Declaración de la Asociación Americana de Juristas (AAJ) ante el Golpe de Estado en Honduras

Ante los acontecimientos de Honduras la Asociación Americana de Juristas –AAJ‐, organización no gubernamental con estatuto consultivo en el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, declara:

1. Que las fuerzas armadas hondureñas, en abierta violación a la Constitución Nacional y a su función específica (art 1, 2, 3, 4 y 245 inc. 16 de la C.N. de Honduras), han producido un golpe de estado, secuestrando al Presidente de la República, Manuel Zelaya Rosales, a quien han sacado por la fuerza e ilegalmente del país, contrariando lo dispuesto por el Art. 102 de la Carta Magna hondureña. Con igual violencia han secuestrado a la canciller de ese país, Patricia Rodas, y a los embajadores de Cuba, Nicaragua y Venezuela en Honduras, a quienes luego de golpearlos y amenazarlos abandonaron en la vía pública, en un escándalo diplomático sin precedentes, que, además, viola la Convención de Viena sobre las Relaciones Consulares.

2. Que en razón del repudio generalizado de los ciudadanos, han suspendido de facto las garantías constitucionales del pueblo hondureño, militarizando las calles y el espacio aéreo con el objetivo de amedrentar a la población. Asimismo, han dispuesto el corte del suministro eléctrico y las comunicaciones en un intento de aislar a la comunidad.

3. Que éstas acciones injustificables, son llevadas a cabo con el objeto de impedir una consulta popular no vinculante sobre la necesidad de modificar la Constitución Nacional. Más allá de la opinabilidad sobre el órgano que debe realizar la convocatoria, es evidente que se trata de un medio de democracia participativa, al que sólo pueden temerle las estructuras del poder tradicional responsable de la enorme pobreza del país, que respaldan la ruptura del sistema democrático y la violación del orden legal, intentando nuevamente imponer su voluntad por medio de la fuerza sobre una ciudadanía indefensa.

4. Que el Congreso de Honduras, violando la Constitución Nacional, se ha hecho cómplice del golpe militar al resolver inmediatamente la separación de su cargo del Presidente Manuel Zelaya, designando en su lugar al titular del cuerpo.

5. Estos hechos nos retrotraen a la política de instauración de dictaduras que eliminan toda posibilidad de cambio a favor de los intereses populares, como ya se manifestó en Venezuela en abril de 2002, y las tentativas más recientes en Bolivia, afortunadamente fracasadas, que habitualmente han contado con el estimulo y sostén de las embajadas de los Estados Unidos.

POR TODO ELLO RECLAMAMOS:

1. Que el Grupo Río, la UNASUR y las Naciones Unidas se expresen de inmediato condenando y repudiando el golpe militar, exijan el reestablecimiento del orden constitucional y exijan la restitución del presidente Zelaya.

2. Reconocemos la rapidez del pronunciamiento de la Organización de Estados Americanos (OEA) condenando el golpe militar en Honduras y esperamos que la OEA actúe con firmeza para restablecer el orden constitucional en Honduras y la restitución del presidente Zelaya.

3. Que los gobiernos de todos los países y organismos integrantes de la Comunidad Internacional sumen enérgicamente su repudio por esta nueva violación al Orden Democrático y a la Institucionalidad, desconociendo cualquier autoridad que pretenda instituirse de facto, y exigiendo retorne sus atribuciones nuevamente el Presidente electo constitucionalmente.

4. Una urgente movilización continental en reclamo de la inmediata restitución a sus funciones del Presidente Zelaya, la detención y juzgamiento de los responsables materiales e intelectuales del golpe de estado, y su juzgamiento ante los tribunales competentes.

La AAJ expresa su solidaridad y acompaña al pueblo hondureño en la lucha por su soberanía, autodeterminación y el cambio social,
y en su resistencia contra el imperialismo, el neoliberalismo y la usurpación del poder.

28 de junio de 2009
Vanessa Ramos Beinusz Szmukler
Presidenta AAJ Continental President Consejo Consultivo AAJ

Honduras: Estado de Sitio para frenar resistencia popular

Minga Informativa de Movimientos Sociales

Como también, para denunciar los atropellos que están cometiendo la Fiscalía de Derechos Humanos y otros organismos oficiales. Movilizaciones similares se desarrollaron en otras ciudades del país.

Con el propósito de quebrar la resistencia popular contra el golpismo, el Congreso Nacional decretó el Estado de Excepción en todo el país, a partir de las 22:00 horas hasta las 05:00 a.m. Esta medida, que equivale a Estado de Sitio, dispone la suspensión de las garantías ciudadanas contempladas en los artículos 69, 71, 72, 78, 79 de la Constitución (ver abajo), para justificar las violaciones que se vienen cometiendo en contra de los derechos humanos. Se oficializa así la indefensión, dejando la vía abierta a cualquier atropello contra los dirigentes populares, como puede ser la irrupción en domicilios y la captura de cualquier persona sin ninguna orden judicial, entre otras cosas.

En el marco de la marcha hacia la OEA, las organizaciones populares ratificaron la decisión de mantenerse en movilización permanente hasta la restitución del presidente Manuel Zelaya. El día de mañana la convocatoria es en el Obelisco para luego dirigirse al Congreso Nacional.

Los artículos de la Constitución que se encuentran suspendidos son:

Artículo No.69. La libertad personal es inviolable y solo con arreglo a las leyes podrá ser restringida o suspendida temporalmente

Artículo No.71. Ninguna persona puede ser detenida ni incomunicada por más de 24 horas sin ser puesta a la orden de autoridad competente para su juzgamiento. La detención judicial para inquirir no podrá exceder de 6 días contados desde el momento en que se produzca la misma.

Artículo No.72. Es libre la emisión de pensamiento por cualquier medio de difusión sin previa censura. Son responsables ante la ley los que abusen de este derecho y aquellos que por medios directos o indirectos restrinjan o impidan la comunicación y circulación de ideas y opiniones.

Artículo No.78. Se garantizan libertades de reunión y de asociación siempre que no sean contrarias al orden público y a las buenas costumbres.

Artículo No.79. Toda persona tienen derecho de reunirse con otras pacíficamente y sin armas, en manifestación pública o en asamblea transitoria, en relación con sus intereses comunes de cualquier índole, sin necesidad de aviso o permiso especial. Las reuniones al aire libre y de carácter político podrán ser sujetas a un régimen de permiso especial con el único fin de garantizar el orden público.

