Reflexiones sobre la actualidad geopolítica intercontinental

Nota de ANEPtv:
Los siguientes videos sobre “Cambio personal, justicia global” del Padre Francois Houtart, son del 2007, sin embargo mantienen gran actualidad.

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Tortilla con Sal: Estamos con el Padre Francois Houtart, muy reconocido internacionalmente por sus análisis de la crisis actual en el mundo y muchos temas relevantes.

Padre, en parte su visita es para pasar algún tiempo aquí en Nicaragua para después, el 20 de julio, viajar a Honduras para participar en la Comisión de la Verdad establecida por la Resistencia en Honduras. Desde su punto de vista, ¿cómo ve la perspectiva de la Resistencia en Honduras en este momento?

La resistencia hondureña es una novedad en la historia del país

Francois Houtart: Lo que pasó en Honduras ha tenido como resultado la constitución de una Resistencia que reagrupó muchos movimientos sociales – movimientos de campesinos, indígenas, obreros, estudiantes, etc.

Por primera vez se organizó, de manera orgánica, una red de movimientos sociales que tratan de actuar juntos en algunos puntos de acuerdo, y en particular, evidentemente, en el campo político. Eso es nuevo en la historia de Honduras.

Honduras es uno de los países de América Latina que nunca ha tenido una reforma agraria seria. Todavía queda la hegemonía económica y política de los grandes grupos económicos locales, que son algunas familias. Y estamos frente a una situación de tensión social extremadamente fuerte y de desigualdad económica grande.

El golpe evidentemente ha sido en función de algunas nuevas orientaciones que se tomaban en el campo político con el Presidente Zelaya – la adhesión al ALBA etc. Y fue precisamente un golpe organizado por las potencias económicas locales – la oligarquía local – apoyada por algunos sectores de los Estados Unidos, justamente para parar ese proceso.

Pero los movimientos sociales, evidentemente, no lo ven de esa manera y, felizmente, aprovecharon esta situación para organizarse de una manera para poder resistir este golpe de Estado que no solamente era político sino económico social.

El reconocimiento del gobierno de Lobo complica la situación de la Resistencia

Ahora la situación está difícil. El poder político y económico evidentemente está en manos de la derecha. Y el problema es que el apoyo internacional que está buscando ahora el régimen actual se apoya sobre el apoyo norteamericano, de los Estados Unidos, pero se ve que también en Europa hubo paulatinamente toda una transformación de actitud hacia un reconocimiento por lo menos de facto del gobierno actual basado sobre una farsa electoral.

Porque hubieron elecciones pero con casi el 60% de abstención y fue así que el pueblo expresó su desconfianza total frente al campo político. Así que el gobierno y el parlamento actual son la expresión de una pequeña minoría de la sociedad de Honduras.

Pero las elecciones han permitido al exterior tener la base legal para empezar con un reconocimiento – porque dicen “hubieron elecciones.” Y por eso, muchos países europeos empezaron a aflojar su resistencia frente al golpe y empezaron de hecho a retomar la cooperación, etc.

Eso, también, crea problemas un poco serios para la Resistencia porque es un apoyo internacional al régimen actual que trata de darle una legitimidad. Menos mal que la mayoría de las veces los países latinoamericanos no aceptan eso y todavía no reconocen a Honduras dentro del OEA, por ejemplo.

En el Cumbre con Europa, la condición fue que Honduras no fuera invitado porque la mayoría de los países latinoamericanos no reconocen la legitimidad política del golpe.

La Comisión de la Verdad es para construir la historia de lo que realmente ha pasado

TcS: Entonces, ¿qué tan importante, desde su punto de vista, es el establecimiento de la Comisión de Verdad? Y ¿qué papel piensa Usted que va a poder jugar? ¿Cree que podrá, por ejemplo, defender los derechos básicos de la gente que han sido violados constantemente desde el golpe?

FH: Todo va a depender de la manera en cómo la Comisión va a poder trabajar. Porque, evidentemente, el gobierno no está muy a favor [de que la Comisión trabaje]. Va a hacer todo lo posible para impedir un trabajo normal.

Pero, el primer paso, es tratar de construir la historia – ¿qué ha pasado exactamente? – para tratar de dar una información más adecuada sobre lo que pasó con el golpe mismo.

La segunda cosa va a ser actuar sobre la violación de derechos, particularmente individuales, de periodistas, de dirigentes de movimientos sociales – que fueron arrestado o hasta asesinados – y tratar de ver todos estos casos de la manera más objetiva posible para tratar de ver si eso está vinculado con el golpe y de qué manera.

Y la tercera cosa es estudiar el problema de los derechos fundamentales del acceso al desarrollo, del acceso a la tierra, del acceso a la educación, etc., del conjunto de la población de Honduras, justamente porque no se trata solamente de derechos individuales sino de derechos sociales, y de desigualdades sociales que son inscritas en toda la organización colectiva de la sociedad de Honduras. Eso va a ser, me parece el trabajo de la Comisión.

La extensión de la presencia militar en América Latina

TcS: Hay mucha controversia sobre las bases norteamericanos en Colombia pero quizás un poco menos sobre las bases que se han establecido, o que se van a establecer de hecho, en Costa Rica con un acuerdo que acaba de ser comunicado al público.

A la vez, hay algo que está pasando de manera casi oculta en Honduras que es la amplificación, la extensión de la presencia militar norteamericano en Honduras. Es como que estuvieran haciendo un cerco alrededor de Nicaragua. ¿Usted tiene una opinión sobre esto en el contexto centroamericano?

FH: Hay varias cosas que podría decir sobre esto. Primero, pienso que las reacciones fueron más fuertes alrededor de las bases en Colombia porque la oposición al régimen colombiano de Uribe era más fuerte y más clara que la oposición al gobierno en Costa Rica. Así también la vinculación internacional de la oposición en Colombia era mucho más grande.

Y por otra parte, era tan claro el asunto en Colombia que, después que se cerró la base de Manta en Ecuador, los Estados Unidos concentraron todas sus bases en Colombia. Y además Colombia es vecino de Venezuela. Todo eso hizo que la opinión mundial fue más alertada sobre ese problema que sobre lo que está pasando en Costa Rica.

El raro discurso del Embajador estadounidense en Tegucigalpa

Por otra parte, lo de Honduras es muy importante también. El año pasado, tres semanas después del golpe estuve en Honduras y fui recibido por el Embajador norteamericano en Honduras. Y muy curiosamente el Embajador, que se llama Hugo Llorens, es cubano de origen, empezó para decirnos que era muy contento de vernos y de ver que llevamos dos o tres de la comisión de derechos humanos_ “porque este golpe, no lo podemos aceptar.”_

Dijo “yo recibí a la señora del Presidente Zelaya, se refugió en mi embajada durante una semana. Hace pocos días también recibí a un periodista de izquierda que se refugió en mi embajada. No podemos aceptar este golpe de estado.”

Entonces, conociendo la historia del personaje – que era adjunto de Negroponte – dijimos_ “qué raro el discurso.”_ Él nos dijo, “yo soy diplomático, y por eso tengo que defender el punto de vista de mi país.”

Lo que significa que si es Reagan va a ser de extrema derecha y si es Obama va a ser un poco diferente.

Pero después entendí que había diferencias de opinión en los Estados Unidos entre el Departamento de Estado, el Pentágano y la CIA. Porque el Pentágano y la CIA apoyaban el golpe y la perspectiva del Departamento de Estado era que había sido tonto hacer un golpe cuando, esperando algunos meses para las elecciones de noviembre, el problema se hubiera podido arreglar de manera legal. No estaban en contra del cambio, sino en contra de la manera en que se hizo.

En ese momento no habíamos tocado el tema de la base norteamericana [Palmerola,] cuando él nos dijo_ “¡Aquí tenemos la base norteamericana más grande de toda América Central! ¡Tenemos centenares de soldados listos para intervenir en casos de terremotos, o de ciclones!”_

Evidentemente este discurso fue poco creíble. Pero yo pienso que todo esto está dentro de la perspectiva del control del continente. Y también muy ligado con el problema del control de los recursos naturales.

Ha habido un drástico aumento en los gastos militares norteamericanos. En los dos últimos dos años ha habido un aumento de US$100,000 millones. Y esto es muy vinculado con la necesidad de controlar el agotamiento de los recursos naturales y especialmente los recursos energéticos. También, definitivamente, hay un aspecto de controlar los regimenes políticos que traten de emanciparse.

Y eso entra en esta perspectiva. Se hace alianza con los países que son de derecha, prácticamente, y así dividen a América Latina en dos.

Pocas perspectivas de cambio en Europa

TcS: ¿Cómo ve la crisis en Europa? ¿Cree que existen perspectivas de construcción de algún tipo de alternativa fuera del marco establecido del sistema actual?

FH: Creo que debemos ser muy conscientes de que Europa se está construyendo sobre la base de un mercado común. Esta ideología del mercado común ha estado orientando, realmente, todo el desarrollo de la Unión Europea.

Esto se expresa en el tratado constitucional de Lisboa, que es prácticamente la constitución europea. Este tratado fue aprobado, generalmente, por los parlamentos. Solo tres países hicieron un referéndum.

Y en los tres países donde hubo una consulta popular, ¡fue rechazada! Por eso trataron de evitar toda consulta popular en el resto de Europa.

En Europa lo que esta constitución hace es afirmar la orientación de comunidad de mercado, es decir el capitalismo, como base de la construcción europea. Eso es constitucionalmente.

Por otra parte, el tratado, afirma también la importancia de la OTAN como base para la defensa que significa la sumisión de Europa a los Estados Unidos. Esto también está en la propia constitución lo que significa que todavía estamos en una ola neo-liberal que, a pesar de la crisis y de todas las críticas, continúa. Miramos la privatización de los servicios públicos, de los ferrocarriles, de los correos, etc. – de todos los servicios públicos – esto sigue, sigue, sigue.

Por eso, por el momento no podemos esperar mucho de Europa. Todavía la hegemonía del capital es tal que la gente no reacciona. Sí reacciona de manera puntual, hay muchas reacciones en diferentes países pero en puntual. No hay una reacción revolucionaria, no hay una lucha de clases, son reacciones puntuales.

Se desconstruye poco a poco lo que fue la Europa social – el seguro social, las pensiones, los salarios que de hecho se están disminuyendo, la participación de los trabajadores en el ingreso nacional disminuye.

Así que estamos en una situación, para mí, muy bloqueada y no sé hasta cuándo va a durar. ¿Hasta cuándo vamos a aceptar este desmantelamiento de todas esas conquistas sociales del pasado?

Yo pienso que [no hay una reacción revolucionaria porque la gente tiene miedo, tienen miedo de perder lo que todavía tienen. Esto provoca una reacción de conservatismo y no de lucha social.

Porque no se habla en bien del gobierno nicaragüense en Europa

TcS: Usted ha estado aquí desde hace cinco días, ha podido ver algo. Muchas de las cosas que están implementando aquí son cosas que importantes sectores de la izquierda en Europa reclaman. Sin embargo, por lo general, hablar bien de Nicaragua en Europa es una receta para la pérdida de influencia política en algunos círculos. ¿Cómo puede explicar eso Usted?

FH: Yo pienso que la actitud de la Europa política está vinculada primero con la concepción general que he descrito que no va a aceptar fácilmente nuevas paradigmas de orientación de los países latinoamericanos. Por eso hay una cierta resistencia a Venezuela, a Ecuador, a Bolívar y evidentemente a Nicaragua.

Por otra parte lo que llaman los valores fundamentales que quieren defender es en parte la democracia y es una democracia definida de manera muy formal. Por eso se ataca fuertemente a Nicaragua diciendo que hubo fraude en las elecciones y por eso Europa no puede aceptarlos y entonces hay que afectar la ayuda directa a la administración estatal.

Toman eso como pretexto precisamente de tener otra actitud frente a Nicaragua sin tener en cuenta los otros aspectos. Tal vez pueden tener razón en parte, pero no sé justamente si se ve el esfuerzo que se hace en Nicaragua ahora para transformar cosas desde el punto de vista social comparado con lo que ha pasado antes con los otros gobiernos.

Se debe de tener en cuenta todo eso. Pero ellos no lo hacen porque ven solamente el aspecto de una democracia formal – que tiene su importancia – pero deberían entrar en un juicio más global, más general.

TcS: Le agradecemos mucho, Padre, por su tiempo.

* Sacerdote católico e intelectual. / Autor: OUTRA POLITICA
TORTILLA CON SAL (especial para ARGENPRESS.info)

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François Houtart (Bruselas, 1925) es un sacerdote católico y sociólogo belga, fundador del Centro Tricontinental (CETRI) que funciona en la Universidad Católica de Lovaina y de la revista “Alternatives Sud”. Es una figura reconocida del movimiento altermundista.

Nicaragua: «Tierra de lagos y volcanes»

Sin embargo las primeras medidas revelaron la dirección que tomaría esta gestión. La decisión, adoptada el mismo día de la asunción del mando, de reactivar las relaciones con Cuba, elevando la representación diplomática al rango de Embajada, y designando como embajador en la Isla de la Libertad al argentino – nicaragüense Luis Cabrera, se sumó a la decisión de integrar el “Alba” – la alianza económica, cultural y política que conforman Cuba, Venezuela y Bolivia.

Días más tarde se produjo el primer entredicho con el Departamento de Estado norteamericano, que había apoyado abiertamente al candidato de la derecha, el banquero Montealegre, al exigir Washington que se procediera a destruir unos misiles que había adquirido Nicaragua en el período de la Revolución, a la entonces Unión Soviética. El nuevo gobierno rechazó la presión estadounidense y puso en tensión las relaciones al retirar su embajador por unos días. Al mismo tiempo recibía, con honores, al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, firmando varios convenios de cooperación, entre otros, uno por el cual esta Nación proveería de petróleo al país centroamericano, a un precio diferencial, comprometiéndose a construir, en un plazo de dos años, una destilería; al mismo tiempo que se iniciarían trabajos de prospección para detectar posibles reservas .Hoy la destilería está a punto de inaugurarse.-

Por otra parte, técnicos cubanos y venezolanos realizan investigaciones a fin de determinar si es posible generar puentes de energía alternativa con los gases que se producen en los volcanes existentes en territorio nicaragüense.

Contemporáneamente, y en un viaje a Cuba, el presidente sandinista firmó un acuerdo de cooperación en las áreas de salud, educación y tecnología de medicamentos. Cientos de médicos cubanos desembarcaron en el país de Sandino y Fonseca Amador para llevar atención médica a miles de nicaragüenses privados de ésta; al mismo tiempo decenas de jóvenes viajaban a Cuba como becarios universitarios en informática, ingeniería, física y medicina. La Casa Blanca amenaza permanentemente al gobierno de Managua con incluir a Nicaragua entre los países hostiles, desaconsejando el comercio y las inversiones en ese país.

Por otra parte, la ESSO, que posee la única destilería existente en la Nación centroamericana, se negaba a destilar petróleo venezolano; argumentando supuestas imposibilidades técnicas. Ortega contraatacó imponiendo multas a la petrolera estadounidense y disponiendo la intervención de la destilería para asegurar el abastecimiento..-

En la visita del primer mandatario de Irán, se firmaron varios acuerdos de cooperación entre esta Nación y Nicaragua para resolver los serios problemas energéticos que afectan a ésta. El acuerdo incluye la posibilidad de construir una usina eléctrica con uranio enriquecido.

El contexto

Nicaragua es un país de casi cuatro millones de habitantes en una superficie de 130 mil kilómetros cuadrados.

Un tercio de su población habita en la capital, que aún conserva rastros del terremoto que destruyó casi completamente la ciudad en 1971.

Más del 60 % de su población vive en situación de pobreza absoluta; siendo, después de Haití, el país más pobre del Continente, con mayor inequidad social. Los más ricos, unas treinta o cuarenta familias entre las cuáles se cuenta la del banquero Montealegre, que lidera la oposición pronorteamericana, participan en casi un 70 % del producto bruto interno.

La mayoría de la población viven en la zona del Pacífico, y son mestizos descendientes de españoles e indígenas. Hay una minoría de origen europeo y grupos originarios, miskitos, sumos y ramas, que viven en la Costa Atlántica.

