Las primeras lluvias se volvieron nada en la aridez que dejó uno de los veranos más secos que se recuerden, con una disminución del 75% de lluvia.
Esta situación se suma a la injusticia en la repartición de aguas, al tiempo que es efecto de la misma. En el Pacífico Central –al igual que en el resto del país- la mayoría del agua está siendo mal distribuida, desperdiciada y sobre consumida por el riego de la ganadería, piñeras, palma, algodón y otros cultivos de grandes propietarios y transnacionales.
“Las instituciones son inexistentes. Solo corren y existen para defender el estado injusto de la distribución del agua y perseguir a las comunidades que se organizan contra esta situación” aseguran las comunidades y organizaciones agrupadas en la Alianza por la Defensa del Recurso Hídrico en Puntarenas.
En los últimos días las ASADAS y vecinos de Malinche, Judas, Chomes, Abangaritos, Abangares Lagarto, Orocú, Cocorocas, Costa de Pájaros Morales que dependen de pozos hechos a la orilla de ríos como Lagarto, Guacimal, Aranjuez y Abangares se han integrado a la Alianza y han dado otro paso al frente en la defensa de los ríos de la zona.
Mientras las comunidades se han unido para defender el patrimonio natural del pueblo costarricense y del planeta entero. El SENARA, MAG y MINAE trabajan bajo la “ilógica” de que el agua que llega al mar es un desperdicio y parten de la obsoleta premisa de que el agua es inagotable, estas instituciones se han convertido en el principal promotor de conflictos socio-ambientales en zonas con proyectos de riego, sin propiciar participación o fiscalización de las comunidades y dando permisos sin suficientes estudios.
Lo sabe Guacimal que detuvo la seca del Río Veracruz y lo saben los vecinos de Aranjuecito y Santa Rosa que vieron secarse nuevamente sus ríos Aranjuecito y Acapulco provocando la muerte de peces en las últimas semanas, mientras el agua había sido desviada para que corriera por potreros y piscinas de los beneficiados de proyectos de SENARA. Todo esto mientras ambas comunidades tienen problemas en el abastecimiento del agua para consumo humano que podrían ser resueltos en parte con esos ríos tal y como plantean sus ASADAS.
A las amenazas que implican los proyectos de riego en las partes altas, se suman la minería y tajos en ríos cercanos a los pozos de cientos de familias. Además se cierne sobre sobre los ríos otra amenaza: las presas o tranques ilegales que desvían el agua a fincas privadas en los últimos diez kilómetros del río, justo cuando el caudal está a punto de llegar a los manglares del que depende la sobrevivencia de comunidades costeras y pescadoras.
Al Río Guacimal en su parte baja lo afecta la extracción excesiva de agua para riego concesionada a haciendas explotadas por la piñera Banacol, sin que existan estudios para garantizar la sostenibilidad ecológica. Por si fuera poco, una nueva empresa llamada Inversiones Pétreas del Guacimal intenta obtener permisos para explotación del cauce del Río Guacimal. Las ASADAS de Judas y Chomes están preocupadas por los efectos adversos que puede traer esta explotación de materiales en sus pozos, amenazando con afectar la calidad del agua de los dos poblados.
El Río Abangares simplemente no llega al mar afectando otros usos como el agrícola o ecológico del río, esto por voluminosos desvíos ilegales en los márgenes de este río. También amenaza la estabilidad socioeconómica de los agricultores de la zona.
Oficialmente solo se reportan dos concesiones otorgadas que tienen permiso de explotar 90 litros de agua por segundo en total, cantidad que puede ser incluso mayor a la observada en una reciente visita de miembros de la Alianza al río, donde se documentó un “desvío ilegal de aproximadamente el 40% del agua hacia una finca privada al margen oeste del río. La misma propiedad ha invadido el área de protección del río (15 metros del cauce principal según la ley forestal), con quema y corta de árboles, observándose la destrucción de árboles adultos como un ejemplar de Guanacaste y uno de Panamá”. Además, los vecinos denuncian la destrucción provocada por la minería y extracciones de materiales legales e ilegales en el río.
En cuanto al Río Lagarto, a pocos kilómetros de ahí tampoco llegaba al mar en días anteriores. Pero la liberación de la presa ilegal en presencia de la fuerza pública y de otras 3 presas más en el trayecto del río, junto con las recientes lluvias caídas en la zona logró recuperar el caudal y vuelve a normalizarse de momento la situación.