Artículo No.81. Toda persona tiene derecho a circular libremente, salir, entrar y permanecer en el territorio nacional. Nadie puede ser obligado a mudar de domicilio o residencia sino en los casos especiales y con los requisitos que la ley señala.

Artículo No.84. Nadie podrá ser arrestado o detenido sino en virtud de mandato escrito de autoridad competente, expedido con las formalidades legales y por motivo previamente establecido en la ley.

Artículo No.99. El domicilio es inviolable, ningún ingreso o registro podrá verificarse sin consentimiento de la persona que lo habita o resolución de autoridad competente. No obstante, puede ser allanado en caso de urgencia, para impedir la comisión o impunidad de delitos o evitar daños graves a la persona o a la propiedad.

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Más información sobre la resistencia popular en Honduras: noticias, pronunciamientos, fotos, audios y más: http://www.movimientos.org/honduras.php

Carta de los Cinco Héroes al presidente hondureño Manuel Zelaya

28 de junio de 2009

Con profunda indignación se han estremecido nuestras cinco celdas ante la brutal acción golpista en su patria, reminiscente de un pasado aún fresco en la memoria histórica centroamericana.

Pareciera que el siniestro esquema fracasado en Caracas y aplicado luego con éxito en Haití busca ahora, con su ensayo en Mesoamérica, revertir la inevitable tendencia histórica de nuestros pueblos hacia la superación de sus esquemas neocoloniales. Hoy toca al pueblo de Honduras, bajo su digna conducción y en una América que ya no es la misma, el honroso reto de sepultar para siempre al gorilismo, como instrumento de trasnochadas oligarquías reaccionarias para las que patria es sinónimo de mezquinos privilegios.

Como usted, conocemos por experiencia propia de la brutalidad del despertar bajo asalto armado, de la extracción a medio vestir de nuestros hogares, de la mezquindad de usar el poder judicial para justificar el crimen, del empleo de la amenaza para exigir la claudicación, y del más descarnado uso de la mentira en función de perversos fines.

Conocemos también del ánimo que infunden la oportuna expresión combativa de una hija, o la incondicional adhesión de la familia, o el clamor de la solidaridad universal, o el cariño incomparable de todo un pueblo.

Identificados con su postura digna, reflejo de su superioridad moral sobre los usurpadores, le extendemos, desde las prisiones imperiales que en 10 años no han podido encerrar nunca nuestra dignidad de revolucionarios cubanos, las expresiones de nuestro incondicional apoyo y la seguridad de que su pueblo, armado de su decencia y de su amor a la justicia, también vencerá.

Un fuerte abrazo de los Cinco.

Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René

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Los cinco: Presos cubanos en EEUU sin razón ni justificación. Ordenes judiciales de los mismos EEUU dejan claro que son inocentes, sin embargo la CIA los mantiene presos.

Golpe de Estado en Honduras: Más del mismo guión

Por Jenaro A. Díaz-Ducca*
1o. de julio del 2009

Para mucha gente consciente que ha tratado de informarse y formarse una opinión independiente sobre el golpe de Estado en Honduras, saltan a la vista muchos elementos en común entre este golpe y otros golpes de Estado vistos en fechas recientes. Podemos decir que el golpe de Estado en Honduras se asemeja de muchas maneras a un guión que se ha venido utilizando por parte de la Secretaría de Estado de los Estados Unidos, y que han aplicado los sectores militares, burgueses y mediáticos de las naciones afectadas.

El principal referente en los últimos años a la lamentable ruptura constitucional que está sucediendo en Honduras se encuentra en el intento de golpe que tuvo lugar en Venezuela el 11 de abril del 2002. De igual manera que en este 2009, el terreno fue preparado por los medios comerciales y la diplomacia estadunidense mediante una brutal campaña de difamación, insultos, cuestionamientos, mentiras y rumores que únicamente buscaban predisponer negativamente a la opinión pública doméstica e internacional en contra del mandatario. Acusándolo de “comunista”, “terrorista”, “corrupto”, o satanizándolo como “amigo de Fidel Castro”, se le trató de redefinir públicamente como “dictador” y “antidemocrático.” Es decir, cualquier acción tomada por otros sectores políticos o militares para deshacerse del presidente “amenaza” estarían previamente justificadas, pues evitarían el “caos” y la “destrucción de la nación”. Tanto en Venezuela en el 2002 como en Honduras en el 2008 y 2009, este ha sido el terrorismo sicológico de masas aplicado por los grandes medios comerciales, que siguen al pie de la letra los macabros manuales de la Secretaría de Estado y de la CIA, y que fueron desarrollados y aplicados durante los años sesentas y setentas, en contra de los regímenes democráticos de República Dominicana o Chile, por ejemplo. Recordemos además el patético papel de la (literalmente) cadena informativa CNN que en ambos casos, se encargó de utilizar eufemismos, edulcorar, manipular y ocultar la informacion con tal de disfrazar de Monas Lisas a los gorilas de turno. En ambos casos, este cerco del terrorismo mediático ha sido roto por la Internet mediante correos electrónicos, páginas de Internet, y videos aficionados con los que los hondureños y hondureñas se comunican con el resto del globo (valga mencionar también el valioso papel de teleSUR.net que ha sido ejemplar como periodismo valiente y comprometido con la verdad.)

Otro de los puntos en común entre Venezuela del 2002 y Honduras del 2009 es el procedimiento del golpe: en horas de la madrugada, comandos militares atacan la residencia del Presidente, a punta de fusil lo secuestran y se lo llevan. Mientras que en el caso de Hugo Chávez se le retuvo en una pequeña isla bajo resguardo de militares traidores, en el caso de Manuel Zelaya, se le expulsó del país de inmediato en un avión militar. Igualmente, en ambos casos los golpistas, es decir “el nuevo gobierno” anunciaron públicamente con la generosa cobertura de los grandes medios, “la carta de renuncia”, donde el Presidente “manifestaba” su dimisión al cargo. En el caso de Hugo Chávez, la mentira se derrumbó cuando soldados leales al presidente Constitucional lograron sacar subrepticiamente una nota de puño y letra del presidente Chávez donde negaba tal renuncia y que se publicara extensamente por Internet. En el caso del presidente Zelaya, fue de su boca que escuchamos por televisión (recién traído a Costa Rica por sus captores) que tal carta era totalmente falsa (posteriores análisis evidenciaron la burda falsificación de la firma del mandatario).