Como la casi totalidad de las naciones del istmo centroamericano produce café, algodón y azúcar. La diferencia es que, como tiene inmensas planicies entre los lagos y volcanes, posee una producción ganadera importante, que exporta a las naciones vecinas. Explota la pesca en el lago y en el mar y tiene una industria incipiente que cobró mayor desarrollo durante el período de la Revolución Sandinista – 1779 a 1988. Luego, sucesivas gestiones neoliberales, convirtieron al país en un “paraíso fiscal”, en el que se “lavaba” dinero producto del narcotráfico. Barrios cerrados, grandes hoteles de lujo, casinos e incremento de la prostitución fueron las secuelas de los gobiernos de Chamorro y sus sucesores.

Podrá Ortega modificar este escenario? Es un desafío importante, ya que persiste la hostilidad de Estados Unidos, al mismo tiempo que aumenta la solidaridad venezolana y cubana para con este proceso.

La Historia

Nicaragua, o lo que es hoy ese país, fue visitada por Colón en 1502, logrando la independencia de España en 1821, como la totalidad de los países centroamericanos, integrando el Imperio Mexicano del que se independizó en 1824.

La posición geopolítica del país, con salida a los dos océanos, la hacía una pieza vital para la estrategia expansionista de los Estados Unidos. Por eso en 1958 desembarcaron en Nicaragua ciento veinte hombres al mando de William Walker, quien con el apoyo de Washington logró proclamarse presidente de Nicaragua. Luego de cruentos combates fue derrocado por los ejércitos aliados de América Central y fusilado en 1860. En 1875 y 1895 los puertos nicaragüenses fueron ocupados por Alemania y Gran Bretaña que administraron sus aduanas para cobrarse las deudas. En realidad el objetivo de estas naciones europeas eran construir un canal interoceánico, aprovechando el inmenso lago de Nicaragua; el único que, aún hoy, posee tiburones de agua dulce. Este proyecto fue abortado al construir Estados Unidos en 1914 el Canal de Panamá. Después de tres décadas de dominio conservador en 1893 asumió el gobierno de esta nación centroamericana el liberal José Santos Zelaya. Este estableció la laicidad de la enseñanza, incorporó al Código Civil la ley de divorcio e integró la región de la Costa Atlántica, hoy denominada departamento “Zelaya”. Por negarse a aceptar las demandas de la Casa Blanca, el Presidente William Taft ordenó el desembarco de marines que permanecieron en el país hasta 1925; retornando al año siguiente para imponer como presidente al fantoche Adolfo Díaz.

La nueva ocupación fue resistida heroicamente por Sandino, el que durante seis años combatió a las tropas de ocupación norteamericana, hasta lograr su primera gran derrota en 1933. Asesinado el General de Hombres Libres por Anastasio Somoza, se inicia la primera dictadura somocista. En 1956 el poeta Rigoberto López Pérez ejecuta al Dictador, El gobierno es ocupado por su hijo Anastasio Somoza Debayle, quien es derrocado en 1979 por el Frente Sandinista de Liberación Nacional.

La revolución triunfante el 19 de julio de ese año, nacionaliza las tierras y las propiedades de Somoza y sus allegados (40 % de la economía nacional en ese momento); sustituye la Guardia Nacional por el Ejército Popular Sandinista. Inicia una campaña de alfabetización que logra alfabetizar a más de un millón de campesinos. Planes de viviendas sociales, la entrega de tierras a los campesinos, el establecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, la entonces Unión Soviética, y los países socialistas de Europa y Asia, fueron algunas de las manifestaciones más destacadas de la política independentista de la joven Revolución.

Una larga guerra de desgaste apoyada por los Estados Unidos y el hostigamiento de la oligarquía local, determinan que en 1988, en elecciones convocadas por el gobierno sandinista, logre la victoria la derecha liderada por Violeta Chamorro.

Lo que sigue después es lo que se reproduce en todo el Continente. Políticas neoliberales que aumentan la pobreza y la exclusión social y un período oscuro que se interrumpe cuando asume Daniel Ortega.

Con esa historia,_ “Nicaragua, Nicaragüita, la flor más linda de mi querer”_, se merece otro destino y es esa la impronta a la que deberá responder el nuevo gobierno. Merece tener éxito.

*_Manuel Justo Gaggero es abogado, ex Asesor del Ministerio de Justicia de Nicaragua en el período 1980 a 1984._
(especial para ARGENPRESS.info)

PNUD: Alarma aumento de desigualdad en Costa Rica

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La desigualdad reproduce la desigualdad. Esta afirmación concluyente resume la gran preocupación que expresa el Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe que presentó la ONU en Costa Rica.

Los elementos clave de la investigación sobre las causas tienen que ver con lo que se reproduce a nivel del hogar donde se establece el punto de partida de la nueva generación, por eso es actuar sobre el futuro. Un chico que hoy nace en un hogar cuyos padres tienen una escolaridad muy baja tiene menos del 5% de probabilidad de entrar a nivel universitario, en tanto que esta probabilidad es casi del 80%, para un chico que nazca en un hogar cuyos padres son universitarios. De esta forma explicó, Isidro Soloaga, uno de los coordinadores del Informe del PNUD, las causas de la desigualdad.

Y es que un grupo importante de personas se encuentra estancado en el último peldaño de la escalera, sin posibilidades de movilidad social desde hace varios años. Latinoamérica cuenta con diez de los 15 países más dispares del planeta.

El informe ofrece un mensaje positivo, en el sentido que sí se puede romper la transmisión, entre generaciones, de la desigualdad. Para ello, el documento señala que_ “el Estado debe garantizar el acceso a la educación y a la salud._ Se indica que para alcanzar mejores objetivos en desarrollo humano es necesario que los hogares e individuos tengan acceso al poder y a la participación política, y para ello es necesario evitar el clientelismo y la corrupción.

Las dimensiones del desarrollo y el género

Al considerar las desigualdades respecto a los servicios de infraestructura básicos, como agua potable y electricidad, el estudio identificó que persiste una baja cobertura en Perú, Bolivia y Guatemala. Los hallazgos marcan que cada vez es más difícil obtener agua potable en el hogar para los ciudadanos de menores ingresos en Ecuador, Nicaragua y Venezuela. Y lo mismo ocurrió con el acceso a la electricidad en Guatemala Hondura y Bolivia.

El país que acumula mayor disparidad es Bolivia, mientras que Brasil es una de las naciones más exitosos en reducir la desigualdad en los últimos ocho años.

Pero si de desigualdades se debe hablar, los grupos que se llevan el trofeo son las mujeres y la población indígena y afro descendiente. Las mujeres reciben un menor salario que los hombres por igual trabajo. Tienen mayor presencia en la economía informal y acarrean una doble carga laboral, indicó Luis Felipe López-Calva, otro de los coordinadores del informe. Sobre este aspecto subrayó dos temas centrales: la inserción laboral y la cultura e institucionalidad del cuido, de los trabajos domésticos, en donde no hay una responsabilidad compartida de la sociedad. De manera que las mujeres no tienen el apoyo ni en el hogar ni a nivel institucional para tener tiempo de uso diferenciado. Además la inserción laboral es precaria.

Luiza Carvalho, representante del PNUD, destacó la posición privilegiada de Costa Rica en el informe regional, donde junto con Argentina, Uruguay y Chile muestran la menor desigualdad. Asociado al hecho de que Costa Rica es el cuarto país de América Latina en inversión social per cápita, luego de Argentina, Uruguay y Brasil.

Pero para los ticos no todo es alegría porque se enfatiza que la desigualdad sigue en ascenso, y para frenarla es necesario invertir más en educación, establecer políticas de empleo formal y mejorar los salarios mínimos.

La brecha es cada vez mayor

En eso coincidió, el joven diputado de partido de izquierda Frente Amplio, José María Villalta. “Si Costa Rica se compara con otros países latinoamericanos donde todavía son mayores los problemas de desigualdad, alguien podría tener un criterio engañoso sobre la situación de nuestro país.”

La realidad es que en los últimos años en Costa Rica se ha venido incrementando peligrosamente la desigualdad social. Según confirman los estudios sobre los coeficiente de Gini, se está produciendo cada vez más riqueza a un ritmo más acelerado, hay mayor explotación de los recursos naturales del país y sin embargo cada vez es mayor la brecha entre ricos y pobres.

Si se quiere que los latinoamericanos consigan atenuar las desigualdades, hace falta una nueva política que fortalezca los instrumentos de redistribución y regulación del Estado: es decir, como afirmó López- Calva del PNUD, no alcanza con tener planes contra la pobreza; hay que tener también planes contra la desigualdad.

Publicado el : 23 Julio 2010 – Por Alejandra Fernández (InformaRN)
Adjuntos: MRodríguezE-UIC-ANEP

TALAMANCA defiende sus derechos a 300 años de la muerte de Pabru Presbere

Por primera vez se llegó hasta Tsiùbata, en la parte más alta de la zona donde fue construido un helipuerto clandestino para extraer muestras de rocas con minerales (días después se realizó otra gira con participación de la policía de la zona).

POR LA DEFENSA DE TALAMANCA Y LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS 27 de junio 2010

Nosotra-os, pobladores-as de los territorios indígenas Bribri, Cabecar , Keköldí, Gnobes-bouglé, reunidos en Bribri el 27 de junio del 2010, nos levantamos para recuperar y hacer valer nuestros derechos ancestrales y otros como el Convenio 169 de la OIT y la Ley Indígena nacional, ante los atropellos que se dan en contra nosotro-as por parte del Estado, compañías privadas nacionales y transnacionales, que violentando las leyes que nos amparan, incursionan en los territorios indígenas con o sin permisos y de manera ilegal.

Entre las principales amenazas que enfrentamos los pueblos de Talamanca están:

Hidoeléctricas: Hasta 16 represas hidroeléctricas en Talamanca que destruirían los ríos Telire, Coen, Lari y Urén y ecosistemas del Parque Nacional La Amistad que es parte del Parque internacional La Amistad, compartido con Panamá, donde también las poblaciones indígenas Gnobes-bouglé, están siendo desplazadas y reprimidas para establecer represas, minas, hoteles de lujo, etc. En la parte baja del río Sixaola las represas destruirían sitios de humedales Ramsar, como San-Pondsak en Panamá y el Refugio de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo.

Las represas destruirán no sólo la biodiversidad, sino toda la actividad económica que incluye la producción de banano, plátano y cacao, entre muchos cultivos tanto convencionales como orgánicos, productos de los cuales viven cientos de familias y también empresas. El desplazamiento de poblaciones implicará la pérdida de la base material y cultural de los pueblos. En ninguna parte de planeta, los pueblos desplazados que suman cerca de 40 millones de personas, han logrado reconstruir sus vidas y su cultura. En resumen, si los pueblos son inundados, simplemente mueren y desaparecen junto con los ríos.

Minería:
Las comunidades de Talamanca estamos enfrentando desde hace décadas incursiones ilegales a pie y hasta en helicópteros, apertura de trochas en la montaña, explotación de mano de obra indígena, y engaños a muchas personas a las que “compran con regalos”. Desgraciadamente, estos intentos han contado con el apoyo y la firma de algunos indígenas que lideran organizaciones como Asociaciones de Desarrollo Integral y CONAI.

Consideramos que el Decreto de la Presidenta Laura Chinchilla es inservible porque deja vigente cualquier derecho minero adquirido antes de esa fecha, y porque hay 40 expedientes de minería metálica esperando ser aprobados y no todos son minería a cielo abierto, que es la única modalidad de explotación con moratoria. Talamanca no es una simple reserva de riquezas naturales para ser explotadas comercialmente, sobre todo cuando esa explotación es parte de una recolonización que haría más ricos a empresarios nacionales y transnacionales, y haría mucho más pobres a las poblaciones originarias de la región.

Petróleo: Desde hace muchas décadas se ha intentado explotar petróleo en el Caribe sur, y aunque hasta ahora hemos impedido que se destruya la región, las presiones continúan al punto que hay sitios específicos en las comunidades en los que se han abierto pozos exploratorios. La firma de convenios entre Petro-China y el Gobierno de los Arias, es una clara muestra de que desde el Estado, lejos de promover la defensa de los pueblos de Talamanca, más bien se les promociona como sitios de inversión.

Bioprospección y bio-piratas: Denunciamos todos los intentos de saqueo de la biodiversidad de Talamanca, a través de mecanismos como la “formación de guías turísticos” en procesos promovidos por el Inbio. No sólo se trata del “camino” para apropiarse y patentar los principios activos de las plantas naturales y medicinales en favor de empresas multinacionales como Merck (con la cual Inbio ha firmado convenios), sino del saqueo y la destrucción de la cultura ancestral y la espiritualidad de nuestros pueblos. Este proyecto promueve directamente la apropiación privada de la biodiversidad a partir de la manipulación de la población indígena con ofrecimientos de proyectos, cámaras fotográficas, dinero en efectivo a las personas que extraigan, siembren y entreguen plantas e información de animales y conocimiento sobre todos éstos.

Expropiación de tierras en la zona fronteriza:
Los pequeños productores del Valle de Sixaola no tienen ninguna seguridad sobre sus propiedades y están siendo presionados a firmar contratos de arriendo por cinco años, sin que eso permita a las familias a futuro asegurar su patrimonio. La oposición a ese mandato está provocando que los que se oponen sean amenazados con ser desplazados del terreno que poseen. Tampoco el Estado ha aclarado cómo y por quiénes pueden ser usada la zona de 2 km a la par de la frontera con Panamá, lo cual crea más incertidumbre para los pequeños productores, y asegura a grandes empresas sus negocios.

Para todos los proyectos que se quieren hacer en Talamanca, los pueblos indígenas exigiremos que se respeten nuestros derechos, incluida la consulta de acuerdo con el Convenio 169 de la OIT. Denunciamos que cualquier acuerdo, firma o convenio de cúpulas, a escondidas de los pueblos indígenas, es totalmente ilegal y los responsables deberán asumir las consecuencias.

Las comunidades de Talamanca tampoco hemos olvidado la marina y sabemos que ese proyecto destructivo no ha desaparecido. Pero si intentan impulsarlo de nuevo, ante ése y los demás proyectos, Talamanca volverá unirse igual que siempre para defenderse, no sólo por beneficio propio, sino por nuestro país y la Madre Tierra.

Los pueblos de Arä-Talamanca conmemoramos el 300 aniversario del asesinado de Pabru Presberi, ocurrida el 4 julio 1710 en Cartago, recuperando su memoria, su lucha y su identidad hasta el último momento de su vida, con lo cual él y nuestro pueblo convertimos a Talamanca en el único territorio jamás conquistado por los colonizadores.


Bribri, 27 de junio 2010.

PABRU PRESBERE: Héroe de la Resistencia Indígena en Costa Rica

Lea también: Manifiesto de los pueblos de Talamanca
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Esta cruel sentencia de_ “muerte por descuartizamiento”_ era la acostumbrada en la época, a la que fueron sometidos otros líderes de los pueblos originarios como Tupac Amaru. En un acto de reconocimiento a la acción irreductible, de dignidad heroica y ejemplar de tantos indígenas que cayeron ante la conquista europea, consideramos que

PABLO PRESBERE tiene los méritos para ser declarado “Defensor de la Libertad de los Pueblos Originarios”. Fueron incontables las sublevaciones contra el conquistador en la región atlántica, hoy conocida como “Talamanca” por el nombre que impuso el “Pacificador” Diego de Sojo, originario de una región española del mismo toponímico. Desde la primera incursión en 1540, se manifestó el espíritu guerrero y libertario de los antecesores de nuestros pueblos Bribri y Cabécar. Ya en 1610 el Useköl (máximo jefe religioso de los Bribris y Cabécares) Guaykara jefeó una acción indígena que arrasó con la Ciudad de Santiago de Talamanca.

En 1613, el Blu (que significa el “principal jefe político y militar”) Coroneo sublevó a todas las tribus del este de la Provincia colonial. En 1620 se ahorcaron como “Caciques de Talamanca” a Juan Serraba, Francisco Kagrí, Diego Hebeno y Juna Ibaezara. En 1662 el Blu Kabsi con sus huestes, toma y destruye la recién fundada Ciudad de San Bartolomé de Duqueiba, fundada en los márgenes del Río Telire. A pesar de los intentos por someter a la población de esta zona y la política de despoblamiento recomendada por los Frailes Recoletos que entraron a la zona en 1689, la fuerza indómita de los teribes, llevaron a su traslado al sur, sobre el río Térraba en 1699.

