Carta al Presidente de la República
TLC: Etica política y honra de la palabra empeñada.

Respetable Señor Presidente:

Esperamos que usted se digne a leer, completamente, la presente carta, cuyo texto habrá de llegar a miles de ciudadanos y de ciudadanas de nuestro querido país. Siempre hemos escuchado un fuerte rumor acerca de que el actual Presidente de la República no lee, completamente, los textos sometidos a conocimiento de lo que se supone, es la máxima autoridad ejecutiva del país; rumor que no quisiéramos creer, aunque las varias veces que estuvimos en su despacho, siempre nos llamó la atención la ausencia total de documentos sobre el escritorio presidencial.

El 21 de marzo del año 2002, en el Auditorio del Poder Judicial, durante la campaña electoral para la segunda ronda de las votaciones presidenciales, usted, ante unos cuatrocientos representantes y dirigentes de una amplia variedad de sectores sociales, asumió un compromiso ético y político con relación a las propuestas y planteamientos que se le formularon sobre un amplio abanico de políticas públicas, expresadas en cincuenta y cinco indicadores, en el caso de que usted, como ocurrió, llegara a la Presidencia de la República.

En el documento original que conservamos en nuestro poder, de su puño y letra, Sr. Presidente de la República, usted expresó su total acuerdo con la primera de esas cincuenta y cinco proposiciones, la cual estableció lo siguiente:

¡No a la privatización!, En cualquiera de sus formas: (venta, rompimiento de monopolios, entrega de acciones al capital privado, etc.).

No solamente su firma a este compromiso traicionado quedará constando para la historia, sino que quedó grabada su intervención, en imágenes televisivas, mismas que estarán recorriendo el país, para someterle al análisis popular y escuchar el pensamiento del pueblo, con respecto a que sus gobernantes deshonren su propia firma.

Hoy, como es público y notorio, la realidad política nos indica otra cosa. Usted cambió de parecer. Usted traicionó la confianza, la buena voluntad, el deseo honesto de apoyar su gestión, por parte de un elevado número de personas y de organizaciones, que habíamos pensado en una restauración de la filosofía del humanismo cristiano en una gestión de gobierno.

Usted, Sr. Presidente, adoptó la agenda ideológica neoliberal, tan ardorosamente defendida por el periódico La Nación y, curiosamente, cuando usted aceptó la tesis de las aperturas, dicho medio dejó de lado la serie de publicaciones periodísticas sobre cómo se financió su campaña electoral, Sr. Presidente, lo cual para muchos resultó en uno de los eventos más vergonzosos de la política nacional.

Hoy, usted, en el marco de esa desigual, irracional y altamente pernicioso tratado de “libre” comercio que le están imponiendo a Costa Rica, la alianza de negocios de corte neoliberal que domina a los partidos Liberación Nacional y Unidad Social Cristiana, de la cual usted ya forma parte sustancial; usted se rindió, para decirlo con cierta elegancia y ha decidido entregar a los estadounidenses partes estratégicas del legado histórico del Dr. Rafael Angel Calderón Guardia y de don José Figueres Ferrer.

Por ejemplo, tiene usted idea, cabal y completa, de lo que le ocurrirá a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), la máxima obra del gobierno del querido y respetado Dr. Calderón Guardia; dado que en materia de propiedad intelectual, los estadounidenses se salieron con la suya, abriendo el espacio para la destrucción financiera de esta legendaria institución, tan apreciada por el pueblo costarricense y ahora, por la población migrante del exterior que convive con nosotros.

Hoy, cuando prestigios periódicos estadounidenses, como The Wall Street Journal y The Washington Post, se jactan de lo bien que le ha ido al gobierno del Presidente Bush en la mesa de negociación de ese TLC, en contraposición a las migajas vergonzantes que le han dado a los restantes países centroamericanos; usted tiene, Sr. Presidente, una oportunidad histórica única para que se rectifique el camino entreguista, dócil y complaciente que parece ser el destino final del equipo negociador costarricense, de la señora Anabelle González, del señor Alberto Trejos y del propio Gobierno de la República.

Usted, Sr. Presidente, puede, debe y tiene la potestad para ordenar abrir un intenso debate nacional antes de que usted estampe su firma en semejante tratado.