Uno de los aspectos más preocupantes en ambos golpes de Estado ha sido la posición ambigua y de doble discurso de los gobiernos estadunidenses (James Petras, Rebelión.org, 30/06/09). El gobierno de Bush, en el 2002 se mantuvo al margen de la situación, sin condenar el golpe, mientras que mantenían a la expectativa a varios destructores a orillas de las aguas territoriales de Venezuela. De manera muy similar, el gobierno de Obama denuncia “un golpe militar” pero no retira su embajador ni condena al gobierno espurio (recordemos también que el embajador estadunidense Hugo Llorens había salido casualmente de Honduras unos días antes del golpe.) En ambas instancias, se trata de naciones donde los EEUU tienen importantísimos intereses comerciales: en el caso de Venezuela, el principal proveedor de petróleo del continente; en el caso de Honduras, un “protectorado” (Eva Golinger, Rebelión.org, 28/06/09) donde los EEUU mantienen la base militar de Soto Cano, desde donde el gobierno de Reagan orquestó la Contra para la sangrienta guerra contra el gobierno sandinista de Nicaragua, así como escuadrones de la muerte bajo la dirección del entonces embajador de los EEUU ante Honduras, John Negroponte (recuérdese que Negroponte fue nombrado por Bush hace un par de años como embajador en Irak para que se encargara de organizar la campaña de terror y los escuadrones de la muerte en el país árabe.)

También se pueden mencionar los silencios cómplices que en ambos golpes han mantenido entidades que anteriormente manifestaban su oposición y “preocupación” por los “desmanes” de los gobiernos “izquierdistas” de Chávez y Zelaya. Tanto la Iglesia Católica (que el caso del cardenal de Caracas acudió a felicitar al presidente golpista para su “juramentación”) y la Sociedad Internacional de Prensa (SIP) exhiben un vergonzoso silencio en momentos en que el pueblo es brutalmente reprimido por las fuerzas policiales y militares, mientras que los medios de comunicación (canales de televisión, radioemisoras, periódicos) se encuentran amordazados y tomados físicamente por soldados en sus instalaciones. ¿Dónde está el cardenal Rodríguez Madariaga? ¿Por qué callan las iglesias católicas y protestantes, así como la SIP o Reporteros Sin Fronteras?

Dadas las similitudes de ambos golpes de Estado, nos queda un elemento determinante que fue el que dictó el desenlace democrático en Venezuela en el 2002 y el que lo hará en Honduras en el 2009: el pueblo, los campesinos, trabajadores, hombres y mujeres que saliendo a la calle se manifestaron pacífica y valientemente y desafiaron a los militares traidores y a los burgueses de los gobiernos golpistas. Así como los venezolanos y venezolanas tomaron las principales vías y exigieron el regreso de su presidente democráticamente electo, los hondureños y hondureñas se desplazan hacia la capital (a pesar de los retenes y ametrallamiento de autobuses, como ha reportado teleSUR) y se preparan en estos instantes para recibir a su presidente Constitucional Manuel Zelaya este sábado 4 de julio en Tegucigalpa.

¿Podrá la fascista oligarquía empresaria y terrateniente local, con el apoyo de los grandes medios comerciales y la Embajada de los EEUU evitar que el Presidente legítimo de Honduras retorne a su cargo con el apoyo de quienes lo eligieron democráticamente? Creemos que no, porque aunque muchos retrógrados todavía sueñan con los tiempos de la doctrina de “Seguridad Nacional” y la Guerra Fría, este siglo XXI será el siglo en el que los pueblos demostrarán su cultura democrática e impondrán su voluntad para votar por gobernantes que los representen y gobiernen en beneficio de los derechos humanos y económicos de las grandes mayorías. En este mometo no está en juego solamente el sistema democrático de Honduras, sino que el de toda Latinoamérica. ¡Adelante, hermanos y hermanas de Honduras con su ejemplo de democracia y resistencia pacífica para todo el mundo, los ciudadanos y ciudadanas de América y el mundo estamos con Ustedes!

  • Jenaro A. Díaz-Ducca es profesor y músico costarricense. Edita la revista latinoamericanista Lospobresdelatierra.org

Nóbel de la Paz hace llamado a Presidencias de América

Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nóbel de la Paz

A los Presidentes de los países del Continente Americano

Al secretario General de la OEA

A las Iglesias, Movimientos y organizaciones populares. Nuevamente surgen en el continente los golpes militares apoyados por el Pentágono y la CIA y los grupos de poder económico, eclesiástico y político que no quieren cambio alguno y están dispuestos a imponer nuevamente gobiernos dictatoriales en los países que intenten cambios estructurales y la conquista de la soberanía y autodeterminación de los pueblos.

Lo estamos viviendo en la República hermana de Honduras, víctima de un golpe de Estado por las fuerzas armadas y sus aliados contra el gobierno del Presidente Manuel Zelaya, a quien detuvieron y expulsaron del país, encontrándose actualmente en Costa Rica.

– El Presidente de Costa Rica, Oscar Arias asumió su responsabilidad en defensa del gobierno democrático hondureño al decir “que el golpe de
Estado contra el gobierno hondureño es un gran retroceso”, y expresando su solidaridad con el pueblo hermano, reclamando la restitución de Presidente Zelaya en su función presidencial.

– Rechazamos el golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya y reclamamos acciones urgentes de la OEA, y de los gobiernos en el continente para respetar y restituir en sus funciones de gobierno al mandatario depuesto, sin imposición alguna. Se debe juzgar y condenar a los militares golpistas y sus cómplices. No pueden quedar en la impunidad; son criminales que atentan contra la democracia y los derechos humanos del pueblo hondureño y dañan a todos los pueblos del continente y el mundo.

– Reclamamos al Presidente de los EE.UU. Barack Obama, intervenir urgentemente para que se respete al pueblo hondureño y su Presidente electo democráticamente.

– Que repudie el golpe de Estado llevado a cabo por las fuerzas armadas hondureñas y sus secuaces.

