Honduras: Sometida bajo elecciones ilegítimas

El gobierno de los EEUU es cómplice y gestor del golpe de Estado en ese país; un golpe realizado para someter al pueblo e imponer políticas de dominación y saqueo en la región. El manifiesto apoyo del gobierno de Obama al llamado a elecciones por la dictadura, es intentar justificar lo injustificable, ocultar y desconocer a la soberanía de todo un pueblo y al Presidente Manuel Zelaya, quien se encuentra prácticamente encarcelado en la Embajada de Brasil desde hace ya dos meses, soportando la permanente agresión de los golpistas. Daña profundamente a las democracias en todo el continente y la posibilidad de que EE.UU. pueda construir relaciones de respeto con sus vecinos, volviendo más bien a ratificar que otros países que no respondan a los intereses de los EE.UU., pueden sufrir situaciones semejantes.

No puedo dejar de señalar el lamentable sometimiento de parte del Presidente de Costa Rica, Oscar Arias, a los designios del Departamento de Estado. Apoyar a los golpistas en el llamado a elecciones ilegítimas y guardar silencio sobre las violaciones de los derechos humanos que sufre el pueblo hondureño nunca puede ser el camino de construcción de la Paz.

En Honduras fueron detenidos ayer nuestro compañero Gustavo Cabrera, Coordinador General del Servicio Paz y Justicia en América Latina, y el Pastor Menonita Cesar Cárcamo, integrantes de una misión de observación internacional de las iglesias. Aunque hayan sido ya liberados, este hecho demuestra que la dictadura hondureña busca impedir al mundo saber la verdad de lo que ocurre en el país, ocultando las graves violaciones de los derechos humanos y en especial, las condiciones represivas en las cuales se llevaron adelante los comicios.

Con esta farsa electoral se pretende ocultar los verdaderos motivos del golpe en Honduras, que es mantener a los pueblos en la miseria y la opresión, para poder seguir enriqueciéndose unos pocos, a costa además de la propia naturaleza. Busca contrarrestar el aumento del salario mínimo y garantizar mayores ganancias a las maquilas; reabrir el país a las concesiones mineras y forestales; expandir las privatizaciones y los beneficios del libre comercio para las transnacionales de EEUU y Europa; evitar acuerdos solidarios con países latinoamericanos; revertir el ingreso de Honduras al ALBA; profundizar y amarrar al país de acuerdo a sus intereses, económicos, políticos y militares.

Vuelvo a señalar que el golpe de Estado en Honduras es un golpe contra los pueblos de toda la región. Imponer elecciones, sin primero restituir el orden constitucional y el legítimo gobierno del presidente Manuel Zelaya, no puede hacerse sin el acuerdo y la complicidad del Departamento de Estado, del Pentágono y de la CIA. Junto a la imposición de los grandes proyectos de infraestructura para el saqueo, como el Plan Puebla – Panamá en Mesoamérica y el IIRSA aquí en el Sur, y la remilitarización del continente con las siete bases militares norteamericanas nuevas en Colombia, otras más siendo propuestas en países como Panamá y Perú, la presencia militar de los EE.UU. en la Triple Frontera – Paraguay, Brasil y Argentina -, y la IV Flota en los mares del Sur, entre otras políticas, pone en evidencia que los mecanismos de dominación están en funcionamiento. No terminaron con las dictaduras militares impuestas en el continente a través de la Doctrina de Seguridad Nacional, con un alto costo en vidas humanas con miles de muertos, torturados, encarcelados y desaparecidos y la destrucción de la capacidad productiva de los pueblos, ni tampoco con la sangría neoliberal provocada por el endeudamiento ilegítimo, los consecuentes ajustes estructurales, las privatizaciones y la desregulación.

Los grandes medios de comunicación, verdaderos monopolios al servicio de los intereses de dominación impuestos, desatan campañas nacionales e internacionales contra gobiernos que tienen pensamiento propio y buscan la independencia y soberanía de sus pueblos. Si su bombardeo cultural y los golpes de mercado no alcanzan, sobrevienen la agresión y los intentos de golpe de Estado por la CIA y el Departamento de Estado, como lo ocurrido en Venezuela, Bolivia y la agresión contra Ecuador por parte de Colombia.

Está claro, sin embargo, que el camino elegido por los golpistas no puede prosperar. El pueblo de Honduras está puesto de pie para defender su libertad y sus derechos; después de 154 días de resistencia no-violenta en las calles y comarcas de todo el país, ayer se replegaron mayormente a sus casas, dándole una digna e inequívoca respuesta a la fraudulenta convocatoria electoral. Son muchos los gobiernos del continente, y del mundo entero, que se han negado a conocer al gobierno golpista y que han ratificado su desconocimiento de estos comicios.

Reclamamos a los demás gobiernos de la región, a los organismos internacionales como la OEA , la ONU , el Parlamento Europeo y la Unión Europea , desconocer también este intento de blanqueo del golpe de estado. Hay que insistir en el restablecimiento del orden constitucionaly la restitución del Presidente Zelaya y la suspensión de cualquier forma de apoyo, sea éste financiero, comercial, o militar, mientras tanto.
Llamamos a los organismos de derechos humanos, sociales, culturales y religiosos a asumir solidariamente la defensa de la soberanía y el Estado de derecho del pueblo hondureño, rechazando cualquier complicidad que pretende bastardear el ejercicio democrático.

La Paz es el fruto de la Justicia; no hay otro camino posible. Por eso también es necesario escuchar la voz del pueblo hondureño que sigue llamando a la realización de una Asamblea Constituyente Nacional para refundar el país sobre bases de igualdad e inclusión. Sólo así será posible gobernar.

– Adolfo Pérez Esquivel es Premio Nobel de la Paz 1980. – Servicio Informativo “Alai-amlatina”

Latinoamérica: La guerra que se viene

Pero sí lo son las hipótesis de conflicto con posibilidades reales de consumación que empiezan a desarrollarse entre algunas naciones. Lo patético es que, en este segundo punto, ningún latinoamericano podría decir por qué sucede. Más aún: América Latina es, desde las guerras independentistas de principios del siglo XIX, una región relativamente libre de conflictos armados, por lo que una guerra en estos territorios no obedece, al menos en principio, a ninguna lógica histórica. Lo cual debería llevar a preguntar por las causas de una eventual conflagración. No hay dudas, entonces, que allí se juega alguna agenda oculta. Y más aún: una agenda que no se corresponde para nada con los intereses reales de las sociedades del área. Como dijo alguna vez el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel: “salvo Estados Unidos, ningún país tiene un proyecto consistente para la región. Aunque, claro está, ese proyecto no es precisamente el que necesitamos los latinoamericanos”. Se aplica cabalmente aquí aquello de “nuestra ignorancia fue planificada por una gran sabiduría”.

Si hay guerra, o sería una guerra popular de defensa de intereses nacionales contra una invasión de una potencia extra-regional (una invasión estadounidense) o, eventualmente, una guerra entre países vecinos, que no sería en modo alguno una guerra de los latinoamericanos. Sería, en todo caso, un enfrentamiento donde las poblaciones y sus dirigencias actuarían como piezas de un rompecabezas armado desde fuera. Y quien las movería no sería otra que la clase dirigente de la gran potencia del Norte –por supuesto, a través de la administración gubernamental de turno–, dueña y señora de lo que considera su patio trasero: los países al sur del Río Bravo.