Ya para entonces el Blu era PABLO PRESBERE, quien interceptó una carta de dichos religiosos dirigida a Guatemala, por lo cual se enteró que se había dado la orden de “sacar a poblar los indios… a la provincia de Boruca los que estuvieren cercanos a ella y a Chirripó y Teotique los que pudieren salir por la misma razón”. Esta política de desarraigo de la Corona Española provocó la insurrección.

El 28 de setiembre de 1709 se ajustició a los frailes Pablo de Rebudilla y Antonio de Andrade, con 10 soldados y una mujer. Bajo el liderazgo de PABLO PRESBERE, de quien se dice era conocido por el verdadero nombre “Pa Blu” o “Rey Lapa”, la totalidad de las tribus asentadas en la zona, que barca lo que ahora se conoce como Almirante hasta Turrialba, hicieron la guerra incendiando los templos y guarniciones de los españoles.

La misión de “pacificación” jefeada por el Gobernador comprendió una fuerza de 80 soldados que envió por Chirripó de Turrialba y otra apoyada por indígenas Borucas.

A Cartago llegaron 505 prisioneros, porque los demás fueron muertos de camino por hambre, castigos y ahogados por ir amarrados. Los indígenas fueron repartidos y los líderes puestos en prisión para ser enjuiciados en un proceso que duró escasamente 15 días.

Junto con PRESBERE fueron enjuiciados los UjtéoLpa Baltazar Siruro (Alianza de AWAPAS o perteneciente al clan Tsiruruwak), Pedro Bocrí (¿bakaLi o zorro?), PedroVetuqui (significa en sus piernas), García Uraburo (clan Urabruwak), Cipriano Sicagua (clan Skawak) y Antonio Uruskara (clan Uruskawak). También los Yeria (cazadores o guerreros), Ventura Sodé, Melchor Daparí (lugar de Talamanca) y Antonio Cachaverri (Kachabri). El Useköl Pedro Comesala (principal líder religioso) no pudo ser capturado por los españoles.

En el juicio, PRESBERE mostró una gran entereza moral y fortaleza en sus principios al negarse a responder y acusar a sus compañeros:

“Fuele preguntado cómo se llama, de á dónde es natural, que edad y oficio tiene: dijo que se llama PABLO PRESBIRE y que es de la nación que llaman, en la Provincia de Talamanca, Suinse; no pudo decir su edad: parece por su aspecto ser de más de cuarenta años y que es cacique de dicha nación, y esto responde.

Fuele preguntado si sabe que el Rey nuestro Señor (Dios le guarde) tiene todas sus ciudades, villas y lugares tiene puestos sus reales justicias para castigar lo malo y premiar lo bueno: dijo que lo ha oído, y esto responde.

Fuelle preguntado si estando en la inteligencia de lo que contiene la pregunta antes de ésta ¿cómo cometió en grave y atroz delito de conspirar los indios de las naciones que estaban reducidos al yugo de nuestra fe católica por medio de ministros evangélicos y con ellas ejecutó el dar muerte a los Reverendos Padres Fray Pablo Rubudilla, Fray Juan Antonio Zamora, diez soldados y la mujer de uno de ellos en los, pueblos de Chirripó, Urinama y Cabécar quemando iglesias, cogiendo los ornamentos sagrados, los cuales parecieron hechos pedazos haciendo menosprecio de ellos?.

Dijo que porque vinieron los indios de tuina, Cabécar y San Buenaventura y los de San Juan y Santo Domingo escribir papeles, así a los Reverendos Padres como al Padre Fray Antonio de Andrade y soldados de los que estaban en su compañía, para esta ciudad, juzgando era para que fuera los españoles a sacarlos de sus pueblos para ello, cuya voz corrió entre ellos: vieron los que se aunaron y cometieron el delito que contiene lo que se le pregunta, y esto responde. Fuele preguntado si sabe ó vio que Balthasar, Pedro Pocrí, Antonio Truscara, Pedro Bettuqui y Melchor Daparí, á quienes trajo presos el dicho maestro de campo á esta ciudad y hoy prendí al último en ella, cooperaron en dicho alzamiento y muerte: dijo que no sabe que ninguno de los contenidos cometiesen tal delito y esto responde. Fuele preguntado si conoce á sabe que otros indios de los que sacó dicho maestro de campo á esta dicha ciudad, sean cómplices en el alzamiento y muerte: dijo que no sabe ni oyó decir que ninguno de los dichos indios hiciese tal cosa y esto responde. Y aunque se le hicieron otras preguntas y repreguntas en razón de la dicha conspiración, muertes de dichos Reverendos Padres y soldados, dijo que dice lo mismo que tiene dicho en los antecedentes…” (Fernández, 1976:252-253)

El 1 de julio fue sentenciado a morir arcabuceado, ya que en la ciudad de Cartago no había verdugo para aplicar el martirio llamado_ “dar garrote”_, consiste en que al preso se le sienta en una silla aplicándosele un torniquete en el cuello al cual se le da vuelta lentamente.

La sentencia decía así: “… fallo que de condenar al dicho Pablo Presbere, por lo que contra él está probado, sin embargo, de la negativa que tiene hecha en su confesión, que sea sacado del cuarto donde le tengo preso y puesto sobre una bestia de enjalma y llevado por las calles públicas de esta ciudad con voz de pregonero que diga y declare su delito, y estramuros de ella, arrimado á un palo, vendado los ojos, ad módum deli sea arcabuzceado, atento a no haber en ella verdugo que sepa dar garrote; y luego que sea muerto le sea cortada la cabeza y puesta en alto que todos la vean en el dicho palo…” (Fernández, 1971:258)

La muerte de PABLO PRESBERE ocurrió el 4 de julio de 1710. Sin embargo, el Useköl Pedro Comesala le sobrevivió para reorganizar la nación de Ará o Talamanca. La conquista española nunca pudo doblegar a los talamanqueños, abandonando su lucha por cegar la libertad de este pueblo al momento de la independencia de Costa Rica en 1821, ya Talamanca era libre del oprobioso yugo español.

Hoy día, Talamanca sigue mostrando el mismo espíritu indómito y liberatorio. Como ayer, la unidad de su pueblo y dirigentes, sigue siendo clave para enfrentar los retos del presente y del futuro. Ante la afrenta de los que quieren celebrar la conquista española, se levanta desafiante el espíritu y el puño de Pablo Presbere, Cacique de Suinsi.

El miércoles 19 de marzo de 1997, a las cinco de la tarde, el Plenario Legislativo declaró a PABLO PRESBERE como DEFENSOR DE LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS.

Bibliografía:

Carlos Borge Carvajal. Talamanca en la Encrucijada. EUNED. 1994.

Carlos Borge Carvajal. Pablo Presbere, Héroe Nacional. Folleto de la Comisión de 500 años de Resistencia. 1992.

Fallece a los 87 años José Saramago

“El fracaso del capitalismo financiero, hoy tan obvio, debería ayudarnos a la defensa de la dignidad humana por encima de todo.”
José Saramago

La Vanguardia, Barcelona, 10 de diciembre de 2008
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VIDEOS ABAJO
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El autor de La balsa de piedra fue poeta antes que novelista de éxito y antes que poeta, pobre. Unido el periodismo a esos otros tres factores (pobreza, poesía y novela) se entenderá la fusión entre preocupación social y exigencia estética que ha marcado la obra del único Premio Nobel de la lengua portuguesa hasta hoy. En 1998, el máximo galardón literario del planeta reconoció a un hijo de campesinos sin tierra que había nacido en 1922 en Azinhaga, Ribatejo, a 100 kilómetros de Lisboa. Tenía tres años cuando su familia emigró a la capital, donde las penurias rurales se tornaron en penurias de ciudad. Así, el futuro escritor se formó en la biblioteca pública de su barrio mientras trabajaba en un taller después de abandonar la escuela para ayudar a mantener una casa en la que ya faltaba su hermano Francisco, dos años mayor que él y muerto poco después del traslado.

Las pequeñas memorias (editadas en España por Alfaguara, como el resto de su obra desde que abandonara Seix Barral) es el título que Saramago puso al relato de una infancia que siempre tuvo un pie en la aldea de la que había emigrado. Su novela Levantado del suelo (1980) cuenta las peripecias de varias generaciones de campesinos del Alentejo. No fue su primera novela pero sí la que supuso su primera consagración después de que Manual de pintura y caligrafía rompiera en 1977 un silencio de casi 30 años. Eran los que habían pasado desde la aparición de Tierra de pecado, su verdadero, aunque poco exitoso, estreno como novelista. En esas tres décadas Saramago había trabajado como administrativo, empleado de seguros y de una editorial; se había casado y divorciado de su primera esposa, publicado tres libros de poemas, ingresado en el Partido Comunista clandestino durante la dictadura de Salazar y, sobre todo, consagrado como periodista.

Levantado del suelo siguió Memorial del convento, en 1982, y dos años más tarde El año de la muerte de Ricardo Reis. Centrada en la figura del heterónimo de Fernando Pessoa, el gran poeta del Portugal moderno, la novela es un intenso retrato de Lisboa de la mano de un poeta imaginario que, igual que pasó nueve meses en el vientre materno, ha de pasar un tiempo equivalente desde la muerte del hombre que lo creó antes de desaparecer definitivamente. La fama internacional le vino a Saramago precisamente con esta novela escrita con una rara intensidad poética que había sabido asimilar todas las lecciones de la narrativa moderna. En una conferencia pronunciada por esos mismos años 80 solía recordar el consejo que él mismo solía dar a los lectores que decían no entender bien sus libros por las mezclas de voces y la ausencia de marcas convencionales en los diálogos: “Léalos en voz alta”. Funcionaba.

En ese tiempo, la actividad de Saramago se vuelve frenética. Una laboriosidad que le ha acompañado hasta su muerte con la escritura incansable de novelas, diarios, obras de teatro y hasta un blog . Tras la fábula iberista La balsa de piedra (1986), en la que España y Portugal se desgajan literalmente del continente europeo y se lanzan a flotar sobre el Atlántico, llegaron Historia del cerco de Lisboa (1989) y El evangelio según Jesucristo (1991). Su visión heterodoxa del mesías cristiano levantó una polémica que arreció cuando el gobierno de su país se negó a presentar el libro al Premio Literario Europeo. Herido con aquel gesto, Saramago se instaló en Lanzarote con Pilar del Río, su segunda esposa y nueva traductora. La misma polémica de tintes religiosos se reprodujo en 2009 al hilo de la publicación de una novela considerada hiriente por la jerarquía católica lusa, Caín. Meses antes, el escritor se había visto envuelto en otro rifirrafe. Esta vez en Italia: su editorial de siempre, propiedad de Silvio Berlusconi, se negó a publicar El cuaderno, un libro basado en el blog del escritor, que no ahorraba en él críticas al primer ministro italiano.

La publicación en 1995 de Ensayo sobre la ceguera, el relato de una epidema que convierte en ciegos a los habitantes de una ciudad Fernando Meirelles la llevó al cine en 2008 con Julianne Moore como protagonista abrió una nueva etapa en la obra de José Saramago. Novelas como La caverna, El hombre duplicado, Ensayo sobre la lucidez o Las intermitencias de la muerte llevan al terreno narrativo reflexiones sobre el consumo, la sociedad de masas, el sistema democrático o la idea de la muerte. Muchas de ellas parecen nacidas de una pregunta: “¿qué pasaría si?” Si la gente votase masivamente en blanco en unas elecciones, si alguien decidiese vivir al margen de la economía capitalista, si se encontrasen dos hombres totalmente idénticos. Otra de esas preguntas era qué pasaría si la gente dejase de morir. José Saramago sabía que había cosas que sólo suceden en la imaginación crítica de un escritor de novelas.

Canal de la Fundación José Saramago en YouTube

Web de Alfaguara sobre el autor

*Madrid – 18/06/2010

Fuente: El País.com
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Reflexión de Saramago

Noticia de su muerte

Saramago

José Saramago – ¿Por qué? – El porqué de la inmigración

La “Villa Sorelois” del General Volio

El General Jorge Volio Jiménez (1882-1955) sigue siendo una de las grandes figuras políticas e intelectuales de decisiva influencia no solo en la vida nacional durante todo el siglo XX, sino también, en lo que transcurre el siglo XXI.

Su avanzado planteamiento ideológico se tradujo en acción con la incursión en la vida nacional del Partido Reformista, que implantó una nueva forma de concebir el quehacer de los partidos políticos del entonces, y aun con grandes repercusiones en el presente.

La fuerza y convencimiento con que el General Volio defendía sus ideas hizo que se le reconociera como un robusto orador; la brillantez y profundidad de sus discursos eran piezas de discusión en la sociedad en general; agudo conocedor de la vida política, económica y social de su país, quien polemizaba con sus detractores con argumentos de reconocida profundidad intelectual; su impecable visión de futuro le permitió señalar las contradicciones de su entorno y marcar los derroteros que debía seguir Costa Rica para alcanzar el bienestar de las mayorías, son unas de tantas virtudes que rodearon a este hombre que “rompió las barreras del tiempo”. Y claro está, que las ideas que alimentaron su planteamiento fueron concebidas, estudiadas y meditadas en la tranquilidad y serenidad de su hogar,_ “Villa Sorelois”_ y su entorno. Basta complementar a lo dicho, con la lectura obligada de su vida en el libro escrito por su propia hija la Doctora Marina Volio, titulada “Jorge Volio y el Partido Reformista”, sino también releer las actas de sesiones de la Asamblea Legislativa cuando se desempeñó como Diputado, y las publicaciones que aparecieron en los periódicos de la época, para forjarse una idea de la trascendencia de su obra.

Con la comprobada elocuencia de su palabra, el General Volio se caracterizó siempre a lo largo de toda su vida en alzar la voz en defensa de los derechos de los trabajadores. En 1925, siendo Diputado ante el Congreso Constitucional, presentó el Proyecto de Ley de Accidentes de Trabajo en defensa de la clase trabajadora y participó en el debate diciendo:

“A pesar de que no deseaba insistir acerca de este punto, estoy en la obligación de mantener mis ideas. Muy buenos son los argumentos del Señor Cortés, pero olvida que el patrón tiene a su alcance todos los medios para evitar su propia responsabilidad pecuniaria; si rodea a sus peones de buenas condiciones higiénicas, si les paga bien y si consigue para ellos un aseguro, como lo prevé la Ley, no correrán a su cargo las indemnizaciones fuertes de que nos habla … (…)

Cabalmente por el triste espectáculo que ofrecen los pobres peones que regresan de la región Atlántica, demacrados y aniquilados en su potencia de trabajo, es que he propuesto esta reforma, porque es necesario que el patrón, el que alquila o contrata las fuerzas del obrero, esté en la obligación de reparar los daños que cause el desgaste de trabajo o el accidente sufrido en él. (…)

Me parece defectuosa la redacción que tiene este artículo, en cuanto se refiere al accidente que se ha debido a fuerza mayor extraña al trabajo en que se produzca, porque hay casos en que una fuerza extraña tenga relación tan íntima con el trabajo que ejecuta el obrero, que debe indudablemente considerarse dentro de la sanción de este artículo. Voy a poner un caso práctico: un electricista encargado de la reparación de las líneas sube para arreglar un desperfecto; en ese momento viene un temblor que lo hace perder la serenidad y caer muriendo a causa de tal accidente; este caso no lo contempla este artículo y yo considero que el patrón o la empresa están obligados al pago de una indemnización, a pesar de que fuera una fuerza extraña la que produjo este accidente; deseo que los Señores Diputados ilustren este punto para proponer una redacción más clara. (…)

El Señor Cortés es sincero en sus afirmaciones, pero en esta ocasión está fuera de los principios fundamentales de justicia que informan el Proyecto de Ley. El artículo del Código Civil que él nos cita viene de un principio del viejo Derecho Romano es el “damnum culpa datun abeo qui nocere noluit” o sea la culpa delictual, y este ha sido el obstáculo mayor que han encontrado los grandes sociólogos del mundo para que triunfe el derecho nuevo, que protege a los desvalidos, no por un principio de fuerzas sino por un principio ético y de justicia. Con verdadero interés estudiamos en la Historia y Filosofía del Derecho, el desarrollo y diferentes fases de esta gran lucha en que la nueva concepción jurídica de las relaciones entre obreros y patronos acabó por imponerse en las legislaciones del mundo. El caso del electricista y el caso del obrero que sufre un síncope están comprendidos en el riesgo profesional que contempla esta Ley; el Poder Ejecutivo con una clara visión del porvenir se ajusta al derecho nuevo en la emisión de esta Ley y deja al viejo Derecho Romano, aceptando en todo su virtualidad el principio del riesgo profesional. El derecho del obrero para exigir una reparación, lo contemplan estos nuevos principios de la Sociología porque el obrero no alquila nunca la potencia productora de sus fuerzas, la fuerte de ellas que ha de servir siempre de sostén a él propio y a su familia, sino que contrata o alquila por tiempo determinado sus fuerzas y si éstas en el ejercicio del trabajo por cualquier circunstancia se dañan, quienes las aprovechan deben una reparación; no puede pensarse ni por un momento que el obrero puede alquilar nunca su máquina humana; pero sí es lógico y natural que si esta máquina perfecta se daña o se destruye como consecuencia del trabajo, aquel que la aprovecha está en la obligación de repararla o de pagar una indemnización cuando sea destruida. Esta Ley es producto de la evolución social y no hay que pensar en que pueda producir odiosidades que la hagan inaplicable porque toda Ley es odiosa de por sí, pero necesaria para regular las actividades de los individuos en la comunidad. Consecuente con estos principios no quiero que se suprima el párrafo del inciso que discutimos, pero si deseo que se modifique su redacción y hago moción para que al final de él se agregue un párrafo que diga:* “siempre que esa fuerza mayor extraña al trabajo no tenga una relación íntima con ese trabajo”*.

