Categoría: Formación sindical
La ruta estratégica de ANEP
Metodología del Congreso
Presentación
Felix Arcadio Montero Monge
Datos biográficos de José Martí Pérez, Héroe Nacional de la República de Cuba
Nació en La Habana en el seno de un hogar humilde, hijo de los españoles Mariano Martí y Leonor Pérez.
Con sus padres viajó a España en 1857. Regresó a Cuba en junio de 1859. Su padre, después de desempeñar el cargo de celador, ocupó el puesto de capitán juez pedáneo en Hanabana, Jagüey Grande (Matanza), desde donde el pequeño Martí escribió a su madre la primera carta suya que se conserva. Cursó estudios en el Colegio “San Anacleto”, de Rafael Sixto Casado, y más tarde en el Colegio “San Pablo”, de Rafael María de Mendive.
En agosto de 1866 ingresó en el Instituto de Segunda Enseñanza de la Habana por gestiones de su maestro Mendive, que se había convertido en su protector y por quien corrían los gastos académicos. El 19 de enero de 1869, ya iniciada la guerra desde octubre del año anterior, publicó sus primeros artículos políticos en El Diablo Cojuelo, de su condiscípulo y amigo Fermín Valdés Domínguez. El 23 de enero de ese mismo año editó el único número del periódico La Patria Libre, donde publicó su drama en verso Abdala. Trabajó por algún tiempo en el escritorio de Cristóbal Madan, a raíz del encarcelamiento de su maestro Mendive a causa de los sucesos ocurridos en el Teatro Villanueva el 22 de enero de 1869. Un incidente con los voluntarios provocó el registro de la casa de Valdés Domínguez, en la que se encontró una carta firmada por éste y por Martí y dirigida al condiscípulo Carlos de Castro y de Castro para reprochar su apostasía de la causa cubana. Juzgados en consejo de guerra, fue condenado Martí —quien insistió en asumir toda la responsabilidad— a dos años de presidio. Ingresó en la cárcel el 21 de octubre de 1869.
El 4 de abril de 1870 fue llevado a las canteras de San Lázaro a realizar trabajos forzados. Quebrantada su salud, se le trasladó a Isla de Pinos, por indulto, el 13 de octubre. Salió para España, deportado, el 15 de enero de 1871. Recién llegado a Madrid, publicó su folleto El presidio político en Cuba. Poco después comenzó sus estudios de derecho en la Universidad Central. Desde El Jurado Federal sostuvo una polémica con La Prensa, de Madrid. Redactó una hoja suelta condenando el fusilamiento de los estudiantes de medicina en La Habana en 1871. Después de operado de las lesiones producidas por las cadenas del presidio, se trasladó a Zaragoza. Allí, en 1874, terminó su drama Adúltera, se graduó de Licenciado en Derecho Civil y Canónico y pocos meses después, ese mismo año, de Licenciado en Filosofía y Letras. A fines de ese año viaja a varias ciudades europeas, entre ellas París.
Retrato de Martí, por Jorge ArcheLlegó a Veracruz (México) el 8 de febrero de 1875 para reunirse con su familia en la capital del país. En ésta conoció a quien sería su gran amigo —su “hermano”, como él lo llamó siempre—, Manuel Mercado. El 7 de marzo, con un poema dedicado a su hermana Ana, fallecida el 5 de enero, comienza a colaborar en la Revista Universal, donde publica su traducción de “Mes fis”, de Víctor Hugo, y redacta una serie de boletines con el seudónimo Orestes. Tomó parte en un debate, en el Liceo Hidalgo, sobre materialismo y espiritualismo. El 19 de diciembre de 1875 fue estrenado con gran éxito, en el Teatro Principal, su proverbio en verso, escrito en un solo día, Amor con amor se paga, protagonizado por la actriz Concha Padilla. El 28 de enero de1876 funda, con otros intelectuales, la Sociedad Alarcón. Ese mes pronuncia un discurso en homenaje al pintor Santiago Rebull en la Academia de Bellas Artes de San Carlos. Conoció además a Carmen Zayas Bazán, con la que más tarde contraería matrimonio. Después de un rápido viaje a La Habana en enero de 1877, con el nombre de Julián Pérez, se dirige a Guatemala. El 29 de mayo fue nombrado catedrático de literatura y de historia de la filosofía en la Escuela Normal Central. Colabora en Revista de la Universidad, es nombrado vicepresidente de la Sociedad Literaria “El Porvenir”, escribe el drama Patria y libertad y pronuncia un discurso sobre la oratoria, por el que recibe el sobrenombre de “Dr. Torrente”. Tuvo un idilio amoroso, por esos meses, con María García Granados, a la que inmortalizaría en su poema “La niña de Guatemala”. El 20 de diciembre de ese mismo año de 1877 contrae matrimonio, en la ciudad de México, con Carmen Zayas Bazán. En enero del año siguiente regresa con su esposa a Guatemala. Como consecuencia de que el presidente de la República, Justo Rufino Barrios, depuso al director de la Escuela Normal, el cubano José María Izaguirre, renunció Martí a su cátedra el 6 de abril de ese año. Regresó a La Habana el 31 de agosto. Comenzó a trabajar en los bufetes de Nicolás Azcárate: y Miguel Viondi. El 22 de noviembre nace su hijo José Francisco. Fue electo secretario de la Sección de Literatura del Liceo Artístico y Literario de Guanabacoa (Habana) y más tarde socio de la Sección de Instrucción del Liceo de Regla (Habana). Pronunció un discurso en la velada fúnebre en honor del poeta Alfredo Torroella y participó en el debate sobre_ “Idealismo y realismo en el arte”_. Señalado a causa de su brindis contra el Autonomismo en el banquete al periodista Adolfo Márquez Sterling, el 21 de abril de 1879, y por sus audaces discursos en el Liceo de Guanabacoa, fue detenido el 17 de septiembre acusado de conspirar con Juan Gualberto Gómez y otros. El 25 de ese mes salió deportado para España. Después de una breve estancia en Madrid, viajó a París. El 3 de enero de 1880 llegó a Nueva York. Se vinculó al Comité Revolucionario que secundaba los planes del General Calixto García. El 24 de enero leyó a los emigrados cubanos su examen de la situación cubana y primera formulación pública de su ideario político. Comenzó a colaborar en The Hour y en The Sun.
