En lugar de los 2.5 millones de colones mensuales, cobraremos 4.5 millones al mes. ¡No hemos ni empezado a trabajar, pero es claro que sí lo merecemos! ¡No es posible que la Contralora gane más que nosotros, carajo! Ni tampoco el gerente del Citibank. ¡Hay que darse a respetar, sí señor! Y sin sonrojarse, nuestros padres y madres de la patria se hicieron el aumento. ¡Que paguen los contribuyentes!, se dijeron a sí mismos en los pasillos y en la cafetería de Cuesta de Moras. Además, ¡la elección ya pasó y no necesitamos los votos de nadie!
Y también dijeron en la cafetería de Cuesta de Moras: ¡al diablo con el Decreto Nº 35665-MTSS 2010 de salarios mínimos! Allá los pobres trabajadores con sus penurias. No nos importa que el salario de un jornalero sean 206.000 colones al mes. Que se jodan ellos al sol. De por sí, se trata de un vulgar trabajo manual, dijo alguno por allí. Ese Decreto mejor no lo toquemos, que ya ganan lo suficiente, dijo otro. No importa que un obrero de construcción gane 207.045. El pegar ladrillos no tiene ningún arte. No es problema que un trabajador semi-calificado gane 221.949, o que un calificado gane 233.518. O que una empleada doméstica gane 140.000 al mes. En nuestro caso es distinto, ¡nosotros no trabajamos con las manos ni lavamos ropa! A ver si todo el mundo entiende! Nosotros, los diputados, ¡usamos el cerebro y guiamos los altos destinos de la patria! Así decían en Cuesta de Moras alguna tarde de mayo del 2010.
¡Qué un técnico de educación superior gane 309.993 y un maestro de escuela rural se redondee 420,000 colones, a duras penas, tampoco es un problema serio! De por sí, ¡su única responsabilidad es tratar con mocosos! ¿Qué los mocosos son el futuro de la patria? Ajá. Eso es un cuento chino, dijo un diputado. ¡Ya estamos nosotros para dirigir la patria! ¡Ya estamos nosotros para corregir la patria! espetó, entusiasmada, otra diputada.
Y así iba la Costa Rica del año 2010, consignaron décadas después los libros de historia. Y también consignaron que a los jueces y magistrados todos, muy calladitos, les pareció bien aquel aumento y lo bendijeron, y no encontraron nada de inequitativo con el resto de salarios de los trabajadores del Estado. Porque (hay momentos en la vida, decían algunos de esos jueces, en que es mejor no hacer olas) sobre todo si también están en juego los aumentos del Poder Judicial. Y también contaban los libros de historia que los periodistas encontraban todo muy bien en derredor y andaban muy entretenidos con la Virgen de los Ángeles y la nueva presidenta. Y que, de repente, ¡todos inauguraron un nuevo estadio de futbol chino!
Fuente: Diario Extra, Lunes 17 de mayo de 2010