Ayer como hoy, sus palabras sugieren un análisis y estudio que valore las condiciones en que se desenvuelve la clase trabajadora de este país.

La iniciativa de su hija, Marina Volio, de solicitar al Ministerio de Cultura la declaratoria de patrimonio histórico del inmueble que en vida del General Jorge Volio sirvió de remanso a su esposa Doña Hortensia y sus hijas, es parte del reconocimiento que adeudan no todos los costarricenses, sino también el Pueblo de Santa Ana. Llegará mejor ocasión en que se publiquen las_ “Obras Completas”_ de todos sus escritos.

Mientras tanto, al soplar en nuestros días los aires de globalización e integración en bloques económicos, que conllevan la pérdida de identidad y memoria histórica de nuestros Pueblos, el General Volio fue un ejemplo de lucha constante. Y que hoy, en pleno siglo XXI, la reivindicación de sus ideales es una bandera que debe asumirse como de perenne combate.

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Lic. Jorge F. Sibaja Rodríguez
9-093-987
Profesor universitario
8328-7259

¿Quién es la “nueva” derecha?

Pero ahora esta contraofensiva no es una mera reedición voluntariosa de las derechas que conocíamos, sino que se acompaña de novedades que será preciso evaluar.

Los logros que dichas izquierdas obtuvieron desde finales de los años 90 expresaron respuestas populares tanto al deterioro de la situación material y de las expectativas de grandes masas de latinoamericanos, como al correspondiente cambio de su estado de ánimo en el momento de ampliarse sus posibilidades de reacción política. Sin embargo, con los matices propios de sus respectivas circunstancias nacionales, tales éxitos fueron victorias conseguidas específicamente en el campo político, sin que, hasta ahora, esas victorias contaran con las condiciones requeridas para remecer otros planos sociales.

Aún así, estas izquierdas han probado que, hasta el actual nivel del desarrollo e inquietud sociopolítica de sus países y de la región, ellas no solo son capaces de administrar al régimen capitalista mejor que las propias derechas, sino que también pueden hacerlo de formas que han mejorado significativamente las condiciones de vida de millones de latinoamericanos. Aunque, asimismo han mostrado que todavía no pueden remplazar, por esta vía, al régimen existente por otra formación histórica más avanzada1.

La contraofensiva

Si bien en el terreno político el gran capital y sus políticos, partidos y medios de comunicación sufrieron un importante revés en esos países latinoamericanos, los núcleos principales de la derecha conservaron sus instrumentos básicos de actuación, penetración y poder. Pese al inicial desconcierto que hayan padecido en el plano subjetivo, en lo esencial salvaron los instrumentos básicos del sistema político previamente establecido, así como el control de los medios periodísticos más poderosos. Es decir, en estos años las izquierdas vencieron políticamente a las formas tradicionales de las derechas, pero no derrotaron a la derecha como tal.

Al cabo, tras una gradual revisión de estas experiencias, los talentos y medios de comunicación de las derechas, hegemonizados ahora por el capital financiero, decantaron y renovaron sus opciones estratégicas y reactualizaron sus opciones políticas. Desde entonces, su contraofensiva ha venido articulándose tanto en los países donde alguna corriente de la izquierda les ganó elecciones, o estuvo cerca de ganárselas, como también donde eso no ocurrió.

El clima propicio para que esa contraofensiva pueda incidir en las capas sociales subalternas se benefició con el ambiente de confusión ideológico‑cultural que vino tras el reflujo de los proyectos revolucionarios de los años 60 y 70, el colapso del Campo Socialista y la URSS, la ofensiva neoconservadora y el “pensamiento único” de los 80 y 90, junto con la falta de alternativas políticas que darle a los malestares e inconformidades sociales desatados tras los subsiguientes “reajustes” neoliberales, con sus abusivos y desoladores efectos.

En ese ambiente, la ofensiva político‑cultural de la derecha neoliberal encontró más críticas que contrapropuestas de la izquierda y, por consiguiente, una oportunidad de recoger y abanderar en su provecho parte de los disgustos y frustraciones sociales característicos de aquel período.

A la postre, hemos presenciado una metamorfosis de la derecha que, a su vez, adicionalmente busca inducirle a las izquierdas una metamorfosis paralela, moldeada a la medida del interés estratégico de esa “nueva” derecha.[2]

Para tales propósitos, la participación de agencias oficiales, fundaciones privadas e intereses empresariales de Estados Unidos y de algunos países europeos no se ha ocultado.

Ejemplo ostensible es lo que en Panamá el sarcasmo local llamó “el pacto de la Embajada” cuando, durante la campaña electoral del 2009, la embajadora norteamericana invitó a las personalidades políticas locales a presenciar desde su residencia la toma de posesión del presidente Barack Obama. Durante la velada, mientras los demás invitados miraban la pantalla, sin disimular apariencias los auxiliares de la anfitriona llevaron a la sala contigua a los dos principales contrincantes de derecha, los cuales allí acordaran la alianza que poco después permitiría derrotar al gobernante partido socialdemócrata e instaurar un régimen de “nueva” derecha. Una batería de fotógrafos de prensa, citados de antemano, cubrió esa reunión paralela, sin ocuparse de Obama.

Se articula otro modelo

Al hablar de la emersión de una “nueva” derecha en América Latina no suponemos que ella sea una corriente política e ideológica homogénea en toda esa diversidad de países, ni que la misma exprese un modo de pensar y de actuar que pueda considerarse inédito. En realidad, se trata de un conglomerado donde coinciden múltiples intereses, cuyos objetivos medulares, métodos y discurso tienen antiguos precedentes en la reacción chovinista que en Europa se opuso a aceptar la liberación de las colonias en África y Asia y, de forma más ostensible y reciente, en la versión estadunidense de Revolución Conservadora angloamericana de los años 80.

Las derechas tradicionales latinoamericanas ‑‑como expresión política de las élites socioeconómicas u “oligarquías” asociadas a una hegemonía foránea‑‑ estuvieron íntimamente asociadas a los regímenes de democracia restringida y de dictadura militar que predominaron en los años de la Guerra Fría, en dos sentidos. El primero porque en época de las movilizaciones democráticas, nacionalistas y progresistas de los años 60, tocaron a las puertas de los cuarteles para solicitar la represión e instaurar gobiernos autoritarios. El segundo porque, al amparo de los consiguientes regímenes dictatoriales, no solo salvaron sus antiguos intereses sino que incursionaron en las nuevas oportunidades del capitalismo dependiente, como las del sector servicios, tanto más prometedoras en tiempos de globalización.

No obstante, en los 80 ya era inocultable que las sociedades latinoamericanas ‑‑así como el propio capitalismo‑‑ no solo habían crecido sino que se habían vuelto mucho más diversificadas y complejas, experimentaban nuevas necesidades y demandaban formas de gestión más avanzadas. Como asimismo requerían otro género de gobiernos, capaces de infundir esperanza en las reformas neoliberales, coordinar su aplicación y administrar políticamente su implantación y consecuencias.

Para ello se requerían transiciones controladas dirigidas a constituir regímenes más legitimados y eficientes, con renovados espacios para la distensión social, la circulación de ideas y la innovación. La disyuntiva quedó entre propiciar una democratización dosificada o atenerse a las opciones de desorden o revolución que ya empezaban a incubarse. Eso implicó que la propia élite socioeconómica y sus formas de expresión política también debieron llevar a cabo sus respectivas transiciones a nuevas formas de gobernar. Donde la oligarquía local fue renuente, sus poderosos asociados foráneos debieron intervenir más directamente en la tarea de empujar esa evolución.[3]

En la necesidad de disponer de nuevas alternativas políticas, ese fue un período de “modernización y mundialización política” propicio para las performances de la democracia cristiana. Como asimismo la de partidos y dirigentes tímidamente socialdemócratas, salidos unos de la reconversión de personalidades liberales y otros de la asimilación de ex socialistas reblandecidos por los rigores de la Guerra Fría. A la postre unos y otros ‑‑a veces en remplazo de los antiguos partidos liberales y conservadores‑‑ serían los beneficiarios políticos visibles de los pactos de transición previamente negociados con los altos mandos militares y sus entornos civiles empresariales.[4]

Pero tarde o temprano cualquier transición al final se agota. Los nuevos regímenes de democracia pactada y restringida, casi siempre uncidos sin remedio a la misión de administrar las reformas neoliberales ‑‑las aperturas y privatizaciones, así como la reducción y desmantelamiento de las facultades y los poderes del Estado‑‑, poco más tarde debieron asumir la responsabilidad por las trágicas secuelas sociales y los descontentos que esas reformas precipitaron, y sus altos costos políticos. Regímenes que por un tiempo gozaron de buen nombre y cierta autoridad cívica unos años después fueron desbordados por la inconformidad popular.[5]

Al cierre de ese período, lo que quedó fue una extendida percepción no solo del descalabro económico, sino también del agotamiento del sistema político instaurado tras la “oleada” democrática, incluido el agotamiento de sus partidos y liderazgos más representativos. Se generalizó la tendencia ‑‑igualmente instigada por los grandes medios de comunicación‑‑ a responsabilizar al sistema institucional, a los partidos y estilos políticos, y a los parlamentos, por las consecuencias de la gestión neoliberal: la fragilidad del empleo, la degradación de los servicios y la seguridad sociales, el individualismo insolidario, la corrupción, la inseguridad en las calles, la angustia de las clases medias, etc.
Desde luego, si al Estado se le quitaron las facultades y medios necesarios para regular la economía e intervenir en su curso, eso dio ilimitadas libertades a los inversionistas y especuladores para ampliar los negocios lícitos y también los ilícitos. Con esa liberación de las actividades económicas y financieras también vino su desmoralización, con sus conocidas consecuencias en el campo de la seguridad ciudadana y la seguridad pública.

¿A quién culpar, después, por estos los nuevos males? ¿Qué hacer para acabar con ellos, y de una vez por todas? Para la derecha, los males que ella previamente causó a través de la desregulación ahora deberán remediarse por medio de la “mano dura”. Porque para la crónica desaprensiva o intencionalmente superficial la culpa está en las malas costumbres y los individuos, ya sea porque es más difícil desentrañar las estructuras y procesos sociales o, antes bien, porque se quiere evitar que se las cuestione. Mientras los medios académicos y los líderes de izquierda investigan, explican y comparan opciones y propuestas, a la “nueva” derecha le basta una argumentación más cosmética y expedita, exenta de mayores fatigas intelectuales.

Porque esa derecha viene a salvar el fondo y los afanes del sistema socioeconómico vigente, buscando no apenas preservarlo sino “liberarlo” del fárrago de restricciones que el humanismo, la tradición liberal y las conquistas del movimiento popular le habían impuesto en anteriores tiempos, y reinstaurar las formas de hegemonía y de gestión de clase que más le convienen. Esta derecha busca desnudar la economía capitalista para restablecer las reglas del capitalismo salvaje y viene determinada a tomar un atajo para ejecutar ese propósito sin lastarlo con pudores, antes de que alguien más se adelante a levantar otra alternativa. De allí el estilo macho propio de tal misión reaccionaria, que no acepta perder tiempo en escrúpulos ni disquisiciones.

Con lo cual esa derecha es “nueva” por sus métodos, formas y procedimientos, mientras que sus intenciones y contenidos son más retrógrados que conservadores. Sin viejos disimulos, sus objetivos vienen de época anterior al desarrollismo de tiempos de la postguerra.

Nueva derecha y racismo postmoderno

En la Europa de los años 80, bajo la ofensiva neoconservadora de la premier Margaret Tatcher y el presidente Ronald Reagan ‑‑asociada a su vez a la implantación del neoliberalismo‑‑, algunas de las categorías conceptuales que caracterizaron al quehacer político y cultural de la postguerra cambiaron de preeminencia. Con el impacto de los cambios tecnológicos, los imponderables de la globalización, las crisis económica y sociocultural, el cuestionamiento de los sistemas políticos y de representación, el crecimiento de la inmigración, el miedo al desempleo y a la pérdida del status social, se incrementaron las fobias xenofóbicas y racistas en detrimento de las diversas manifestaciones de la lucha de clases.

Entró en escena una derecha postindustrial que ya no invocaba la tradición fascista, sino que postuló la defensa de la identidad nacional amenazada por la globalización cultural, criticó el desmantelamiento de los beneficios del Estado de Bienestar, reivindicó la preferencia por los connacionales sobre los inmigrantes, y repudió la renuncia a las cuotas de soberanía cedidas en los procesos de integración a asociaciones supranacionales como la OTAN y la Unión Europea.

El rechazo a los inmigrantes encabezó las consignas de los nuevos partidos de extrema derecha. El dilema entre el nacionalismo y el cosmopolitismo, la preferencia por el mestizaje, que desde los años 60 había prevalecido como expresión positiva de la internacionalización de la cultura, en los 80 perdió terreno frente a la opción excluyente que salió a exigir que se erigieran entidades nacionales más cerradas y fuertes.

Como expresión teórica de esa alternativa destacó la llamada Nueva Derecha francesa. Su vocero más notorio, Alain de Benoist, ya en los años 60 había militado en el nacionalismo colonialista que rechazó el diálogo y la paz en la guerra de Argelia. Esta derecha reivindicó que Francia se constituyera en baluarte de la preeminencia europea y defensora de la superioridad del hombre blanco respecto a los pueblos “inferiores”, lo que conllevaba demandar un Estado fuerte, autoritario y corporativo. Pero no lo hizo blandiendo meras consignas, sino procurando sustentar esas ideas como partes de una concepción más abarcadora y sistematizada.

Tras la derrota en Argelia, la derecha tradicional francesa quedó subsumida por el gaullismo. En los años 80 esa Nueva Derecha elaboró una propuesta doctrinal dirigida a devolverle independencia y discurso a ese sector. Como movimiento intelectual “metapolítico”, trabajó al margen de los partidos y desarrolló un corpus doctrinal con el que fundamentar una “verdadera cultura de derecha” el cual, además del tema migratorio, también abarcó otros asuntos polémicos, como los de la irrupción del tercer mundo, el aborto, la revisión crítica del cristianismo, del liberalismo y del marxismo, el cuestionamiento de la Unión Europea y el del imperialismo norteamericano.

Ese movimiento se reconoció influido por la “Revolución Conservadora” alemana de tiempos de la República de Weimar, nutrida por Nietzsche, Mohler, Jünger, Heidegger, Spengler y otros, que en su época rechazó los legados de la Revolución Francesa y del liberalismo decimonónico. Alegó asimismo que el factor cultural ‑‑en particular las creencias y representaciones simbólicas‑‑ es quien condiciona la voluntad y la acción humanas y que, por ende, las ideas dominantes son el eje del devenir de la historia, antes que cualquier otro factor, como la economía.