Fracasada la intentona de Calixto García —la llamada “Guerra Chiquita“—, en marzo de 1881 se halla Martí en Caracas. Pronuncia discursos en el Club de Comercio, da clases de oratoria y funda la Revista Venezolana, de la que salieron sólo dos números, uno el 1ro. y otro el 15 de julio. Su artículo sobre Cecilio Acosta, aparecido en el número del 15 de julio, le crea dificultades con el presidente Guzmán Blanco, por lo que embarca de nuevo hacia Nueva York el 28 de ese mismo mes. El 5 de septiembre del mismo 1881 aparece, en La Opinión Nacional, de Caracas, la primera de sus “Cartas de Nueva York”, o “Escenas norteamericanas”, que seguirán publicándose en este diario y en El Partido Liberal (México), La Nación (Buenos Aires), La América (Nueva York) y otros hasta 1891. En 1882 escribe, aunque sin editarlos, la mayoría de los poemas de Versos libres, y publica, como prólogo a El poema del Niágara, de Juan Antonio Bonalde, un ensayo que ha sido considerado también, con Ismaelillo (1882), iniciador del modernismo en Hispanoamérica. Por esta época intenta reconstruir su hogar, minado ya por la incomprensión y que después de varias crisis queda definitivamente roto. En 1883 es redactor de La América, de la que más tarde sería director. En 1885 publica en El Latino Americano, con el seudónimo Adelaida Ral, su novela Amistad funesta, considerada hoy la primera novela modernista. En 1886 trabaja incesantemente como corresponsal de La América, El Latino Americano, La República de Honduras y La Opinión Pública (Montevideo).
Se encarga del consulado de Uruguay el 16 de abril de 1887. En septiembre termina la traducción de Ramona, de Helen Hunt Jackson. El 10 de octubre inicia, en el Masonic Temple, de Nueva York, la serie de discursos conmemorativos que culminarán en 1891. Colabora en El Economista Americano (Nueva York) y trabaja en la traducción del poema “Lalla Rookh”, de Thomas Moore, que no ha podido ser hallada. El 25 de marzo de 1889 aparece publicada, en The Evening Post, su carta Vindicación de Cuba, respuesta a un artículo de The Manufacturer, de Filadelfia, sobre la posible compra de Cuba por Estados Unidos. En julio de ese año apareció La Edad de Oro, mensuario dedicado a los niños de América, enteramente redactado por Martí, del que sólo salieron cuatro números. El 30 de noviembre pronunció en Hardman Hall un discurso sobre José María Heredia. El 19 de diciembre habló en la velada de la Sociedad Literaria Hispano-Americana en presencia de los delegados de la Conferencia Internacional Americana. Fue fundador, presidente y maestro de La Liga, sociedad de instrucción para la clase de color inaugurada el 22 de enero de 1890. El 24 de julio fue nombrado cónsul de Argentina; el 30, de Paraguay. En octubre de ese año, 1890, comenzó a trabajar como instructor de español en la clase nocturna de la Escuela Central, de Nueva York. El 23 de diciembre se le designó representante de Uruguay en la Comisión Monetaria Internacional Americana, de Washington. El 30 de marzo de 1891, ante dicha Comisión leyó su informe en español e inglés sobre bimetalismo. En dos veladas de la Sociedad Literaria Hispano-Americana, celebradas en abril y en junio de ese año, hizo el elogio de México y de Centro América. Para dedicarse por entero a su labor patriótica —labor que había suscitado protestas del cónsul español—, en octubre de 1891 renuncia a los consulados de Argentina, Uruguay y Paraguay, así como a la presidencia de la Sociedad Literaria Hispano—Americana.
(Foto2)Invitado por Néstor Leonelo Carbonell a nombre del Club “Ignacio Agramonte”, llega a Tampa el 25 de noviembre. El 26 y 27 pronuncia sus discursos “Con todos y para el bien de todos” y “Los pinos nuevos”. El 28 se aprueban las resoluciones redactadas por Martí. Viaja, enfermo, a Cayo Hueso. El 5 de enero de 1892, en reunión de presidentes de las agrupaciones patrióticas, en el Hotel Duval House, logra la aprobación de las bases y estatutos secretos del Partido Revolucionario Cubano, organizado por él como un frente único en la lucha contra España.
