Uno de los grandes “misterios” del tema fiscal, ahora tan llevado y traído, especialmente cuando se le enfoca por el tema del déficit y la satanización del empleo público con relación al mismo, es el tema de la deuda del país; la deuda interna y la deuda externa; la pública y la privada.
Como país, como sociedad, como nación, como Estado, necesitamos formular preguntas claves en el tema como las siguientes: ¿a quién le debemos?, ¿cuánto debemos?, ¿quién gana con el pago de intereses? Además, ¿cuánto es deuda interna y cuánto es deuda externa?; ¿cuánto es deuda pública de fuentes privadas?, ¿cuáles son los bufetes si los hay, representantes de acreedores, sean estos individuos y/o grupos corporativo-financieros, públicos y o privados, de afuera y de dentro del país?… Etc., etc.
Es decir, esta cuestión da para más que estas preguntas y, con toda seguridad, ni siquiera estamos teniendo la dimensión correcta de todo lo que habría que preguntar, cómo preguntarlo y cómo saber si las respuestas son realmente verdad.
La verdad es que el tema se ha metido en nuestra cabeza luego de conocer a qué niveles llegó la deuda de Grecia, más allá de la serie de factores que se conjuntaron para llevar a dicho país al calamitoso estado de quiebra de hoy, que le ha convertido en un Estado esclavo del capital financiero-bancario de signo neoliberal; mismo que, actualmente, tiene todo el poder real en el seno de la Unión Europea (UE), la cual es “gerenciada” por Alemania.
Leímos en nota de prensa del Diario Extra, en su edición del pasado sábado 22 de agosto, elaborada por la distinguida periodista Jacqueline Solano, la siguiente frase: “El faltante de plata del país alcanzó en los 7 meses del año, el 3.3% del PIB, con un aumento del 9.6% en el pago de remuneraciones y un incremento del 13.4% en el desembolso de intereses”. Tal criterio se elabora a partir de declaraciones formuladas por las máximas autoridades políticas de la cartera ministerial de Hacienda.
Contrariamente a la orientación ideológica de la matriz mediática neoliberal dominante en esto del déficit fiscal, centrada solamente en difundir informaciones sesgadas y manipuladas en el sentido de que la ciudadanía conceptúe en torno a este problema a los empleados públicos y las empleadas públicas como “los malos y malas de la película”; esta otra perspectiva del problema del déficit no merece grandes titulares de prensa: en los primeros siete meses del presente año 2015, el pago de intereses de la deuda del país creció más que el pago de los salarios de las personas trabajadoras del sector Público central del Estado.
Veámoslo de esta forma: de enero a julio de 2015, ambos inclusive, el pago de intereses de la deuda superó, al pago de salarios, en casi un 40%, lo que resulta de comparar el crecimiento en ambos rubros de los egresos del Estado central: 9.6 en salarios vs. 13.4 en intereses; éstos superan a aquellos en 3.8%, en cuanto a su crecimiento en el período comentado.
Dada la decisión constitucional de que los salarios de las personas trabajadoras del Estado son públicos, persona a persona; cómo convendría conocer los destinatarios del pago de intereses por los préstamos con cargo a la deuda pública: ya sea por préstamos en el concepto clásico del término y/o por la colocación de bonos ante las necesidades de obtener plata por parte del Estado. Alguien está ganando con esto del déficit fiscal y seguros estamos que no son quienes integran el conglomerado ciudadano más grande del país: “los y las de abajo”.
Si llegase a cristalizarse nuestra aspiración de que en esto del déficit fiscal pudiera establecerse, al menos, la posibilidad de conversar entre quienes tenemos diferentes perspectivas del asunto, no hay duda de que la cuestión de la deuda del país, en todas sus dimensiones, vertientes y variables, deberá ser eje central temático; tanto como lo es la cuestión del empleo público; también éste visto en todas sus dimensiones, vertientes y variables.