Felizmente para los latinoamericanos, durante los alrededor de dos siglos de vida independiente terminada la colonia lusitano-española, fuera de la fratricida guerra del Paraguay que dejó sumido a este país en una miseria de la que no se pudo recuperar hasta el día de hoy, en términos generales no ha sido una constante la guerra entre Estados. Y los conflictos armados que se han dado –que, por supuesto, los hubo, como la guerra del Pacífico (entre Chile y Bolivia) o la guerra del Chaco (entre Bolivia y Paraguay)– no marcan a fuego la historia de la región como sí sucede, por ejemplo, en el continente africano, o en el Medio Oriente, regiones abatidas por las guerras interestatales que responden a las lógicas de dominación de potencias extra-regionales y donde las poblaciones locales sólo ponen muertos sobre muertos.

¿Se encamina Latinoamérica a alguno de estos escenarios de guerra interestatal? No está descartado.

Desde la puesta en práctica de la Doctrina Monroe –“América para los americanos”– todo el subcontinente latinoamericano fue el reservorio de materia prima y mano de obra barata para la expansión económica de Washington, así como un mercado cautivo para sus productos industriales. Eso no ha cambiado al día de hoy sino que, por el contrario, se va intensificando. Ante el no muy lejano agotamiento de las reservas petrolíferas propias y de otros puntos del planeta, contando además con que su modelo de producción y consumo se centra en forma escandalosa en el despilfarro de oro negro, a lo que se suma el también próximo agotamiento de las fuentes de agua dulce, y ante la imperiosa necesidad de materias primas tomadas de la biodiversidad de las selvas tropicales que alimentan las industrias farmacéuticas y de la ingeniería genética y otros minerales cada vez más imprescindibles para las nuevas tecnologías que el imperio desarrolla, Latinoamérica aparece como el proveedor natural de todo esto en la lógica de dominación de la Casa Blanca. Petróleo, agua dulce y biodiversidad son los elementos que mueven la voracidad de la política exterior de Estados Unidos.

Lamentablemente para los latinoamericanos, esta zona es pródiga en todo ello. Por eso es que asistimos a una presencia militar estadounidense como nunca antes. Este nuevo reposicionamiento estratégico de bases militares estadounidenses por toda la región latinoamericana como no había pasado en el transcurso del siglo XX otorga a la potencia dominante una capacidad de acción casi absoluta. A partir de este rediseño, toda la zona al sur de su frontera es un virtual teatro de operaciones, y los diversos planes en juego –Puebla-Panamá y Mérida (para México y Centroamérica), Patriota (antes llamado Colombia, el principal punto de referencia en el subcontinente), Dignidad (para atender toda la región amazónica), la renacida IV Flota custodiando las aguas oceánicas– más la cohorte de instalaciones militares fijas que ha desplegado por la región, evidencian que Washington toma muy en serio a su patio trasero. Lo “toma en serio”, claro está, desde el punto de vista de su estrategia de control; es decir: se hace evidente que no está dispuesto a perderlo ni a tolerar molestos movimientos contestatarios que cuestionen su hegemonía.

Es claro, también, que todos estos dispositivos militares no son sólo parte de un mecanismo de control y espionaje: son operativos y están listos para actuar si las circunstancias lo requieren. Para eso necesita ir adentrándose más y más en territorios latinoamericanos, haciendo “natural” su presencia. Y es lo que justifica la otra faceta de la militarización: un ariete local que le permita sentirse dueño de la región. En esa lógica, ahí está Colombia, el nuevo matón del barrio, jugando el mismo papel que juega el Estado de Israel en el Medio Oriente. De la mano con ello van las hipótesis de guerras locales; de ahí que no es la primera vez que ya se dice que “comienzan a escucharse tambores de guerra”. Todo indicaría que algo se está preparando. Pero, como dijo el citado Premio Nobel, “no es precisamente lo que necesitamos los latinoamericanos”.

Podría decirse que el final del siglo XX y los inicios del XXI encuentran a las clases dirigentes latinoamericanas más unidas que en otros épocas. El proyecto del MERCOSUR aparece como la iniciativa integracionista más seria hasta el momento –más aún que el ALBA, lamentablemente– tras todos los años de desunión y desencuentros que signaron la historia regional. Con el liderazgo económico y político de Brasil ya afianzado en la zona, nada indicaría guerra en el horizonte. ¿Por qué, entonces, tantos aprestos bélicos? ¿Por qué esta militarización inusitada para el área, además de las bases estadounidenses propiamente dichas? ¿Por qué esta compra acelerada de armamentos de alta tecnología que se está dando?

Hay que ver bien lo que ello significa: hoy día ningún país de Latinoamérica deja de tener gobiernos “democráticos”, al menos para los moldes de la ideología dominante, que entiende “democracia” como un ejercicio puramente formal, basado casi con exclusividad en el voto cada cierto período de tiempo. Desde esos criterios –y salvo Cuba, según los mismos esquemas– toda el área goza de “democracias” políticas, habiéndose dejado en el pasado las dictaduras militares. Formalmente es así, pero el balance de poderes para el campo popular no ha variado un ápice. Sin gobiernos militares, las condiciones de vida de las grandes mayorías están peor que algunos años atrás. Hoy por hoy no se viven climas militares en el ámbito político; terminaron las guerras sucias contra los grupos insurgentes y las respectivas fuerzas armadas volvieron a sus cuarteles. La militarización, en todo caso, no viene desde dentro, con Doctrinas de Seguridad Nacional e hipótesis de enemigo interno, como en el acmé de la Guerra Fría. Ahora la militarización la impone el imperio en su nuevo diseño de geoestrategia hemisférica. Si suenan tambores de guerra, son los de Washington y sus tropas.

Pero los tiempos cambian, y luego del trauma de Vietnam el imperio ya no quiere desembarcar sus propios soldados. Si lo hace, es bajo otras circunstancias como en Irak y Afganistán, donde se libran otro tipo de guerra, basadas fundamentalmente en la capacidad técnica de control (que, dicho sea de paso, no asegura el triunfo final, tal como estamos viendo esta derrota en cámara lenta que va sufriendo Estados Unidos). De ahí la nueva parafernalia tecnológica en juego: guerras inteligentes, guerras electrónicas, mecanismos de espionaje hiper sofisticados. En todo caso en Latinoamérica se podría repetir el modelo del Medio Oriente: una potencia regional armada hasta los dientes (allá Israel, aquí Colombia), que juega el papel de gendarme de los intereses del país del Norte, evitando la masiva presencia directa de tropas estadounidenses en el terreno. Los muertos, de más está decirlo, los ponen las sociedades locales. Además, la antigua fórmula maquiavélica de “divide y reinarás” sigue absolutamente vigente y operativa. Las guerras –verdad vieja como el mundo– desunen, y alguien saca provecho de eso. Para el caso, no es otro que el proyecto de dominación imperialista el beneficiado, quizá con alguna oligarquía local que logre acomodarse al esquema.

Ahora bien, la militarización a que asistimos tiene características especiales, inéditas incluso: estamos ante un crecimiento de bases estadounidenses con tecnologías de punta como nunca, que sirven en principio para el control y el espionaje, y si fuera necesario, para el despliegue de fuerzas de intervención directa. Pero se ello se complementa con las nuevas hipótesis de conflicto que barren el área: hay un nuevo polo militar que crea desbalance regional, y se llama Colombia.