Con todo respeto y para darle el beneficio de la duda, usted debería “liberarse” del esquematismo dogmático y extremista de los neoliberales que controlan su gobierno y escuchar otras visiones nacionales, calificadas, responsables, serias y preocupadas. Ya usted le ha “dado” mucho espacio, poder, credibilidad a la visión neoliberal de desarrollo, a la cual usted le entregó el control del Ministerio de Hacienda, del Banco Central de Costa Rica, el Ministerio de Comercio Exterior, entre otras entidades de enorme impacto estratégico en el desarrollo del país.

El Grupo Nación, el Grupo Sama, Oscar Arias, la cúpula empresarial de UCCAEP, la ANFE, el INCAE, sin hablar de los fantoches libertinos, deben tener para usted un profundo agradecimiento por ese espacio “dado”.

Sin embargo, todos ellos juntos, por más plata que tengan y más poder de influencia con toda la peonada que tienen enquistada en distintas esferas de decisión del Estado; todos ellos juntos, Sr. Presidente, no son el país, son una parte, pero no son el país.

Usted, Sr. Presidente, debería, si quiere ser justo, si quiere rectificar y revertir el riesgo de que su ética política quede mancillada al final de su notable carrera política, social y profesional, por la deshonra que viene haciendo de su palabra empeñada, firmada y grabada.

Usted, Sr. Presidente, debería escuchar otras voces, altamente profesionales, honestas y documentadas, sobre la verdad de lo que está ocurriendo en ese nefasto proceso negociador; personas y entidades muy respetables que están preocupadas no por los negocios, sino por el bien del país.

No nos escuche a nosotros. No nos interesa. Usted bien sabe lo que pensamos y le consta cómo, en determinados momentos, dimos muchas muestras de buena voluntad para con su gestión. Hay calificadas voces, experimentadas organizaciones, que tienen enormes preocupaciones y cuestionamientos acerca de cómo el dúo González-Trejos ha manejado todo este asunto.

Finalmente y para constancia histórica, dejamos constancia por escrito de lo que usted prometió, en Casa Presidencial, con respecto a los textos negociados de ese TLC. Usted le dijo a representantes sociales y productivos de las diversas entidades conformantes del proceso de la Tercera República, que usted daría a conocer, antes de firmar, esos textos negociados.

Esperamos que, al menos, esta palabra la honre. Esperamos que, al menos, quede un poco de decoro presidencial y haga honor al profundo significado moral de una palabra empeñada por la investidura de gobernante.

Finalmente, Sr. Presidente, si usted decidió rendirse, si usted decidió entregar sus principios; afortunadamente para nuestra querida Costa Rica, quedan costarricenses con tanto decoro, honor y moral, que valen más que toda la plata junta de los grupos económicos que hoy controlan su Gobierno.

Ahora bien, en el mejor de los casos, si la especie de chantaje que pudiera implicar para usted, la forma en que se financió su llegada a la Casa Presidencial, lo que le llevó a adoptar la agenda neoliberal promovida por esas personas y grupos mencionados; entonces, ¡libérese!, promueva un equilibrio político-social en esta delicada situación y, asumiendo un real rol de gobernante, de estadista, evite grandes desgarramientos sociales, dolorosos enfrentamientos, incremento de odios y resentimientos que causen irreversibles daños a nuestra institucionalidad.

En todo caso, si usted, Sr. Presidente, como estadista se decide a honrar lo firmado, sepa que hay suficiente músculo social organizado, como para apoyar una gestión de gobierno que retome, con actitud consecuente y no meramente discursiva y demagógica, los principios de la Doctrina Social de la Iglesia Católica que es, como suponemos que usted lo sabe, profundamente humanista; principios que, a todas luces y sin mucho esfuerzo de entendimiento, son contrarios al dogma neoliberal que, lamentablemente, hoy controla, domina y manda en su Gobierno.

Si nos ha leído hasta aquí, sinceramente se lo agradecemos. Si no, no hay forma de saberlo. Pero en todo caso, para tranquilidad de nuestras conciencias, necesitamos que quedara constando por esta vía, todo cuanto hemos afirmado.

Señor Presidente: Un pueblo noble y ansioso, espera su respuesta.

Atentamente,

Albino Vargas Barrantes
Secretario General

Edgar Morales Quesada
Secretario General Adjunto
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