El próximo viernes 11 de diciembre terminará lo que será registrada como la cumbre planetaria más importante jamás celebrada en torno al delicadísimo tema del cambio climático o, lo que es lo mismo, la discusión sobre la sobrevivencia misma de la especie humana y, en general, de toda forma de vida en la Tierra.
Ciento noventa y cinco países, y al más alto nivel político de cada gobierno y Estado están sesionando en la capital de Francia, buscando un acuerdo profundo para la salvación del planeta, evitando que el calentamiento global por el efecto perverso de los gases efecto invernadero (GEI) aumente la temperatura de la Tierra que, si no se hace nada ya y en serio, podría subir en 2 grados centígrados o más.
De llegarse a tal extremo ni siquiera podemos imaginar sus consecuencias, aunque ya están determinadas como exterminantes para muchas personas, comunidades y la misma biodiversidad.
Los sindicatos costarricenses tenemos ya la obligación de incluir en nuestra agenda de lucha este asunto del cambio climático. Especialmente, estamos en un momento oportuno para ello, pues ahora se está puntualizando que se ha llegado ya a una situación tal que la relación entre el cambio climático y los Derechos Humanos se torna intrínsecamente concatenada.
En la medida en que el clima se degrade más, más vulnerable se volverá la vida y, dados los espantosos niveles de concentración de la riqueza en el mundo, serán los pueblos trabajadores los que más han de sufrir por el marcado deterioro de su propia convivencia social.
En tal sentido y en el caso de la corriente sindical que representamos, los lineamientos que nos brinda la Internacional de Servicios Públicos (ISP) sirven de punto de partida para que el Movimiento Sindical Costarricense abra su agenda de lucha en esto del cambio climático.
La ISP es una organización sindical global de los servicios públicos de la cual forma parte la agrupación laboral de base que nos ocupa: ANEP.
En su pronunciamiento “El cambio climático: COP21” (http://www.world-psi.org/es/el-cambio-climatico-cop21), con relación al evento actualmente en desarrollo en Francia, la ISP indica lo siguiente: “El marco político y económico necesario para resolver la crisis del clima requiere que nos centremos, entre otras cosas, en las infraestructuras públicas, en los servicios públicos y en poner los recursos adecuados a disposición de un proceso de Transición Justa para los trabajadores y las comunidades, que propicie la creación de nuevos empleos, proteja el planeta y aborde la injusticia social.
Los gobiernos tienen un papel fundamental que desempeñar en la resolución de la crisis climática, porque las empresas están demostrando que forman parte del problema y son incapaces de ofrecer las soluciones que el mundo necesita, ya el mercado no responde al interés general”.
Además, ISP agrega: “Las soluciones a los problemas climáticos precisan una transformación profunda del paradigma de desarrollo socioeconómico vigente, incluido un cambio industrial.
No nos referimos sólo a algunos cambios técnicos en la producción de la energía o en los sistemas de transportes. No se limita a adaptar los motores diésel para que contaminen menos o de la transición desde las energías fósiles a las renovables. Se precisa una redefinición del modelo predominante de producción y consumo.
Debemos devolver al Estado y a los servicios públicos su papel de apoyo a nuestras comunidades y propiciar que trabajadores y sindicatos puedan participar plenamente en todas las fases de este proceso”.
Todavía es más precisa la ISP: “Nuestros gobiernos deberían firmar en París un acuerdo sobre la reducción de las emisiones de carbono universal, ambicioso, vinculante, aplicable y que trascienda el 2020; que reconozca y diferencie con equidad la capacidad de compromiso de los países ricos y pobres, e incluya la supervisión y revisión efectivas de las medidas encaminadas a frenar el aumento de las temperaturas del planeta por encima de los 2 °C.
En esta combinación política serán básicos el sector público y las finanzas públicas, puesto que se precisarán fondos específicos para ayudar a los países en desarrollo y para apoyar las medidas de Transición Justa”.
Estos oportunos señalamientos de la ISP resultan vitales para comprender, como movimiento sindical, la tarea que le espera a la clase trabajadora organizada (en este caso, la costarricense), si decide incluir en su agenda de trabajo y de lucha el grave desafío del cambio climático.
Vamos a esperar los resultados finales de la COP21 sobre cambio climático. A la fecha de publicación de este artículo se tenían esperanzas un poco más sólidas de resultados positivos, pues habrían avanzado más las conciencias gubernamentales, empresariales, civiles y ciudadanas de que ya no hay más tiempo si de verdad se piensa en salvar a la propia especie humana y al planeta mismo.