Ese movimiento también postuló una concepción biológico‑cultural que exaltaba la raíz indoeuropea de dicho “pueblo europeo”, cuya identidad defendió frente a la colonización cultural angloamericana y la penetración de inmigrantes de otras regiones, especialmente del tercer mundo.
Por otra parte, denunció la presunta hipertrofia del igualitarismo y el universalismo derivados del cristianismo y de las ideas del siglo XVIII y emprendió una crítica general de la cultura occidental y la modernidad, en sus aspectos tanto religiosos como seculares, junto con una crítica de la sociedad mercantilista y de consumo.[6]

En los años de la Guerra Fría, Benoist sostuvo que Europa debía resurgir “frente a la dictadura del Gulag y la del Bienestar”. Tras el derrumbe del llamado Campo Socialista, sostuvo que el principal enemigo era el liberalismo atlántico‑americano u “occidental”, así como sus “sucedáneos” la socialdemocracia y el modelo de democracia basado en un consenso pasivo subordinado al egoísmo del interés económico. A la vez, negó que sobre la diversidad de los pueblos pudiera implantarse un modelo único de democracia, y postuló una democracia orgánica que, fundada en la soberanía nacional y popular, no sería antagónica a un poder fuerte porque plasmaría las nociones de autoridad, de selección y de élite.

En ese contexto, Benoist señaló un conjunto de otros problemas contemporáneos. Con la premisa de que hoy por hoy los conocimientos se multiplican aceleradamente sin que el conjunto de sus consecuencias llegue a comprenderse, y que a la par el mundo integrado por conjuntos cerrados es remplazado por uno constituido por redes interconectadas, argumentó que es indispensable revisar las ideas y la institucionalidad vigentes.

En particular, destacó la impotencia de los partidos, los sindicatos, los gobiernos y las demás formas establecidas para la conquista y el ejercicio del poder. A lo que añadió la obsolescencia de los campos y delimitaciones que tradicionalmente habían caracterizado a la modernidad, tales como el caso de la distinción política entre la derecha e la izquierda, que la Nueva Derecha remplazaría.[7]

En el plano moral, Benoist criticó a la sociedad contemporánea que, por demasiado permisiva, propicia la pérdida de los valores morales, y señaló un conjunto de males que afectan a millones de personas, como la inseguridad en las calles, la violencia generalizada, la precariedad de la vida, la “barbarización” de las relaciones sociales y la pérdida de la cultura del respeto, etc.

En contrapartida, abogó por fortalecer la familia y los signos de la identidad nacional, que el pensamiento neoconservador cree fundamentales para recuperar la cohesión y disciplina sociales frente a las amenazas de la multiculturalidad social. Asuntos que, recalcó, exigen un claro establecimiento de las jerarquías, una mayor preeminencia de las obligaciones frente a los derechos y, desde luego, fortalecer la autoridad.

Con la diversidad de matices que caracterice a cada tiempo y circunstancia locales, los postulados de Benoist aún expresan a gran parte de la extrema derecha y, bajo el centelleo de los estilos y recursos actuales, el de la “nueva” derecha.

Antecedente político

Unos años después, a comienzos del siglo XXI era evidente que los principales referentes de la derecha europea ‑‑los De Gaulle, Andreotti, Tatcher, Kohl o Chirac‑‑ aún correspondían al estado de cosas que reinaba cuando esa región se dividía en dos bloques, el Oriental y el Occidental, respectivamente sujetos a las hegemonías soviética y estadunidense8. Mas la perspectiva principal de los europeos había pasado a ser otra: construir una Europa unitaria capaz de congregar un gran espacio económico y político emancipado de la tutela norteamericana.

En su etapa inicial, el motor de las transiciones que permitieron avanzar en el proyecto de la Unión Europea fue la fogosa socialdemocracia de aquel entonces, que todavía no daba signos de abandonar el proyecto social ni la identidad política que históricamente la habían caracterizado, los cuales más tarde perdería ‑‑junto con buena parte de su credibilidad y electores‑‑ tras su conciliar sus propuestas con las del neoliberalismo, bajo el influjo oportunista de la “tercera vía”.

A la sazón, los personajes más encumbrados de la derecha europea eran José María Aznar y Silvio Berlusconi, ninguno capaz de liderar un nuevo proyecto regional para esa vertiente política. Aznar, por su incapacidad para trascender su formación franquista. Berlusconi, por su catadura moral, subordinada a su avidez empresarial. Ambos, aferrados a sus respectivos localismos políticos que, lejos de entender la globalización como una oportunidad a escala europea, se reducían a tomar sus respectivos países como cotos donde fortalecer sus intereses partidistas, con el control y hasta la apropiación de los medios de comunicación y de las empresas por privatizar.[9]

Así las cosas, tras la desaparición de la URSS, los cambios en China y el aceleramiento de la globalización, al acercarse el siglo XXI en Europa la derecha aún carecía de un proyecto y un liderazgo actualizados, mientras que la socialdemocracia ‑‑antes unos que otros‑‑ había iniciado la degradación de su consistencia programática y política, lo que ahora todavía busca cómo remediar. El liderazgo desempeñado por el Gerhard Schroeder de los primeros tiempos y por Leonel Jospin en la construcción del proyecto europeo aún demoraría en ser remplazado por el de los derechistas Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy.

En esa coyuntura, la formación de una “nueva” derecha ajustada a las expectativas posteriores a la Guerra Fría encontró dos posibles vertientes: por un lado la legada por la revolución conservadora que los gobiernos de Reagan y Tatcher impulsaron en los años 80 y, especialmente, los respaldados por los neoconservadores o neocons que en los 90 dominaron ambos períodos de George W. Bush. Por el otro, la versión europea, crítica de la hegemonía angloamericana, sostenida por la Nueva Derecha francesa.

La Revolución Conservadora

En Estados Unidos, la revolución conservadora se empeñó en acabar con los frutos de medio siglo del New Deal de Franklin D. Roosvelt y los de la Gran Sociedad de Lyndon B. Johnson, que constituían el núcleo de las herencias del movimiento liberal estadunidense como, por ejemplo, la política fiscal dirigida a garantizar la adecuación de la demanda social, el esfuerzo por redistribuir el ingreso a favor de los ciudadanos de menores ingresos mediante instrumentos como la seguridad social, y la creciente regulación pública de ciertos sectores estratégicos como el complejo militar‑industrial. Luego de que por varios decenios los estadounidenses habían percibido al Gobierno como un amigo paternal, el mandato de Reagan se inició con el slogan de que “el Gobierno es el problema, no la solución”, y se orientó a un brusco recorte de las facultades y servicios del sector público.

Esa ofensiva conservadora buscó eliminar las políticas de acuerdo social instauradas desde la postguerra, cónsonas con la ampliación de las libertades públicas, los derechos sociales, la orientación keynesiana de la economía y el Estado de Bienestar, que ya eran parte del patrimonio sociocultural de la población. De esta forma, se limitó la participación del Estado en la economía a través de la desregulación y las privatizaciones, se redujeron los impuestos a la minoría más adinerada y se incrementaron los gastos militares.

A la vez, como expresión de una política muy ideologizada, se marginó a los sindicatos y demás organizaciones sociales de la toma de decisiones y se insistió en que sus demandas eran incompatibles con la racionalidad económica y el interés nacional. Quienes no comulgaban con las tesis neoliberales de desregulación de los mercados, eliminación del sector público empresarial y equilibrio presupuestario más allá de los ciclos económicos, fueron sistemáticamente marginados de los medios académicos, servicios de consultoría, organismos multilaterales y grandes medios de comunicación. Al avanzar los años 80, el predominio de esas tesis fue tan asfixiante que se impusieron como pensamiento único.

No obstante, la revolución conservadora al cabo perdió aliento, luego de sumir a Estados Unidos en el mayor déficit fiscal de la historia, generar un aumento exponencial de la desigualdad y la exclusión sociales, y provocar una cadena de crisis financieras que tuvieron crecientes efectos internacionales a consecuencia de la globalización. El desencanto social decidió las siguientes elecciones.

Sin embargo, el regreso al Gobierno de los demócratas estadunidenses y de los laboristas británicos dejó a la vista que la revolución conservadora ya había arraigado en la cultura política de ambos países. Los gobiernos de Tony Blair y Bill Clinton respetaron las tesis básicas del conservadurismo, conformándose con implantar lo que Joaquín Estefanía denominó “un tetcherismo y un reaganismo de rostro humano”[10].

Los neocons

Mientras gobernó el Partido Demócrata, los técnicos norteamericanos de la revolución conservadora permanecieron atrincherados en una amplia diversidad de fundaciones y think tanks financiados por poderosas transnacionales. Y durante ese lapso elaboraron el llamado Proyecto para un nuevo siglo americano, su propuesta doctrinaria para el lanzamiento de una gran ofensiva neoconservadora para el siglo XXI ‑‑de donde les viene el apelativo de neocons‑‑.

Personajes como Cheney, Wolfowitz, Perle, Rumsfeld, Rice, Ashcroft, Kristoll y Kagan, entre otros, como continuadores reciclados del conservadurismo de los años 80, adoptaron a Geoge W. Bush como candidato, fusionaron al “partido de las ideas” con el “partido de los negocios” y contribuyeron denodadamente a derrotar la candidatura demócrata de All Gore. Entendieron su misión como una cruzada destinada a implantar una época conservadora en el plano cultural y moral, a erradicar la concepción laica de la vida ‑‑desde la obligatoriedad del rezo en las escuelas públicas hasta la proscripción de la teoría de Darwin‑‑, a combatir al igualitarismo, el ecologismo, al feminismo y la tolerancia sexual, así como a entronizar la preeminencia de la seguridad sobre las libertades cívicas.

Para imponer esa nueva época, los neocons se figuraron tal cruzada como una contrarrevolución permanente con objetivos de mediano y largo plazos para maximizar sus realizaciones y consolidar su perduración11.
Obsesiones suyas son hacerle frente al debilitamiento de la hegemonía estadunidense y a la decadencia de su concepción de la democracia occidental, para “restaurar” un cuerpo social debidamente ordenado, disciplinado y jerarquizado. De allí su apremio por convertir la percepción de incertidumbre provocada por la globalización y por la crisis en un temor social por la seguridad, en transformar las controversias políticas y socioeconómicas en conflictos etnoculturales y religiosos, en crear y señalar “enemigos” y amenazas que justifican generalizar medidas de excepción, y descalificar a todo crítico y alternativa política.

Su objetivo es barrer las limitaciones dejadas por las pasadas reformas liberales y movimientos cívicos. Manifestaciones suyas son tanto las políticas directamente dirigidas a beneficiar a las grandes corporaciones como la defensa del fundamentalismo cristiano, así como entronizar la noción norteamericana de civilización y democracia occidentales por cualquier medio, incluso el militar. El apogeo de su influencia se desató con el máximo aprovechamiento de la oportunidad que les fue deparada por los brutales atentados del 11 de Septiembre, ocasión que les permitió ampliar su incidencia sobre los mayores medios de comunicación, acotar y retrotraer libertades públicas y derechos ciudadanos, así como desatar las guerras ‑‑más empresariales que punitivas y culturales‑‑ de Irak y de Afganistán.

La “nueva” derecha española

Por su parte, la “nueva” derecha española, en tanto que movimiento, es una mezcla de innovación y conservadurismo, y de agresividad rupturista con apelación a los valores de la época franquista. Su agresividad apabulla las posiciones de la derecha centrista y democristiana aparecidas durante la transición postfranquista, que respetaron la institucionalidad democrática. En contraste, esta derecha no solo llama a quebrar las restricciones que la democratización le impuso a la clase dominante, sino a plasmar la “imagen invertida de la revolución permanente”, dándose el papel de “fuerza ordenadora de un mundo inestable y amenazado, sometido a terrorismos de enorme ubicuidad y fuerzas morales perversas”.[12]

Como cabeza, pues, de una contrarrevolución permanente destinada a restaurar el orden que la transición democrática y la renovación capitalista “corrompieron” en los últimos lustros, esta “nueva” derecha demanda acciones tan extremas como la guerra. Pero ya no contra el terrorismo, la delincuencia y las drogas, sino contra cualquier elemento susceptible de convertirse en “enemigo interno”. Asimismo, reclama instaurar la “autodefensa preventiva”, que implica no solo hacer a un lado el orden jurídico que ampara los derechos ciudadanos, sino entronizar las políticas de excepción y los métodos policiales como pauta de gobierno, sin esperar a que el presunto enemigo cometa los actos que se le presuponen.

Tales argumentos, más que representar un corpus intelectual a la usanza de la Nueva Derecha francesa, exhiben un discurso que reacomoda reminiscencias de la ideología franquista con planteamientos del reaganismo norteamericano de los años 80. Pero coinciden en idéntico afán por desterrar los valores de la Revolución Francesa, el liberalismo y las conquistas de las revoluciones europeas de 1968, a lo que se agregan las obsesiones reaganistas contra la equidad social y etnocultural, el sindicalismo, el feminismo, la tolerancia sexual, el ecologismo y demás conquistas de la democracia avanzada, y contra los pueblos y personas de fe islámica.

Por otra parte, frente a los síntomas de esclerotización y pérdida de eficacia del sistema político establecido, de sus partidos y sus instituciones parlamentarias, así como ante la insensibilidad de los medios de comunicación frente a las nuevas necesidades y demandas sociales, esta derecha procura presentarse a sí misma como una opción antipolítica crítica del sistema establecido y como la opción extrasistémica capaz de cambiarlo. Por consiguiente, pretende ser la nueva vocera y alternativa del olvidado hombre común, de sus miedos y sueños frente a un sistema político insensible y agotado.

De este modo asume un acentuado perfil populista, que constituye una de sus características más notorias. Perfil a su vez reforzado por la sagacidad de la “nueva” derecha para asumir a los medios y las técnicas de comunicación y publicidad masivas como el instrumento político capaz de servirle como alternativa frente a la decadencia de los instrumentos tradicionales de organización y acción político‑electorales. Y, además, de traducirlo en una resuelta disposición para explotar el campo mediático al mejor estilo norteamericano.

En América Latina, la “nueva” derecha se apoya medularmente en este recurso, al que prioriza a cualquier costo, nutriéndolo con las mejores asesorías, tanto norteamericanas como de latinoamericanos formados en la escuela estadunidense de estudio y manipulación de la opinión pública.

Retóricas por realidades

Hoy vivimos ‑‑y se compite políticamente‑‑ en medio de demandas y tensiones sociales más complejas y dinámicas que aquellas en las cuales se fundaron los actuales sistemas de representación y gestión política. Las normas y organizaciones sociopolíticas tradicionales han perdido confianza pública, mientras que los medios de comunicación más poderosos superan la capacidad de los partidos tradicionales para contactar y orientar a una masa plural de fracciones sociales que carecen de otras vías para percibir e interpretar la realidad. En estas circunstancias, el populismo de derecha adopta la industria de la comunicación como vehículo de performance que ‑‑remplazando a la vieja propaganda‑‑ entroniza una retórica destinada a suplantar la realidad, a la vez que alinea a los medios más penetrantes como instrumentos de poder político.

Las retóricas mediáticas se explotan como un sucedáneo que acomoda y remplaza la realidad efectiva para un público económica, social, cultural y demográficamente segmentado, que tiene limitadas posibilidades de percibir y entender al conjunto de la situación, y de compartir sus interpretaciones.

Quien domina los medios está en ventaja para imponer la agenda temática alrededor de la cual se enfoca el interés y el consiguiente debate de la mayor parte de la sociedad, así como para calificar a sus actores y argumentos. El predominio mediático permite destruir o construir reputaciones tanto de ideas y personas como de proyectos y propuestas, lo mismo que tergiversar unas opciones o relegarlas al anonimato o la marginalidad, y de ayudar a que otras puedan prevalecer.

Con ese respaldo, el populismo de derecha puede convertir esa nueva forma de presentar la opción reaccionaria en una alternativa más generalizada y “popular” que la izquierda; sobre todo cuando ésta última no ha sabido renovar y promover sus propuestas a través de lenguajes y métodos más frescos, accesibles y persuasivos.