(Foto 3) De regreso en Nueva York, pronunció un discurso el 17 de febrero en Hardman Hall, conocido como “Oración de Tampa y Cayo Hueso”, en el que exalta la unidad lograda. El 14 de marzo aparece Patria. Martí es elegido delegado del Partido Revolucionario Cubano. Después de un viaje de propaganda por la Florida, parte el 31 de agosto a entrevistarse con Máximo Gómez. Entrevistados en Montecristi (República Dominicana) el 11 de septiembre, pasa por Haití y Jamaica de regreso a Nueva York. Continúa su actividad en Estados Unidos hasta que, el 25 de mayo de 1893, se traslada de nuevo a Santo Domingo. El 3 de junio se entrevista de nuevo con Máximo Gómez en Montecristi. El 30 conferencia con Antonio Maceo en San José de Costa Rica. El 28 de octubre, en Nueva York, pronuncia su discurso en honor de Bolívar. Prosigue su intenso trabajo de organización a través de una enorme correspondencia y de incesantes viajes por Estados Unidos, Costa Rica, Panamá, Jamaica y México, país al que va para entrevistarse con su presidente Porfirio Díaz. A finales de 1894 ha completado los detalles del Plan de Fernandina, que consistía en invadir la isla mediante tres expediciones coordinadas con levantamientos internos.
El 30 de enero de 1895, tras el fracaso del plan a causa de una delación, sale Martí de Nueva York hacia Cabo Haitiano en compañía de Mayía Rodríguez y de Enrique Collazo. El 25 de marzo, después de recibir la noticia del alzamiento en armas del 24 de febrero, redacta el Manifiesto de Montecristi, programa ideológico de la revolución, firmado por él y por Gómez. El mismo día escribe a su madre su carta de despedida y dirige a Federico Henríquez Carvajal la que se considera, junto con la que escribe a Manuel Mercado la víspera de su muerte su última carta y que quedó inconclusa, su testamento político.
El 1ro. de abril escribe a Gonzalo de Quesada y Aróstegui su carta-testamento literario y sale de Montecristi hacia Cuba con Máximo Gómez y otros patriotas en la goleta “Brothers”, cuyo capitán se niega a cumplir lo pactado. Después de vencer nuevas dificultades, el 10 parten de Cabo Haitiano en el vapor “Nordstrand”, que los trae hasta cerca de las costas de Cuba. Desembarca por el sitio llamado Playitas, al sur de Oriente, en la jurisdicción de Baracoa, el 11 de abril de ese año 1895. Monte adentro, establecen contacto con la guerrilla de Félix Ruenes y más tarde con las fuerzas de José Maceo. El 3 de mayo redacta el manifiesto sobre las causas de la guerra para el New York Herald.
El día 5 se entrevista con Antonio Maceo en el ingenio, La Mejorana. En sus diarios de Montecristi a Cabo Haitiano y de Cabo Haitiano a Dos Ríos, así como en sus cartas a Carmen Miyares y a sus hijas, recoge Martí su impresión de esos días. En una refriega con la fuerzas del Coronel Ximénez de Sandoval, y a pesar de la orden de Gómez a Martí de que no participara en el combate, se lanza, acompañado por el joven Ángel de la Guardia, contra un grupo de soldados españoles y cae mortalmente herido cerca de la confluencia de los ríos Cauto y Contramaestre. Su cadáver fue llevado por la tropa española a Remanganaguas y de ahí a Santiago de Cuba, en cuyo cementerio de Santa Ifigenia fue sepultado.
La obra del Maestro
En medio de su extraordinaria actividad política y como parte integrante de la misma, Martí fue creando su gigantesca obra escrita, no menos extraordinaria que la organizativa.
Durante años colaboró con artículos diversos y sobre diversos asuntos en publicaciones periódicas, pronunció discursos de carácter político con el propósito de aunar las fuerzas para la lucha definitiva, escribió cartas íntimas y de carácter político, dejó importantísimos documentos que recogen sus puntos de vista sobre múltiples aspectos de la realidad que le tocó vivir y cultivó la poesía, la novela, el teatro, la crítica.
Sus textos, traducidos a diversas lenguas, han sido publicados en múltiples ediciones extranjeras. La significación de su obra ha promovido la creación de instituciones, en diversos países, dedicadas a su estudio y a la difusión de sus ideas. El conjunto armónico que forman su constante actividad por la libertad de Cuba y de América —actividad que se sustenta en una sólida ideología revolucionaria—, y su ingente obra escrita, hacen de Martí una de las figuras más trascendentes y significativas de las letras americanas.
Al final de este trabajo aparece una simple referencia a la obra inmensa de José Martí en todos los campos, la cual ha sido recogida en sus Obras Completas publicadas por la editora Nacional de Cuba y reimpresas con anotaciones fundamentales por el Centro de Estudios Martianos. Diversos intelectuales latinoamericanos e incluso norteamericanos también han recogido y comentado obras escritas por José Martí.