La verdadera amenaza a la paz en Latinoamérica no proviene del “militarista” y “castro-comunista” Hugo Chávez, como las usinas mediáticas de la derecha internacional quieren fijar en tanto matriz global de opinión. “Chávez llama a las armas”, “Tambores de guerra desde Venezuela” y artilugios por el estilo no son sino distractores que desenfocan el verdadero problema en ciernes. “Colombia debe tomar con toda seriedad la que constituye la más grave amenaza a su seguridad en más de siete décadas pues esta proviene de un Presidente que, además, es de formación militar. La razón es que cada vez son mayores las posibilidades de una provocación que puede ir desde un incidente fronterizo hasta un ataque contra instalaciones civiles o militares en Colombia”, pudo leerse en el editorial del periódico “El Tiempo”, de Bogotá, el pasado 15 de noviembre. Suena tan descabellado como la comunicación del otrora presidente estadounidense Ronald Reagan cuando aseguró que los sandinistas estaban listos para atacar Texas. ¿Qué hay detrás de todo este clima pre- bélico? –y sabemos que las guerras empiezan, ante todo, por la desinformación. Su primera víctima siempre es la verdad–. La posibilidad real y concreta de desatar guerras en la región está presente; guerras que sólo traerán más desgracias a los latinoamericanos que pondrán el cuerpo (los pobres, naturalmente, la población civil de a pie), guerras que hacen parte de la estrategia de control hemisférico de Washington, el verdadero beneficiado con estos eventuales conflictos. Guerras que, como comienzan a delinear las usinas mediáticas formadoras de la opinión pública, ya aparecen como hipótesis. ¿Marchamos inexorablemente hacia ellas?

En este nuevo rompecabezas regional, Colombia juega un papel clave. De ahí la necesidad para los poderes dominantes que Álvaro Uribe siga siendo su presidente. Quizá con un nuevo mandatario en las próximas elecciones el plan maestro no se alteraría, pero sí implicaría nuevas recomposiciones, por lo que para la lógica del imperio está bien un tercer período presidencial del actual jefe de Estado, con lo que se reafirma la hipocresía en juego, porque cuando de la reelección de Hugo Chávez se trata, la “prensa libre” del mundo pone el grito en el cielo, pero con el actual mandatario neogranadino, no.

Colombia es vital en este nuevo esquema militar de Washington por cuanto pasa a ser la principal avanzada de Estados Unidos en territorio latinoamericano, vital para controlar sus intereses. Sin dudas la oligarquía colombiana también se beneficia de esto, si no, no podría ceder su territorio de la manera casi indigna que lo hace (no hay que olvidar sus aspiraciones de siempre a controlar las reservas de hidrocarburos del lago de Maracaibo y las manipuladas pretensiones independentistas del estado Zulia, en Venezuela, en concordancia con esos intereses). ¿Qué puede esperarse de esta remilitarización que sufre el país sudamericano? Cualquier cosa. Por supuesto, lo que menos puede esperarse es un real combate a la producción de estupefacientes y a su tráfico; esa es una de las patas en que se asienta todo el complejo mecanismo del capitalismo mafioso que domina la escena a nivel mundial, con paraísos fiscales intocables y capital financiero transnacional marcando el ritmo. Pero en todo caso, amparándose en un discurso que pretendidamente combate al narcotráfico, la militarización en marcha puede disparar nuevas guerras locales, favorables en definitiva a la estrategia global de Washington y a sus aliados locales. Lo que el citado editorial dice puede ser un probable escenario en el mediano plazo.

Por lo pronto, y para hacer evidente lo antipopular y peligroso de la nueva situación que se va configurando en el continente, debe destacarse que el reciente acuerdo militar entre los gobiernos de Estados Unidos y Colombia –denominado en forma pomposa como “Acuerdo para la Cooperación y Asistencia Técnica en Defensa y Seguridad”, pero que en realidad no es sino una base de operaciones estadounidense con absoluta impunidad y fuera de todo control colombiano– se suscribió en un marco de gran secretividad, a espaldas de toda formalidad democrática. De hecho, se firmó en un acto a puerta cerrada en la sede de la cancillería en Bogotá a las 7 de la mañana. Si se prefirió eso y no la masividad de un acto público con amplia presencia de la prensa, ello ya indica una actitud: se cede alegremente la soberanía nacional para una fuerza extranjera, pero se hace a escondidas.

Como dijera el ex canciller argentino Guido Di Tella: “relaciones carnales” con el big brother (eufemismo por decir en buen criollo: “bajada de pantalones”, con todo lo que conlleva la sexista metáfora en juego). Para muestra, véanse cualquiera de los artículos del acuerdo, por ejemplo, el número IV: “Acceso, uso y propiedad de las instalaciones y ubicaciones convenidas”: “Las autoridades de Colombia, sin cobro de alquiler ni costos parecidos, permitirán a Estados Unidos el acceso y uso de las instalaciones y ubicaciones convenidas y a las servidumbres y derechos de paso sobre bienes de propiedad de Colombia que sean necesarios para llevar a cabo las actividades dentro del marco del presente Acuerdo, incluida la construcción convenida”. O el número VI: “Pago de tarifas y otros cargos”: “Las aeronaves de Estado de Estados Unidos, cuando se encuentren en el territorio de Colombia, no estarán sujetas al pago de derechos, incluidos los de navegación aérea, sobrevuelo, aterrizaje y parqueo en rampa. Los buques de

Estado de Estados Unidos recibirán el mismo tratamiento y privilegios que los buques de guerra, y en consecuencia no estarán sujetos al pago de tasas de señalización marítima y fondeo. Estados Unidos pagará las tarifas establecidas en los puertos concesionados por los servicios solicitados y recibidos de las empresas comerciales. […]… de conformidad con el derecho consuetudinario internacional y la práctica, las aeronaves y buques de Estado de Estados Unidos no se someterán a abordaje e inspección”.

De acuerdo a ese convenio, la ahora nada soberana República de Colombia cede a las fuerzas estadounidenses el uso de siete puntos estratégicos de operaciones dentro de su territorio: Malambo, sede del Comando Aéreo N° 3, Cartagena, con su base naval, Tolemaida, del ejército, Bahía Málaga, base naval en el Pacífico, Larandia, también perteneciente al ejército, Palanquero, del Comando Aéreo N°1 y Apiay, sede del Comando Aéreo N° 2. El equipo extranjero será altamente sofisticado: aviones C-17 y Orión C-3, especiales para el espionaje electrónico y considerados poco funcionales para combatir a la guerrilla o al narcotráfico, ideales, en todo caso, para operaciones quirúrgicas como la desarrollada en enero del 2008 contra el segundo comandante de las FARC colombianas, que fuera detectado y bombardeado en territorio ecuatoriano, en plena selva.

De acuerdo a un documento del Departamento de la Fuerza Aérea del Departamento de Defensa de Estados Unidos, “la intención es utilizar la infraestructura existente […] mejorar la capacidad de Estados Unidos para responder rápidamente a una crisis y asegurar el acceso regional y la presencia estadounidense [con lo que se] garantiza el acceso a todo el continente de Suramérica con la excepción de Cabo de Hornos. [Esto] nos da una oportunidad única para las operaciones de espectro completo en una sub-región crítica en nuestro hemisferio, donde la seguridad y estabilidad están bajo amenaza constante de las insurgencias terroristas financiadas por el narcotráfico, los gobiernos anti-estadounidenses, la pobreza endémica y los frecuentes desastres naturales”.

