Los salarios o remuneraciones que se pagan a quienes laboran con cargo al mal llamado presupuesto “general” de la República decrecieron, ¡sí!, decrecieron en un 4.4% en el año 2016 con relación al 2015.
Este impresionante dato lo dio el Ministerio de Hacienda al dar un informe del comportamiento de las finanzas públicas en el año que acaba de terminar.
Este dato de decrecimiento salarial para el sector público central es el más importante de la última década. ¿Cómo no va a hacer así si los salarios están ya en práctico congelamiento?
La discutible cifra oficial de inflación es cero o cercana a cero, por un lado; y, por otro, no hay política alguna que expanda el poder adquisitivo del salario. El salario de la clase trabajadora está como en estado vegetativo. He aquí una de las explicaciones en cuanto a la situación de desigualdad creciente que vive nuestro país.
Se debe reconocer el gran esfuerzo de las autoridades político-hacendarias y tributarias del país, así como el del personal profesional-técnico y administrativo del Ministerio de Hacienda que luchan todos los días por mejorar la recaudación y por combatir a los ladrones de impuestos.
Aunque les faltan muchas armas para que tal lucha sea más eficaz y más contundente, se nos indica que de 2015 a 2016, los ingresos crecieron un 9.2% pero que los gastos en un 6%. Esto habría generado que, al terminar el año pasado, la relación ingresos vs. gastos (sin contar deuda), el déficit fuera de un 2.4% del PIB. A esto le llaman el déficit primario. Nada catastrofista.
Pero, está el pago de los intereses de la deuda pública nacional. Y es aquí donde pasamos a ver la contracara del resultado fiscal positivo del 2016 a nivel de lo que llaman déficit primario.
En la contracara de esta realidad obrero-social totalmente adversa al factor trabajador, tenemos el tema de la deuda pública del país. Según el resultado fiscal oficial para el 2016, hubo un aumento de la misma que la hizo llegar al 45% del Producto Interno Bruto (PIB).
Según la información disponible hace tan solo tres años, al cerrar el 2013, la deuda pública nacional era del 35%. Tres años después, llegó al 45% PIB.
Si un punto porcentual de Producto Interno Bruto (PIB), equivale a 300 mil millones de colones (300.000.000.000); 45 puntos representan 13 billones 500 mil millones de colones (13.500.000.000.000). Este es el monto de la deuda pública nacional y con tan gigantesca cifra, imaginemos lo que representa el pago de intereses de la misma. ¡Esto sí es algo realmente catastrófico!
Para el año pasado 2016, los 13 billones 500 mil millones de colones de esa deuda, implicaron un desembolso de pago de intereses de 2.8 puntos PIB. Es decir, 840 mil millones de colones (840.000.000.000). Esto nos obliga a pagar:
POR MES: 70 mil millones de colones (70.000.000.000). POR DÍA: 2 mil 333.333 millones de colones (2.333.333.333). POR HORA: 97 millones 222 mil colones (97.222.000). POR MINUTO: 1 millón 620 mil 370 colones (1.620.370). POR SEGUNDO: 27 mil 6 colones (27.006).
¡Esto sí es el verdadero “disparador” (palabreja de corte neoliberal) del gasto público! ¡Aquí está el corazón del déficit fiscal! ¡Mentirosos, infames, calumniadores! Este es el calificativo que merecen quienes han venido fomentando la intensa campaña de agresión psicológica y de terrorismo ideológico en contra de los empleados públicos y en contra de las empleadas públicas; campaña perversa en cuanto a que sus salarios representan el principal “disparador” del gasto público. ¡No!, el principal “disparador del gasto público son los intereses de la deuda pública.
He aquí la gran tarea histórico-social de movimientos político-partidistas de corte realmente patriótico; tarea igualmente relevante para los sindicatos con visión-país que pretenden aportar con su lucha y con sus planteamientos y propuestas para una sociedad verdaderamente inclusiva y solidaria, con eje central en la promoción del bien común. Tarea que puede ser asumida al mismo nivel por otras expresiones de la sociedad civil y de los movimientos populares que, de un modo u otro, ajustan ya bastantes años en la lucha bajo el emblema de “Otra Costa Rica es posible”.
Hemos de insistir en nuestro planteamiento de la importancia de una auditoría ciudadana de la deuda pública nacional y del pago de intereses de la misma. Sin desconfiar de los datos en poder de la cartera ministerial de Hacienda al respecto, parece imponerse un proceso político de auscultación de cómo fue que llegamos hasta aquí, al punto de cada segundo hay que pagar casi 30 mil colones de intereses por esa deuda cuya composición desconoce la gente. O el equivalente, ¡por minuto!, a unos 6 salarios mínimos fijados el sector privado de la economía.
¿Será este tema relevante para los políticos de todo signo que ya están en competencia de cara a las elecciones presidenciales y diputadiles del 2018? ¿Lo será para los liberacionistas que son los primeros en definir quién les representará para la candidatura presidencial? Parece relevante insistir en el punto en ocasión próxima.
Si usted nos honró con leer este comentario y labora para el sector Público, especialmente para el Gobierno Central y sus entidades adscritas, sepa que usted no es responsable del déficit fiscal y que, mucho menos, su salario es un “disparador” del mismo.
Luego de tantos días, semanas y meses de una campaña político-mediática infame en su contra y en contra de su familia, ¿verdad que se debe reaccionar a la misma con toda contundencia?…