariada está con grave endeudamiento, en desesperada lucha para no caer al precipicio de la pobreza, de la pobreza extrema. Están en situación de riesgosa vulnerabilidad. Mucha parte de las capas medias está en esta condición. Se necesita un fondo de solidaridad para personas físicas altamente endeudadas pero no para que se les regale un cinco, sino para ayudarlas a un desahogo financiero coyuntural, para seguir adelante con reglas claras de responsabilidad en lo concerniente.
Quieren privatizar la electricidad, cambiándonos el exitoso modelo admirado en el mundo que desarrollamos en Costa Rica. Los bomberos van a la quiebra y para evitarlo quieren imponernos un impuesto del 1.75 % al recibo de la luz. Además, pretenden que el ICE entregue sus redes telefónicas y de internet a precio de ganga a las transnacionales voraces que ya están aquí.
El sistema de Riesgos del Trabajo desaparecerá tal y como lo hemos conocido y la lógica mercantil dictará si usted recibirá o no recibirá atención médica por un accidente de trabajo. Los patronos acostumbrados a robarse los aportes a la Seguridad Social podrán empezar a hacer fiesta pues sólo necesitan de diez años de impago para que se les perdone la deuda con la Caja. Antes de ese plazo, podrán cambiar de razón social y dejar a la CCSS con el “perro amarrado” sin sanción alguna. ¡Condonada su deuda!
Parece que no habrá una transformación tributaria estructural como la ocupa a gritos la sociedad para empezar a atacar, seriamente, el crecimiento de la desigualdad. El proyecto tributario del Gobierno estima que los recursos frescos que se necesitan, también sean aportados por “los y las de abajo”, como si ya no fuera suficiente lo que han pagado de impuestos si lo vemos a la luz de un sistema tributario altamente regresivo (quienes tienen menos pagan más, proporcionalmente hablando, que quienes tienen más).
Y mejor ni hablemos de los desafíos en lo ecológico, en lo ambiental, en esto del cambio climático. Ni siquiera el derecho a la vida nos quieren dejar. Tal parece que todo lo que nos dio la Madre Naturaleza es mercantilizable. Una obsesión extractivista, de evidente sesgo destructivista, amenaza nuestro entorno.
Seguramente se nos quedan más desafíos. Seguramente usted pensará que somos “aguafiestas” por hablar de esto por estas fechas. Sin embargo, sentimos que nuestra responsabilidad nos obligó a plantear estas cosas, porque seguimos llenos de esperanza de que “los y las de abajo” tienen un mundo por delante para conquistarlo.
Gracias por leernos.
¡Feliz Navidad!