– Es hora que el gobierno de los EE.UU. cambie su política intervencionista en el continente latinoamericano y sepa respetar la voluntad de los pueblos. Las fuerzas armadas no actúan sin el consentimiento del Pentágono y de la CIA y la complicidad de empresarios, sectores eclesiásticos y políticos que siempre usaron y abusaron del poder para dominar al pueblo.

– Esos sectores antidemocráticos pretenden imponer conflictos y guerras de baja intensidad en la región para defender sus intereses y evitar la soberanía y autodeterminación de los pueblos.

-Reclamamos a la OEA, desconocer el gobierno golpista impuesto en Honduras.

– Desconocer al gobierno de facto y restituir en su cargo al Presidente elegido por el pueblo, Manuel Zelaya.

Pedimos a los movimientos y organizaciones populares del continente y de otros países solidarios:

-Repudiar el golpe de estado en Honduras

– Reclamar el restablecimiento en sus funciones del presidente Manuel Zelaya, sin condicionamiento alguno.

– Reclamamos sancionar a los militares y sus cómplices; parlamentarios, magistrados, empresarios y eclesiásticos, Que no pueden quedar en la impunidad

No podemos olvidar que quedan en el continente remanentes de fuerzas armadas golpistas, impregnadas de la Doctrina de Seguridad Nacional y con añoranza de las dictaduras que, en lugar de estar al servicio del pueblo, se han transformado en tropas de ocupación de sus propios pueblos, violando los derechos democráticos y los derechos humanos

No podemos olvidar que sectores antidemocráticos y golpistas intentaron imponer un golpe de Estado, contra el gobierno legítimo del Presidente Hugo Chávez, de la República Bolivariana de Venezuela y gracias a la acción y apoyo del pueblo venezolano y la solidaridad internacional, fue restituido al gobierno y se logró derrotar a los golpistas.

Los magistrados del Tribunal Electoral, la Corte y el Congreso, deben actuar de acuerdo a la Constitución Nacional y respetar el llamado a la consulta popular sobre la Reforma Constitucional y las decisiones democráticas del gobierno.

No pueden avalar y apoyar un golpe militar contra un gobierno constitucional, se ilegitiman por sus acciones y ponen en peligro todas las democracias en el continente, al apoyar un gobierno de facto, inmoral e ilegítimo.

Por el derecho de los pueblos a su soberanía y autodeterminación decimos: ¡¡¡¡¡¡ No a los golpes militares. Basta ya!!!!!!!

Los pueblos son los constructores de su propia vida y de su propia historia.

Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nóbel de la Paz

ASONOG: Pronunciamiento sobre Honduras

PRONUNCIAMIENTO

Primero: Lamentamos profundamente la situación de caos e inestabilidad originados por la pugna entre los grupos de poder que por años han manejado el país a su antojo y conveniencia, desconociendo reiteradamente la voluntad y aspiraciones de las grandes mayorías por construir un estado digno, transparente y verdaderamente democrático.

Segundo: Que en apego a nuestro estado de derecho, rechazamos y desaprobamos categóricamente el Golpe de Estado contra el legítimo presidente electo por el pueblo Hondureño, pues esta acción además de inconstitucional nos sitúa ante el mundo como una sociedad carente de todo diálogo y desfasada del nuevo orden mundial.

Tercero: Demandamos un inmediato restablecimiento del sistema democrático que ha sido violentado por el golpe de estado y la restitución del presidente electo en apego a nuestra constitución y demás leyes.

Cuarto: Que como organización respetuosa de la ley, no podemos reconocer al actual gobierno, nombrado por el Congreso Nacional por no haber sido electo democráticamente, sino producto de una sucesión forzada.

Quinto: Condenamos el silencio al que han sido sometidos algunos medios de comunicación y la violación al derecho de la libre expresión, y la persecución política de la que han sido víctimas lideres de diferentes movimientos sociales a nivel nacional.

Sexto: Demandamos que se juzgue y condene a quienes han orquestado y ejecutado este duro golpe en contra de la democracia y el pueblo de Honduras.

Hacemos un llamado a los diferentes sectores del país, para que en pos de la unidad de la nación promovamos el diálogo y encontremos los mecanismos que nos permitan el restablecimiento del sistema democrático en Honduras.

Santa Rosa de Copan 29 Junio 2009

Latinoamérica empuja a un Washington reacio a que apoye la democracia en Honduras

Las primeras declaraciones de la Casa Blanca en respuesta al golpe fueron débiles y evasivas. En ellas no se denunciaba el golpe, sino más bien se hacía un llamado a “todos los actores políticos y sociales en Honduras a respetar las normas democráticas, el Estado de derecho y los principios de la Carta Democrática Interamericana”.

Esas declaraciones diferían con las de otros presidentes del hemisferio, como Lula da Silva de Brasil y la presidenta Cristina Fernández de Argentina, quienes denunciaron el golpe y exhortaron a que se restituyera al presidente Zelaya. La Unión Europea también emitió una respuesta similar, menos ambigua y más inmediata.

Más adelante, ese mismo día, a medida que la respuesta de otras naciones se hizo más clara, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, hizo una declaración más fuerte en la cual se repudiaba el golpe – pero sin referirse a éste como un golpe. Además, no hacía mención alguna sobre el retorno de Zelaya a la presidencia.

La Organización de Estados Americanos, el Grupo de Río (la mayor parte de Latinoamérica) y la Asamblea General de las Naciones Unidas han todos llamado a que se dé el “retorno inmediato e incondicional” del presidente Zelaya.

Las fuertes posiciones desde el Sur resultaron en declaraciones anónimas de funcionarios del Departamento de Estado que mostraban más apoyo al retorno del presidente Zelaya. Para la tarde del lunes, el presidente Obama finalmente declaró: “Nosotros creemos que el golpe no fue legal y que el presidente Zelaya sigue siendo el presidente de Honduras…”

Pero más tarde, ese mismo lunes en una conferencia de prensa, se le preguntó a la secretaria de Estado Clinton si “restaurar el orden constitucional” en Honduras significaba el retorno de Zelaya. La secretaria nunca dio una respuesta afirmativa.

