*ALAI AMLATINA, 28/02/2011.- * Los que anunciaban el fracaso de la asamblea y la desintegración del Frente han quedado defraudados en sus expectativas y ahora se enfrentan a la constitución formal de la mayor fuerza política de oposición bipartidista, anti oligárquica, antiimperialista…de la historia hondureña: el FNRP.
Las fuerzas internas y externas que operan sobre este movimiento de masas pacífico y revolucionario han tenido que replegarse ante la voz del soberano que ha ordenado al comité ejecutivo desarrollar una agenda política en la que las tareas de organización, formación y movilización sigan siendo los ejes principales. Del mismo modo, es la sabiduría popular en resistencia la que, sin necesidad de encuestas de opinión pagadas a transnacionales, ha interpretado la coyuntura actual y determinado que no existen condiciones que nos permitan priorizar nuestra lucha hacia la vía electoral y que es necesario diseñar y ejecutar un plan de lucha que desgaste y/o desmonte el aparato oligárquico, a fin de inclinar a nuestro favor la correlación de fuerzas actual y, de esa manera, poder autoconvocarnos a la Asamblea Nacional Constituyente.
Otras condiciones que posibilitarían la participación del FNRP en futuros procesos electorales son: el retorno seguro e incondicional del Coordinador General del FNRP, Manuel Zelaya Rosales y de los cientos de exiliados políticos, el cambio o reforma de la actual Ley Electoral y de las organizaciones políticas y la modificación cualitativa del Tribunal supremo electoral, en el cual el FNRP tenga participación como fuerza política reconocida nacional e internacionalmente, interesada y capaz de compartir la dirección, ejecución y supervisión de un eventual proceso electoral. Además, la estructuración de unas 25 mil estructuras locales a nivel nacional, la construcción de un ideario político consensuado entre todas las fuerzas organizadas que convergen en el Frente y un avance significativo en la formación política de los/as integrantes del FNRP, también cuentan como condiciones para que la vía electoral sea una posibilidad con probabilidades reales de alcanzar el poder.
Mientras tanto, paralelo a la toma del poder, la construcción del poder (término no excluyentes) se plantea como una tarea en la que debemos esforzarnos más de lo que hemos hecho hasta ahora. La Asamblea Nacional finalizada el día de ayer es una muestra del punto en que nos encontramos en este aspecto, luego de siglos de colonización y vasallaje de imperios transtemporales. Es evidente que los fundamentos de inclusión, participación, equidad y democratización no son satisfechos en toda su dimensión en este momento y que debemos generar estatutos, protocolos y demás reglas de juego que nos permitan purgar los vicios actuales que por herencia o adopción seguimos practicando. Los más curtidos en política deben evolucionar hacia prácticas más revolucionarias, menos estáticas, autoritarias, verticales, deben desfosilizar su visión del liderazgo y la lucha o serán rebasados en algún momento por la masa. Los más bisoños de la política, que han avizorado el poder latente en el FNRP como una presa a la que hay que darle caza para descuartizarla y devorar la mejor parte, deben reflexionar hasta dónde sus afanes protagónicos y de acaparamiento de cuotas desmedidas construye desde adentro ese poder popular incluyente, diverso, democrático, justo y equitativo que necesitamos para alcanzar el futuro que soñamos. Que nadie se cure en salud acusando al compañero o compañera sin reconocer el yerro propio, la maniobra de nuestro gremio u organización para desplazar, casi para excluir, al otro o la otra. Necesitamos trabajar en nosotros mismos para extirpar los rastros del cáncer que señalamos en quienes diseñan la opresión y la muerte desde sus poltronas imperialistas. De otro modo, a medida que nos acerquemos a la toma del poder, la lucha interna será más encarnizada, los intereses ocultos saldrán a la vista con toda su locura. Pero seamos optimistas y empecemos por nosotros mismos, en un ejercicio diario, permanente, de desconstrucción de imaginarios y prácticas heredados de una casta política maldita, para construir en el descombrado el nuevo hombre, la mujer nueva, revolucionarios.
Desde mi imperfecta visión, no se trata de números mecánicos, de porcentajes fríos, de cuotas pétreas para unos y otras, sino de que necesitamos construir un órgano político operativo contra los métodos y maquinaria totalmente afinada y funcional de la derecha. Poner compañeros y compañeras en los cargos disponibles, sólo para que nuestra organización, sector, gremio, barrio o estructura ocupe la mayor cantidad de espacios significará crear un elefante blanco al mejor estilo del bipartidismo y sus adláteres. Necesitamos que las personas que componen los diferentes niveles estructurales y orgánicos del FNRP realmente desempeñen una función de acuerdo a los fundamentos y necesidades del FNRP. A veinte meses de lucha organizada como resistencia, nuestro avance parece realizado a velocidad WARP, pero las tareas que tenemos por delante podrían tardar centurias si no nos aplicamos a dar contenido y operatividad a palabras y términos como “democrático”, “incluyente”, “participativo”, “popular”, “revolucionario”, etc. No podemos permitirnos caer en el tramperismo vulgar de los políticos de oficio, no podemos degenerar el sueño originario de una patria liberada por un mercado de vitrinas personales, gremiales o sectoriales. Hay que reconocer el aporte y derecho de los demás sin sobredimensionar el nuestro: los muertos son los mismos en el Aguán que en las calles de Tegucigalpa, en las montañas de Santa Bárbara, en el sopor de San Pedro Sula o la Lima o en el “no man´s land” de La Mosquitia. La lucha de la colonia Cerro Grande no es “mejor” que la lucha de la Villanueva, sólo es “distinta” en sus dificultades y contexto; pero, en tanto hay un compañero o compañera en lucha, es un territorio que el pueblo está disputándole a los grupos de poder oligárquicos e imperialistas. Eso tiene el mismo valor de términos de lucha unitaria. No hay gremio mejor que otro en esta lucha: maestros, enfermeras, campesinos, artistas, obreros/as, sindicalistas, hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, niños, niñas, todos tenemos nuestra propia trinchera, pero el campo de batalla es el mismo, el enemigo es el mismo y la lucha debe ser la misma.
No llegamos al FNRP para inflar nuestros currículos, sino para unirnos como pueblo, en alianza horizontal igualitaria, contra la verticalidad de los opresores. Cuando se ven las maniobras de unos y otros para apoderarse de las estructuras del FNRP, resulta fácil equivocarse y reducir esa práctica a vicios gremiales o sectoriales, resulta fácil olvidarse de que esas estructuras están formadas por personas y que el verdadero sujeto de contienda es la miseria humana que opera dentro de nosotros mismos y nos pone en contra de los otros, de las otras. Tal vez suene romántico y utopista, pero ya lo dijo Gramsci: “Cada movimiento revolucionario es romántico por definición”. La patria socialista tiene como aduana ese romanticismo que luego, alcanzado y destruido como consecuencia de la lucha, se convierte en realidad tangible: una sociedad más justa, más humana.
Hemos cumplido otra etapa de la lucha. Podemos darnos por satisfechos, pero no podemos dejar de forjar, desde adentro de nosotros mismos, la patria que buscamos liberada. Nuestra resistencia no es de asamblea, sino un estilo de vida inteligente y permanente, alerta contra el imperio y la miseria humana.
Esta es la punta del hilo. Queda mucho por analizar y por decir.
Queda más por hacer.
– Samuel Trigueros es poeta, artista y escritor hondureño.