Comunicación asertiva, expresar aquello que necesitas, sientes y piensas y obrar en consecuencia, sin una excesiva pasividad o mucha agresividad, es también “saber decir las cosas”, o en el otro extremo, “no dejarse avasallar”, y nos referimos normalmente a ser capaces de pedir lo que es nuestro, lo que es justo, sin necesidad de pasar por encima de la integridad de nadie, tampoco dejar de decir lo que realmente pensamos por miedo a la reacción de los demás.
La asertividad en la comunicación está acompañada necesariamente de inteligencia emocional, complementado de un adecuado nivel de madurez, que permita mostrar claridad sobre los objetivos o necesidades, sin ser agresivo, diríamos manejar el punto de equilibrio entre deberes y derechos.
Con esta claridad, sin atacar directamente a nadie, sino procurando que cada quien asuma el “mea culpa” es que venimos señalando nuestra verdad, según el criterio y la lectura que hemos formado de las diferentes situaciones que requieren de ser mejoradas en nuestra querida Fuerza Pública, sin llegar a decirlo todo, manteniendo en reserva ciertos temas por una cuestión de ética y de asertividad, reservamos las líneas críticas a un nivel de procurar la reflexión y necesaria concientización sobre lo que consideramos nuestro aporte.
No es de interés nuestro generar confrontación, sin embargo, hemos de decir que conocemos detalles que nos permiten los fundamentos elementales para “defender” nuestras posturas, es claro que esta necesidad de comunicación conlleva un riesgo, por cuanto a muchos no les gustará nuestra forma franca y honesta de decir las cosas, mas sin embargo, esta es una condición que entendemos y tenemos clara, significa asumir las consecuencias de un llamado de ser la “voz” de aquellos que por temor, o por cualquier otra razón no logran manifestar sus opiniones.
La comunicación se fundamenta en el derecho inalienable de todo ser humano a expresarse, a tener una manera propia de pensar sentir y actuar, en este sentido hemos sido responsables en la comunicación de ideas en procura de aportar ideas dentro una institución que debería modificar su verticalidad, donde se dificulta la participación y la generación de propuestas, en donde nos percatamos de situaciones individuales y grupales que requieren de urgencia una adecuada atención.
Nos referimos a situaciones de algunos malos ambientes de trabajo, nos preocupamos de personas que deben someterse a “mandos”, sin capacidad de comunicación, inclusive capaces de provocar malestar en el más humilde y noble de los seres, y sencillamente porque se tiene una posición de “poder”, no así de liderazgo ni mucho menos, y entonces como he de callar esto, si estoy viendo compañeros y compañeras “víctimas” de un sistema absolutista, arcaico y retrógrado, sistema compuesto por personas que no comprenden que desde su posición tienen la oportunidad de contribuir al crecimiento individual y colectivo de su personal, que algunas veces dejan de lado el que detrás de cada uniformado, está un ser humano con familia y con necesidades.
Como callarme, (seguramente algunos quisieran aplicarme la ley mordaza) mientras cada día percibimos un aumento en la desfachatez, con situaciones que ya no generan asombro, sino mas bien malestar, he de decir que dentro de nuestra inteligencia y equilibrio emocional, nos apartamos de aquellas manifestaciones irrespetuosas e irracionales, como también tenemos claro que nuestra proclama o ideal es la defensa de la justicia y de las causas justas en favor de la colectividad, jamás defenderemos situaciones que riñan con esta proclama o provengan de actos de corrupción.
Las Fuerzas de Policía Civilistas, somos instrumento de protección para la ciudadanía, pero además somos parte de la ciudadanía, gente en su mayoría de pueblo, parte de la clase trabajadora que lucha por mejorar su calidad de vida y nivel de profesionalización, el ejercicio de esta función implica directamente una gran responsabilidad y definitivamente requiere de una mejor comunicación entre sus diferentes actores.
Si bien algunas cosas se han mejorado, falta muchísimo para llegar al nivel de atención necesario, debe frenarse la destrucción de hogares que tiene como uno de sus factores principales el desarraigo familiar, debe velarse por la salud emocional de los y las policías, urge la motivación, la sana competencia y el equilibrio en todos sus extremos.
“No es suficiente que hagamos lo mejor; a veces tenemos que hacer lo que se requiere que hagamos, no es grande aquel que nunca falla, sino el que nunca se da por vencido”.