¿Por qué tanto recelo en llamar abiertamente al retorno inmediato e incondicional de un presidente electo, así como lo había hecho el resto del hemisferio y las Naciones Unidas? Una posibilidad obvia es que Washington no comparte estos objetivos. Los líderes del golpe no tienen apoyo internacional pero aún podrían tener éxito en lograr que pase el tiempo – Zelaya tiene menos de seis meses para terminar su mandato. ¿Apoyará el gobierno de Obama la imposición de sanciones en contra del gobierno golpista para prevenir que esto suceda? Los gobiernos vecinos de Guatemala, Nicaragua y El Salvador ya han hecho las primeras advertencias al anunciar una suspensión del comercio por 48 horas.

A diferencia de esto, una razón para la reticencia de Hillary Clinton de llamar al golpe un golpe es la prohibición, bajo la Ley de ayuda al extranjero de Estados Unidos (U.S. Foreign Assistance Act), de proveer fondos a gobiernos en donde el jefe de Estado haya sido destituido por un golpe militar.

La palabra ‘incondicional’ también es clave en esta situación: el gobierno estadounidense quizás quiera extraer alguna concesión de Zelaya como parte de un acuerdo para su retorno a la presidencia. Pero así no es como funciona la democracia. Si Zelaya quiere negociar algún acuerdo con sus oponentes políticos luego de haber retornado, ésa es otra historia. Pero nadie tiene el derecho de extraerle concesiones políticas en el exilio, a punta de pistola.

No hay excusa alguna para este golpe. Una crisis constitucional se desató cuando el presidente Zelaya le ordenó al ejército que distribuyera los materiales para un referendo no vinculante que se llevaría a cabo el domingo pasado. El referendo le pedía a los ciudadanos que votaran sobre si incluir una propuesta para una asamblea constituyente, para redactar una nueva constitución, en las elecciones de noviembre. El jefe del ejército, el general Romeo Vásquez, se rehusó a llevar a cabo las órdenes del presidente. El presidente, como comandante en jefe del ejército, despidió a Vásquez, con lo cual el ministro de defensa renunció. La Corte Suprema posteriormente dictaminó que el despido de Vásquez por parte del presidente era ilegal y la mayoría en el congreso se ha mostrado en contra del presidente Zelaya.

Los partidarios del golpe argumentan que el presidente violó la ley al intentar proceder con el referendo después de que la Corte Suprema fallara en contra de éste. Ésta es una cuestión legal; puede ser cierto o puede ser que la Corte Suprema no tuviera base legal para emitir esa sentencia. Pero esto es irrelevante para lo que ha sucedido: el ejército no es el árbitro de una disputa constitucional entre los varios poderes del Estado. Esto es particularmente cierto en este caso, en el que el referendo que se proponía era un plebiscito no vinculante y meramente de carácter consultivo. No habría cambiado cualquier ley, ni habría afectado la estructura de poder; era simplemente una encuesta al electorado.

Por consiguiente, el ejército no puede afirmar que actuó para prevenir un daño irreparable. Éste es un golpe militar llevado a cabo con propósitos políticos.

Existen otras cuestiones sobre las cuales nuestro gobierno se ha mantenido raramente silencioso. Los informes de represión política, del cierre de estaciones de radio y TV, de la detención de periodistas, detención y abuso físico de diplomáticos y de lo que el Comité para la Protección de Periodistas ha llamado una “censura de los medios”, son eventos que aún esperan por ser seriamente reprochados por Washington. Al controlar la información y reprimir la disensión, el gobierno de facto de Honduras está también creando el marco para unas elecciones injustas en noviembre.

Muchos informes han contrastado el rechazo del gobierno de Obama al golpe hondureño con el apoyo inicial del gobierno de Bush al golpe militar de 2002 que derrocó brevemente al presidente Hugo Chávez en Venezuela. Pero de hecho hay más similitudes que diferencias entre la respuesta estadounidense a estos dos eventos. En el marco de un día, el gobierno de Bush revirtió su posición oficial sobre el golpe venezolano debido a que el resto del hemisferio había anunciado que no reconocería al gobierno golpista. De manera similar, en este caso, el gobierno de Obama está siguiendo al resto del hemisferio, tratando de no ser la excepción, pero al mismo tiempo, sin realmente compartir su compromiso con la democracia.

No fue sino hasta algunos meses después del golpe venezolano que el Departamento de Estado admitió que le había brindado apoyo financiero y de otro tipo a “individuos y organizaciones que se entiende que estuvieron activamente involucrados en la breve expulsión del gobierno de Chávez”. En el golpe hondureño, el gobierno de Obama afirma que intentó disuadir al ejército hondureño para que no tomara esta acción. Sería interesante saber cómo se llevaron a cabo estas discusiones. ¿Será que los funcionarios del gobierno dijeron, “Ustedes saben que tendremos que decir que estamos en contra de una movida como ésa si la llevan a cabo, porque todo el mundo lo hará”? O será que más bien dijeron, “No lo hagan, porque haremos todo lo que esté a nuestro alcance para revertir cualquier tipo de golpe”? Las acciones del gobierno desde que ocurrió el golpe apuntan a algo más parecido a lo primero, sino hasta peor.

La batalla entre Zelaya y sus oponentes pone de frente a un presidente reformista apoyado por sindicatos laborales y organizaciones sociales en contra de una élite política corrupta, con conexiones al narcotráfico, que opera al estilo de una mafia y que está acostumbrada a escoger no solamente a la Corte Suprema y al Congreso, sino al presidente también. Es una historia recurrente en Latinoamérica, y Estados Unidos casi siempre se ha puesto del lado de las élites. En este caso, Washington tienen una relación muy cercana con el ejército hondureño, desde hace ya décadas. Durante los años ochenta, Estados Unidos utilizó bases en Honduras para entrenar y armar a los ‘contras’, los paramilitares nicaragüenses que se dieron a conocer por sus atrocidades en la guerra en contra del gobierno sandinista en el vecino país de Nicaragua.

El hemisferio ha cambiado substancialmente desde el golpe venezolano de abril de 2002, con otros once gobiernos de izquierda siendo elegidos posteriormente. Un conjunto entero de normas, instituciones y relaciones de poder entre el Sur y el Norte en el hemisferio han sido alteradas. El gobierno de Obama enfrenta hoy a vecinos que están mucho más unidos y mucho menos dispuestos a ceder en cuestiones fundamentales de democracia. Es por eso que la secretaria de Estado Clinton probablemente no tendrá mucho espacio de maniobra. Sin embargo, la ambivalencia del gobierno será notada en Honduras y muy probablemente podría motivar al gobierno de facto a que intente aferrarse al poder. Eso podría ocasionar muchos daños.