Es muy importante recordar que durante años en Cuba se han celebrado Seminarios de Estudios Martianos, en los que se estudia y profundiza en su inagotable obra, su vida y el valioso legado que representan estas para las generaciones prsentes y futuras. Uno de ellos, históricamente muy importante, fue el que llevó a cabo el intelectual comunista Juan Marinello Vidaurreta, gran conocedor de la obra martiana. También se han escrito biografías del Apóstol entre ellas una muy completa aunque breve cuyo autor fue Jorge Mañach. Esta obra fue reimpresa por la Revolución.
Otro elemento significativo de la obra martiana, tal vez el más importante es su incomnensurable producción periodística, ya que Martí escribió para numerosos periódicos de América Latina, fundamentalmente de México, Venezuela, así como La Nación de Buenos Aires, el Sun de Nueva York, el periódico Patria, órgano del Partido Revolucionario Cubano, fundado en aquella ciudad, para la Guerra Necesaria y otros más.
Aunque en una efímera libertad de imprenta en Cuba en 1869 apareció el único número de El Diablo Cojuelo dirigido por Fermín Valdés Domínguez en que Martí, entonces un adolescente a punto de cumplir 16 años de edad escribió el artículo de fondo, ese fue solo un comienzo de su vasta obra periodística.
El destacado investigador de la obra martiana Pedro Pablo Rodríguez ha dicho cosas como esta:
“Las crónicas martianas abarcaron temas europeos y estadounidenses, las primeras pasaban por la actualidad de Francia, España, Italia, además de recoger las opiniones de su autor, —Martí— de lo que sucedía allá, (en Nueva York), constituyeron sin duda un ejercicio notable de su capacidad descriptiva y narrativa.”
Las crónicas acerca de Estados Unidos iniciaron lo que el mismo José Martí llamaría sus Escenas Norteamericanas, vasto panorama de aquel país, no solo el más vasto en la lengua española hasta el presente sobre Estados Unidos, sinoprobablemente entre los de ese carácter en otros idiomas. Desde estos escritos para el diario venezolano, resulta claro el método martiano para apresar la totalidad de la sociedad estadounidense al igual que sus proósitos tendientes a demostrar que aquella no podía ser un modelo a imitar por sus lectores hispanoamericanos en tanto sus características y estructuras se afincaban en su historia y sus necesidades mientras que las de los pueblos del sur deberían corresponderse con sus propias realidades.
En otra parte del texto “Ojeada al periodista José Martí” del propio Pedro Pablo Rodríguez, este académico cubano expresa que “los procedimientos literarios empleados por Martí en las crónicas norteamericanas constituyen la clave de su permanencia en nuestros días, cuando ya los sucesos referidos han perdido su valor periodístico. Hoy las leemos como piezas de indudable valor literario (…) Muchas de las crónicas eran enviadas por Martí al mismo tiempo para La Nación y El Partido Liberal auunque en la casi totalidad había cambios que iban desde ligeros retoques de estilo hasta la sustitución de párrafos y fragmentos completos.”
Algunas de sus obras son:
Ensayos: El presidio político en Cuba, La República Española ante la Revolución Cubana, Cuba y los Estados Unidos, Por Cuba y para Cuba, El Partido Revolucionario Cubano a Cuba, Crítica y libros, Nuestra América.
Discursos: Simón Bolívar, Los Pinos Nuevos, Con todos y para el bien de todos.
Poesía: Ismaelillo, Versos sencillos, Versos libres
Teatro: Abdala, Adúltera, Patria y Libertad
Epistolario.
Manifiestos y documentos políticos.
Artículos periodísticos.
Periódico Patria
Revista para niños La Edad de Oro
Diarios de campaña
CALUFA: Cien años en el corazón de su pueblo
Lucha sin fin
Carlos Luis Fallas
¡Oh dios mío!,
Ya cansa esto…
Tanta hojarasca volando,
tanta abundancia cacareada,
y la pobreza
democráticamente establecida.
Y la muerte en elecciones,
libres asumiendo
poderes,
cobrando tributos.
El campesino pobre,
sin huellas en sus pasos.
el obrero,
con las manos sangrantes
y las bolsas vacías.
¡Tanta infamia sembrada
en esta lucha!,
el trabajador buscando
la frontera del bien,
y la sombra del mal
aferrada a sus pasos,
como una garrapata
de silencio.
Carlos Luis Fallas Sibaja, Dirigente político, sindical, social y escritor
Los primeros 50 años de la Revolución en Cuba
Con una permanente movilización y protagonismo del pueblo cubano en sintonía con una dirigencia sensible y consensuada, esta revolución ha tenido la habilidad y la fortaleza de resistir con éxito al poder imperialista más poderoso y destructivo que haya conocido la humanidad, el cual ha pretendido someterla por las vías militares abiertas y encubiertas, bloqueos económicos, políticos y diplomáticos, y por medio del apoyo permanente a grupos contrarrevolucionarios que actúan en el interior y fuera del país.
