por César López Dávila
Los peatones se les atraviesan, los carros a menudo se les tiran encima, buses y furgones los rayan sin piedad, y hasta el invierno se les abalanza en busca de empaparlos a su antojo. Es por eso que en las tardes de lluvia se les puede ver bajo los puentes; poniéndose encima capas, bolsas o cuanto plástico encuentren, para evitar que algún resfrío les impida probar suerte en su trajín, por ganarse el sustento de sus familias. Y es que ¡ni el clima!… A quien va en moto, nadie le respeta.
Sí, peatones, carros y furgones irrespetan a quien va en moto, ahora imagínese quienes nos gobiernan. Este año no bastó el invierno, ni la brutal desigualdad social, ni el empleo informal o el aumento del costo de la vida. Por si todo esto fuera poco, a quienes tienen una moto para ganarse la vida, les recetaron un encarecido aumento en el pago del marchamo.
Para una gran mayoría de costarricenses, motociclistas incluidos, así es la Costa Rica del nuevo Estadio Nacional: marchamos cada vez más gordos, ingresos cada vez más flacos, empleos cada vez más informales, multas del primer mundo, calles del tercer mundo con huecos traga carros, y gobernantes que se para el sol a verles.
Irrespetados, asoleados o empapados, ayunos de políticas sociales y cansados de gobiernos que se alejan del bien común; pero, además de las anteriores, una característica más comparten estas y estos motorizados: se dieron cuenta que en tanto ciudadanos, también pueden ser pueblo organizado.
Entonces los teléfonos que normalmente contestan, estos en su mayoría mensajeros, para envíos y otros mandados, está vez sonaron para organizarse en busca de dar un claro mensaje a ciertos jerarcas que no se mojan cuando llueve. Concentrados frente al INS, miles con sus motos, dijeron tras sus cascos “_los humildes somos más_”, negándose así a pagar lo que a todas luces es un abuso.
“_Lo del marchamo es excesivo_”, decían miles frente al INS. Pero… ¿qué es eso del marchamo? Desde hace más de 80 años, mientras el negocio de los seguros en todo el mundo, funcionaba buscando el lucro en vez de la solidaridad, nuestro país supo en 1924 iniciar un estilo en materia de seguros, donde el interés social pesó más que el interés de lucro empresarial.
Así, para evitar que las empresas privadas de seguros se hicieran millonarias con asegurar sólo las actividades más rentables y menos riesgosas (los buenos negocios); nuestro país creó por ese entonces la figura de los seguros solidarios, dirigidos a asegurar las actividades más riesgosas y menos lucrativas.
De esta manera, el monopolio de seguros en mano del Estado permitió en el pasado que en nuestro país, las ganancias de los seguros más lucrativos, se usaran para hacer un contrapeso que equilibrara el financiamiento de los seguros que aunque menos rentables, son sin duda de mayor utilización social.
Se creó así un sistema solidario que mediante tal compensación, hasta hace poco permitió que no subieran sentidamente los montos de los seguros sociales más usados por la mayoría de las personas, propiciando una actividad que sin tal patrocinio del Estado, difícilmente cubriría (con tarifas al costo) a la población.
Se crearon así los seguros sociales sobre los que descansa parte importante de nuestra Sistema de Seguridad Social, llamados Seguros de Riesgos del Trabajo y Seguro Obligatorio de Automóviles (marchamo); este último de importante sentido solidario al buscar cubrir con atención médica a toda víctima de accidentes de tránsito. Pero el martes anterior, mientras miles de motociclistas se quejaban por lo elevado del monto del marchamo, el jefe de Seguros Solidarios del INS, afirmaba a la prensa que “_de ninguna manera era posible bajar el monto del seguro a motociclistas, porque no habría un equilibrio entre el costo del seguro y la atención de los accidentados_” (Diario Extra 23/11/2011, pag4).
Pero, ¿qué hace este año distinto?, ¿por qué este año es necesario cobrarle a las y los motociclistas un marchamo manos arriba para buscar un equilibrio que años anteriores se ha logrado sin aumentos inmerecidos? “_La crisis_” (dirán algunos), sin saber que a inicios de 1982, en medio de una de las crisis más duras que a nivel nacional y mundial afectaba la calidad de vida de miles trabajadoras y trabajadores, el entonces gobierno de don Rodrigo Carazo Odio, hizo una reforma que profundizó el seguro solidario de Riesgos del Trabajo, haciéndolo universal y obligatorio, en procura de garantizar ante la crisis, una mayor política social orientada a lograr mejores niveles de calidad de vida para las trabajadores y para los trabajadores.
¡No! … La verdadera diferencia de este año en el marchamo, es que como requisito para aprobar el TLC en octubre del 2007, se modificó la histórica Ley Reguladora del Mercado de Seguros, en beneficio de transnacionales privadas movidas por intereses comerciales y no sociales. Éstas, a raíz de lo anterior, poco a poco han venido en busca de los seguros más rentables, antes sólo en manos del INS y con cuyas ganancias, ésta institución pública equilibrara vía subsidio los seguros sociales (manteniendo así sus tarifas solidarias). El resultado de lo anterior, usted ya lo sabe: así mientras unos hacen clavos de oro, a los motorizados se les encarece la tarifa del marchamo, buscando otras maneras menos solidarias de recuperar el equilibrio perdido.
Quienes con sus motos ejercen el constitucional derecho a disentir, además de su bolsillo, defienden un pilar clave de la seguridad social, saliendo al paso de quienes (además de más impuestos), posiblemente se encuentren valorando, la posibilidad de contemplar incluir un rubro de utilidad empresarial, en las tarifas al costo de los seguros solidarios.
Por eso, cuando la próxima semana, vea a una o un motociclista protestando por el costo del marchamo, levante usted también sus manos por todo lo alto, y déle un aplauso patrio. Después de todo, se trata de construir una Costa Rica inclusiva, solidaria y de justicia social; construir no para unos pocos, sino una en donde, de verdad, quepamos todas y todos.