A propósito de las “respuestas” a doña María Eugenia Dengo y doña Hilda Chen Apuy

1. Primer acotación panfletaria: “No hay nada en el TLC que implique una renuncia al desarrollo autóctono”. La aseveración de doña María Eugenia en ese sentido seguramente tiene que ver especulan a tientas los del autodenominado “Por Costa Rica” con el artículo 10.9 del Tratado. A ver, estimados lectores: 1, 2 y 3: ¡primera risotada! Esto demuestra que los señores no han leído los cientos de páginas y miles de artículos que componen este documento ¡Si la renuncia al desarrollo autóctono señores del autodenominado “Por Costa Rica” está repartido en toda la largueza de la voluminosa y extendida longitud del Tratado! Bueno, otra posibilidad es que, habiéndolo leído, tengan una noción de desarrollo que lo identifica con anexión política, subordinación económica, desnacionalización y concentración de la riqueza. Y, finalmente, una tercera posible explicación es que no tienen noción de lo que el concepto desarrollo implica.

2. Aclaran, además, que, en todo caso, esto (lo del tal artículo 10.9) no es algo que se venga recién a descubrir con motivo del TLC, si de por sí ya estaba contenido en los acuerdos de la OMC, cosa que, afirman, “…en nada han afectado la política nacional de inversión”. Primero, aclaremos que es perfectamente inexacta esta asimilación entre OMC y Tratado con Estados Unidos. Éste es, con mucho, un retoño sobrealimentado surgido de la primera. Si la OMC es ya suficientemente restrictiva, el TLC lo es mucho más. Pero, por otra parte, seguro que, en efecto, la “política de inversiones” no se ha visto “afectada” por tales disposiciones de la OMC. Pero (risas de nuevo), ¿es que no se habían dado cuenta estos estimables señores que Costa Rica no tienen no ha tenido por las últimas dos décadas política alguna de inversiones?. Mal podría verse “afectado” lo que no ha existido, excepto si por “política” de inversiones entendemos “eso” que los mismos sectores promotores del TLC han implantado y defendido a muerte: la exoneración tributaria indiscriminada a favor de la inversión extranjera ¡Valiente política de inversiones! El caso y en esto lleva total razón doña María Eugenia Dengo es que la mancuerna TLC-OMC nos deja sin posibilidad alguna de definir a futuro política alguna de inversiones…supuesto, desde luego, que al comando del país hayan sectores sociales que tengan la voluntad y decisión de definir una política de inversiones a la medida de las necesidades del desarrollo nacional y no simplemente sujeta como quieren los del autodenominado “Por Costa Rica” a los requerimientos de la rentabilidad de los inversores externos.

3. Agregan: “…para Costa Rica es muy importante complementar la inversión productiva nacional con inversión proveniente de otros países, pues ésta es de gran utilidad para ayudar a crear empleo, generar divisas, promover la transferencia tecnológica, mejorar las prácticas gerenciales y otros”. Contengamos las carcajadas, por favor. Nos hablan, evidentemente, de un país que no es Costa Rica donde la inversión extranjera ha dejado beneficios que nosotros desconocemos. Es fácil aportar datos y referencias para ratificar cuál es, a este respecto, nuestra verdadera realidad. En todo caso, es interesante constatar que los del autodenominado “Por Costa Rica” demuestran así, poseer talentos para llegar a triunfar como guionistas de alguna hollywoodense, alucinada y aparatosa película de ciencia ficción.

4. Y en relación con el problema crucial de la soberanía alimentaria. Comienzan a aparecer las notas tragicómicas: “…lo importante para Costa Rica es poder contar con los alimentos que consume, al mejor precio posible”. No señores. Lo importante para Costa Rica, si aspira a ser un país con capacidad para controlar las decisiones sobre su propio futuro, es producir eficientemente lo que come. Los del autodenominado “Por Costa Rica” no lo entienden así, quizá porque no creen que la soberanía valga lo que una sonrisita displicente de su “amigo” Zoellick. Luego, una nota definitivamente cantinflesca: “…el TLC prohíbe los subsidios a la exportación. En el caso de los subsidios a la producción, es necesario tener claro que Estados Unidos los otorga a productos que en su gran mayoría no son producidos en Costa Rica”. Hagámonos los tontos y finjamos que hay productos agrícolas que, en Estados Unidos reciben apoyos públicos y productos que no los reciben y que entre unos y otros median paredes infranqueables, de modo que el amplio, complejo y diversificado sistema de apoyos públicos queda cortado e inutilizado cuando de ciertos productos se trata. Un poco más, hagámonos los idiotitas y finjamos que no existen gigantes corporativos del ramo agroalimentario bajo cuyo poderío los mercados agropecuarios mundiales se mueven en un curso de creciente concentración, conglomeración y oligopolización. Y con los ojos bien cerrados y los oídos bien tapiados, finjamos creer que liberalizar el comercio de alimentos agrícolas es una operación aséptica e inocente…tal cual esta gente nos lo quiere hace creer.

