“Ha llegado el fin de los tiempos…”. “Estamos cerca del apocalipsis…”. Se debe impulsar, ¡ya!, una “revolución violenta y radical” contra el gasto público…
De manera responsable y en varios espacios, la corriente sindical que representamos ha reconocido la gravedad del déficit fiscal que afecta al Gobierno Central de la República.
La verdad es que es un asunto sumamente preocupante y una acción sindical que se precie de seria debe, por un lado, abordar el tema con la perspectiva que nos compete; por otro, aportar en la solución. Estamos tratando de actuar en esta línea y lo seguiremos haciendo.
Vamos por partes. Rechazamos unirnos al coro histérico, a la prédica catastrofista de que “ha llegado el fin de los tiempos” y de que “estamos cerca del apocalipsis”, porque el déficit fiscal del Gobierno Central, con ocasión del trámite de su presupuesto para el 2015, llegue a un 6, a un 6.5, a un 7%, del Producto Interno Bruto (PIB).
Estos niveles de histerismo y de catastrofismo llevaron al diputado (oficialista pero de oposición), don Ottón Solís Fallas, a indicar que se debe promover, ¡ya!, una “revolución violenta y radical” contra el gasto; aplicando a dicho presupuesto, de manera irracional, irreflexiva e ilegal, un tijeretazo de 300 mil millones de colones (300.000.000.000, en números), que equivalen a un punto porcentual, 1%, del PIB.
Otra gritería no menos energúmena, similar a la del “Torquemada” planteamiento de una “revolución violenta y radical” contra el proyecto de presupuesto del Gobierno Central del 2015, fue la que pronunció el legislador Otto Guevara Guth, diciendo que el actual gobierno es de “izquierda” y de que los sindicatos estamos “cogobernando” con él.
Al escuchar semejantes afirmaciones, carentes de toda razonabilidad y de sentido común, se nos viene a la mente una célebre frase pronunciada por una de las personas de mente más brillante en toda la historia de la Humanidad: Albert Einstein. Él dijo una vez: “Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo”.
Desde nuestra perspectiva, repetimos, esto del déficit fiscal y de la situación del presupuesto para el 2015, es grave. Sin embargo, deberíamos calmarnos, contar hasta diez, parar la gritería y desterrar el histerismo. Nosotros pensamos lo siguiente:
PRIMERO: ¿Con cuánto déficit podemos vivir como sociedad? ¿Con cuánta cifra de déficit hemos estado viviendo en los últimos años? ¿Con cuánto de déficit no podríamos vivir? Si “el fin de los tiempos” es porque vamos para el 7% de déficit, “partámoslo” en dos: la cifra con la cual podemos vivir vs. la cifra con la cual no podemos vivir.
SEGUNDO: Mientras se diseñan soluciones estructurales, “entrémosle” a la cifra con la cual no podemos vivir: ¿3 %?; ¿4 %?… ¿Qué tal si se promueve un plan de contingencia fiscal, tal y como se aprobó en la Administración Pacheco de la Espriella; gravando eso sí, por el “lado de arriba”? ¿Y qué tal si en ese plan de contingencia fiscal, se le pone una tasa impositiva especial a todas las transacciones financiero-bancarias del día a día, a partir de cierto monto, sin afectar a los sectores medios ni tampoco al aparato productivo? En El Salvador, con una de las oligarquías más concentradoras de riqueza y más sanguinarias de la América Latina, acaban de adoptar, en una reforma tributaria, algo similar…
TERCERO: ¿Por qué no premiamos a quien denuncia el robo de impuestos, que es monstruoso? ¡Por fin! Luego de muchos años de insistir de nuestro lado en ello; actualmente, “tirios y troyanos” lo reconocen. La evasión y la elusión fiscales, en todas sus formas, con ropaje legal y sin él, es de casi 8 puntos porcentajes de PIB. En números así: 2.400.000.000.000, ¡dos billones, cuatrocientos mil millones de colones! Promovamos una ley para que se denuncie, de manera anónima al ladrón de impuestos y una vez comprobado ese robo, al denunciante se le premie con un porcentaje de lo recuperado por el fisco de ese robo. Agréguele: casi un 6 % de PIB en exoneraciones y en exenciones: Un billón, ochocientos mil millones de colones. En total, 14 puntos de PIB: ¡4.200.000.000.000! ¡Cuatro billones, doscientos mil millones de colones! ¡Qué paradoja! El “Torquemada” diputadil quiere una “revolución violenta y radical” contra el gasto público por un 1% de PIB.
