Vamos a tratar de ponernos como analistas políticos para compartir con usted, que nos honra muchísimo con su lectura, nuestra visión (que no es, por supuesto, objetiva porque en política ni existe la neutralidad ni existe el centro); sobre lo que pasó en los últimos días en el seno del “circo romano a la tica”, léase nuestra Asamblea Legislativa, en torno a la “novela” que tuvo a la señora procuradora general de la República, doña Ana Lorena Brenes Esquivel, como “primera actriz de reparto”.
Es imposible negar que este país tiene dos hegemonías políticas en pugna desde hace bastante tiempo; dos visiones de desarrollo antagónicas y que vienen escenificando episodios confrontativos de naturaleza diversa. Lo que pasó está inmerso en ello.
La hegemonía dominante en el país hasta ahora, la del capital neoliberal (muy en coordinación con la matriz geopolítica global impuesta por el capital financiero-bancario), no ha aceptado, políticamente hablando, el resultado electoral de hace casi un año.
En lo inmediato tiene como objetivos estratégicos posicionar a uno de los suyos en los Ministerios de la Presidencia y de Hacienda. Desesperadamente buscan (para empezar) la caída del señor Melvin Jiménez Marín, a la cabeza del primero, por su propio origen sociopolítico y por su trayectoria “contaminada” de relación con diversos sectores sociales de la sociedad civil organizada, incluidos connotados sindicatos. Llevan dos intentonas y no han podido “volárselo”.
La más reciente es producto de lo acontecido con la indicada funcionaria, que fue desmentida por su supuesto “comprador” con ofrecimiento diplomático, el hoy caído don Daniel Soley Gutiérrez.
Lo que dijo ella lo rechaza él y, más bien, este pide que todo termine en el Ministerio Público. ¿Quién dijo verdad?; ¿quién mintió bajo juramento? Solo “Tatica Dios” lo sabe.
Varias cosas nos quedan absolutamente claras.
1) Era insostenible la permanencia del señor Soley Gutiérrez en su cargo por el daño que le estaba causando a la credibilidad y legitimidad presidencial. No le quedaba otra que renunciar. Si en verdad hubo un ofrecimiento de embajada, estaríamos ante un grave cargo de corrupción que merece la más enérgica condena. Pero él lo negó, categóricamente.
2) Hidalgamente debería hacer lo mismo la señora Brenes Esquivel. Muy golpeada queda su credibilidad y, considerando su reciente pasado político, se evidencia que la notaría del Estado que ella ha venido dirigiendo está bien matriculada con la hasta ahora hegemonía dominante. Y, como no hizo la denuncia de manera inmediata y conforme a la “gravedad” del presunto ofrecimiento acudiendo a las instancias pertinentes, sus afirmaciones al respecto no tienen crédito alguno para muchas personas en este país.
3) Esa hegemonía dominante hasta ahora, con su “buque insignia” a la cabeza, el periódico La Nación, fracasa por segunda vez en su intento de “volarse” al ministro Jiménez Marín (la primera fue la campaña mediática en su contra por ser obispo luterano).
4) Queda claro que este emporio mediático, como real partido político de facto al servicio de la globalización neoliberal, tiene su “propia” fracción parlamentaria de hecho y un jefe de la misma, “de lujo”, el diputado Ottón Solís Fallas.
5) Hubo muchos millones de colones en fondos públicos desperdiciados que pagaremos todos por esta “novela”. No se sabrá nunca la verdad real de los hechos; el informe legislativo de este espectáculo circense será engavetado.
6) La otra hegemonía, la que está por construirse realmente, no atina todavía a encontrar un camino estratégico para que deje de ser apenas atisbos; atisbos que, aunque tenues y desordenados y sin concatenación alguna, no están dispuestos a ser tolerados por esa hegemonía del capital neoliberal que sí está reconstruyéndose luego del golpe electoral de febrero de 2014 y que, en lo inmediatísimo, va por la toma del Directorio Legislativo.