Cuando se observa en retrospectiva esta resistencia a la acción demoledora de Estados Unidos y a sus aliados; cuando se hace recuento de los numerosos procesos revolucionarios, democráticos y aún tímidamente nacionalistas abortados por la acción conjunta de fuerzas internas y los conocidos instrumentos subversivos estadounidenses, se constata lo inconmensurable de la tarea realizada por este pequeño país que ha decidido soberanamente su destino durante cinco largas décadas.
La revolución cubana tuvo que enfrentar también la desaparición de la Unión Soviética y del bloque económico y político de Europa del este, aliados político-militares y socios comerciales vitales para su seguridad y economía. Cuba salió airosa de esta prueba porque la experiencia socialista desarrollada en la isla se fundamenta en la realidad nacional y se enraíza en la ética y en el internacionalismo como políticas de Estado.
Este factor ha sido la base de la importante ayuda solidaria brindada a los movimientos de liberación nacional en América Latina, África y Asia, misma que se expresa en la actualidad en la presencia de técnicos y médicos cubanos en decenas de naciones en el mundo entero, todo lo cual ha redundado también en el conocimiento en el terreno de las realidades trágicas del capitalismo y el imperialismo de los cubanos que han participado en tareas internacionalistas a lo largo de estos años.
No obstante, el secreto de la longevidad del proceso revolucionario cubano se encuentra en su capacidad para hacer coincidir la radicalidad estratégica en el rumbo colectivista, con el mayoritario apoyo popular a las medidas tomadas en cada etapa de la revolución: las reformas agraria y urbana, la nacionalización de las empresas mayoritariamente estadounidenses, la declaración del carácter socialista de la revolución en el marco de un cruento sabotaje del imperio, la campaña de alfabetización, la edificación de fuerzas armadas, milicias y de seguridad pública de extracción y contenido nacional-popular, la gratuidad de los servicios públicos y la búsqueda de la excelencia en ámbitos básicos de la vida humana: salud, educación, cultura, arte, deporte, ciencia, técnica, investigación científica, etcétera. Sin el apoyo popular mayoritario al régimen socialista y sin la participación de la población en la defensa, la economía y el bienestar social, no es posible comprender la vitalidad de una revolución que no ha traicionado los principios martianos que constituyen la levadura de su identidad fundacional.
Siendo el pueblo cubano el principal artífice de esta gesta, es necesario reconocer el papel jugado por Fidel Castro, quien como revolucionario, estadista e intelectual orgánico ha estado siempre a la altura de las necesidades y los intereses del proceso de transformaciones.
Enemigo de la rutina, en permanente lucha contra todo conformismo, Fidel educó a varias generaciones de cubanos en las cualidades que el canciller Pérez Roque identificó en inspirado discurso: su concepto de la unidad como precondición del triunfo; la ética como razón de Estado, que no asume que el fin justifica los medios, no acepta que los revolucionarios torturen o asesinen, no imita los métodos de los enemigos; el desprendimiento por las cosas materiales, los homenajes y las vanidades; la solidaridad entregada como deber y no como arma de influencia política o instrumento del interés; la coherencia en los principios y los principios por encima de los intereses; el ejemplo personal, no pedir a la gente lo que no se está dispuesto a hacer antes; asumir las responsabilidades con derecho a más sacrificios y restricciones, y no a prebendas y canonjías; la verdad como arma y condición para ser respetado; la sensibilidad de sentir por los otros: de sentir como propio el dolor o la angustia de otros; nunca dejar de sentirse un ser humano capaz de comprender por lo que pasan los demás; la modestia, la ausencia de vanidad como aspiración de los revolucionarios; el afán de leer, estudiar y aprender; el rigor personal, el deber con las responsabilidades, de que las cosas salgan bien porque es el compromiso con el pueblo, con la causa que se defiende; la derrota no es tal hasta que no es aceptada, siempre existe la posibilidad de revertir una derrota; la aspiración a la justicia para todos, sin fronteras, como causa universal; la fuerza de las ideas, la convicción de que una idea justa puede más que un ejército; la ausencia total de odio hacia cualquier persona; odio profundo hacia la injusticia, la explotación, la discriminación racial, pero no hacia las personas, aun si son o han sido enemigos.
Este legado, que forma parte sustancial de la actual “batalla de las ideas”, es la clave para entender este 50 aniversario de la revolución cubana que se conmemora en el mundo entero y que para los latinoamericanos es motivo de orgullo y de compromiso solidario.
Felicidades, hermanos y hermanas de un pueblo digno y valeroso. ¡Los cinco héroes volverán a la patria!
|*| Antropólogo y analista mexicano.Tomado de La Jornada de México.
ANEP, cincuenta años de historia
La historia empezó en 1958, cuando trabajadores del Ministerio de Trabajo formaron una pequeña agrupación sindical conocida como Asociación de Trabajadores del Ministerio de Trabajo, cuyo presidente fue Rafael Ángel Chinchilla Fallas, luego contralor general de la República.
Poco tiempo después, el 12 de setiembre de 1961, el sindicato se transformó en la Asociación Nacional de Empleados Públicos (ANEP), cuyo primer presidente y cofundador fue Jorge Barquero Núñez, funcionario del Ministerio de Trabajo.
