La crisis que atraviesa el Sistema Penitenciario Nacional (SPN) es un tema olvidado por los diferentes sectores políticos y sociales del país. Por tal circunstancia, al abordarse delicadas situaciones que esta institución está viviendo, es notoria la falta de sensibilidad por parte de algunos actores políticos, tanto como la pérdida de objetividad de ciertos medios de comunicación a la hora de presentar la noticia penitenciaria. Y esto es alarmante.
Existe en la población del país un total desconocimiento de la importante labor que realizan los funcionarios y las funcionarias del Sistema Penitenciario Nacional costarricense. No se ha valorado en su real dimensión la mística y la vocación con la que estos abnegados servidores públicos desarrollan sus tareas.
Con discursos “populistas” se señalan las debilidades carcelarias de menor importancia, con el único objetivo de desvirtuar las funciones de estos servidores o favorecer a unos pocos.
En ANEP tenemos la convicción de que la Salud Mental del servidor penitenciario, como parte de la Salud Ocupacional decente que debe imperar en todo ámbito laboral, público y privado, es inherente a la labor de tratamiento y de seguridad de las personas privadas de libertad que están recluidas en las cárceles del país.
“La Hora Tatá” se ha conceptuado como parte de los pocos espacios y de las casi nulas posibilidades que en materia de Salud Mental tiene y están al alcance del funcionario penitenciario de hoy en día. Para la ANEP, su debida regulación y la denuncia de su abuso, deben ser elementos fundamentales para preservar este estímulo cualitativo al quehacer de la cárcel; sin embargo, el sobredimensionamiento político-jerárquico que las máximas autoridades le han dado a los casos aislados, ha herido el honor de la abrumadora mayoría de este personal de los servicios públicos costarricenses; lesión moral que fue potenciada, mediáticamente, con cierto morbo para estimular la “venta” de la noticia.
En tal sentido es importante, por tanto, reiterar que la ANEP está en contra de cualquier abuso en la función pública; y, abiertamente a favor de la transparencia y la rendición de cuentas. Lo que no podemos compartir es que se ignoren los problemas medulares del sistema carcelario; temática ésta que, por supuesto, no es de interés para primeras páginas.
La elaboración de constantes informes y el cumplimiento diario de extensas agendas, han desbordado las capacidades individuales y colectivas del personal técnico, administrativo y operativo del Sistema Penitenciario Nacional: las visitas a los hogares, las visitas laborales a los oferentes, las entrevistas para visita conyugal, la confección de documentación, entrevistas a las personas privadas de libertad, así como los informes jurídicos, constituyen solo una pequeña parte del acongojante estrés laboral de este personal carcelario.
Contrariamente al morbo mediático, lo que no se da a conocer es que existe un faltante desproporcionado de personal y que el recargo de funciones es extremado; funciones que no se pueden obviar, que no se pueden dejar de hacer, pues se deben cumplir en los plazos establecidos judicialmente y las normas existentes.
De igual manera, para la ejecución de las funciones descritas es necesario coordinar mediante llamadas telefónicas, mismas que la mayoría de las veces deben hacerse desde el teléfono personal del funcionario por ausencia de teléfonos institucionales; o por un asunto de ubicación. La hora de almuerzo, ocasionalmente, no se toma, principalmente cuando se realiza trabajo de campo, o deben consumir los alimentos durante el traslado, no porque se les ordene, sino por el interés de cumplir con la mayoría de funciones que se exige.
Lo que no se dice es que el nivel de compromiso de estos funcionarios por cumplir con sus tareas, hace que muchas veces se lleven el trabajo de redacción de informes para sus hogares. Que son profesionales y técnicos calificados y que se les paga un salario vergonzoso, en comparación a lo que ganan profesionales de las mismas categorías en otras instituciones.
Que el nivel de hacinamiento en las oficinas es extremo y las pésimas condiciones de infraestructura evidencian el histórico desinterés institucional por tratar con dignidad a estos funcionarios.
Ahora el discurso toma otros rumbos, la desesperación por no tener respuestas certeras hace que algunos puestos de mando trasladen la responsabilidad a estos funcionarios. No vamos a permitir que se ensucie la imagen de los funcionarios del Sistema Penitenciarios Nacional con presunciones odiosas, generalizaciones abusivas, errores y abusos magnificados, espectacularidad mediática oficialista y afán de protagonismo político-jerárquico.
Si la situación de las cárceles no se nos ha salido de las manos, se debe enteramente a la buena función de estos servidores. No se vale que algunas corrientes autoritarias con ínfulas de frío intelectualismo, que no conocen la historia del Sistema Penitenciario Nacional, vengan a darnos lecciones de una moral que ni ellos conocen.
Desde la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados, y de su Seccional ANEP-Sistema Penitenciario Nacional (ANEP-SPN), formulamos un vehemente llamado a los compañeros y a las compañeras de Psicología, de Trabajo Social, de Derecho, de Orientación, de Docencia, de Salud; así como a las especialidades técnicas diversas que complementan el trabajo de estas profesiones; e igualmente, a los compañeros y a las compañeras de los sectores administrativo y operativo de la institución, para que cerremos filas ante una política pública que nos ha olvidado, en este y en los anteriores gobiernos; ante una sociedad que nos invisibiliza pero nos manda más gente privada de libertad en contraposición a los recursos que nos quitan cada año para atenderla; ante enfoques de prensa sensacionalistas que no hacen abordaje integral y completo de nuestro quehacer; y, además, ante un país que no ha visto motines sangrientos ni mortales en nuestras cárceles, gracias a la vocación de entrega y sacrificio del personal penitenciario costarricense que, por supuesto, incluye a la abnegada Policía Penitenciaria que nos cuida todos los días, a quienes trabajamos en la cárcel y a quienes están obligados al internamiento.
San José, martes 9 de febrero de 2016.
Ligia Solís Solís, Presidente, Junta Directiva, Seccional ANEP-Sistema Penitenciario Nacional.
Albino Vargas Barrantes, Secretario General de la ANEP.