Como observa Emmanuel Rodríguez13, en esa explotación del modelo que articula dichos moralismo, radicalidad, populismo y estrategia mediática igualmente coinciden tanto los neocons norteamericanos como Silvio Berlusconi. Aparte de que dichos medios de comunicación “normalmente” son propiedad ‑‑o están bajo control‑‑ de intereses social, económica e ideológicamente afines a los patrocinadores de las campañas neoconservadoras, finalmente constituyen un conglomerado capaz de encumbrar la iniciativa neoconservadora por encima de los correspondientes partidos conservadores. En no pocas oportunidades el “estado mayor” del conglomerado mediático ‑‑el “partido” mediático‑‑ le fija la agenda al partido tradicional, invirtiendo los términos entre el manipulador informativo y la organización política que da la cara por él.

Parecidos de familia

Así pues, cabe reconocer un conjunto de características que las diversas modalidades de la “nueva” derecha comparten ‑‑en uno u otro grado‑‑ en Estados Unidos y América Latina. Sin agotar la lista, ni suponer que todos estos rasgos invariablemente deben aparecer en cada uno de los casos, sobresalen los siguientes:

1. La pretensión y el discurso mesiánicos, según los cuales la perduración del orden sociocultural y económico “occidental y cristiano” ‑‑o alguna noción equivalente‑‑ está amenazado por los excesos del legado liberal, la permisividad, la decadencia del sistema político tradicional o las ideas revolucionarias o socialistas, amenazas que hacen necesario anticipar una enérgica cruzada correctiva para restaurar los valores morales tradicionales, reinstaurar el orden, la disciplina y las jerarquías sociales, restablecer la seguridad pública y garantizar el buen gobierno y mejorar la rentabilidad del capital.

Esa intención correctiva, y la demagogia que la proclama, idealizan un orden político y moral históricamente ya pasado, y aspira a retrollevar la sociedad nacional a ese estado anterior, lo que identifica literalmente el propósito retrógrado o reaccionario de ese movimiento, pese a la novedad “revolucionaria” de sus formas y métodos.

2. La invasión del campo clásico de la política por un conspicuo personaje de determinada fracción o grupo de la élite empresarial y de sus operadores directos. Ello se justifica con la presunción de que el estilo de decisión y mando característico de la gestión empresarial es supuestamente superior y que se puede trasplantar sin más a la gestión pública. Esta invasión se excusa en el supuesto de que ese modo de dirigir hará menos deliberativa y más eficaz la administración del Estado, como si los procesos y confrontaciones sociales ‑‑y las opciones para darles solución política‑‑ se pudieran decidir por decreto.

Cuando el liderazgo político, o en su caso el gubernamental, se ejerce por interpuesta persona ‑‑un dirigente que no es gran empresario‑‑, éste asimismo adopta un amaneramiento “ejecutivo”, que también busca descalificar al político profesional como ineficaz y prescindible. Ese manierismo retórico procura sugerir más eficacia pragmática que valores sociopolíticos, con la intención de mostrar a esos “nuevos” líderes y candidatos como si fueran actores dotados de exitosa experiencia empresarial ‑‑o similares a quienes sí la poseen‑‑, esto es, como la oportunidad que el burgués competente le ofrece al país para implantar un nuevo tipo de gestión pública u “otra forma de gobernar”, para decirlo en palabras de Sebastián Piñera.

3. Sin embargo, el grupo económico que abandera la “nueva” derecha no ejerce su poder político para gobernar conforme al interés del conjunto de su clase, sino que conquista el poder público para coaccionar a los demás sectores de la burguesía y subordinarlos a sus intereses de grupo hegemónico, tal como lo hace Ricardo Martinelli. Y de idéntica forma, usa ese poder para castigar y someter a las organizaciones y personalidades representativas de las demás clases o grupos sociopolíticos y neutralizar todo foco de crítica o resistencia. El cumplimiento de estos propósitos no elude apelar sistemáticamente a prácticas como la intimidación, las penalizaciones extrajudiciales y el soborno, que se aplican de formas más o menos selectivas, discretas o públicas según las conveniencias coyunturales del momento en que se ejecuten.

4. Se adopta una retórica y actuación agresivas que introducen en el debate público determinado paquete de advertencias morales y un estilo cesarista y mesiánico, para instrumentar la exigencia de aplicar acciones extremas y medidas de excepción y adoptarlas como norma de gobierno.

Por ejemplo, la reiterada apelación que George W. Bush hacía de citas bíblicas como argumento para imponer políticas de excepción, con las cuales su gobierno cercenó importantes derechos ciudadanos con el alegado fin de combatir espantajos externos como el terrorismo internacional, y espantajos internos como el narcotráfico, la inmigración o la pornografía.

En definitiva, lo que se combate no es el mal que se señala, sino el espectro construido a colación suya, con lo cual el tema se aprovecha para golpear a terceros, incluso más que a los propios causantes o actores reales del mal que se dice querer atacar.

Queda descartado, así, el discurso presidencial clásico, moderado y paternalista, que de esta forma se pierde ante un estilo rupturista, cuyo lenguaje mesiánico justifica destruir los consensos y acuerdos sociales, y eludir la legalidad, que antes dieron base a derechos ciudadanos básicos en materia de seguridad social, pensiones, educación, función representativa y negociadora de los sindicatos y organizaciones sociales, desde tiempos del New Deal y de la segunda postguerra mundial.

5. Para implementar ese cesarismo, destaca el afán obsesivo y apremiante por controlar y someter a los otros Órganos del Estado y demás instancias de la gestión pública, y de imponer una rápida concentración del poder en manos del Ejecutivo. Se adopta un estilo vertical de mando que reduce y estrecha los ámbitos de consulta y deliberación, que margina las organizaciones de la sociedad civil y pronto pone en crisis la institucionalidad democrática, desconoce sus campos de autonomía y normas de funcionamiento, anula la seguridad jurídica y desvanece los límites entre lo público y lo privado.

La “nueva” derecha, como la extrema derecha, no reconoce la legalidad como tal sino como obstáculo por eludir o remover.

Parte sustantiva del apremio por controlar o someter a los demás órganos del Estado tiene objetivos muy específicos: el Poder Judicial y el Ministerio Público para hacerlos de la vista gorda o para interpretar las normas según el interés político, económico o personal de la nueva autoridad, y para judicializar la represión a los críticos de las acciones gubernamentales. La del Poder Legislativo para modificar o remplazar las normas legales, y agregar las que vengan al caso para imponer como regla las decisiones de la nueva autoridad sin darse la molestia de consensuarlas.

6. A la vez, se entroniza una forma populista de mandar que, con masivo respaldo mediático, se apropia de los temas, estilos y rostros de mayor rating y se arroga la representación de la masa de los ciudadanos modestos y anónimos, prodigando promesas de ocasión para complacer sus demandas y anhelos, sin consideración por la factibilidad, la prioridad y la sostenibilidad de tales ofrecimientos, ni de su pertinencia respecto a una estrategia de desarrollo socioeconómico de mediano y largo plazos.

Como parte del charm populista buscado, la “nueva” derecha hace una prolija exhibición de actitudes, modos de vestir, procedimientos y prácticas que la hagan verse como “antipolítica”, contrariando las formas habituales de la política para pintarse con los rasgos de un género atípico de liderazgo ‑‑presuntamente antisistémico o outsider‑‑ que se suponga crítico del orden existente, a la vez que ajeno y contrapuesto a las opciones ofrecidas por las instituciones y dirigentes políticos ya conocidos, y al tiempo capaz de enderezarlas o remplazarlas sin demora.[14]

7. Redirigir los disgustos sociales sobre otros blancos, escogidos al efecto, lo que incluye desplegar una permanente ofensiva mediática en torno a determinadas ideas‑fuerza (seleccionadas conforme a los objetivos de la “nueva” derecha, la coyuntura política por sortear y las características ‑‑y vulnerabilidades‑‑ de los adversarios que se quiere descalificar). Por medio del énfasis reiterativo sobre ese núcleo temático se selecciona y caracteriza al enemigo a batir, ya sea la izquierda, los corruptos, los negros, los judíos, los inmigrantes, la delincuencia o el terrorismo (o alguna combinación de dos o más de ellos), para justificar medidas de excepción o represión que en la práctica afectarán a la mayoría de la gente.

Para esto, la “nueva” derecha escoge, atiza y teledirige malestares reales existentes en la población y los alinea contra los blancos que su campaña selecciona al efecto, para dirigir sobre ellos el disgusto colectivo15. Como, a la vez, construye metódicamente la imagen de un liderazgo y un propósito deseables, tales como “el cambio”, la seguridad en las calles o la cárcel para anteriores dignatarios. Quien domina los medios no necesita identificar la naturaleza del “cambio”, como tampoco probar la culpabilidad de los acusados, ya que el linchamiento mediático no lo requiere.

8. A menudo, en ese contexto la democracia real es remplazada por una simulación plebiscitaria, que lleva a votación ciudadana determinados temas que real o supuestamente son de interés público, “para que sea el pueblo quien decida”. Sin embargo, se retiene la selección y la formulación de tales temas, cuyo control permanece en manos del Ejecutivo, quien dedica al proceso una masiva campaña publicitaria que, con recursos públicos, apoya las opciones que le interesan.

Este procedimiento ‑‑que fue uno de los predilectos de Benito Mussolini‑‑ facilita que el gobierno eluda consultar y consensuar con otros sectores sociopolíticos las medidas que quiere adoptar, a fin de imponerlas con la excusa de que éstas se asumen por decisión “del soberano”. Lo que permite ocultar los planes efectivos que el gobierno se guarda para el mediano y largo plazos, que solo se revelan a medida en que el régimen convoca a nuevos plebiscitos.

9. Con frecuencia, a todo lo anterior se agrega un persistente afán por anunciar e inaugurar obras o acciones monumentales, no necesariamente imprescindibles pero siempre de gran impacto escénico y un costo muy elevado. Estas lo mismo podrán ser grandes edificios o remodelaciones urbanas, o también enormes movilizaciones militares de talla extracontinental, como las dos invasiones a Irak.

El clima y la ocasión oportunos

¿Cuál es el trasfondo motivador de la “nueva” derecha en las Américas de nuestros días? La universalización de la crisis que emergió en el 2008 ‑‑que no solo es mundial sino que tiene ominosa presencia en múltiples instancias de la realidad16‑‑, la que exacerba las incertidumbres y frustraciones propias de la declinación del capitalismo, por lo menos la del capitalismo que conocemos.

Sumándose a la falta o insuficiencia de proyectos alternativos, la crisis acelera los sentimientos generalizados de inseguridad, no apenas por carencia de protección policial suficiente, sino por precariedad del trabajo, de la vivienda, del estatus social, así como pérdida de previsibilidad y de confianza en las expectativas. En Europa y Estados Unidos, tensa la relación con personas y colectividades de otras etnias y culturas.

En un ambiente de fluctuaciones económicas, políticas y culturales impredecibles, una plebe extraviada, ahora herida y furiosa por los efectos de la recesión, se mueve a la deriva por todo el espectro político, de forma que un día elige a Obama y otro lo repudia17. Por eso, al explicar la derrota sufrida en Massachusetts en febrero del 2010, el propio Barack Obama señaló: “La misma cosa que propulsó a Scott Brown18 al cargo, me propulsó a mí a la presidencia. La gente está enojada, y está frustrada”.

Circunstancia que, precisamente, depara el ambiente psicológico proclive al discurso mesiánico de la “nueva” derecha, demagógicamente prometedor de correcciones, “cambios” y certezas eficaces a corto plazo, con líderes machos que dicen saber lo que hacen y tener el coraje o la falta de inhibiciones necesarios para hacerlo. E igualmente, con adversarios convenientemente escogidos y abatibles19, para asegurar un pronto regreso a la situación y las reglas de antaño, ya sabidas, donde superar tales incertidumbres con las ventajas de quien retorna al pasado con todos los saberes del futuro.

Pero, más concretamente, el auténtico motor del asunto está en el objetivo de garantizar la seguridad y la mayor rentabilidad del capital, amenazado no solo por la crisis económica sino por la eventualidad política de que la inconformidad social se traduzca en desbordamientos y rebeliones, ya sea como caos o como revolución. Esto es, para proteger al capital adelantándose a restablecer las condiciones de orden, disciplina y jerarquización sociales requeridas no solo para salvaguardar al régimen preexistente, sino para quitarle del camino las restricciones y la cultura igualitarista que en el último siglo le han mermado la tasa de ganancias: las de protección y solidaridad sindicales, redistribución del ingreso, seguridad laboral, prestaciones sociales, de derecho a informar, organizarse y rebelarse, etc.

En la intimidad se trata, por consiguiente, de un programa neofascista, aunque evada confesarlo. La “nueva” derecha no es conservadora sino extrema derecha, tanto por su plataforma económica como por su fundamentación ideológica y política. Aunque se trata de un fascismo civil envuelto en prendas más coloridas.

Para cumplir ese programa se requiere una notable concentración del poder; para lograrla, todo evento es aprovechable. En el caso norteamericano, antes recordamos cómo el 11 de septiembre de 2001 la falange de neocons que rodeaba a George W. Bush se apresuró en sacarle partido a esos brutales atentados para promover la campaña que justificaría recortar derechos civiles e invadir a Irak, manipulando la desazón ciudadana, aun a sabiendas de que el régimen de Hussein no era parte del asunto.

En América Latina, Sebastián Piñera reveló ese oportunismo con un singular aprovechamiento del terremoto de febrero de 2010. Al anunciar que esa tragedia implicaba reformar su programa de gobierno, antes de reconocer la prioridad de atender a las víctimas y reconstruir las infraestructuras dañadas, destacó los saqueos suscitados en Concepción para afirmar que “se está perdiendo el sentido del orden público” y que “la gente necesita tranquilidad y orden público”, así que en el programa se recurrirá a todos los medios que los garanticen, algo para lo cual “nuestras Fuerzas Armadas están preparadas”.[20]

La capacidad de reprimir precede a la obligación de abastecer. Así, aunque después supo matizar lo dicho, la nuez del asunto quedó debidamente esclarecida.

La perspectiva de la derecha norteamericana

Las limitaciones del presidente Obama para actuar a la altura de sus promesas, y su temprana vuelta a varias políticas del gobierno anterior, no serían óbice para que, sin mayor espera, la derecha norteamericana saliera a cobrarle el mayor precio por el revés electoral que les había infligido. Organizándose para tomar la ofensiva en las elecciones parlamentarias de medio período, en febrero de 2010 se celebraron, por separado, sendos cónclaves del Tea Party Movement ‑‑la rama más tosca y populachera del fundamentalismo conservador‑‑ y del llamado Conservadurismo Constitucional ‑‑la derecha elegante‑‑.

Ambas ramas coincidieron, en sus respectivos lenguajes, en la finalidad de desarrollar “la más implacable campaña de descrédito y desgaste contra un gobierno electo de que se tenga memoria en la política norteamericana”[21], gobierno que desde temprana fecha acusaron de “socialista”. Dichos cónclaves hicieron ver que los neoconservadores no se conformarán con recuperar el control de Congreso y enseguida el de la Casa Blanca ‑‑el de la Corte Suprema ya lo mantuvieron22‑‑, sino que se dirigen a eliminar definitivamente los contrapesos institucionales y legales que antes le han cerrado el camino al neofascismo en ese país; es decir, a cambiar todo el sistema.

Bajo la rectoría del presidente de la Fundación Heritage, el Conservadurismo Constitucional proclamó la Declaración de Mount Vernon, que recuperó lo esencial del Proyecto para un nuevo siglo americano, de finales de los años 90, que los neoconservadores redactaron luego del revés sufrido ante Bill Clinton.

Dicha Declaración vuelve al clásico recurso de invocar, a su manera, los principios de la Declaración de Independencia y de la Constitución, y de usarlos para alegar que en las últimas décadas éstos fueron minados y redefinidos por reiterados extravíos radicales y multiculturalistas en la política, las universidades y la cultura norteamericanas. Esto de por sí manifiesta un claro repudio a las conquistas cívicas obtenidas en los años 60 y 70 del siglo pasado, y no solo a las iniciativas que eventualmente la administración Obama pueda agregar.

En consecuencia, alega que urge un “cambio” que vuelva a poner al país en la senda de tales principios. Y para eso pregona un conservatismo constitucional consagrado a sostener un gobierno de salvación nacional “que garantice estabilidad interna y nuestro liderazgo global”. Entre esos principios destacan, desde luego, no solo los de libertad y la iniciativa individuales, sino los de libre empresa y reformas económicas basadas en las relaciones de mercado, además de la tradicional defensa de la familia, la comunidad y la fe religiosa.