July 1, 2009, The Guardian Unlimited

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* Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de Michigan. Es coautor, junto con Dean Baker, del libro Social Security: The Phony Crisis (University of Chicago Press, 2000), y ha escrito numerosos informes de investigación sobre política económica. Es también presidente de la organización Just Foreign Policy.

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Latin America Drags a Reluctant Washington Into Supporting Democracy in Honduras

By Mark Weisbrot

July 1, 2009, The Guardian Unlimited

The military coup that overthrew Honduras’ elected president Manuel Zelaya brought unanimous international condemnation. But some country’s responses have been more reluctant than others, and Washington’s ambivalence has begun to raise suspicions about what the U.S. government is really trying to accomplish in this situation.

The first statement from the White House in response to the coup was weak and non-committal. It did not denounce the coup but rather called upon “all political and social actors in Honduras to respect democratic norms, the rule of law and the tenets of the Inter-American Democratic Charter.”

This contrasted with statements from other presidents in the hemisphere, such as Lula da Silva of Brazil and President Cristina Fernandez of Argentina, who denounced the coup and called for the re-instatement of President Zelaya. The European Union issued a similar, less ambiguous, and more immediate response.

Later in the day, as the response of other nations became clear, Secretary of State Hillary Clinton issued a stronger statement, that condemned the coup – without calling it a coup. But it still didn’t say anything about Zelaya returning to the presidency.

The Organization of American States, the Rio Group (most of Latin America), and the United Nations General Assembly have all called for the “immediate and unconditional return” of President Zelaya.

The strong stances from the South brought statements from anonymous State Department officials that were more supportive of President Zelaya’s return. And by Monday afternoon President Obama finally said, “We believe that the coup was not legal and that President Zelaya remains the president of Honduras . . .”

But at a press conference later on Monday, Secretary of State Clinton was asked if “restoring the constitutional order” in Honduras meant returning Zelaya himself. She would not say yes.

Why such reluctance to openly call for the immediate and unconditional return of an elected president, as the rest of the hemisphere and the United Nations has done? One obvious possibility is that Washington does not share these goals. The coup leaders have no international support but they could still succeed by running out the clock – Zelaya has less than six months left in his term. Will the Obama administration support sanctions against the coup government in order to prevent this? The neighboring governments of Guatemala, Nicaragua, and El Salvador have already fired a warning shot by announcing a 48-hour cut-off of trade.

By contrast, one reason for Hillary Clinton’s reluctance to call the coup a coup is because the U.S. Foreign Assistance Act prohibits funds going to governments where the head of state has been deposed by a military coup.

Unconditional is also a key word here: the Administration may want to extract concessions from Zelaya as part of a deal for his return to office. But this is not how democracy works. If Zelaya wants to negotiate a settlement with his political opponents after he returns, that is another story. But nobody has the right to extract political concession from him in exile, over the barrel of a gun.

There is no excuse for this coup. A constitutional crisis came to a head when President Zelaya ordered the military to distribute materials for a non-binding referendum to be held last Sunday. The referendum asked citizens to vote on whether they were in favor of including a proposal for a constituent assembly, to redraft the constitution, on the November ballot. The head of the military, General Romeo Vasquez refused to carry out the President’s orders. The president, as commander-in-chief of the military, then fired Vasquez, whereupon the Defense Minister resigned. The Supreme Court subsequently ruled that the president’s firing of Vasquez was illegal, and the majority of the Congress has gone against President Zelaya.

Supporters of the coup argue that the president violated the law by attempting to go ahead with the referendum after the Supreme Court ruled against it. This is a legal question; it may be true, or it may be that the Supreme Court had no legal basis for its ruling. But it is irrelevant to the what has happened: the military is not the arbiter of a constitutional dispute between the various branches of government. This is especially true in this case, in that the proposed referendum was a non-binding and merely consultative plebiscite. It would not have changed any law nor affected the structure of power; it was merely a poll of the electorate.

Therefore, the military cannot claim that it acted to prevent any irreparable harm. This is a military coup carried out for political purposes.

There are other issues where our government has been oddly silent. Reports of political repression, the closing of TV and radio stations, the detention of journalists, detention and physical abuse of diplomats, and what the Committee to Protect Journalists has called a “media blackout” have yet to draw a serious rebuke from Washington. By controlling information and repressing dissent, the Honduran de facto government is also setting the stage for unfair elections in November.

Many press reports have contrasted the Obama administration’s rejection of the Honduran coup with the Bush administration’s initial support for the 2002 military coup that briefly overthrew President Hugo Chavez in Venezuela. But actually there are more similarities than differences between the U.S. response to these two events. Within a day, the Bush administration reversed its official position on the Venezuelan coup, because the rest of the hemisphere had announced that it would not recognize the coup government. Similarly, in this case, the Obama administration is following the rest of the hemisphere, trying not to be the odd man out but at the same time not really sharing their commitment to democracy.

It was not until some months after the Venezuelan coup that the State Department admitted that it had given financial and other support “to individuals and organizations understood to be actively involved in the brief ouster of the Chavez government.”

In the Honduran coup, the Obama administration claims that it tried to discourage the Honduran military from taking this action. It would be interesting to know what these discussions were like. Did administration officials say, “You know that we will have to say that we are against such a move if you do it, because everyone else will?” Or was it more like, “Don’t do it, because we will do everything in our power to reverse any such coup.”? The administration’s actions since the coup indicate something more like the former, if not worse.

The battle between Zelaya and his opponents pits a reform president who is supported by labor unions and social organizations against a mafia-like, drug-ridden, corrupt political elite who is accustomed to choosing not only the Supreme Court and the Congress, but also the president. It is a recurrent story in Latin America, and the United States has almost always sided with the elites. In this case, Washington has a very close relationship with the Honduran military, which goes back decades. During the 1980’s, the U.S. used bases in Honduras to train and arm the Contras, Nicaraguan paramilitaries who became known for their atrocities in their war against the Sandinista government in neighboring Nicaragua.

