Se construye en la actualidad la nueva sede de la Escuela Nacional de Policía, se dice que este nuevo centro de formación policial permitirá mejorar los niveles de capacitación policial.
La nueva Escuela Nacional de Policía tendrá capacidad para entrenar a 800 policías, esto gracias a la donación de mano de obra de la República de China. Se informó que solamente para su edificación, el acondicionamiento y equipamiento de la sede se hará una inversión de $12 millones y se financiará con una donación de la comunidad europea.
En este centro de formación policial se entrenarán a los diferentes cuerpos policiales del país, las unidades especializadas y será la Escuela Policial más moderna de la región. Eso debería augurar muchas cosas positivas para nuestros cuerpos policiales y para nuestro país.
Se dice que “Una profesión es una actividad especializada del trabajo dentro de la sociedad. A quien la ejerce se le denomina profesional”. Existe además lo que se conoce como “especialización”, lo cual implica una capacitación y destreza especial para la realización de ciertas actividades.
A partir de este concepto, debemos considerar como efectivamente de índole profesional, el trabajo que ejecutan nuestras compañeras y compañeros de los diferentes Cuerpos Policiales. La función policial requiere de destrezas especiales, se ha señalado como de índole excepcional, reviste la innegable vocación de servicio que debe caracterizar a quien integra cualquiera de las distintas unidades de trabajo.
Pero ¿de qué forma mira la sociedad a los cuerpos policiales? ¿qué tipo de policía se prepara en nuestra Escuela de formación Policial? ¿qué trato reciben nuestros uniformados de sus superiores?
Un sector de la sociedad (sector vulnerable), pareciera querer un policía que le permita irrespetar la ley, que no le llame la atención por alterar el orden público, que no detenga el “delincuente”, si lo detiene que no lo “maltrate”, “porque él no hace nada malo”, quiere una policía que este a su servicio, que sea sumisa, que le permita gritarle, escupirle, amenazarle, gravar sus actuaciones, interferir en ellas y que no se enoje nunca, “porque para eso es policía…”
El otro sector (el político y de clase alta), quiere una policía altamente capacitada, ética, de buen ver, de trato diplomático, que conozca de derecho, de criminología, que tenga buen verbo, una excelente presentación, actitud proactiva y dinámica, que viva en buenos barrios, que asista con su familia al cine, que sea un padre ejemplar, pero que gane uno de los peores salarios del sector público, porque ser policía no es una profesión y porque tenemos déficit fiscal…
En nuestra Escuela de Policía, se prepara a los funcionarios para enfrentar a la criminalidad, se nos inculca el valor de servir a la Patria, se nos brindan herramientas básicas que luego se fortalecen con la práctica; pero no se tiene aún el nivel de una capacitación que sea de formación académica profesional de la función policial. El “Alto Mando” quiere policías valientes, disciplinados, que no piensen en su familia, que no defiendan sus derechos, que sean sumisos, que no sientan hambre, que no les dé frío, que sean similares a un “robot”, que no reacciones a las humillaciones a las que son sometidos algunas veces por ellos mismos.
Evidentemente, estamos años luz de una verdadera profesionalización de la función policial. Pero, el análisis de este artículo muestra una verdadera encrucijada en la cual debe desempañarse la persona (hombre o mujer) que decide ser parte de un Cuerpo Policial en nuestro país.
La profesionalización de la Fuerza Pública requiere de la definición de un modelo de seguridad, al día de hoy este no existe. Para lograr la profesionalización y la dignificación de los cuerpos policiales es necesario que se mejore la comunicación, el trato y el respeto a la hora de comunicarse entre mandos y colaboradores.