Estamos, pues, ante un nuevo llamado a la contrarreforma ‑‑antes bien, a la contrarrevolución preventiva‑‑ no solo a escala norteamericana sino con proyección global, tanto por la argumentación en que se apoya y el destino que este movimiento se arroga, como por la naturaleza de la potencia en cuyo nombre se proclama esa intención.

América Latina en disputa

En gran parte de América Latina las agrupaciones progresistas mantienen la iniciativa política, pero ya está en curso una importante contraofensiva de la “nueva” derecha. Nos encontramos ante un anchuroso mosaico social que está en disputa y ‑‑como corresponde a tiempos de transición‑‑ donde hay diversas opciones abiertas. Por un lado, esa “nueva” derecha tiende a prevalecer sobre las formaciones conservadoras tradicionales, pero sin marginarlas. Por el otro, el panorama de las izquierdas es más heterogéneo, como es natural a su naturaleza cuestionadora y creativa, que explora diversidad de caminos.
En nuestra América las incertidumbres y precariedades, agravadas por las políticas neoliberales y su fracaso, concurren con el anterior abandono de los referentes y proyectos desarrollistas y revolucionarios de los años 60 y 70, y con la insuficiencia de otras propuestas más eficaces para los tiempos que corren. La crisis social está más avanzada que el desarrollo de nuevas alternativas político‑ideológicas.

Tras tantos años de insatisfacciones la gente está harta, sin que eso signifique que ya es consciente de sus posibles alternativas históricas. Así las cosas, ese difuso y multiforme malestar social ha contribuido a fortalecer el apoyo electoral a opciones de izquierda, pero no necesariamente a aceptar alternativas más radicales. El dolor y la irritación por las consecuencias de la desigualdad extrema, el empleo precario y la miseria conviven con el descrédito de los sistemas políticos conocidos y, a la vez, con una extendida sensación de temor que viene de la falta de seguridades y la frustración de expectativas.

Es en ese contexto que ahora toca medir fuerzas con una derecha renovada y mejor articulada que viene a disputar el campo político. Y que viene a hacerlo con los recursos que ya sabemos: el predominio mediático, una orquestación continental y unas consignas populistas que tienen la fuerza de una brutal simplificación de los problemas y expectativas populares, que no necesita mayores esfuerzos explicativos. La naturaleza elemental y retrógrada de esas consignas facilita su asimilación.[23]

En períodos así el piso político es movedizo: abundan los realineamientos ‑‑tácticos, programáticos e ideológicos‑‑ de las dirigencias de los partidos políticos y organizaciones, como también de los sectores sociales que ellos pretenden representar. Esto es un espacio propicio para cualquier género de aventureros, como Fujimori. Pero si bien es cierto que la crisis ‑‑económica, sociopolítica e ideológico‑cultural‑‑ propicia confusiones y recomposiciones, no por eso conlleva el supuesto “retorno a la derecha” que hoy predicen determinados “analistas”[24]. Al contrario, en ningún país latinoamericano hay un movimiento de masas en apoyo de proyectos contrarrevolucionarios.

Aunque aquí o acullá la izquierda política no ha renovado sus propuestas, la vida le da arraigo a una izquierda social que se extiende aunque todavía no esté conceptual ni organizativamente desarrollada. Si en vez de preguntar por las siglas partidistas se cuestionan los problemas diarios tema por tema, se comprueba que es falso que nuestros pueblos deriven hacia la derecha, pese a “la rémora histórica de confusión, desideologización y desorganización” que los deja inermes por obra del oportunismo de algunos liderazgos inescrupulosos. Por eso, las campañas de la “nueva” derecha se ven tan necesitadas de remedar discursos progresistas.[25]

Lo que pasó en Chile en las elecciones del 2009 no prueba otra cosa. La Concertación por la Democracia, que gobernó a ese país por 20 años, no fue un ejemplo de la reactivación que las izquierdas latinoamericanas experimentaron desde finales de los años 90 en rechazo a las tesis y secuelas del neoliberalismo. La Concertación fue producto de la etapa previa, de transición pactada de la dictadura a la democracia neoliberal (que tuvo lugar paralelamente a la conciliación de la socialdemocracia europea con el neoliberalismo). La subsistencia del modelo pinochetista de Constitución, institucionalidad pública, sistema electoral y economía de mercado así lo recuerda, a la vez que es huella de una transición democrática que quedó inconclusa.

El hecho de que esta subsistencia se instrumentara con participación de una parte de la izquierda debe evaluarse vis a vis con las importantes conquistas en materia de libertades públicas y derechos humanos que eso inicialmente facilitó, en su primera etapa. Mas no será sino ahora ‑‑paradójicamente, bajo un gobierno de la “nueva” derecha‑‑ cuando el pueblo chileno tendrá oportunidad de luchar para que la transición democrática se complete y por incorporarse al proceso de renovación del papel y la naturaleza de las izquierdas latinoamericanas.[26]

Una ofensiva articulada

Aunque en la tradición de las izquierdas el internacionalismo y la solidaridad ocupan un lugar relevante, en la actualidad la mayor parte de sus organizaciones latinoamericanas consume sus escasos recursos en las tareas nacionales. En los últimos lustros, tras la ofensiva neoconservadora de los años 90, lo demás no suele trascender el plano declarativo. Los foros internacionales son más ocasión de breves ejercicios de reflexión, que oportunidades para concertar cooperaciones de mayor plazo y alcances.

Es en la derecha donde sucede lo contrario. Hoy por hoy el sostenimiento de escenarios y actividades de instrucción y colaboración política internacional es mucho más constante y activo para sus organizaciones. Para esto hay un polo articulador: en América Latina todos los partidos reaccionarios de alguna importancia tienen vinculaciones con el Partido Republicano y con fundaciones y universidades conservadoras de Estados Unidos, lo mismo que con el Partido Popular español y fundaciones cercanas al mismo.

Los cuadros jóvenes de los partidos de derecha frecuentan cursos auspiciados por fundaciones y universidades conservadoras, particularmente en el área relacionada con el marketing político, con énfasis en la investigación y manejo de la opinión pública, y las técnicas para dirigir las comunicaciones sociales. Miami ya es un gran conglomerado de instituciones y cursos de formación en esas especialidades para los nuevos cuadros latinoamericanos de derecha.
Aparte de que, por supuesto, esas jóvenes promesas político‑empresariales acuden a las mismas universidades norteamericanas. Una notable proporción de los dirigentes político‑empresariales latinoamericanos son ex condiscípulos de cursos y postgrados en esas universidades.

Proliferan asimismo los eventos breves y conferencias de capacitación político‑ideológica que propician encuentros de las jóvenes promesas de la derecha con sus veteranos referentes europeos, latinoamericanos y estadunidenses. José María Aznar, por ejemplo, sin ser un intelectual de mediano brillo, se la pasa volando, en el literal sentido de la palabra.[27]
Por su parte, los mayores no solo asisten a las mismas conferencias en Estados Unidos, o las impartidas por gurúes norteamericanos en ciudades latinoamericanas sino que, de manera más específica, se encuentran en las juntas directivas y las reuniones de accionistas de las mismas empresas. Las que, además, cada día operan en mayor cantidad de países de la región y fusionan sus respetivos intereses.
No es de extrañar, en consecuencia, que unos y otros piensen a nuestra América con los mismos parámetros, cultiven proyectos políticos similares, y se pongan de acuerdo en los mismos términos, para organizar sus actividades políticas solidariamente.

Aparte de la enorme diferencia que hay en la disponibilidad de recursos económicos, se puede decir que la derecha continental aventaja en este campo a las izquierdas también porque está en mejores condiciones intelectuales para aprovechar a favor suyo las ventajas de la globalización que, de paso, en ausencia de competidores de izquierda, es su globalización.

Pero más allá de eso, la piedra de toque del asunto está en que el núcleo político‑ideológico de la derecha norteamericana sigue activo y no le faltan organización, poder, recursos ni iniciativa, no solo para amarrarle las manos al Presidente Obama, sino para orquestar esta nueva contraofensiva de las derechas latinoamericanas.

Globalización, recursos y orquestación que, sin embargo, no constituyen un escollo al que las izquierdas deban resignarse, sino un reto que ahora les toca superar con los recursos de su creatividad e imaginación. En el actual mundo de las comunicaciones virtuales, cuando los pueblos de la región tienen muy buenas razones para desplazarse a la izquierda, ese tampoco será un reto demasiado difícil de remontar, una vez que somos conscientes de su trascendencia.

Contrahegemonía

En tiempos de la Guerra Fría, para que la derecha oligárquica pudiera imponer “cambios” dirigidos a rehacer al sistema y derogar las conquistas sociales, democráticas y progresistas ya institucionalizadas, fue necesario infligirle derrotas aplastantes y duraderas a la resistencia popular, instaurando las dictaduras de seguridad nacional y el terrorismo de Estado. Pero de entonces acá, las circunstancias regionales y mundiales, así como el desarrollo político alcanzado por una parte significativa de nuestros pueblos, hoy ese camino y sus eventuales alcances resultan más difíciles, como en 2009 lo reiteró el caso de Honduras.[28]

Para derogar esas conquistas sociales ahora la derecha tiene que apelar a otros medios. Y lo puede hacer en la medida en que la reacción ‑‑aprovechando para esto los recursos que le dan ventajas‑‑ logre explotar en su beneficio los malestares y confusiones sociales ya existentes, y organizar agrupaciones de miles “de seres humanos arrojados a la marginalidad, la ignorancia y la desesperación, para intentar hacer de ellos una fuerza de choque salvaje” contra los sectores ciudadanos más conscientes29, no solo en el plano electoral. Esa convocatoria a la coacción y la violencia es, precisamente, botón de muestra de la conducta fascista, arquetipo de la estrategia de contrarrevolución preventiva.

Captar esos malestares y desviarlos contra un blanco seleccionado al efecto permite distraer masas populares, e instrumentarlas al servicio de fines contrarios al interés popular de largo plazo. Para eso hay una demagogia consustancial al género de liderazgo ‑‑vertical y mediático‑‑ que la “nueva” derecha puede ofrecer.

Como bien anotó Gramsci en sus largos años de prisionero político del fascismo, demagogia significa “servirse de las masas populares, de sus pasiones sabiamente excitadas y nutridas, para los propios fines particulares” y las ambiciones de un Jefe. A lo que él enseguida añadió que el demagogo se presenta a sí mismo como insustituible, elimina a sus posibles competidores y apela a “entrar en relación con las masas directamente (plebiscito, etcétera, gran oratoria, golpes de escena, aparato coreográfico fantasmagórico)”[30].

La magnitud de las amenazas que esa “nueva” derecha representa hoy resalta el valor que para las izquierdas siempre ha tenido ‑‑y la urgencia que ahora demanda‑‑ la tarea de formar conciencia y organización popular y clasista. Si las armas de esa derecha prosperan precisamente al incidir sobre una masa ignorante, afligida y desarticulada, superar esa debilidad popular es nuestra prioridad. El campo popular y latinoamericano es nuestro campo y en él nos toca derrotar a este invasor.
Frente a la ofensiva que la reacción arroja sobre esa masa para impregnarla con una subcultura de la derecha, es prioritario construir y movilizar en su seno una contracultura fundada en las necesidades, reivindicaciones y expectativas populares. Es con base en esa contracultura que se puede reivindicar la independencia del pensamiento popular y relanzar su solidaridad de clase. Una contracultura capaz de crecer como el cemento aglutinador y orientador de organizaciones donde la solidaridad de clase vuelva a primar sobre la atomización de las salvaciones individuales ‑‑místico‑religiosas, delincuenciales o neofascistas‑‑ que el neoliberalismo antes propició.

Solo la organización popular y plural ‑‑tanto barrial y comunitaria como laboral, gremial, cívica y política‑‑ puede convertir las ideas y aspiraciones de esa contracultura en una fuerza material, esto es, en una fuerza capaz de buscar y acumular su propio poder. Por consiguiente, en una contrahegemonía, una opción de poder que oponerle a los recursos y los fines de todas las derechas y del capital que las amamanta, como fuerza social y política que sí puede contenerlos y derrotarlos.

Lo que en igual medida prioriza el imperativo de articular frentes amplios donde articular la diversidad de las izquierdas sociales y políticas ‑‑y cerrar los vacíos donde pululan los aventuraros de todo tipo‑‑, con base en lo que en cada caso ellas tienen de común, a la vez que respetando sus respectivas personalidades y diferencias.

– Nils Castroes escritor y catedrático panameño.

Notas:

. No es el caso discutir aquí a qué se ha debido esta limitación, pues no es el tema a tratar en esta oportunidad, ni disponemos del espacio necesario para ello. De esa cuestión ya me he ocupado en otras páginas, como en Una coyuntura liberadora…¿y después?, en Rebelión del 23 de julio del 2009, y en La brecha por llenar, premio Pensar a Contracorriente, La Habana, 2010.

. Ver Kintto Lucas en Barómetro Internacional del 17 de diciembre de 2009.

. Los resultados de ese empeño fueron valorados periodísticamente como una “oleada democratizadora” continental, presuntamente capaz de resolver por varios lustros los fenómenos de contracción económica, inflación y desempleo que ya venían creciendo. Pero pocos años después la aplicación de las políticas neoliberales que esas democracias legitimaron se tradujo en una “oleada” de frustraciones e ingobernabilidad que, aún antes de poner en entredicho al neoliberalismo, las puso en peligro a ellas mismas.

. Eso coincidió con otros importantes acontecimientos a escala mundial, que igualmente contribuyeron a que este fuera un período de gradual degradación de los procesos nacional‑revolucionarios y ‑‑sobre todo tras el desmoronamiento de la URSS‑‑ de repliegue y posterior reformulación de muchos proyectos y organizaciones de izquierda.

. Los casos más notorios fueron el Caracazo y las sublevaciones urbanas de Quito, el Alto, la Paz y Buenos Aires, que constituyeron claros presagios de lo que estaba por suceder en varias otras ciudades y países latinoamericanos.

. La crítica del legado cristiano lo llevó a exaltar el paganismo originario de los pueblos europeos.

. Ver José Pérez i Granados, Alain Benoist y la Nueva Derecha francesa, en Stormfront.org, 4 de julio de 2006.

. Ver Jordi Solé Tura, La nueva derecha europea, en El País, Madrid, 18 de junio de 2001.

. Los principales medios de comunicación quedaron en manos de Berlusconi. Las principales empresas privatizadas, en manos de allegados de Aznar. Lo que significa que al dejar el gobierno ambos seguirán reteniendo grandes cuotas de poder.

. Ver Joaquín Estefanía, Los neocons, profetas del pasado, en El País, 14 de junio de 2004. La frase remeda la consigna de la “primavera de Praga”, en 1968, de instaurar en Checoslovaquia un “socialismo con rostro humano”.

. Tanto en Estados Unidos como en Europa se ha señalado la “reconversión” de activistas de extrema izquierda en intelectuales neoconservadores, por efecto de la ofensiva neoconservadora y del desmoronamiento de la URSS. Esto explicaría el reiterado uso de categorías procedentes de León Trotsky (como la de revolución permanente) y de Antonio Gramsci (como la de la construcción de hegemonía cultural).

. Emmanuel Rodríguez e Hibai Arbide, en ¿Nueva derecha? O la reivindicación del populismo frente al vacío de la izquierda, en Cuadernos Archipiélago, Barcelona, 2006.

. Op. cit.

. Las prácticas populistas se manifestarán asimismo en la explotación de formas de conducta y de lenguaje corporal y verbal que se le atribuyen al gusto popular, según la respectiva idiosincrasia nacional y de época. Se apela a imitar conductas machistas, estilos informales o “de trabajo”, etc., que son parte sustancias de una nueva demagogia que más alude a la imitación populachera que sobrio al estilo popular.

. Según la tesis de que, anger is an energy, el disgusto o el odio son una energía que se puede recoger, agitar y canalizar contra el blanco elegido sin considerar si este es responsable por el disgusto social que se le achaca.

. Como crisis económica, financiera, alimentaria, energética, moral, del clima, de la seguridad ciudadana, del sistema político global, etc.

. Ver Immanuel Wallerstein, El caos como cosa cotidiana, en La Jornada de 2º de febrero de 2010.

. El reaccionario republicano que se alzó con la plaza de senador por Massachusetts que por varios períodos había retenido el demócrata liberal Tedd Kennedy.

