Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)
Frente Interno de Trabajadores y de Trabajadoras del Instituto Costarricense de Electricidad (FIT-ICE)
¡Inaudito! No conocemos de una acción política de tanta descalificación pública en contra de una figura presidencial, tal y como pasó el pasado sábado 15 de enero de 2011, con ocasión de la “reunión” promovida por los hermanos Oscar y Rodrigo Arias Sánchez; reunión a la cual asistieron la mayoría de la bancada parlamentaria “oficialista”, junto a los alcaldes y las alcaldesas liberacionistas recientemente nombrados en las elecciones municipales del pasado mes de diciembre de 2010; contándose también la presencia en ese ágape político, de otras connotadas figuras del partido emblema de la “otrora” socialdemocracia costarricense.
En esa especie de aquelarre político, la crema y nata de los cuadros políticos al servicio de la hegemonía dominante, cuyo objetivo estratégico es el desmontaje final de todo lo que en Costa Rica conocimos como Estado Social de Derecho inspirado en la filosofía del Bien Común; se escenificó una especie de “golpe de Estado a lo tico”, cuando se proclamó, urbi et orbe, sin asco, sin lenguaje redomado que, doña Laura Chinchilla Miranda es la Presidenta… pero los Arias ¡son los líderes!
Pareciera que la primera “mandataria” (habrá que ponerlo así, entrecomillado por las razones apuntadas), ha recibido una explícita deslegitimación política que mina sensiblemente la autoridad política de rango presidencial depositada por los y las votantes en las elecciones generales de febrero de 2010; de forma tal que el poder real, así proclamado en el cónclave partidista verdiblanco, lo ejercen los hermanos Arias Sánchez; ayer, dúo presidencial al interior de la institucionalidad; hoy, también dúo presidencial de facto, pero en ambos casos, poder real, del “puro”, al servicio de los intereses más egoístas y mezquinos, los del gran capital; a tono con la onda de la hegemonía global que busca la amplia reversión de derechos y de conquistas sociales para los pueblos que las habían conquistado a la largo de décadas y décadas de lucha, tal y como lo ha sido nuestro propio caso, el del pueblo costarricense.
Si doña Laura es la Presidenta pero los Arias son los líderes, la autoridad presidencial queda también sujeta a veto, al veto político de ese poder real con rostro bicéfalo, si es que ella quisiera marcar un perfil propio de su gestión presidencial, aún en los marcos de las políticas de la ideología neoliberal dominante, pero perfil propio al fin; encomendándosele “adobar la píldora” del ajuste estructural para la transformación sistémica de la concepción solidaria de país que hasta hace poco nos caracterizó como nación de preocupación notable por la inclusión social.
La honorable señora Presidenta Chinchilla, luego del aquelarre político que la despojó de su legitimidad presidencial, tiene ahora dos caminos ineluctablemente claros. Uno: aceptar la “reducción” política de su papel pues los “líderes” son otros no ella, de tal suerte que su gobierno será una especie de peonada política en preparación de la reasunción oficial del dúo arista que en el poder real goza de mejor estima para que siga “presidiendo”el país.
Esto nos recuerda cuando el digno representante de la oligarquía costarricense, don Rodolfo Jiménez Borbón, compareció en la Asamblea Legislativa en el año 2003 y sin ningún tapujo mencionó que ellos (la oligarquía), habían apoyado a don Abel Pacheco para Presidente, porque su candidato preferido, don Oscar Arias, tenía en ese entonces imposibilidad constitucional de optar por la reelección presidencial
En estas circunstancias, se está transformando a la Presidenta Chinchilla en una especie de “gerenta política de gestión administrativa”, mientras llega el nuevo remedo electoral del 2014, que proclamará el advenimiento de otro reinado arista, de esos que tanta competencia desatan por establecer quien es el mejor lamedor de botas.
En tal sentido, el período de doña Laura, 2010-2014, será tan solo un paréntesis nominal mientras en el parlamento sigue la imposición de la agenda estratégica de la ideología neoliberal que representa la oligarquía arista.
Por el contrario, la honorable señora Presidenta Chinchilla puede generar un remezón cataclísmico políticamente hablando si, en consecuencia con los ideales socialdemócratas originarios de lo que fue el Partido Liberación Nacional (PLN), se acerca a los sectores populares y desarrolla la promoción de políticas de corte progresista, inspiradas en la inclusión social; tendientes a, por lo menos, atajar el avance del crecimiento de la desigualdad, aminorar la creciente ola de criminalidad y de entronización del crimen organizado; a desactivar un poco el afán fundamentalista de transformar toda la cosa pública en fuente de lucro del negocio privado de unos cuantos; a propiciar una transformación tributaria estructural por el lado de las grandes rentas que le dé los recursos suficientes para inversión en desarrollo integral y obra social; y, además, ha de así abrir paso para la emergencia de nuevas formas de acción política que tanto necesita el pueblo costarricense para volver a confiar en su clase dirigente y en su propia institucionalidad. ¡Vaya dilema el de doña Laura!: va tener que demostrar que realmente es firme y honesta.
En todo caso, el desafío para la gente, para los y para las de abajo es el mismo en ambas circunstancias: la organización para la movilización social, a fin de defender los nobles principios de la Justicia Social, de la Libertad y, por tanto, de la Paz Social.
San José, martes 18 de enero de 2011.
Albino Vargas Barrantes
Secretario General ANEP
Fabio Chaves Castro
Coordinador FIT-ICE