Venezuela

Don Jesús Arias Fuenmayor, actual embajador de la República Bolivariana de Venezuela en nuestro país, hizo un llamado al pueblo costarricense para que expresemos nuestra solidaridad con esta hermana nación latinoamericana en los actuales momentos que está viviendo. Así lo indica nota de prensa aparecida en este mismo diario, el pasado jueves 12 de marzo de 2015: “Venezuela enfrenta a Obama y sus amenazas”.

El mandatario gringo se dejó decir que Venezuela representa una “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos”, algo tan absurdamente ridículo como particularmente estúpido.

Sin embargo, no pocas veces esta potencia imperial, ahora en decadencia y, por ende, más peligrosa que nunca, con argumentos igual de ridículos y estúpidos, ha invadido pueblos y países generando miles de personas muertas, gran destrucción, inmenso dolor y enorme indignación. Todo en medio de una repugnante impunidad.

Uno puede o no puede estar de acuerdo con los principios fundamentales de la Revolución Bolivariana y su actual gobierno del presidente Nicolás Maduro Moros. No obstante, ninguna persona que tenga elementos éticos fundamentales en cuanto a sus propias concepciones políticas, puede permanecer impávida ante amenazas como las del presidente Obama contra Venezuela. Esto debemos condenarlo con energía.

La historia de nuestra querida América Latina, en gran parte es la historia de una enorme cantidad de veces en que Estados Unidos se han sentido dueños de nuestros propios destinos, atrofiando por diversas formas y hasta con sangre y fuego, procesos soberanistas e independentistas de corte nacionalista, que pretendieron construir naciones verdaderamente libres.

Costa Rica misma sufrió por ello en los años del naciente y hoy decadente imperio gringo. Recordemos la gesta histórica nacional de 1856-1857 con ocasión de la invasión de los mal llamados por la historia oficial como los “filibusteros”, cuando en realidad se trató de la primera incursión seria de un gobierno gringo en esta región latinoamericana; en este caso buscando anexarse las nacientes naciones de la América Central.

Nuestro Héroe Nacional y Libertador de la Patria, don Juan Rafael Mora Porras, “don Juanito”, al frente de su ejército de costarricenses, les derrotó y actualmente, para suerte de las generaciones futuras de costarricenses, el país empieza a reescribir esta historia patriótica como siempre debió haberse dicho.

El pueblo costarricense, en términos generales, está secuestrado mediáticamente hablando por una única matriz supuestamente “informativa” de lo que está pasando en Venezuela. Ahora bien, uno no se cansa de celebrar que en Costa Rica tengamos un periódico como Diario Extra que permite la expresión libre de diversas visiones y de distintos pensamientos, como lo hace con la publicación que comentamos de la solicitud que le formula al pueblo costarricense, el señor embajador venezolano en nuestra patria.

En nuestro criterio, la verdad es que para el capital hegemónico transnacional, especialmente el de signo bancario-financiero que es en la actualidad el verdadero poder planetario, la experiencia de la Revolución Bolivariana de Venezuela es intolerable y debe ser exterminada.

Esta hegemonía tiene el control de grandes latifundios mediáticos globales, cadenas noticiosas de “renombre” que un día sí y otro también, nos intoxican con una “única” visión de lo que pasa en Venezuela. En nuestro país esa “única” visión es la que se ha venido imponiendo en el inconsciente colectivo ciudadano.

Uno que tiene algunas posibilidades de tener acceso a la otra visión del acontecer venezolano, comprende la magnitud de esta operación de lavado de cerebro a fin de que satanicemos a Venezuela, a su gobierno, a su presidente y a su propio pueblo. Es cierto que allá hay gran tensión y, quizás, errores políticos que potencian esa gritería mediática totalmente parcializada.

Más allá de errores, entendemos que en Venezuela la hegemonía del capital financiero-bancario y la de sus propios referentes nacionales, perdió espacio; y, entonces, emergió otra hegemonía, la de lo social y la de la promoción del bien común, misma que enfrenta diferentes episodios de guerra económica, interna y externamente fomentados de manera abierta y/o solapada, para evitar que se consolide y se profundice.

Dada la virulencia, la furia mediática y todas las voces políticas internacionales que se lanzan contra Venezuela, no puede uno dejar de pensar que ahí se está escenificando un proceso de cambio social profundo, volviéndose el conflicto de clase más intenso en la América Latina actual.

Tenemos que comprender que fuertes procesos de política pública con inclusión social, ideológicamente definidos o con contenidos progresistas están teniendo lugar en estos momentos en nuestra querida América Latina: en Venezuela, en Brasil, en Ecuador, en Nicaragua, en El Salvador, en Uruguay, en Argentina, en Bolivia.

Probablemente con errores, ¡sí! Lo que pasa es que las políticas neoliberales en todos estos países ya no “las tienen todas consigo”, están desacreditadas, a la defensiva, desfasadas, desnudadas por su esencia criminal y anticristiana; dejaron gigantescas deudas sociales, mucha corrupción y gran violencia. Igual que en Costa Rica.

Venezuela tiene un régimen constitucional. Debe respetársele. No deberían los Estados Unidos pontificar sobre democracia y sobre derechos humanos pues es inconmensurable la magnitud su techo de vidrio al respecto. Sus déficits políticos, éticos y morales en tal sentido son evidentísimos. Lleva razón en su llamado el señor embajador venezolano en Costa Rica y con la perspectiva apuntada nos solidarizamos con el pueblo que él representa.

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