Si bien es cierto que Estados Unidos no es ya la super potencia hegemónica con supremacía global como lo fue apenas terminada la Segunda Guerra Mundial pues su situación económica comienza a resquebrajarse, muy lejos está aún de perder su lugar y desbarrancarse como imperio. En todo caso, esta militarización que ahora impone en Latinoamérica puede ser señal de una debilidad a largo plazo, porque trata de demarcar su territorio “natural” (eso son los países al sur de su frontera) para mantenerlo a toda costa como reserva estratégica. Ahora bien: si históricamente eso es una señal de debilidad para el mediano plazo, en el momento actual lo único que trae a la región son más problemas y sufrimientos a las poblaciones. ¿Más guerras? Sí, pareciera que de eso se trata. El recurso a la guerra es siempre un buen expediente para los poderes dominantes, porque sirve para dar salida a las crisis.

En términos estratégicos, Washington comienza a tener ante sí un escenario que le cuestiona su absoluta hegemonía de décadas atrás. En lo económico, siendo aún la primer potencia, hace tiempo que viene perdiendo dinamismo, y nuevos actores internacionales van camino a cuestionarlo. El dólar está dejando de ser la moneda universal intocable. En la región sudamericana, dentro de esa lógica de pérdida de presencia, Brasil es una nueva fuerza económica que puede quitarle protagonismo. Y de hecho la mayor parte de la Amazonia –vital para la estrategia de la Casa Blanca– se encuentra en su territorio. Por tanto, como apuesta por el mantenimiento de esa supremacía en el mediano plazo, la estrategia imperial apunta a contener a Brasil. Pero este país, décima economía mundial, con una oligarquía nacional que ya se comienza a sentir envalentonada y reclama una silla en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, lidera un bloque como el MERCOSUR que, indefectiblemente, pasa a ser también un grupo de incidencia política. Lo cual se complementa, también, con pretensiones de hegemonía militar. La carrera armamentista en que ha entrado el país carioca con la modernización de sus arsenales compite con la delegación estadounidense en la zona: Colombia. Las fuerzas armadas que crecen y las armas que se acumulan en los arsenales –esto es una “ley” largamente demostrada en la historia– tarde o temprano entran en acción. La única guerra en que no se dispararon tiros directamente los contendientes fue la Guerra Fría; pero ahí, los misiles que no se lanzaban las potencias tenían como correlato las guerras locales que desangraron el mundo luego de terminada la Segunda Guerra Mundial en representación de los respectivos bloques de poder. Hoy no hay Guerra Fría, y el petróleo y el agua dulce se agotan (dicho sea de paso, un ciudadano estadounidense medio consume 100 litros diarios de agua, contra 30 de un europeo y 1 de un africano). Las pretensiones hegemónicas de Brasil encuentran su correlato en una Colombia hiper armada (en proporción a su población, las fuerzas militares más grandes de Latinoamérica, y en términos absolutos, similares a las de Brasil). Ya está claro su papel obstructor y disgregador, tal como puede apreciarse en UNSAUR y en el Consejo de Defensa Suramericano. ¿Para qué necesita Colombia los gastos militares, en proporción, más altos del mundo, más que los del propio Estados Unidos? Para combatir al narcotráfico, evidentemente no, porque la producción de hoja de coca y su transformación en cocaína, luego de casi 10 años de plan Colombia (y luego Patriota) no desaparecieron. Todo apunta más a que su papel tiene que ver con un Israel en los desiertos del Medio Oriente; allá hay hidrocarburos. Aquí no sólo eso: también recursos hídricos y biodiversidad. Además de gobiernos díscolos, como el de Hugo Chávez, o el de Evo Morales. Y grupos sociales que siguen reivindicando cambios (los movimientos indígenas latinoamericanos son una de las principales hipótesis de conflicto del Pentágono para las primeras décadas del siglo XXI).

El curiosamente Premio Nobel de la Paz (¿serán esquizofrénicos los que otorgan estos galardones?) Barak Obama ha continuado sin modificaciones la política militarista de su antecesor, el presidente George Bush; incluso mantuvo en el cargo al mismo secretario de Defensa, Robert Gates, un connotado halcón. Está claro el mensaje en juego: más allá de declamaciones, ninguna base militar estadounidense en el área latinoamericana han sido cerrada. Por el contrario, se expanden. Y el contrato de “cooperación” militar con Colombia da la pauta: el “arco de inestabilidad global”, como denominó el Pentágono a la zona de América Latina que contiene reservas petrolíferas, acuíferas y de biodiversidad, sigue siendo su preciado botín. Eso lo considera de su propiedad, y si alguien osara ponerlo en duda, ahí está la parafernalia militarista para recordarlo, en la que Colombia juega un papel clave. Si existe alguna amenaza de tambores de guerra en la región, no es la compra de armamentos por parte del gobierno venezolano.


Fuente: Argenpress-Agencia informativa

Gobiernos del Mercosur rechazan resultados electorales de Honduras

Los representantes de Gobierno de los países que integran el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) firmaron un comunicado este martes en el que desconocen los resultados de las elecciones de Honduras.

Consideran que el proceso electoral fue ilegítimo al darse en el marco de un golpe de Estado y con el presidente constitucional desplazado de su cargo por la fuerza.

En el comunicado, las Naciones del MERCOSUR_ “reiteran su mas enérgica condena y consideran inaceptables las violación de DD.HH. y libertades del pueblo ante la no restitución de Manuel Zelaya en el cargo que fue democráticamente electo”._

El texto expresa el desconocimiento de Porfirio Lobo como nuevo presidente electo de Honduras en el marco de un proceso que se realizó con un histórico nivel de abstención por parte de la ciudadanía.

En la Cumbre de presidentes del MERCOSUR , la Jefa de Estado argentina, Cristina Fernández, mencionó que cualquier tipo de ruptura del orden constitucional en Latinoamérica y el mundo, es inaceptable.

Fuente: PÚLSAR-Agencia Informativa

Costa Rica: Entre más neoliberalismo y la «mano blanca»

En medio de una compleja coyuntura en Centroamérica, en la que Washington mueve sus piezas en el tablero geopolítico regional pensando en contener a Brasil o Venezuela, y donde los sectores más reaccionarios estrechan filas para la defensa del statu quo, Costa Rica se prepara para las elecciones presidenciales y legislativas del 7 de febrero de 2010.

Dos encuestas de opinión publicadas recientemente, una pagada por el diario La Nación a una firma consultora, y otra elaborada por la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica, señalan una clara tendencia favorable a dos fuerzas que representan los intereses de la derecha: el Partido Liberación Nacional (PLN), actualmente en el gobierno y abanderado por la exvicepresidenta Laura Chinchilla; y el Movimiento Libertario (ML), miembro de la Internacional Liberal y de la Red Liberal de América Latina, y cuyo candidato Otto Guevara recrea una caricatura tropical de Silvio Berlusconi: con su populismo de “mano dura” y el uso en su publicidad del nada inocente logo de una “mano blanca”, que evoca a los escuadrones de la muerte de las dictaduras centroamericanas. Ambos partidos dirimirían el proceso en primera o segunda ronda electoral.

Que una organización de esta naturaleza llegue al poder en Costa Rica podría parecer un dato menor, dado el poco peso específico que tiene el país y su cercanía a la zona de influencia natural de los Estados Unidos; no obstante, el hecho pierde su velo de normalidad cuando ubicamos un eventual triunfo del PLN o el ML como parte de la escalada del “eje derechista-panamericano”, que se viene conformando en nuestra América a partir del golpe en Honduras y la instalación de las bases militares norteamericanas en Colombia y Panamá.