A inicios de la década de los 70, la ANEP recibió del señor Noel Thomas Laughen la donación de una finca de dos hectáreas de terreno aledañas a lo que más tarde se convertiría en el Parque Nacional Manuel Antonio proyecto de recreo para los agremiados que también recibió el aporte del ministro de Trabajo de entonces, Francisco Morales Hernández, y que actualmente está a punto de convertirse en el Proyecto de Turismo Social “Hotel y Centro de Convenciones El Tití”.
Para la organización también fue relevante el desarrollo de la Casa de la Cultura, el Liceo Bachillerato por Madurez, el Estanco Popular y otras actividades de beneficio para sus afiliados, proyectos que fueron impulsados por su Presidente Rolando Valverde Rojas, y dirigentes como René Sevallos Pernudi y Gonzalo Sánchez, entre otros.
Maduración político-ideológica. A mediados de los 70, la Asociación fue transformándose paulatinamente, sobre todo en su posición político-ideológica. Fueron las secuelas de las luchas contra ALCOA, la apertura de comercio con los países socialistas, el proyecto de la Comunidad Centroamericana, la “militarización” de la Guardia Rural. Fueron asimismo los años de la “negociación” directa en Casa Presidencial, de los puentes de plata con el Poder Ejecutivo, los años de Marco A. Castillo, Gerardo Castillo H, Carlos Baidal Cabezas.
En la segunda mitad de esa década, la ANEP se expresó como una organización “clasista” y “solidaria”, reformó sus estatutos, procuró la celebración de su primer congreso; y la sustitución de la figura del Presidente por el de Secretario General; precisamente Baidal fue el primero en ocupar el cargo. Fueron momentos de escisión en el seno del sindicato, conflicto que derivó en la creación de una nueva organización: SITECO.
En las coyunturas electorales, llegan nuevos invitados: partidos políticos emergentes como el Frente Popular, Partido Socialista, el MT11, el Movimiento Nueva República y otros de mayor tradición como Vanguardia Popular (PVP), que concurrieron a la toma de la dirección del sindicato; con dirigentes como Juan R. Espinoza E., José Fabio Araya y más adelante Orlando Solano Arroyo.
En las postrimerías de la década, la ANEP discutió en Asambleas y Congresos la inserción en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), sin embargo, por desacuerdos políticos entre las cúpulas del PVP y el MRP, el sindicato no participó en el inicio del proyecto unitario, en el que se integrará luego en 1982. En los años 80 la influencia del PVP fue notoria, en dirigentes como el mismo Solano Arroyo, Adalberto Fonseca, Jhonny García Campos, que coparon a lo largo de la década las decisiones de la organización. La división del PVP, en diciembre del 83, permeó al movimiento sindical, sobre todo aquel vínculado a la izquierda tradicional.
Lucha y propuesta. En el recuerdo histórico de esa época señalamos luchas contra PAE I, el tarifario eléctrico, otras en la Municipalidad de San José, la huelga de Adaptación Social, en el corazón mismo de la Seguridad del Estado, además la intervención política de la ANEP, encabezada por el Ministro de Trabajo de entonces, José Calvo Madrigal.
Fueron años de frenética lucha contra los afanes expansionistas y tutelaje de la administración Reagan, época que marcó el desarrollo de procesos unitarios; que discurrieron en un movimiento unitario sin precedentes: el Consejo Permanente de Trabajadores (CPT), en junio de 1986.
Con la crisis y caída del socialismo real en Europa, las estructuras político–partidarias de izquierda se desvanecieron. Crisis en el PVP y en la CUT, cuyas secuelas también afectaron las organizaciones base. La ANEP se retiró de la Confederación en marzo de 1992.
A partir de ese momento se instaló en la ANEP un nuevo modelo de desarrollo del sindicato; había experiencia acumulada entre sus dirigentes y promotores, conocimiento de la organización, a la que se suman nuevos cuadros dirigentes. Es el momento de la emancipación político partidaria e ideológica, cuyo liderazgo en Albino Vargas Barrantes ha sido el referente desde 1991, período en el que la organización ocupó primeras filas en el Movimiento Cívico Nacional y las luchas contra el Combo del ICE, la Revisión Técnica vehicular y el TLC con Estados Unidos.
Asistimos hoy a una ANEP inclusiva, de cobijo a minorías discriminadas, la lucha del género y la diversidad sexual. A lo largo de estos años la organización trascendió el referente sindical, para convertirse en una entidad propositiva, generadora de reflexión como fueron los temas de la propuesta “Tercera República” y Aportes para una Costa Rica inclusiva y solidaria “CRISOL”.
Una organización que llega al Siglo XXI, con el desarrollo de la tecnología y la informática: Radio ANEP, el periódico digital y la página web.
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*Historiador, profesor universitario.
(Publicado en Diario Extra el 23 de diciembre de 2008, editado por falta de espacio)
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Texto completo
SÍNTESIS Y RECUENTO HISTÓRICO DE LA ANEP
1958-2008
En 1958, trabajadores del Ministerio de Trabajo, formaron una pequeña agrupación sindical conocida como Asociación de Trabajadores del Ministerio de Trabajo, fue su presidente Rafael Ángel Chinchilla Fallas.