The hemisphere has changed substantially since the Venezuelan coup in April of 2002, with 11 more left governments having been elected. A whole set of norms, institutions, and power relations between South and North in the hemisphere have been altered. The Obama administration today faces neighbors that are much more united and much less willing to compromise on fundamental questions of democracy. So Secretary of State Clinton will probably not have that much room to maneuver. Still, the administration’s ambivalence will be noticed in Honduras and can very likely encourage the de facto government there to try and hang on to power. That could be very damaging.

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  • Mark Weisbrot is co-director of the Center for Economic and Policy Research, in Washington, D.C. He received his Ph.D. in economics from the University of Michigan. He is co-author, with Dean Baker, of Social Security: The Phony Crisis (University of Chicago Press, 2000), and has written numerous research papers on economic policy. He is also president of Just Foreign Policy.

Costa Rica solidaria con Honduras

La oligarquía hondureña, junto a los gorilas militares, derrocaron el pasado domingo 28 de junio al Presidente Constitucional Manuel Zelaya Rosales, acto que ha sido tajantemente rechazado por la comunidad internacional, incluídos los organismos de integración regionales de todo el mundo como la Unión Europea, la OEA, la ONU, el Grupo de Río, los países del ALBA y el SICCA.

Todos los y las costarricenses, amantes de la democracia, rechazamos las brutalidades acciones del gobierno de facto que derrocó el constitucional gobierno de Zelaya, impone el toque de queda y, en estos momentos impone el reclutamiento forzado al ejército y restringe aún más las libertades individuales.


Albino Vargas Barrantes, Secretario General de ANEP


José Merino del Río, Diputado Frente Amplio

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El documento entregado a la Cancillería en el mitín de hoy plantea lo siguiente.

Hacemos del conocimiento de todos los medios de comunicación colectiva y al noble pueblo costarricense que:

1- Repudiamos de forma categórica el “golpe de Estado” que ante la gestión democrática, popular y constitucional del Presidente Manuel Zelaya, ha sido llevado adelante por el ejercito hondureño en contubernio con los sectores oligárquicos neoliberales más reaccionarios de ese país.

2- Exigimos de parte del Gobierno de Costa Rica todas las acciones necesarias, a nivel nacional e internacional, tendientes a conseguir la restitución inmediata del Presidente Zelaya y el orden constitucional en la hermana República de Honduras.

3- Hacemos respetuoso llamado a todas las las organizaciones sociales, políticas y personas comprometidas con las instituciones democráticas, a solidarizarse con el hermano pueblo Hondureño, y exigir a los golpistas la devolución del Gobierno, al Presidente Zelaya.

4- Convocamos a todos y todas a mostrar el espíritu solidario que siempre nos ha caracterizado y mostrar nuestra indignación por la atroz violación de la democracia hondureña, presentándonos el miércoles 1 de julio a partir de la 11:00 a.m., frente a la cancillería de la República (Casa Amarilla), en donde estaremos expresando nuestra solidaridad al pueblo de Honduras, que hoy lucha en las calles para que la constitucionalidad democrática les sea restituida.

Golpe de Estado en Honduras: El eterno modelo

Las palabras en política tienen por lo general un doble trasfondo en el tiempo. Nunca una ruptura democrática fue más inoportuna que ésta en Honduras, respecto al discurso de Obama en la última Cumbre de las Américas llamando a un nuevo clima de relaciones en la región partiendo de las democracias en los países. Honduras y su elite, planteaba el otro modelo.

La mira política del mundo está puesta en esta nación centroamericana que si bien no tiene el peso estratégico y nuclear de Irán, pone el dedo en la llaga en eso de exhibir donde está el poder real.

Coloca una presión más a la nueva política internacional que intenta implementar EEUU. Aunque condenando el golpe, la administración Obama ha puesto el acento más crítico en las violaciones a los DDHH en Irán que a la ruptura democrática en Honduras.

Como es habitual, el asunto se trivializa en los medios por la variable Presidente Chávez y su influencia en Centroamérica. El Presidente venezolano se ha transformado para cierta prensa en una suerte de “Ahmadinejad de la región”, con sus propios “Hamas” y Hezbollah”, haciendo perder de vista los temas intrínsecos en Honduras.

Un clásico del New York Times: “Ejército hondureño derroca un aliado de Chávez”. La prensa que funciona con la perspectiva de poder de la Alianza Transatlántica, que justamente Chávez y su influencia le parece complicar, ha recibido el golpe con beneplácito y no hay que leer entrelíneas.

Basta ver el sesgo de El País de España, The Guardian inglés y los medios de la región sumidos en compromisos de lobby y rentabilidad con el poder transatlántico para insistir en la alianza de Chávez con Zelaya. El que éste haya comenzado a hacer algunas reformas sociales es secundario.

El “golpeado” Presidente Zelaya, un derechista en la raíz, como la mayor parte de la elite del poder hondureña, había concebido una forma de descongestionar la concentración del poder económico y político en Honduras. Se había transformado en el izquierdista inesperado. Un verdadero serendipiti, hasta que sus opositores comienzan a declararle la guerra.

Había hecho avances para algo que en general es un imposible: generar reformas sociales en beneficio de los más vulnerables sin pasar por la violencia y el revanchismo de clase. La situación estuvo muy bien descrita y analizada por el periodista Nibaldo Mosciatti en su reportaje del día domingo en Bío Bío La Radio.

En el más puro estilo de los años 60 y 70, fue el golpe clásico. Con el tradicional conflicto de poderes donde confluye la ausencia de contención de la tradicional oligarquía hondureña, en este caso, incapaz de aceptar la inserción de los pobres en su espacio de poder absoluto.

Zelaya había perdido el apoyo del poder judicial y del congreso para organizar una votación que le permitiera una convocatoria de prolongación en el cargo que replicaba los ejemplos de los Presidentes Correa, Morales y Chávez en plena “zona bananera estadounidense”, dicho esto con todo respecto a las bananas y a los países.

Este proceso se ha detenido con mucha violencia para Zelaya, algunos miembros de su gabinete como su canciller y miembros de su familia. Según fuentes hondureñas, la vehemencia de la entrada de los militares a los lugares en donde se encontraban las depuestas autoridades fue inusitada, siendo amenazados de muerte si se resistían.