El PLN (1951), que alguna vez, en el remoto pasado de sus intelectuales más lúcidos, abrazó el ideario socialdemócrata y se nutrió del pensamiento de reconocidas figuras latinoamericanas, como el dominicano Juan Bosch (autor del clásico libro De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial), por citar solo un ejemplo, sufrió una mutación ideológica y desde mediados de los años 1980 devino en una irreconocible caja de resonancia del Consenso de Washington. Y así ha sido hasta la fecha: alineado con los ejes maestros de la política exterior de Estados Unidos y con los postulados de la globalización neoliberal. Véase, si no, el rol desempeñado por el presidente Oscar Arias como (falso) mediador en la crisis política en Honduras, cuya “obsecuencia para con el gorilato hondureño ha llegado a grados deplorables” (LA JORNADA de México, 30-11-2009); o el hecho de que el PLN reclutó ahora, como candidato a la vicepresidencia de la República, a un prominente banquero privado, exconsultor del Banco Mundial y que, hasta hace poco tiempo, se desempeñó como gerente general en Costa Rica de un banco multinacional de origen canadiense.

Por su parte, el Movimiento Libertario (1994) ha sido vinculado tradicionalmente a la defensa de casinos, casas de apuestas internacionales y al financiamiento de sus actividades partidarias con capital extranjero. No por casualidad, comparte genealogía ideológica, entre otros, con los partidos Cambio Democrático de Panamá (que llevó a la presidencia a Ricardo Martinelli); el Liberal de Honduras (al que pertenece el golpista Roberto Michelleti y sus facciosos representantes en el Congreso de ese país); el Movimiento Vamos con Eduardo, del opositor nicaragüense Eduardo Montealegre; el Partido Liberal Radical Auténtico del Paraguay, cuyo líder Federico Franco ha sido acusado de conspirar contra el presidente Fernando Lugo; y con el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (CEDICE) de Venezuela, que en mayo de este año organizó en Caracas un encuentro con Mario Vargas Llosa y sus acólitos del neoliberalismo impenitente.

Desgraciadamente, el panorama que se percibe en el país por estos días es el de una sociedad derechizada, que sobrevive en la resignación, la indolencia política y cada vez más sometida por el sentido común neoliberal. Algo impensable hace apenas dos años, cuando un vigoroso movimiento social, inédito en nuestra historia, estuvo a punto de derrotar en referéndum el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos.

¿Qué pasó, entonces? Responder a esta pregunta requiere un análisis exhaustivo de la realidad costarricense, pero apuntamos dos posibles factores: uno, que la riqueza, diversidad y profundidad crítica del Movimiento Patriótico contra el TLC no logró traducirse en un proyecto político común sobre esa otra Costa Rica posible, y en consecuencia, la construcción de la plataforma electoral (una coalición) que permitiría el acceso al gobierno de la República de una nueva fuerza política de base social-popular, no pasó de ser una quimera. Imperó, al final, el recelo sectario entre partidos de centro-izquierda e izquierda y el cálculo de quienes ambicionan el poder (o sus migajas).

El otro factor tiene que ver con la problemática de violencia, inseguridad y criminalidad que, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, hace de Centroamérica la región más violenta del mundo. En Costa Rica, esta situación estimuló a los candidatos que marchan a la cabeza en las encuestas, a lanzar promesas y discursos que presentan las políticas de “mano dura” que han fracasado en toda la región como novedosa solución contra la delincuencia. Mientras tanto, los grandes problemas nacionales son sistemáticamente relegados de las campañas mediáticas y el casi inexistente debate público. Así, la ilusión de la seguridad se convirtió en la fórmula elegida por los publicistas políticos para ganar adeptos entre las masas dominadas por el miedo (a la crisis, al desempleo, a los delincuentes, y al verdadero cambio).

En agosto de este año, planteábamos en un artículo que en las elecciones del 2010 el país se enfrentaría a una encrucijada: la de seguir siendo sólo un eslabón más de la globalización neoliberal, útil a los intereses de los Estados Unidos y el capital transnacional; o construir una alternativa social y popular desde la cual repensar el destino y los posibles rumbos de la sociedad costarricense. Hoy, a ocho semanas de las votaciones, y salvo que ocurra algo inesperado, parece claro que la primera de esas opciones será la que se imponga en la contienda.

Neoliberalismo, “mano dura” y “mano blanca” auguran malos tiempos para la democracia en Costa Rica.

* AUNA-Costa Rica

Fuente: http://informa-tico.com

Maridajes indeseables

Montesquieu, en “El Espíritu de las Leyes” alertó sobre los males que acarrea el maridaje entre los poderes del Estado.

“Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o corporación, entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo. Así sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y del ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un agresor”.

La concentración de los poderes del Estado es una de las más nocivas tentaciones que enfrentan los gobernantes. El deseo de algunos presidentes de imponer sus criterios y decisiones (que de manera equívoca llaman gobernabilidad) los lleva a aplicar múltiples mañas para dominar y controlar a las otras instancias de poder estatal, una de ellas es el nombramiento de acólitos o timoratos en puestos clave.

Pero en las sociedades modernas, además de los tres poderes republicanos, existen otros poderes, denominados fácticos, que son tan importantes como los constitucionales.

Los poderes fácticos han sido definidos como los que “se ejercen al margen de los cauces institucionales del Estado y se sirven de su autoridad informal o de su capacidad de presión para influir políticamente. Se practican de hecho y la esencia de su ejercicio es la capacidad de controlar mecanismos externos a la política para lograr poder político”.

Entre los poderes fácticos reconocidos están los medios de comunicación, que no solo informan sino que influyen en la opinión pública; las cúpulas empresariales (gran capital) con injerencia en las decisiones económicas, tributarias y comerciales; y el sector financiero y bancario, cuyas ganancias dependen de las normas regulatorias y de las políticas monetarias y cambiarias que aplican los bancos centrales. La Iglesia, los partidos políticos y los sindicatos son otros poderes fácticos con intereses particulares.

Cuando los poderes fácticos se apropian o dominan los poderes formales del Estado, entonces la institucionalidad pierde legitimidad porque las decisiones de los órganos estatales ya no responden al interés público (bien común) sino a los intereses privados de esos grupos de poder. Es la forma más depurada y espuria de privatización.

En los últimos años hemos visto en Costa Rica como el sector financiero se ha convertido en uno de los poderes fácticos con mayores prerrogativas y privilegios, lo cual es indicio de sus vinculaciones políticas y de su capacidad de cabildeo y maniobra para afectar leyes y decisiones que le permiten rápido crecimiento y altas tasas de ganancia.

Basta con examinar las menores cargas fiscales, el auge que tuvieron las offshore y la política de encaje de dos décadas; así como los saltos entre lo privado y lo público de connotados banqueros y su relevancia en las campañas electorales. Eso nos permite entender mejor quienes han sido los verdaderos ganadores de la liberación financiera y como lo han hecho.

08/12/2009

7 de diciembre: ¡Nunca olvidaremos!

Entregan reconocimiento a luchadores por el ambiente

Organizaciones ecologistas, comunales, campesinas y grupos de la sociedad civil entregarán reconocimientos a las luchas ambientales y sociales del año este lunes 7 de diciembre, en la Asamblea Legislativa, en un acto emotivo para todo el movimiento ecologista nacional.

En esa misma fecha se cumplen 15 años de la muerte de los dirigentes de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO) Oscar Fallas, María del Mar Cordero y Jaime Bustamante. Asimismo se recuerda también a David Maradiaga, que murió siete meses después e integraba la misma organización, y los activistas Gerardo Quirós y Jorge Aguilar y Carlos Rodríguez que también murieron de forma aún no esclarecida.