Meses más tarde, el 12 de setiembre de 1961, el sindicato se transformó en la Asociación Nacional de Empleados Públicos (ANEP), manteniendo “activos”, libros de actas y personal de la organización. Nace así la ANEP y fue su primer Presidente y cofundador Jorge Barquero Núñez, funcionario del Ministerio de Trabajo.
En el contexto la ANEP vivió el fragor de la_ “guerra fría”_, se había instalado ya la Revolución Cubana; fue la época también de la Alianza para el progreso, impulsada por el Gobierno de Kennedy, además daba sus primeros pasos el Mercado Común Centroamericano.
Fue también el momento en que ANEP promovió campeonatos de fútbol entre los diversos ministerios e instituciones del Estado. Fue frecuente que cada equipo tuviera su madrina, lo que le permitió al sindicato el impulso de certámenes de belleza, de otros deportes y la renovación. Presidentes de la República y Ministros de Gobierno coronaron a la Reina de la ANEP.
Por esos años, recibe en venta simbólica un lote de dos hectáreas, aledaños al más tarde, Parque Nacional Manuel Antonio, por parte del Señor Noel Thomas Laughen, proyecto que también recibió al porte del Ministro de entonces Francisco Morales Hernández ( a punto de convertirse hoy en Proyecto de Turismo social_ “Hotel y Centro de Convenciones el Tití”._
Fue relevante para la organización el desarrollo de la Casa de la Cultura, el Liceo Bachillerato por Madurez, el Estanco popular y otras actividades de beneficio para sus afiliados. Proyectos impulsados por su Presidente Rolando Valverde Rojas, y dirigentes como René Sevallos Pernudi, Gonzalo Sánchez entre otros.
En la medianía de la década del 70, la Asociación fue transformándose paulatinamente, sobre todo en su posición político-ideológica. Fueron las secuelas de las luchas contra ALCOA, la apertura de comercio con los países socialistas, el proyecto de la Comunidad Centroamericana, la “militarización” de la Guardia Rural, fueron también los años de la “negociación” directa en Casa Presidencial, de los puentes de plata con el Ejecutivo. Los años de Marco A. Castillo, Gerardo Castillo H, Carlos Baidal Cabezas.
En la segunda mitad de esa década, la ANEP se expresó como una organización “clasista” y “solidaria”, reformó sus estatutos, procuró la celebración de su primer congreso; y la sustitución de la figura del Presidente por el de Secretario General, precisamente Baidal fue el primero en ostentar el cargo.
Fueron momentos de escisión en el seno del sindicato producto del conflicto deriva una nueva organización SITECO.
En las coyunturas electorales, llegan nuevos invitados: partidos políticos emergentes como el Frente Popular, Partido Socialista, el MT11, el Movimiento Nueva República y otros de mayor tradición como Vanguardia Popular, que concurrieron a la toma de la dirección del sindicato; dirigentes como Juan R. Espinoza E, José Fabio Araya y más adelante Orlando Solano Arroyo, fueron ejemplos de esos procesos.
En las postrimerías de la década, la ANEP discutió en Asambleas y congresos, aprobando la inserción a la Central Unitaria de Trabajadores “CUT”; sin embargo por desacuerdos políticos entre las cúpulas del partido Vanguardia Popular y el MRP, el sindicato no participo en el inicio del proyecto unitario, se integrará luego en 1982 con la llegada de los años 80, la influencia del Partido Vanguardia Popular fue notoria, en dirigentes como el mismo Solano Arroyo, Adalberto Fonseca E, Jhonny García Campos, que coparon a lo largo de la década las decisiones de la organización. Producto de la división del PVP, en diciembre del 83, las incidencias permearon al movimiento sindical, sobre todo aquel vínculado a la izquierda tradicional.
En el recuerdo histórico señalamos luchas contra PAE 1, el tarifario eléctrico, otras en la Municipalidad de San José, la huelga de Adaptación social en el corazón mismo de la Seguridad del Estado, además la intervención política de la ANEP, encabezada por el Ministro de Trabajo de entonces, José Calvo Madrigal.
Años de frenética lucha contra los afanes expansionistas y tutelaje de la administración Reagan.
Marcó además la época, el desarrollo de procesos unitarios; que discurrieron en un movimiento unitario sin precedentes: el Consejo Permanente de Trabajadores_ “CPT”_ (JUNIO 1986).
Con la crisis y caída del socialismo real en Europa, las estructuras político – partidarias desvanecieron. Crisis en el PVP, en la CUT, cuyas secuelas también afectaron las organizaciones base, la ANEP se retiró de la Confederación en marzo de 1992.
A partir de ese momento, instaló en la ANEP un nuevo modelo de desarrollo del sindicato; había experiencia acumulada entre sus dirigentes y promotores, conocimiento de la organización, a la que se suman nuevos cuadros dirigenciales. Es el momento de la emancipación política e ideológica, cuyo liderazgo en Albino Vargas Barrantes, ha sido el referente desde 1991 a la fecha.
Asistimos a la ANEP de lucha propuesta contra el PAE III, los Laudos Arbitrales, La Privatización, la ley de Democratización, la Reforma del Estado, la Defensa de las Convenciones Colectiva, las Garantías Ecológicas y de la integración de la Plataforma Sindical Común Centroamericana (PSCC).