El golpe ha revelado una mecánica no nueva pero descontinuada. Se están usando poderes del estado como el poder judicial y el congreso para destituir a un presidente con el apoyo operativo de las FFAA. Zelaya había solicitado la renuncia del general en jefe de las FFAA la pasada semana, demostrando que el golpe estaba fraguado.

Funcionarios hondureños entrevistados no se imaginaban lo que estaba en desarrollo, y ni siquiera se filtró la noticia de una operación casi perfecta para hacerla aparecer como constitucional.

En una conferencia de prensa, Robert Gibbs el Encargado de Prensa de la Casa Blanca, era “encañonado” con una pregunta: “Hasta qué punto la administración conocía de antemano el golpe de estado”. Gibbs, no reconoció tener información. Un funcionario hondureño se resistía a esta versión.

A EEUU le va a costar desprenderse de las viejas aureolas. Aquí hay una responsabilidad compartida en la región y en los debates que se llevan a cabo en múltiples foros internacionales respecto al avance sostenido y a veces elogiado como de excepcional de las democracias en América Latina, siendo que ello no es tal.

El marco institucional existente en América latina abre la compuerta para los estados de excepción, situación que proviene del exceso de poder de las elites, y que en Honduras aparece como un derecho irrenunciable.

La complacencia de la ciudadanía acepta fácilmente la divulgación de una democracia reducida al voto y al debate de las elites en los medios, mientras el acceso a desarrollar una vigorosa capacidad analítica en la población se hace cada vez más limitado. La gente quiere comer y pagar deudas, no quiere debatir y el voto es como un acto automático del sistema consumo-producto.

Mientras Obama alababa el modelo de Chile, los militares y la oligarquía en Honduras respondían con la dialéctica de lo concreto con su otro modelo.

*Especial para ARGENPRESS. info

La naturaleza golpista de las oligarquías latinoamericanas

Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.

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El Presidente Zelaya cometió el “delito” de sensibilizarse acerca de la espantosa pobreza imperante en su país, precisamente por la codiciosa y desenfrenada voracidad de riqueza de esa oligarquía golpista de toda una vida; oligarquía que, por cierto, tiene en Costa Rica su buena cantidad de amigos y socios de negocios.

Y es que no debemos olvidarnos de que con tal de mantener el poder y su abominable sistema de concentración de riqueza, esas oligarquías son capaces de todo: matar, asesinar, comprar conciencias, corromper sueños y destruir ilusiones; exiliar, torturar, desaparecer y dar golpes de Estado; estafar, alterar mercados, tipos de cambio, etc.; concesionar, privatizar, ofrecer sobornos y dádivas; construir monopolios y oligopolios; manipular opinión pública, engañar, desinformar, excluir sectores, invisibilizar opiniones distintas; hacer juicios sumarios y condenar a priori; mentir descaradamente; arreglan encuestas y suben y bajan figuras según sus intereses de negocios; intoxican con novelas baratas, relajan valores morales y predican el culto al dinero, al consumismo, a la banalidad y a la promiscuidad con la “telebasura”, a fin de adormecer y domeñar la conciencia popular.

Ese tipo de oligarquía la vimos actuar en Costa Rica con ocasión de la lucha contra el TLC: mintió, manipuló, compró votos, repartió comestibles, latas de zinc, sacos de cemento, dinero en efectivo, arregló encuestas, etc.; todo a falta de ideas y ante la pobreza de argumentos. Sus grandes medios de comunicación, insultaron, denegaron derechos de respuesta, calumniaron, difamaron e injuriaron a todos cuantos nos pusimos a “su” TLC. Desdibujaban, escondían, invisibilizaban nuestras marchas y eventos. Ocultaron y/o minimizaron la más grande concentración cívica de la historia nacional, la del domingo 30 de setiembre de 2007. Violentaron sus propias reglas cuando sometieron al otrora sacrosanto tribunal electoral, acabaron con la independencia de poderes según sus parámetros de democracia representativa, llevando, incluso, al tribunal constitucional al peor descrédito de toda su historia.

Esas oligarquías, egoístas y codiciosas son igualititas unas de otras. Ahora están dolidas porque han venido perdiendo hegemonía política en varios países latinoamericanos y las tienen a la defensiva; y en otros, ya tienen debilidades de control para seguir manteniendo su “status quo” de privilegio.

Por eso siguen mintiendo y manipulando con los “grandes” medios de comunicación colectiva que controlan en ámbito nacional y multinacional. Por ejemplo, resultó sumamente indignante ver a la cadena de noticias CNN en Español, hablando de “Honduras: sucesión forzada”, en vez de lo que ha pasado ahí, un verdadero Golpe de Estado en toda la extensión de la palabra y en toda la profundidad del concepto político: perseguidos, detenidos, desaparecidos, exiliados, cierre de medios opositores, persecución, gases lacrimógenos, bala, muertos, etc. No hay otro calificativo para CNN en Español que el de “cadena golpista”.

Igualmente, indigna escuchar, por ejemplo, a Telenoticias de Canal 7, hablando del usurpador del poder en Honduras, nombrándole como “Presidente constitucional”, tal y como lo notamos en la edición matutina de este martes 30 de junio. Doña Pilar, don Ignacio: con todo respeto y en honor a la gran autoridad que la audiencia de este país democrático les ha dado: ¿ustedes creen que el señor Micheletti es el “presidente constitucional” de Honduras?…

Hay algo positivo en todo esto, pese al dolor y a la indignación que causa. La respuesta militarista y golpista de la oligarquía hondureña, es una esclarecedora señal de impotencia, de pobreza intelectual, de pérdida absoluta de valores, de ausencia de toda ética y de inmoralidad política llevada a su máxima y más deplorable expresión. Ellas, las oligarquías latinoamericanas, están desacreditadas y desprestigiadas, pues ya son varias las derrotas estratégicas que vienen sufriendo. Es cuestión de tiempo, como también es cuestión de tiempo para que en Costa Rica su hegemonía política decaiga. Ya hemos estado cerca de lograr tal objetivo. Ya hemos comprobado que es posible. Por ahora, concentrémonos en dar toda nuestra solidaridad al pueblo hondureño y a su legítimo presidente constitucional, el señor José Manuel Zelaya Rosales.