Consideramos que existe una retórica común que acompaña las actividades simbólicas del Día Internacional de la Juventud, leves acciones afirmativas que buscan evidenciar los problemas de esta población inmersa en sociedades cada vez más excluyentes.
En el país las instituciones públicas, organizaciones no gubernamentales y entidades civiles que guardan relación con las personas jóvenes, manifiestan la gran preocupación por el predominio del poder adulto-céntrico y la intencionada exclusión del sector joven en diferentes ámbitos del quehacer nacional.
Justo cuando creemos alcanzar mejores niveles de conocimiento, un desarrollo tecnológico en progreso y la capacidad comprobada para ofrecer soluciones certeras a los principales problemas de la humanidad, descubrimos un distanciamiento crítico entre las personas. Lo cual genera un absoluto desinterés por incorporar en nuestro medio a los sectores históricamente excluidos y lo que es aún peor, el indiscriminado irrespeto por los más altos valores que nos condujeron al “Siglo de las luces”: nos referimos a la igualdad, a la libertad y a la fraternidad.
Ante el panorama actual, en ANEP-JOVEN hemos asumido con plena responsabilidad el compromiso de velar por el bienestar de las personas jóvenes trabajadoras, por su dignidad y porque se les reconozca como actores protagónicos del “aquí y el ahora”. Somos conscientes que en nuestras juventudes tenemos líderes y lideresas para hacerle frente a los retos y desafíos de nuestra sociedad.
Reafirmamos que el compromiso que tenemos las personas jóvenes con la transformación social, el cambio climático, la participación política y la realidad económica de nuestro país, no constituyen acciones con efectos suspensivos. Desde hace mucho tiempo, las juventudes hemos estado presente y nuestra voz cada día es más fuerte.
Creemos que llegó el momento para unir esfuerzos, articular procesos e incidir en la formulación y ejecución de políticas públicas con una visión inclusiva, justa y solidaria.
Es posible que durante este año algunos actores políticos se apasionen un poco más de lo acostumbrado por las necesidades e intereses de las personas jóvenes, extraño sentimiento que acompaña la época electoral y al que las juventudes organizadas le prestaremos cautelosa atención.
Deseamos advertir que la exposición de los problemas que atañen a nuestras juventudes es un tema agotado en el campo de los discursos. Atacar con acciones concretas el desempleo juvenil, la flexibilización laboral, la precarización de los salarios, la falta de oportunidades para el progreso, la exclusión de estudiantes del sistema educativo, la libertad de sindicación, entre otros, siguen siendo nuestros principales desafíos en favor de nuestras juventudes.
Incluso, la coproducción de la seguridad exige la participación efectiva de quienes se ven mayormente afectados por el desarrollo de la delincuencia, el narcotráfico, la trata de personas y el crimen organizado.
La eliminación de todas las formas de discriminación en contra de las mujeres y de grupos en estado de vulnerabilidad, la perspectiva de género en todos los ámbitos del quehacer nacional, y la construcción de nuevas masculinidades no pasaría de ser una utopía si las personas jóvenes permitimos que nos utilicen como una cuota, o como potenciales elementos de propagandas políticas.
La realidad política, económica y social del país nos involucra a todos y a todas, de ahí que desde ANEP JOVEN hacemos un llamado a las juventudes organizadas para que asumamos la responsabilidad.
Es momento para unir esfuerzos, para generar debates y para proponer los cambios que deseamos. El respeto por los Derechos Humanos, la conservación del medio ambiente y el surgimiento de una sociedad con nuevas visiones está en nuestras manos.
¡El momento de la Costa Rica joven ha llegado!