CUARTO: ¿Por qué “diablos” (perdónennos la expresión), no quieren cambiar el sistema de la contabilidad de las finanzas del Estado, de forma tal que toda la institucionalidad pública se considere una “sola”; y si así fuese, el asunto del déficit sería otra cosa radicalmente distinta. No es “invento” nuestro. Lo dicen los especialistas. Uno muy reputado, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), recientemente estuvo el país y lo reconoció: nuestro parlamento solamente conoce del 40 % del presupuesto general de la República. El otro 60% no pasa por la Asamblea Legislativa. No se puede decir que los diputados y las diputadas están tramitando el “presupuesto general de la República” para el 2015. ¡No! Están tramitando una parte de él, el 40%, el del Gobierno Central solamente.
QUINTO: En esto del déficit, los fundamentalismos neoliberales resultan peligrosísimos para la paz social. Mucha de la gritería y del histerismo que estamos notando por estos días al respecto, está impregnado de ese tipo de extremismo ideológico. Debe haber sensatez y, por ejemplo, un diálogo nacional para acuerdos intersectoriales mínimos al respecto, es algo más que necesario, urgente. Nuevamente lo indicamos. Desde el lado nuestro tenemos propuesta: “Hacia una reforma fiscal para el desarrollo y la reactivación del empleo”.
SEXTO: ¿Por qué, como país, como sociedad, como ciudadanía, no hacemos una profunda auscultación de quiénes son nuestros acreedores? ¿A quién le debe Costa Rica? Si el monto de los intereses y el pago de la deuda es sumamente sustancial en ese “presupuesto general de la República” (el del 40 %), ¿por qué no empezar a determinar la naturaleza de esa deuda? ¿A cuáles bancos se les deba plata? ¿A qué organismos internacionales financieros se les debe plata? ¿Y quién o quiénes son las personas físicas y jurídicas, grandes tenedoras de bonos del Estado? ¿Estarán tributando lo justo; o lo que es peor, nada? Hay un camino por recorrer en esto de la deuda pública…
SÉTIMO: ¡Hey, ustedes! Los de la gritería, los del histerismo, los del “ha llegado el fin de los tiempos” por eso del déficit fiscal. ¿Qué es lo que quieren del empleo público? ¡Defínanlo, por favor! Porque quitar las anualidades, eliminar la dedicación exclusiva, dejar de reconocer las pocas horas extra que todavía se pagan, y que ni siquiera se presupueste plata para arreglar computadoras…eso no va a resolverles lo del déficit según su ideología. ¡Hablen claro!: ¿cuánto gente quieren despedir?; ¿cuántas instituciones quieren cerrar, vender-privatizar?; ¿cuál régimen de empleo público quieren?…
OCTAVO: Para este tipo de extremistas del déficit, cualquier política social seria que cualquier gobierno serio promueva, será hacer un gobierno de “izquierda”. Si los sindicatos (los responsables), hablamos del combate a la desigualdad, abogamos por la inclusión social y por el bien común, creemos en la integración y en la movilidad sociales, entonces, también seremos de “izquierda”. Lo que pasa es que Costa Rica ha llegado a tales niveles de desigualdad que cualquier corrección de rumbo para esta gente extremista, será hacer gobierno de “izquierda”. Entonces, si esto va a ser así, si ha de posicionarse, nuevamente, el bien común como eje central de la política pública, ¡pues a ser de “izquierda” todo mundo! A ellos, a los del extremismo del déficit, esos que se prosternan ante las calificadoras de riesgo sin medir el riesgo de ello, habrá que denunciarlos una y otra vez…