Todas estas personas tenían en común su compromiso con la lucha ecologista y la equidad entre las personas, dos variantes inseparables en el enfoque de “ecología social”.

Esta es la razón principal por lo que los organizadores del acto de hoy eligieron esa fecha para iniciar un tributo anual a quienes, en la actualidad, luchan desde sus comunidades por un mejor país en lo ambiental y lo social.

Según Gabriel Rivas, biólogo y uno de los organizadores de la actividad “esta fecha la queremos reivindicar como el día en que el movimiento ecologista social le rinde homenaje a todas aquellas personas que luchan por sus comunidades, por sus recursos y la justa distribución de los mismos”.

En el acto de este lunes a las 6pm en el auditorio Fernando Volio de la Asamblea Legislativa se entregarán reconocimientos a personas y organizaciones que han levantado su voz por la madre naturaleza y los más excluidos.

El reconocimiento, explicó Rivas, “intenta ser un respaldo del movimiento hacia aquellas personas que han protagonizado causas sociales. Esto lo hacemos en momentos en que crece la criminalización de la protesta social”, es decir, explicó el biólogo, que se “persigue cada vez más a quienes hacen denuncias ambientales y sociales, y se ejerce presión sobre ellos” para que abandonen sus luchas.

Entre las personas y organizaciones a ser homenajeadas se encuentran: Carlos Arguedas, Aquiles Rivera, Abel Sánchez, Marco Tulio Araya, Orlando Barrantes, Marta Blanco, Era Verde de Canal 15, Alcides Parajeles, Cristino Lázaro, Yamileth Astorga, Ronald Vargas y Santos Coronado.

El 7 de diciembre de 1994 un incendió acabó con la vida de tres personas que recientemente habían librado una fuerte campaña contra la Stone Forestal, empresa maderera que pretendía instalar un muelle astillero en pleno Golfo Dulce.

Para muchas de las personas que participaron en aquella campaña el pensamiento de quienes ya no están sigue vigente pues “plantearon desde hace varios años los temas que hoy son parte del debate cotidiano; el acceso a los recursos, la crisis ambiental y la distribución de la riqueza”, aseguró Heidy Murillo, una de las organizadoras.

La actividad este año fue denominada “luchar con la vida” y es abierta al público en general. Los organizadores prometen instaurarla como el “día del movimiento ambiental costarricense” y celebrarlo cada año con el homenaje a quiénes se hayan destacado en la lucha ambiental.

Entre las organizaciones convocantes se encuentran la Federación Ecologista, COECO-Ceiba, AESO, APREFLOFAS, CEDARENA y Voces Nuestras.

Varias de ellas cumplen 20 años de existencia por lo que también será un acto de festejos.

José Mujica Cordano: El nuevo Presidente

Don José Mujica Cordano es el nuevo presidente, este hombre que en el pasado combatió al capital y las injusticias patológicamente ligadas a él con las armas en las manos, hoy será el que lo administre y bregue por garantizar su indebida acumulación.

Cambiaran muchas cosas, para que en realidad no cambie nada, “…el nudo de la dominación capitalista sobre los medios de producción. Sobre la propiedad privada de los medios de producción y la tenencia de la tierra se asienta la explotación a la que es sometido a diario nuestro pueblo, y es, en esta medida, el corazón de la lucha de clases…” (Doc. Nº. 2 de C. R.).

Y si hay algo seguro es que esto no cambiará, y esto nos abre obligaciones y desafios importantes no como organizacion sino como revolucionarios honestos concecuentes e integrantes de un área que no claudica pero que no ha podido ni sabido estructurar propuestas alternativas.

Necesariamente en cada coyuntura, la necesidad política indica privilegiar unas formas de lucha sobre otras, privilegiar tareas y si bien entendemos que lo estratégico debe predominar sobre lo táctico o coyuntural también debemos dar respuestas correctas en lo táctico por que esto depende alcanzar los objetivos estratégicos o no.

Concientes de la debilidad organizativa y política del área de intención revolucionaria como de las nuestras propias, entendamos que la necesidad de la unidad para luchar es un eje impostergable y obligatorio para todos aquellos que entendemos que la Patria es la de Artigas y esa la debemos construir desde abajo, sin prisas pero sin pausas.

En este sentido si creemos imprescindible, mas temprano que tarde, el diálogo, la consulta, la solidaridad, esto nos permitirá recrear confianzas, afirmar estilos de trabajo, evitando perfilismos estériles y confusiones inaceptables.

La historia de nuestra comarca esta teñida de sangre, heroísmo y lucha, a su vez este terreno fértil y rico ha sido siempre relativizado, opacado por el “PARADIGMA ELECTORAL”.

Se puede afirmar que lo electoral es otra trinchera de lucha, pero si la concebimos en el marco de aspectos mas generales, junto a un graffiti callejero decimos: “SI EL VOTO CAMBIARA ALGO ESTARÍA PROHIBIDO”. En la actuales circunstancias y en esta coyuntura, la que lograremos modificar exclusivamente si hacemos lo correcto desde lo táctico, sin confundir pequeños logros tácticos con grandes objetivos estratégicos, podemos afirmar que nuevamente queda demostrado que la arena electoral significa un pantano para la izquierda de intención revolucionaria.

Hay luchas que dar pero el terreno a darlas debe estar estudiado y cualquier apresurada opción puede hipotecar lo poco que tenemos; que tenemos ? solo un puñado de ideas guías, un conjunto de pequeños grupos y militantes, un gran área de trabajo y la realidad objetiva que debe ser transformada.

Esto solo será posible si trabajamos en conjunto, con inteligencia y paciencia revolucionaria.

Creer que con la fragmentación y el subjetivismo existente en el área, con sectarismos y perfilismos que forman parte de una cultura de izquierda equivocada y muy arraigada, que demasiadas veces logra paralizar y postergar luchas importantes, creer que de esta forma podremos avanzar en la lucha, eso sin dudas es una equivocación.

EN ESTA COYUNTURA LA TAREA PARA NOSOTROS ES: unir a los revolucionarios. LA URGENCIA ES: pensar colectivamente. LO NECESARIO ES: un método de trabajo y una circunstancia organizativa que nos permita navegar la coyuntura de cara a un horizonte revolucionario que es nuestro deber.

Frente de la Resistencia elabora plan estratégico por la democracia de Honduras

El dirigente Juan Barahona señaló que los movimientos sociales del país no reconocerán las elecciones del pasado domingo, pues los comicios se realizaron bajo un régimen de facto

El Frente de la Resistencia contra el golpe de Estado en Honduras anunció que elaborará, a partir del fin de semana, un plan de estrategia para luchar contra la crisis política que vive la nación desde el derrocamiento del presidente constitucional, Manuel Zelaya, y para restituir la democracia en el país.

Juan Barahona, quien es coordinador general del Frente, ratificó la lucha por restablecer el orden constitucional y por la restitución del mandatario al poder, así como también convocar a una asamblea nacional constituyente que ayude a abrir el camino a los cambios necesarios para “la refundación de Honduras”.

Con respecto a las cuestionadas elecciones del pasado domingo 29 de noviembre, el dirigente reiteró el rechazo del movimiento social contra ese proceso y sus resultados. Asimismo, calificó como una gran victoria popular los altos niveles de abstención por parte del pueblo hondureño.

Las ilegítimas elecciones generales de Honduras no contaron con el apoyo de la comunidad internacional, pues se consideró que se realizaron bajo un régimen de facto y fuera de la constitucionalidad.