5. Y en relación con la “apertura” (mote de moda para privatización) de los seguros y las telecomunicaciones, los del autodenominado “Por Costa Rica”, se sueltan una joyita para reírse hasta terminar llorando por tanta barbaridad que se nos receta. Nos espetan: “La apertura de estos sectores es de la mayor trascendencia para el futuro de Costa Rica, especialmente si queremos cumplir con objetivos de amplia cobertura, solidaridad, mejor calidad y precio”. Genial, ¿a cuál de los mundos posibles de la lógica especulativa se refiere esta gente? Por lo demás, y vueltos a la realidad, recordemos que, en el caso de las telecomunicaciones, tenemos un sistema comprobadamente solidario, de amplia cobertura y excelente tarifas. Esa es una realidad plenamente documentada, inclusive por organismos internacionales independientes. Pero nos dicen que destruir lo que tenemos es la mejor forma de tener lo que ya tenemos ¡Qué galimatías! O sea, que seguimos en medio de una fantasía hollywoodense, tan alambicada como artificiosa. En fin, que de verdad se creen que somos estúpidos.

6. Luego se sueltan esta cosa horrible (ya aquí la risa se torna en náusea y mueca de hastío): “En efecto, el acuerdo busca que los prestadores de servicios extranjeros no sean tratados de manera menos favorable que los nacionales. Como sabemos, esto es una manifestación del principio de igualdad que nuestra Constitución Política contempla como uno de los pilares fundamentales del Estado de Derecho”. Esto es completamente inexacto y comporta una manipulación irrespetuosa y a todas luces abusiva de la norma constitucional. Hay pronunciamientos de la Sala IV que ya han dejado claramente sentado la potestad y capacidad de las políticas públicas para definir tratamientos preferenciales a favor de productores nacionales, sin que ello roce con el principio constitucional de no discriminación. Esto es algo que el joven y talentoso abogado José María Villalta Flores-Estrada ha dejado claramente establecido en trabajos suyos aún no formalmente publicados pero que, con seguridad, él gustosamente pondrá a disposición de doña María Eugenia y doña Hilda, a fin de que ellas sustenten aún más sólidamente su posición, de por sí tan acertada.

7. Luego, y apoyándose en esa misma truculenta referencia a la Constitución, agregan: “Con base en ello es que el TLC prevé que las leyes que en el futuro el país emita no podrán ser discriminatorias”. Decir esto es, o bien no haber leído el texto del tratado o bien intentar hacer creer que éste dice lo que no dice, que es una forma nuevamente amañada de intentar ocultar lo que realmente dice. El TLC pretende impedir que a futuro no se apruebe ni modifique ninguna ley que no sea “compatible” con el propio tratado, esto es, con los criterios indiscriminados de “libre” comercio y total autonomía de decisión y movimiento de las inversiones. Punto. Este criterio de inspiración ideológica neoliberal, recorre como si de su sangre se tratara todo el tratado. Sobre esa base, éste pretende maniatar el futuro de Costa Rica, y sus capacidades de decisión y desarrollo, cercenando la posibilidad de emitir nuevas leyes o modificar las existentes. Remitir el asunto a la Constitución es, una vez más, poner en evidencia lo que ya sabíamos: el total desprecio y el irrespeto absoluto por aquello más fundamental que define la nacionalidad costarricense.

8. Y sobre medicamentos. Parece cómico pero ya a estas alturas, y frente a un asunto a tal punto vital, resulta difícil dibujar ninguna sonrisa. Se juega con la salud de la gente es decir, con la vida de seres humanos de carne y hueso, pero tranquilamente todo queda reducido a una inocente operación aritmética: “El TLC sólo manda proteger por 5 años los datos sobre seguridad y eficacia de los medicamentos”. En realidad, no son 5, son 10 años. Cuestión de dejarse de eufemismos y falsas poses de ingenuidad, a fin de hacer una operación aritmética más ajustada a la realidad. Claro que esto introduce una restricción severa sobre las posibilidades de disponer de medicamento genérico; claro, además, que esto golpea directa y muy negativamente la industria farmacéutica nacional. Pero, sobre, y más claro aún, esta es una daga al corazón del sistema de salud pública. Por tanto, una agresión desembozada al derecho a la salud, que debería ser uno, inalienable e intocable, a disposición de nuestro pueblo.

