Dado que el próximo sábado 7 hay cambio de presidentes, quisimos aprovechar la ocasión; y, aunque sea “en pequeñito” y su usted nos honra leyéndonos, tendrá algunos elementos distintos para que los considere a la hora de tratar de entender lo que pasa en ese hermano país latinoamericano. Aquí vamos.
Nos imaginamos que usted ha escuchado en estos días de la controversia entre el ya saliente gobierno de Colombia, encabezado por el cuestionado Presidente Álvaro Uribe Vélez; con su contraparte de la República Bolivariana de Venezuela, encabezado por el Presidente Hugo Chávez Frías. Éste rechaza las acusaciones de aquel de que alberga en territorio venezolano, guerrilleros colombianos.
Uribe formuló acusaciones públicas muy serias contra Chávez y realizó para ello un enorme despliegue mediático al respecto, aprovechando el escenario de la desprestigiada Organización de Estados Americanos (OEA). De seguido, Venezuela rompió relaciones diplomáticas con Colombia, afectándose así, gravemente, las relaciones históricas de dos pueblos con un fuerte pasado común, incluyendo un deterioro del intercambio comercial entre ambos que afectará a miles de personas de uno y otro país. Un dato: en el 2008, Venezuela hizo compras de productos colombianos por 7 mil millones dólares. Ahora hasta de guerra se habla entre los dos países, supuestamente azuzada por los bloques militaristas que controlan el gobierno de Estados Unidos.
Como latinoamericanos no podemos permanecer pasivos ante un conflicto de tanto riesgo para la paz regional que, incluso, nos puede alcanzar de una u otra forma. Por ello, pensamos que en cualquier análisis deben considerarse elementos que no están saliendo a la luz pública, precisamente por la falta de equilibrio informativo de las cadenas y poderes mediáticos matriculados con la globalización neoliberal y que, por ejemplo, satanizan al Gobierno de Venezuela y exculpan, de oficio, al de Colombia.
Este sábado 7 de agosto, Uribe deja de ser Presidente de Colombia y le traspasa el cargo a quien fuera su Ministro de Defensa, el señor Juan Manuel Santos. Éste planteó mejorar sus relaciones con Venezuela, lo que no gustó al saliente Uribe. Según la prestigiosa revista financiera británica (un “templo” mediático del neoliberalismo), The Economist, lo mejor que puede hacer el señor Santos es mandar al señor Uribe de embajador de Beijing, China. Al parecer, todo el escándalo montado por el señor Uribe deriva en el riesgo de cárcel que él afrontaría, una vez que salga de la presidencia colombiana.
Uribe está acusado de espionaje telefónico y de seguimiento ilegal a personalidades de la alta política colombiana. De esto lo acusa un exjerarca de la propia policía secreta de Colombia, el DAS (Departamento Administrativo de Seguridad). Como si esto no bastase, otra revista neoliberal de gran renombre internacional, estadounidense, la revista Newsweek, indicó que Uribe integró el narcotráfico y fue aliado de los paramilitares, asesinos de miles de personas en Colombia, entre ellas, cientos y cientos de colegas sindicalistas. De ello que para nosotros, el tema de Colombia nos toca directamente en el alma.
Newsweek (8 de agosto de 2004), estableció que Uribe formaba, en los años 90, parte del cartel de Medellín, comandado por el narcotraficante Pablo Escobar, de quien era amigo íntimo. Así lo indica un artículo del prestigioso periodista uruguayo, Raúl Zibechi, al cual tuvimos acceso.
Ahora bien, tampoco el entrante mandatario, el señor Juan Manuel Santos, parece ser un “santito”. El mismo artículo del periodista Zibechi nos habla de que siendo el Ministro de Defensa de Uribe, fue responsable directo de lo que en Colombia se conoce como los “falsos positivos”. Se le dice “falsos positivos” a los cientos de jóvenes (muchos de ellos todavía adolescentes), asesinados por el criminal ejército colombiano, haciéndolos pasar como “bajas de combate” en supuestos “enfrentamientos” con las guerrillas. Por supuesto que jamás hubo tales “combates”. Esto ha armado un gigantesco movimiento de los familiares de esta muchachada que exigen justicia.
Recientemente, en Colombia se descubrió la mayor fosa común de la historia contemporánea del continente americano, la cual contiene los restos de, al menos, 2 mil personas. Está ubicada en la localidad de La Macarena, departamento del Meta. Se denunció que desde el 2005, el ejército colombiano ha estado enterrando ahí a miles de personas, sepultadas sin nombre, los “NN”. Muchas de esas personas asesinadas y hoy sin identificar, “NN”, seguramente fueron en sus vidas luchadores y luchadoras sindicales; y, precisamente, fue gracias a la perseverancia e insistencia de familiares de las personas desaparecidas y de una delegación de sindicalistas y parlamentarios británicos que investigaba la situación de los derechos humanos en Colombia, en diciembre de 2009, que se ha logrado destapar este horrendo crimen, este verdadero genocidio.
Como podemos notar, la presidencia colombiana de corte narcopolítica estaría punto a terminar; sin embargo, la que sigue también estaría manchada de sangre inocente. Es doloroso pero parece ser que cientos y cientos de colegas sindicalistas seguirán siendo asesinados en la “democrática” Colombia, quedando tales crímenes en la más absoluta impunidad. ¡Qué bueno que existe Diario Extra!, que nos permite escribir libremente para, aunque sea de esta forma, honrar la memoria de tantos compañeros luchadores, sindicalistas y sociales, asesinados por las mismas causas que abogamos en Costa Rica.