Estados Unidos, Colombia, Perú, Panamá, Costa Rica e Israel fueron las naciones que apoyaron el proceso promovido por el gobierno de facto de Honduras y realizaron una intensa campaña internacional a favor del reconocimiento de los comicios del pasado domingo y del “nuevo gobierno” electo.

La Organización de Estados Americanos (OEA) realizará este viernes una reunión en su Consejo Permanente para analizar la crisis que vive la nación centroamericana tras los comicios.

La OEA condenó el paso 4 de julio el golpe de Estado y exigió por unanimidad el retorno “inmediato y seguro” del presidente Manuel Zelaya.

Según informes recibidos en Tegucigalpa, la mayoría de los gobiernos de la región anunciaron que no reconocerán los resultados de las elecciones ilegítimas, por lo que se descarta que la OEA logre un consenso en torno al tema de Honduras.

Manuel Zelaya expresó por su parte, que también continuará la lucha para que se restaure la democracia en su país. Igualmente confirmó su integración para impugnar los comicios, que denunció como ilegales por realizarse bajo un régimen de facto, que sólo buscaba “blanquear” el golpe de Estado del pasado 28 de junio.

Fuente: teleSUR-PL/kg-PR

Afianzar y profundizar el proceso: Claves del triunfo revolucionario de los pueblos de Bolivia

La revolución democrática y cultural de Bolivia, popular, antiimperialista y latinoamericanista es un proceso de reapropiación del poder por los de abajo: una reapropiación de la capacidad de poder hacer en aras de la vida propia, de la humanidad y la naturaleza, promoviendo la equidad, la justicia y la solidaridad entre los pueblos y entre la humanidad toda. Raizalmente democrática, la revolución boliviana constituye un claro bastión de vida. Esta es su impronta clave. El triunfo reciente reafirma, precisamente, la voluntad colectiva de continuar en su determinación de inventar-construir un nuevo modo de vida, cualidad que definen como la de “vivir bien”.

A diferencia de la clásica concepción capitalista del “bienestar”, centrada en el acceso a bienes materiales y económicos, el “vivir bien” incluye indicadores que parten de la afectividad, el reconocimiento y el prestigio social, expresa el encuentro fraternal entre pueblos y comunidades, respetando la diversidad e identidad cultural. Propone una convivencia comunitaria con interculturalidad y sin asimetrías de poder. Se trata también de vivir en armonía con la naturaleza. Es un “vivir bien” entre nosotros, que es diferente del ‘vivir mejor’ occidental, que es individual, separado de los demás e inclusive a expensas de los demás y de espaldas a la naturaleza.

Tal es, en apretada síntesis, la cosmovisión que los pueblos indígenas incorporaron al gobierno, a través del MAS y el Evo ‑como llaman con orgullo al Presidente sus hermanos y hermanas‑, abriendo un tiempo de oportunidades con una conciencia forjada en años de lucha contra la exclusión, la pobreza, la sumisión y el saqueo, por la igualdad de derechos de todos los ciudadanos y ciudadanas, contra la discriminación racial, por la justicia social, por la identidad, por el reconocimiento y respeto a la diversidad de culturas, contra la dependencia y el sometimiento.

Entre los primeros cambios estructurales fundamentales impulsados con éxito por el gobierno revolucionario se cuentan tres que considero claves para impulsar otros cambios: la nacionalización de los hidrocarburos; la convocatoria y realización de la Asamblea Constituyente con la aprobación popular de la Nueva Constitución; y la alfabetización universal. Articulado a lo anterior, se ha elaborado un novedoso Plan Nacional de Desarrollo para el período 2006-2010, orientado a poner fin a los “males” sociales heredados, acumulados y presentes. La propuesta, en gran medida ejecutada, es una verdadera obra maestra de la interrelación entre economía, sociedad, política y cultura de nuestros pueblos, y prueba la necesidad de abordar integralmente las soluciones a la exclusión y la pobreza, junto con el desarrollo.

Su éxito radica en que no aceptan ningún “modelo de desarrollo”, y abren las puertas a la creatividad colectiva de los pueblos para construirlo. Es por ello vital la articulación programática integral de las transformaciones políticas y socioeconómicas con los procesos de construcción (re-apropiación) de poder desde abajo por los pueblos, sus organizaciones comunitarias y movimientos sociales.
La construcción del Estado descolonizado y la Nueva Constitución Política del Estado

Una de las apuestas fuertes es la construcción de un Nuevo Estado. Este es concebido como potencia transformadora del cambio, expresión de un nuevo poder surgido de los sectores indígenas, populares, y de todos aquellos sectores sociales marginados y oprimidos durante siglos. Y para que este se realice, se hace necesaria la construcción de una estructura de poder, desde abajo, que haga presentes a todos los pueblos y culturas en las decisiones económicas y políticas del Estado. De ahí la trascendencia de la realización y aprobación de la Asamblea Constituyente. Y consiguientemente, del triunfo electoral de los candidatos del pueblo, Evo y Álvaro, en este 6 de diciembre, hito histórico que marca la profundización de los cambios, re-comenzando el proceso político revolucionario ahora fortalecido con la aplicación de las transformaciones promovidas y estipuladas en la Nueva Constitución, que respalda la participación de todos y todas los bolivianos y bolivianas, y reconoce el legítimo derecho igual de cada pueblo a vivir según sus culturas y tradiciones ancestrales, inter-articulándose en una Bolivia colectiva, plurinacional, intercultural.

El llamado es a todos y todas, sin tapujos ni dudas. La única exclusión es la autoexclusión. Y esta palidece frente a la grandeza de la obra presente y por venir. Todas las energías y saberes son necesarios. Consciente de ello, el proceso profundo y trascendente de la revolución boliviana no olvida ni relega a los sectores medios, sabiéndolos parte de su reserva cultural, y sector social que concentra valiosos recursos humanos. Por razones históricas de fragmentación social e intereses inculcados, su participación colectiva en el proceso revolucionario no es ni será sencilla, y reclama un llamado positivo y convocante. Consiguientemente, el haber logrado una nutrida y creciente presencia y participación activa de los sectores medios en la epopeya colectiva, resulta una conquista política y una gran enseñanza del proceso revolucionario boliviano y su conducción estratégica, para procesos similares del continente.
La construcción estratégica de la conducción colectiva del proceso

La revolución democrático-cultural de Bolivia muestra que los pueblos todos, con sus diferentes identidades y puntos de vista, toman en sus manos la construcción de una nueva civilización humana, cuando confían en sus capacidades y fuerzas para crear y motorizar los cambios. Y esta es otra de las grandes enseñanzas del proceso boliviano: la convergencia de movimientos sociales, con organizaciones de los pueblos indígenas y las de sus comunidades, como sustrato de su constitución, con Gobierno y Estado, dotándose de las herramientas político-sociales para ello: la herramienta político partidaria capaz de intervenir en el ámbito parlamentario-institucional (el MAS), y la fuerza social extraparlamentaria, al decir de István Meszaros, fuerza sociopolítica de liberación, nervio motriz y conducción estratégica, capaz de impulsar el proceso de cambios hacia objetivos mayores. De conjunto conforman el Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos, fuerza sociopolítica organizada que resulta cada vez más vital en sentido estratégico, y que ‑con sus logros‑, se ha (auto)colocado en la necesidad de crecerse en su protagonismo, avanzando en su conformación del actor político colectivo central, dinamizador y profundizador del proceso revolucionario.

