Habiendo manifestado doña Joyce su respaldo al TLC, resulta paradójico lo que escribió y nos pone a pensar que la única razón por la que puede apoyar el TLC es la defensa de intereses familiares, de su partido o ambos. Porque habiéndose dado cuenta que en el contexto del TLC, al agua se le da trato de mercancía y no de servicio público, el riesgo de quedarnos sin agua es una realidad incuestionable. Definitivamente su paso por la Defensoría de los Habitantes le tocó el alma y vemos que comprendió que el TLC no tiene alma.
Pero ahí no terminan las contradicciones. Por una lado la señora Zürcher anhela que el TLC se ratifique cuanto antes, pero considera urgente antes de dar ese paso se tomen medidas para que se garantice el carácter público (demanial) del agua, puesto que la Ley de aguas resulta insuficiente ante el hecho que un tratado internacional tiene rango superior a las leyes. Aquí nos preguntamos ¿Por qué no ratificamos un acuerdo en lugar de un Tratado y evitamos tanto enredo?
Si estuviésemos ratificando un acuerdo como lo hace Estados Unidos, entonces no estaríamos en carreras, pues para ellos el CAFTA (TLC para nosotros) está debajo de las leyes federales, estatales y hasta municipales. Como buena abogada, además nos alerta sobre otro hecho relevante: las resoluciones de la Sala IV no servirían para proteger el agua pues estas no constituyen jurisprudencia.
Pero volviendo a la explicación sobre el peligro de perder el agua, ¡Nadie lo había explicado tan claro como doña Joyce! No deja duda: con el TLC el agua sale de nuestras manos y la perdemos para siempre. El día menos pensado un gobierno puede inventar que para salir de una crisis fiscal, se concesione el servicio de agua a Bechtel como sucedió en Cochabamba, Bolivia, donde a la gente se le impedía hasta recoger agua de lluvia.
A mí me ha costado mucho explicar a la gente que aunque en el TLC hay cláusulas ambientales que protegen nuestros recursos y los negociadores aseguraban que el agua no estaba en peligro, doña Joyce logra interpretar en forma concisa y clara el peligro y dice: “el agua no está clasificada como elemento ambiental, sino que pertenece al ámbito de los bienes comerciales, lo que haría del agua un bien privado de consumo con implicaciones graves en relación a su regulación, planificación, zonificación y preservación”, nadie lo había explicado tan bien..
Y aunque Dios nos ha bendecido con abundante agua, para proteger este recurso que no es renovable, aunque sí recuperable, de inmediato debe cesar la exportación de agua embotellada, aunque perjudique ciertos intereses, que pagan concesiones ridículas y obtienen grandes ganancias. Nada ganamos si ponemos verjas a toda la casa y dejamos la puerta principal desprotegida.
Con la capacidad demostrada por doña Joyce en el análisis y su habilidad para simplificar conceptos, sería interesante continuara estudiando lo que significa_ “Trato Nacional”_, “Propiedad intelectual”, “Patentes sobre obtenciones vegetales”, “Tribunales arbitrales extraterritoriales”. Con todo lo que encontrará, con seguridad pronto se unirá la lucha contra el TLC, donde hay gente muy buena que simplemente descubrió lo terrible que es el TLC.
Agosto 06, 2006