9. Y sobre educación. Doña María Eugenia dijo lo que correspondía decir, con riguroso apego a lo que la razón indica después de un análisis concienzudo del Tratado, pero los autodenominados “Por Costa Rica” se hacen los que no entienden y se escabuchen por entresijos y en medio de retruécanos. Que la educación privada en manos de inversores extranjeros quedaría prácticamente sujeta a un régimen privilegiado y de completa desregulación es un hecho incontrovertible…al menos para quienes están dispuestos a atar cabos, ver los árboles para, en seguida, situarlos en el bosque correspondiente. Es decir, para quienes, con cierta dosis de disciplina intelectual y científica, ven las partes dentro de su todo sin dejarse embaucar como quisieran los de susodicho grupo por citas aisladas y desprovistas de todo contexto.

10. Y sobre las armas ¿Es posible tomarse a guasa la cínica frescura con que se emiten “criterios técnicos” para justificar la liberalización del comercio armamentista? Que si en otros tratados también existía la norma y nadie dijo nada, que por qué entonces ahora protestan, dicen los del autodenominado “Por Costa Rica”. Traducido a lenguaje llano y no eufemístico, ello significa lo siguiente: que si ya nos venían intoxicando el alma nacional, mejor fuera soportar calladitos y estoicos que el envenenamiento culmine hasta sus últimas consecuencias. La protesta y rebelión de doña Hilda no les cabe en el caletre ni encuentra eco en su mellada “sensibilidad”. Pero tampoco parece que se den cuenta que, a propósito de este Tratado, estamos hablando de uno de los países que, con mayor generosidad y largueza, alimenta el comercio mundial de armas.

11. Empecé esta nota compartiendo mis carcajadas con los lectores. Luego no me quedó de otra hube de agriar el talante ante las barbaridades que leíamos. Retornemos, ya para concluir, a la nota jocosa. Con su conocida arrogancia, los señores del autodenominado grupo de marras le “aclaran” a doña Hilda: “Si por alguna razón uno de los países suscriptores del acuerdo quisiera dejar de forma parte de él, puede dejar de serlo en cualquier momento, con sólo notificárselo a los otros países Parte”. Imagínense ustedes un gobierno costarricense “denunciando” el Tratado. Tomemos en cuenta, para esos efectos, la actual supercampaña pro-TLC: millones de millones disparados en publicidad engañosa y manipuladora y toda una inmensa ofensiva de intimidación, arrinconamiento y terror ideológico ¿Se imaginan ustedes, pacientes lectores, la clase de guerra propagandística e ideológica que se desataría si se quisiera “denunciar” el Tratado? Si ya estamos viviendo estos extremos, que ponen bajo presión máxima los últimos reductos de vida democrática en Costa Rica y nos asoman a la realidad de una dictadura de hecho en lo mediático e ideológico ¿Qué más podríamos presenciar en el supuesto de una eventual “denuncia”? Esto es grave, gravísimo. Admitamos que no se presta para la risa. Pero, en todo caso, demos espacio, una vez más, a la carcajada, que para ello contamos, como materia prima, con la imaginación telenovelera y desbordada de la “argumentación” esgrimida por el susodicho autodenominado grupo, en su infructuoso intento por embaucarnos con la pintura de imposible credibilidad de mundos de ensueño.

Pero, en todo caso y como conclusión, no dejemos de congratularnos y reírnos. En medio de tan monumentales torerías y tales muestras de irrespeto y arrogancia, los del autodenominado “Por Costa Rica” se desenmascaran. En media calle se exhiben sin siquiera una hoja de parra.

Y eso gracias a dos mujeres excepcionales: doña María Eugenia Dengo y doña Hilda Chen Apuy. Infinitas gracias a ambas. Por su temple e inteligencia; por su convicción patriótica y sentido de la dignidad; por su arrojo y valentía.

Luis Paulino Vargas Solís
Economista, Catedrático Universitario

San José, 22 de agosto de 2005.

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