. El presidente Ricardo Martinelli, de Panamá, los identifica como “los políticos de siempre, los malos empresarios y la izquierda”. Alocución televisiva reiterada durente finales de febrero e inicios de marzo de 2010.

. De esa preparación el pinochetismo dejó larga constancia. Ver “Piñera dice que el terremoto provocará cambios en su programa de gobierno”, en Argenpress del 1 de marzo de 2010.

. Ver Obama entre el Tea Party y el conservatismo constitucional (I), en Cubadebate del 22 de febrero de 2010.

. Así lo demostró su resolución de legalizar que las grandes corporaciones privadas inviertan sin limitaciones cuantitativas en las campañas electorales estadunidenses, en apoyo a los candidatos de sus preferencias, lo que acentúa el proceso de paulatina “privatización” del Congreso (y el menos gradual del Ejecutivo).

. Ver Massimo D’Alema, La via progresista contro la destra que cavalca le paure, en Il Sole, 23 de febrero de 2010.

. En particular lo predican, como hoja de parra, quienes antes desertaron de la izquierda cuando la ofensiva neoconservadora que siguió a “la caída del muro”.

. Ver Luis Bilbao, América Latina no gira a la derecha, en ALAI, América latina en movimiento, 11 de febrero de 2010.

. Argentina, Brasil y Uruguay, que empezaron más tarde a restablecer la democracia formal, completaron ese proceso antes de elegir gobiernos progresistas, mientras que en Chile esa etapa previa se estancó antes de concluir. Ese estancamiento propició el ambiente de inmovilismo que, a su vez, predispuso a votar por otras opciones, incluida la de la “nueva” derecha.

. Las izquierdas latinoamericanas no disponen de nada similar. Si bien sus encuentros pueden dar ocasión a meritorios ejercicios reflexivos, no cubren ese ambicioso espectro de homologación estratégica, formación de cuadros y coordinación operativa.

. Dante Caputo calificó ese evento como un golpe “correctivo”: los militares intervinieron para devolver el gobierno a la oligarquía tradicional, sin quedarse en el poder. Aún así, la comunidad internacional sancionó el golpe de formas que también perjudicaron los intereses de esa oligarquía; los golpistas de uniforme después fueron destituidos y el golpe, a la postre, no diluyó sino que levantó un movimiento de resistencia social capaz de defender las modestas conquistas sociales antes obtenidas por el pueblo hondureño.

. Ver Luis Bilbao, América Latina no gira a la derecha, cit.

. Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel, edición crítica del Instituto Gramsci, a cargo de Valentino Gerratana, Era, México, t. III, p. 82-83.
Gramsci, por supuesto, debe haber escrito estas líneas teniendo en mente a Benito Mussolini, como nosotros las releemos teniendo a la vista a Berlusconi y a sus caricaturas de ultramar, como Martinelli. ¿No decía Marx que en la historia estas cosas ocurren una vez como tragedia pero si luego se repiten lo hacen como farsa? Si bien Piñera declara que no es ese su modelo sino el de Sarkozy, cabe que lo haga para guardar las apariencias, ya que el francés goza de mejor aceptación en otros lares.

¡Mora y Cañas viven!

En Puntarenas hay un parque que no es un parque más, pues no fue construido con fines recreativos u ornamentales. Tampoco fue concebido para correteos ni fanfarrias. Está cargado de memoria y simbolismo, y es un sitio más bien para meditar y, en profundo silencio solo perturbado a veces por el rumor del mar, acercarse a la historia y al alma de la patria.

Frente a una baja muralla de piedra sobresale una columna decapitada la patria, cabe pensar, en cuyo pie una grande y hermosa placa de mármol dice: “A la memoria de los Beneméritos de la Patria, generales Juan Rafael Mora y José María Cañas, muertos en este lugar el 30 de setiembre y 2 de octubre respectivamente del año 1860. La juventud y los obreros de Costa Rica les tributan este homenaje. 8 de diciembre de 1918”. Asimismo, en los flancos izquierdo y derecho, y levemente hacia adelante, sobre sendos pedestales con grandes placas metálicas reposan los bustos de los homenajeados; éstos fueron colocados muchos años después, en 1960, por la Municipalidad de Puntarenas, en conmemoración del centenario de su asesinato.

Predio en el que antaño hubo varios grandes árboles de jobo (Spondias mombin), y denominado por ello Los Jobos, ahí se inauguró el actual Parque Mora y Cañas el 8 de diciembre de 1918, un mes después de concluida la Primera Guerra Mundial. En tan significativo acto intervino con un lúcido y conmovedor discurso el Lic. Alejandro Alvarado Quirós quien años después sería el primer rector formal de la Universidad de Costa Rica, a petición de las hijas de don Juanito; este distinguido abogado casó con doña María Eugenia Piza Chamorro, sobrina-nieta del prócer.

Así es. En Puntarenas, ese parque cercano al estero no es un parque cualquiera. Porque en ese sitio exacto, en setiembre y octubre de 1860 se enlutó la patria para siempre, cuando el arenoso suelo se tiñó con la valerosa y generosa sangre desafiante e invicta en la guerra previa contra los esclavistas filibusteros de dos de sus mejores hijos.

Desde su exilio en El Salvador tierra natal de Cañas, fueron llamados casi con un ultimátum de sus supuestos partidarios. Pero entre algunos de ellos habían calado para entonces sentimientos y vicios de la más baja ralea, como la delación, la traición y el manoseo de dinero perteneciente al movimiento morista; sus nombres constan en documentos históricos. Irónicamente, uno de ellos incluso terminó integrando el truculento tribunal que decretaría el fusilamiento de ambos.

Es decir, era un ultimátum con olor a muerte. Cañas había recomendado a su cuñado ignorar ese llamado, pero don Juanito era un hombre de palabra y sintió que era ineludible acudir. Urgía llegar. Sin más tiempo que perder abordaron el “Columbus”, un vapor comercial de bandera estadounidense que recorría los puertos centroamericanos. Iban acompañados por el general José Joaquín Mora, el abogado Manuel Argüello Mora, el coronel Francisco Sáenz guatemalteco que era miembro del ejército salvadoreño, Clodomiro Montoya, Antonio Argüello y cuatro criados.

Cuando arribaron, a eso de las ocho de la mañana del 17 de setiembre de 1860, ya Puntarenas estaba en manos de los insurgentes, liderados por el chileno Ignacio Arancibia. Recibidos con alegría por la población, que tanto los quería Cañas había sido un notable Gobernador de dicha comarca, y don Juanito le había elevado su estatus de comarca a ciudad en setiembre de 1858, pronto el alto mando establecía su cuartel en la casa del español Ceferino Rivero Ibarra.

Pero, también, muy pronto aflorarían los fracasos, los cuales están pormenorizadamente narrados en los libros “La trinchera y otros relatos”, de Argüello Mora testigo de excepción y “Dr. José María Montealegre”, de don Carlos Meléndez. De hecho, la delación permitió al gobierno actuar con presteza para evitar levantamientos en el interior del país, impedir el flujo de refuerzos hacia Puntarenas y enviar un contingente de mil soldados para aniquilar a los sublevados, que quedaron apresados en esa lengüeta de tierra que es Puntarenas.

Aislados y sin salida alguna dentro de esa “ratonera”, a los moristas no les quedaba más que resistir, en una cuenta regresiva que, con la rápida pérdida de sus posiciones en el río Barranca y el ulterior baño de sangre en la trinchera artillada que había sido construida en La Angostura, culminaría con la captura de sus líderes.

Derrotado, abatido y solitario, don Juanito buscó asilo en la casa del cónsul inglés Richard Farrer, quien se lo negó reiteradamente. Al clarear el 30 de setiembre se apersonó ahí el comisario gubernamental Francisco María Iglesias enemigo jurado suyo, con quien había accedido a conversar, persuadido por Farrer. Dialogaron a solas durante una hora de espesos silencios para, al final, aceptar la muerte en el patíbulo, pero con la condición de que ninguno de sus colaboradores fuera asesinado. Le hicieron un juicio sumario, pues urgía ultimarlo, y ya a las tres de la tarde de ese día caía acribillado frente a un árbol de jobo, al igual que Arancibia.

En el parte remitido a sus jefes, Iglesias indicó que “Juan Mora murió con dignidad y valor”. Pero olvidó consignar que también lo hizo como un hombre honorable y de buena fe, que murió engañado, pues dos días después Cañas resultaba fusilado en el mismo sitio, por orden del gobierno golpista de José María Montealegre, cuñado de don Juanito, por cierto. Deshonra y cobardía, pues, aparte de que enlutaron la patria, mancillaron la palabra empeñada y el honor.

Insatisfechos con tanto oprobio, evitaron darles un entierro respetuoso, aunque fuese modesto. Dejaron sus cadáveres tirados, para que una multitud sedienta de venganza contra los moristas los lanzara al estero y los devoraran los tiburones. El magnánimo cónsul francés Juan Jacobo Bonnefil impidió más barbarie, y los trasladó y enterró en el rústico panteón del estero, entre los manglares; años después exhumaría los restos, los conservaría consigo, y los entregaría a los deudos de ambos, para que los sepultaran dignamente en el Cementerio General de la capital.

Tras su vil asesinato, con los días sobrevendría el dolor de sus familias, agravado porque tanto doña Inés como doña Guadalupe estaban encintas. Dos meses y medio después, a mediados de diciembre nacían en San Salvador Juana Rafaela (Juanita) Mora Aguilar y su prima Adelaida (Adela) Cañas Mora. ¡Curiosidades del destino! Ello ocurrió con dos días de diferencia, es decir, el mismo intervalo entre la muerte de sus respectivos progenitores. Además, en ese crudo diciembre de padres ausentes, murió el general José Joaquín Mora; a pesar de que hizo rendirse a William Walker, su bravío corazón no pudo soportar tanta pena.

Este año, para conmemorar el sesquicentenario de la muerte de estos libertadores de Centro América, es un deber cívico honrar su memoria y su legado. Algunos estamos involucrados en varias acciones que serán anunciadas pronto, pero es importante que desde ahora se planeen actividades en las escuelas, colegios y municipalidades del país, que ojalá culminaran con un magno evento nacional en el Parque Mora y Cañas. Así, en el propio sitio en que cayeron, 150 años después les reafirmaríamos cuán vivos siguen en el corazón de un pueblo agradecido.

Fuente: elpais.cr | 15/03/2010

Socialdemocracia, fin de ciclo

¿Quién se acuerda en Europa, por ejemplo, del Radicalismo? Una de las fuerzas políticas (de centro-izquierda) más importantes de la segunda mitad del siglo XIX, que los vientos de la historia se llevaron… ¿Qué fue del Anarquismo? ¿O del Comunismo estaliniano? ¿Qué se hicieron aquellos formidables movimientos populares capaces de movilizar a millones de campesinos y obreros? ¿Qué fueron sino devaneos? (1)

Por sus propios abandonos, abjuraciones y renuncias, a la socialdemocracia europea le toca hoy verse arrastrada hacia el sepulcro… Su ciclo de vida parece acabarse. Y lo más incomprensible es que semejante perspectiva se produce en el momento en que el capitalismo ultraliberal atraviesa uno de sus peores momentos.

¿Por qué la socialdemocracia se muere, cuando el ultraliberalismo se halla en plena crisis? Sin duda porque, frente a tantas urgencias sociales, no ha sabido generar entusiasmo popular. Navega a tientas, sin brújula y sin teoría; da la impresión de estar averiada, con un aparato dirigente enclenque, sin organización ni ideario, sin doctrina ni orientación… Y sobre todo sin identidad: era una organización que debía hacer la revolución, y ha renegado de ese empeño; era un partido obrero, y hoy lo es de las clases medias urbanas acomodadas.

Las recientes elecciones han demostrado que la socialdemocracia europea ya no sabe dirigirse a los millones de electores víctimas de las brutalidades del mundo postindustrial engendrado por la globalización. Esas multitudes de obreros desechables, de neo-pobres de los suburbios, de mileuristas , de excluidos, de jubilados en plena edad activa, de jóvenes precarizados , de familias de clase media amenazadas por la miseria. Capas populares damnificadas por el shock neoliberal… Y para las cuales, la socialdemocracia no parece disponer de discurso ni de remedios.

Los resultados de las elecciones europeas de junio de 2009 demostraron su descalabro actual. La mayoría de los partidos de esa familia en el poder retrocedieron. Y los partidos en la oposición también recularon, particularmente en Francia y en Finlandia.

No supieron convencer de su capacidad para responder a los desafíos económicos y sociales planteados por el desastre del capitalismo financiero.

Si faltaba un indicio para demostrar que los socialistas europeos son incapaces de proponer una política diferente de la que domina en el seno de la Unión Europea, esa prueba la dieron Gordon Brown y José Luis Rodríguez Zapatero cuando apoyaron la bochornosa elección a la Presidencia de la Comisión Europea del ultraliberal José Manuel Duraõ Barroso, el cuarto hombre de la Cumbre de las Azores…

En 2002, los socialdemócratas gobernaban en quince países de la Unión Europea. Hoy, a pesar de que la crisis financiera ha demostrado el impasse moral, social y ecológico del ultraliberalismo, ya sólo gobiernan en cinco Estados (España, Grecia, Hungría, Portugal y Reino Unido). No han sabido sacar provecho del descalabro neoliberal. Y los Gobiernos de tres de esos países España, Grecia y Portugal, atacados por los mercados financieros y afectados por la “crisis de la deuda” se hundirán en un descrédito e impopularidad aún mayores cuando empiecen a aplicar, con mano de hierro, los programas de austeridad y las políticas antipopulares exigidas por la lógica de la Unión Europea y sus principales cancerberos.

Repudiar sus propios fundamentos se ha vuelto habitual. Hace tiempo que la socialdemocracia europea decidió alentar las privatizaciones, estimular la reducción de los presupuestos del Estado a costa de los ciudadanos, tolerar las desigualdades, promover la prolongación de la edad de jubilación, practicar el desmantelamiento del sector público, a la vez que espoleaba las concentraciones y las fusiones de mega-empresas y que mimaba a los bancos.

Lleva años aceptando, sin gran remordimiento, convertirse al social-liberalismo. Ha dejado de considerar como prioritarios algunos de los objetivos que formaban parte de su ADN ideológico. Por ejemplo: el pleno empleo, la defensa de las ventajas sociales adquiridas, el desarrollo de los servicios públicos o la erradicación de la miseria.

A finales del siglo XIX y hasta los años 1930, cada vez que el capitalismo dio un salto transformador, los socialdemócratas, casi siempre apoyados por las izquierdas y los sindicatos, aportaron respuestas originales y progresistas: sufragio universal, enseñanza gratuita para todos, derecho a un empleo, seguridad social, nacionalizaciones, Estado social, Estado de Bienestar… Esa imaginación política parece hoy agotada.

La socialdemocracia europea carece de nueva utopía social. En la mente de muchos de sus electores, hasta en los más modestos, el consumismo triunfa, así como el deseo de enriquecerse, de divertirse, de zambullirse en las abundancias, de ser feliz sin mala conciencia… Frente a ese hedonismo dominante, machacado en permanencia por la publicidad y los medios masivos de manipulación, los dirigentes socialdemócratas ya no se atreven a ir a contracorriente. Llegan incluso a convencerse de que no son los capitalistas los que se enriquecen con el esfuerzo de los proletarios, sino los pobres quienes se aprovechan de los impuestos pagados por los ricos… Piensan, como lo afirma el filósofo italiano Raffaele Simone, que “el socialismo sólo es posible cuando la desgracia sobrepasa en exceso a la dicha, cuando el sufrimiento rebasa con mucho el placer, y cuando el caos triunfa sobre las estructuras” (2).

Por eso quizá, y en contraste, está renaciendo hoy con tanta pujanza y tanta creatividad, un nuevo socialismo del siglo XXI en algunos países de América del Sur (Bolivia, Ecuador, Venezuela). Mientras en Europa, a la socialdemocracia le llega su fin de ciclo.

Notas:
(1) Jorge Manrique, “Coplas a la muerte de su padre” (1477).
(2) Raffaele Simone, “Les socialistes proposent toujours le sacrifice”, en
Philosophie Magazine , n° 36, febrero de 2010, París.

Fuente: * Le Monde diplomatique
Marzo 2010. Numero 173