Con mucha sinceridad y gracias al honroso privilegio de escribir en este medio de comunicación colectiva, Diario Extra, el de mayor circulación en el país en su ámbito de prensa escrita, dejamos constancia de un sincero reconocimiento y de una calurosa felicitación a todas y cada una de las personas trabajadoras y ciudadanas que el pasado lunes 11 de noviembre de 2013, se lanzaron a las calles en diferentes puntos de este país.
Quienes salieron a las calles han dejado constancia, nuevamente, de un sistemático malestar social por un estado de cosas que, sin duda alguna, ha sido impuesto a favor del bienestar de los pequeños grupos político-económicos y financieros detentadores del poder real en esta sociedad en los actuales momentos.
Esos grupos, por lo general, están detrás de las candidaturas presidenciales y diputadiles funcionalmente sistémicas para la perpetuación de ese estado de cosas excluyente de la justa distribución de los beneficios del crecimiento económico y de la riqueza generada por toda la sociedad. A esto es a lo que nosotros llamamos la hegemonía dominante, el poder actual, el de la minoría; o, más claro, “el de los de arriba”.
Éste tiene un profundo miedo ante la posibilidad de que otro poder, “el de los de abajo”, el de la mayoría, el de la gente, el de la ciudadanía, se articule con sentido estratégico y dé un zarpazo que le arrebate su actual hegemonía; misma que, pese a las distintas administraciones gubernativas de los últimos cuatrienios, sigue propiciando la concentración de la riqueza, potenciando la corrupción, entronizando el cinismo político y hasta creando condiciones para que el narcotráfico se asiente, definitivamente, en el país, como ya lo estamos viendo.
Es evidentemente claro que para abrir un sendero seguro para la instauración de una nueva hegemonía en la gestión político-estratégica del país, todavía son muchos los obstáculos a vencer. En especial, están los de carácter subjetivo. En este ámbito, la competencia por el protagonismo político-personalista y gremial-corporativo sigue teniendo un fuerte peso que juega a favor de la hegemonía dominante.
Por el contrario, el espacio para la articulación objetiva de la demanda social con carácter de construcción para un nuevo sujeto histórico, ofrece un importante “menú” político-social de agregación de luchas de un impensado potencial.
Tal ámbito de objetividad para la disputa por la instauración de otra hegemonía que desplace a la vigente, viene quedando en evidencia, paradójicamente, con investigaciones sociales a las cuales se les otorga prestigio y credibilidad por parte de esa hegemonía vigente.
La más reciente edición de la encuesta regional Latinobarómetro arroja cinco datos impresionantes para el caso costarricense: 1) solamente el 35% de la gente está satisfecha con el estado actual de las cosas que presenta nuestra democracia; 2) 85% de la población considera que en nuestro país la distribución de la riqueza es injusta; 3) 83% de la ciudadanía tica estima que no se gobierna para bien de todo el pueblo; 4) solamente un 15% de la gente estima que el país “progresa”; y 5) un 74% no tiene confianza en la presidenta Chinchilla ni en su gobierno.
Y aquí, en este último aspecto, la contundencia de que nadie cree en ella, está dada por otra entidad afín a la hegemonía dominante: la encuestadora CID-Gallup. Dice esta firma que en una escala de 1 a 10, en la cual el 10 es la máxima confianza, la mandataria Chinchilla apenas tiene un 1.5; es decir, prácticamente, cero confianza.
Los datos anteriores indican, sin duda alguna, la crisis que vive la hegemonía dominante. Es claro que ésta se encuentra en decadencia. Pero la hegemonía sustituta no se ve venir con plenitud de seguridad a pesar de varios episodios desafiantes generados desde la Calle, así en mayúscula, en los últimos veinte años.
Aún así, cuando se apela a la acción de la Calle para manifestar una molestia social que es creciente, pese a las dificultades de articulación y de organización, esa hegemonía dominante en decadencia reacciona con furia, se muestra amenazante y la prensa que le es afín descalifica, minimiza, ridiculiza, invisibiliza y confronta a las entidades convocantes de la protesta en la Calle.
Esta hegemonía dominante sabe que es cuestión de tiempo para que se le desplace, habida cuenta de que son ya varias las ocasiones en que la otra hegemonía, la que va a surgir, se avizora en el horizonte.
Cuando la desacreditada presidenta Chinchilla Miranda amenaza a los y a las manifestantes del pasado lunes, ella está siendo la voz física de la hegemonía dominante en decadencia que necesita intimidar para sentar algún “precedente ejemplarizante” que desestimule nuevas acciones de calle.
Pero vean ustedes la doble moral de esta señora: Sus “amigotes” de la Cámara Nacional de Autobuseros hicieron recientemente un bloqueo de calle, en la ruta 27, por una demanda que querían que les atendiera la Aresep. Ella no dijo esta boca es mía para criticarles, para amenazarles, para censurarles. Tampoco abrieron su boca sus lugartenientes ministros Carlos Roverssi Rojas, de “Comunicación” y Carlos Ricardo Benavides Jiménez, de Presidencia (por demás, el mejor amigo de los grandes empresarios bananeros y piñeros). Ninguno de los tres abrió la boca porque, precisamente, esos autobuseros y ellos mismos son parte de la hegemonía en decadencia pero, lamentablemente, todavía dominante.
Por cierto que esos empresarios autobuseros, que forman parte del minoritario segmento de “los de arriba”, no manejaron sus propias unidades en su protesta de calle y pusieron a sus explotados choferes a manejarlas, ilustres integrantes del mayoritario segmento de “los de abajo”.
Además es bueno que usted sepa que el ministro Roverssi Rojas le tuvo miedo a un debate en televisión, en vivo y con el suscrito, en el seno de un respetadísimo programa televisivo de análisis e investigación,“7 días” del periodista Rodolfo González), previsto para la noche del mismo día de la protesta. El señor Roverssi expresa así su pobreza argumental para defender un estado actual de las cosas que la mayoría ciudadana repudia pese a que ésta, todavía, en expresión estratégica de acción de calle, aún no muestra su potencial de cambio transformador. Y eso que en nuestro caso personalísimo no somos ninguna luminaria ni la “voz oficial” de esa nueva hegemonía en gestación, dado que desde este ámbito hay personas ciudadanas de impresionantes quilates intelectuales y de enormes atributos de lucha social como para despedazar mejor que este tipo de voces oficiales.
Ojalá podamos alcanzar estadios superiores de unidad ciudadana para la movilización estratégica con real y poderoso sentido transformador. Nuestros modestos esfuerzos seguirán apuntando en esta dirección.