Esta constituye hoy una de las enseñanzas palpables de Bolivia y también uno de sus desafíos mayores, puesto que la interrelación entre los pueblos organizados y su representación institucional presupone tensiones y contradicciones, y estas se mantendrán aun con los avances que, en este sentido, tendrán lugar a partir del presente período gubernamental marcado por la entrada en vigor de la Nueva Constitución. Esto es parte de la larga transición hacia lo nuevo, que se produce desde las entrañas del capital.

Perseverar y crecerse en este empeño, vencer a la reacción interna y al imperialismo multiplica la epopeya de los pueblos del país andino: Conscientes de que el camino se hace al andar, ellos, junto a sus recientemente confirmados gobernantes, persisten, fortalecidos, en sostener y profundizar el rumbo iniciado. Cuentan para ello con la admiración, el apoyo y la solidaridad de los pueblos de nuestra región y del mundo.

Histórico y contundente triunfo electoral de Evo

ALAI AMLATINA, 07/012/2009.- “El triunfo en Bolivia no sólo es para los bolivianos. Este triunfo de los bolivianos es, fundamentalmente, un justo reconocimiento, es una dedicación, a presidentes, a gobiernos, a pueblos antiimperialistas”, dijo el Presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales Ayma, al obtener un contundente e histórico 63 por ciento de apoyo en las elecciones generales realizadas el 6 de diciembre.

El indiscutible respaldo de los bolivianos y bolivianas, a la candidatura de Morales Ayma representan los dos tercios en la futura Asamblea Legislativa Plurinacional con aproximadamente 85-86 diputados de 130 y de 25-26 senadores de un total de 36.

De acuerdo a todos los datos, Morales Ayma candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) obtuvo el 63 por ciento de apoyo, Manfred Reyes Villa del Plan Progreso para Bolivia (PPB) llegó al 27.5 por ciento, Samuel Doria Medina de Unidad Nacional (UN) el 7 por ciento, René Joaquino de Alianza Social (AS) sólo el 3 por ciento y el resto de los candidatos menos del uno por ciento.

Hace cuatro años, el MAS ganó las elecciones generales con el respaldo del 53.7 por ciento de apoyo popular.

El presidente reelecto, en su mensaje a la nación, convocó a la oposición derrotada “a trabajar juntos por Bolivia”.

“Hago una convocatoria a autoridades que no quieren trabajar con Evo, a alcaldes, a cívicos, a empresarios, a intelectuales que dudan, a servir a Bolivia…Que vengan a trabajar por el pueblo boliviano, porque somos de la cultura del diálogo”, remarcó.

El MAS ganó de manera categórica en los departamentos de La Paz (78.), Oruro (77.3), Potosí (74.9%), Cochabamba (67.6%), Tarija (48.6%) y Chuquisaca (53.1%) y el PPB triunfó en Beni (53.7%), Pando (47.5%) y Santa Cruz (53.2%).

En las ciudades de los cuatro países del exterior: Argentina, Brasil, Estados Unidos y España donde los bolivianos sufragaron por primera vez también venció el MAS.

El candidato de la oposición, Manfred Reyes Villa, visiblemente afectado por la derrota electoral, sin referirse al llamado de trabajar de manera conjunta con el gobierno, reconoció que fueron derrotados por no tener la capacidad de haber conformado un proyecto político.

“Por no haber comprendido que deberían anteponerse primero los intereses nacionales antes que los intereses particulares personales. Hemos visto que en cinco departamentos, con esa fragmentación, se benefició al partido de gobierno”, dijo.

Proceso de cambio

El jefe del MAS anunció que una vez obtenido el objetivo de tener el control absoluto del Poder Legislativo, está obligado a acelerar el proceso de transformaciones que impulsa el gobierno desde hace cuatro años.

“Tenemos la enorme responsabilidad de profundizar, de acelerar este proceso de cambio. Que obtengamos más de dos tercios en las cámaras de Diputados y Senadores me obliga a acelerar este proceso de cambio”, aseveró.

En los primeros 180 días de la futura Asamblea Legislativa Plurinacional, de acuerdo a la nueva Constitución Política del Estado (CPE), se deben aprobar por dos tercios, cinco leyes fundamentales: del Órgano Electoral Plurinacional, del Régimen Electoral, del Órgano Judicial, del Tribunal Constitucional Plurinacional y la Ley Marco de Autonomías y Descentralización.

Morales Ayma, al manifestar que se tiene el camino abierto para aprobar las leyes con la mayoría oficialista, dijo que lo importante en el proceso de cambio es aplicar la nueva CPE. “Que obtengamos más de dos tercios nos obliga, me obliga, a acelerar el proceso de cambio“, insistió.

El primer artículo de la nueva CPE reza que “Bolivia se constituye en un Estado Unitario, Social de Derecho, Plurinacional, Comunitario, Libre, Independiente, Soberano, Democrático, Intercultural, Descentralizado y con Autonomías”.

La primera gestión de gobierno que se inició el 22 de enero de 2006 tiene su pilar fundamental en la revolución democrática y cultural.

“Hoy Bolivia nuevamente demuestra una vocación democrática, una revolución democrática, cultural, al servicio del pueblo. Nuevamente el pueblo boliviano hace historia, gracias a esa conciencia del pueblo. Lo que hoy ha visto el pueblo boliviano es cómo avanzar como un proyecto, con un programa del pueblo, al servicio del pueblo boliviano”, afirmó.

Récord de participación

De acuerdo a los primeros resultados obtenidos en las elecciones generales, se puede afirmar que en Bolivia se superaron todas las expectativas de participación. El 93.9 por ciento de las personas registradas en el nuevo Padrón Biométrico participó en las elecciones, cifra que se constituye en histórica porque es la más elevada en la era democrática del país.

El ausentismo electoral fue sólo del 6.1 por ciento, lo que representa un avance significativo y un empoderamiento del sistema democrático por parte del pueblo boliviano. El ausentismo en el área urbana llegó a 6.5 por ciento, mientras que en el área rural alcanzó el 5.5 por ciento.

Por primera vez en Bolivia, se realizaron las elecciones con un Padrón Biométrico y con un universo mayor a los 5.1 millones de habitantes.

Absoluta normalidad

Los observadores internacionales de la Organización de Estados Americanos (OEA), Unión Europea (UE), Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y otros destacaron el comportamiento y alto espíritu democrático de los bolivianos y bolivianas.

El jefe de la misión de la OEA, el colombiano Horacio Serpa, relevó “el alto índice de legitimidad democrática” de las elecciones generales del país. Los 124 representantes de la OEA destacaron la masiva y pacífica presencia del pueblo boliviano en los recintos electorales a lo largo y ancho del territorio nacional.

La jefa de misión de la UE, la eurodiputada rumana Renate Weber, destacó la tranquilidad con que se desarrollaron los comicios electorales, así como el nuevo sistema de votación y la participación de los bolivianos en el exterior.

Mientras que Florisvaldo Fier, jefe de la delegación del MERCOSUR, dijo que los 14 miembros que conformaron la misión de observadores en territorio boliviano destacaron la participación ciudadana.

“El nuevo sistema biométrico, conducido por la Corte Nacional Electoral, mostró ser un avance y una garantía de transparencia, algunas fallas de organización son menores, no incidieron en el normal desarrollo del acto eleccionario”, aseveró el observador internacional.

En las elecciones generales, los bolivianos y bolivianas, del campo y la ciudad, demostraron una vez más que apuestan y defienden el sistema democrático y, en esta coyuntura, apoyan y respaldan la profundización del proceso de cambio…

– Alex Contreras Baspineiro es periodista y escritor boliviano, ex vocero de gobierno. alexadcb@ hotmail. com