Es también el sindicato de desarrollo aún incipiente del sindicalismo en el sector privado; que además artículó lucha contra RITEVE, la organización del movimiento cívico nacional, del combo del ICE, de la lucha emblemática contra el TLC. Es también la ANEP de la Federación de los Servicios Públicos, de la Central Juanito Mora Porras, que sintetiza en tres movimientos los contrastes del neoliberalismo: la huelga de hambre por salarios, la huelga y resistencia en el INCOP contra el modelo privatizador y la huelga en la Municipalidad de Tibás, que abordó una nueva experiencia de sindicalismo ciudadano, de denuncia y contribución por el mejoramiento integral de la Comunidad Tibaseña.
Una ANEP inclusiva, de cobijo aminorias discriminadas por el país, la lucha del género y la diversidad sexual.
La Organización a lo largo de estos años trascendió el referente sindical para convertirse en un ente propositito, generador de reflexión como fueron los temas de la propuesta “Tercera República” y de aportes para una Costa Rica inclusiva y solidaria_ “CRISOL”_.
Adiciono, una organización que llega al Siglo XXI, con el desarrollo de la tecnología y la informativa: Radio ANEP, el periódico digital, la página web.
Dejamos así constancia con esta síntesis, el repaso por la vida de una organización como la ANEP, que en los 50 años, que hoy celebramos, ha atravesado transversalmente la historia social y política de nuestra Nación.
Adalberto Fonseca Esquivel
Historiador, Profesor Universitario
Memoria histórica: El Codo del Diablo (1948)
Posiblemente sea el único costarricense que lleve en la memoria, escrita a cincel, la oprobiosa masacre llamada de “El Codo del Diablo”, llevada a cabo el 19 de diciembre de 1948, en un recodo de la vía del Ferrocarril al Atlántico, en la provincia de Limón.
Poco se ha escrito sobre los detalles del asesinato. Don Enrique Benavides escribió de esto y editó, precisamente coincidiendo con esa fecha, y presentando su libro “Casos Célebres”, en diciembre de 1968, ante un selecto grupo de amigos, detalles desconocidos, a ese tiempo, tomados de los expedientes judiciales, a los cuales, según él, les faltaban algunas páginas, decisivas para engarzar toda la historia, que tiene visos de tragedia griega, en cuanto a las víctimas se refiere y sainete perverso en su relación con los verdugos. La historia es fácil, ahora que se tiene con nueva información. Fue un asesinato selectivo. Rumores que corrieron en Limón, en esos días previas a la Natividad, sobre un escarmiento que se iba a hacer en la persona de algunos militantes del Partido Vanguardia Popular, para prevenir un alzamiento interno. Los detenidos fueron capturados en sus casas y encarcelados, días antes, sin ningún cargo específico, cuando no fuera su militancia política y el respeto de que disfrutaban entre sus amigos, vecinos, militantes y entre la gente honrada de Limón. La orden del traslado a San José, sacados de la detención, vino de San José, una orden específica de iniciar el viaje y otra, anterior algunas horas, para indicar la voluntad de asesinato contra los detenidos, que fueron trasladados a un motocar, esposados y sabiendo, entre ellos, que algo funesto iba a ocurrir. Todo estaba preparado para el vil asesinato y solo faltó llegar hasta el recodo para fingir un tiroteo, procedente de arriba de la vía férrea, para dar inicio al crimen. Los criminales actuaron según las órdenes emanadas, en el no tan lejano San José y el mandato establecido en la Comandancia de Limón, la cual al parecer nunca fue realmente involucrada en el atroz asesinato, según testimonio posterior del propio don Enrique Benavides. para otro tomo que se le quedó en el tintero, sobre otros “casos célebres”, vinculados todos en la relación política-crimen, de la cual se nutre también la historia costarricense pero se esconde aviesamente de la opinión pública. Don Enrique pensaba, en ese entonces, que sería sano conocer lo que él había investigado, como un acto de justicia e higiene social, pero su deseo quedó incumplido.
Nadie creyó la versión de que los reos fueron objeto de un intento de rescate por parte de invisibles compañeros armados en el sitio. Ellos iban marcuernados por tres esposas en las manos, las cuales fueron quitadas al momento del crimen, abajo del entonces famoso Cerro del Diablo, para dar inicio a la masacre, que se cumplió de
manera exacta, tal como mandaba la orden procedente de San José. Casi inmediatamente se supo en Limón del crimen, así como en Siquirres, como que todo estaba preparado, al solicitar uno de los asesinos el envío de un tren, todo esto ampliado en algunos otros documentos aparecidos luego, sustraídos de la causa y de un informe confidencial de la Procuraduría General, descubierto por un familiar de don Enrique Benavides, posteriormente, pero que no pudo ser incluido en el libro sobre el caso. Dos de las víctimas, agonizantes, fueron rematadas por el encargado de la misión. El cuerpo de otro de ellos, con las esposas en una de sus muñecas, fue un testimonio activo de lo que había ocurrido. Los testimonios orales y escritos, de muchas personas en Limón desaparecieron. Don Hernán Garrón fue uno de los pocos en denunciar el crimen, boca a boca, y entre sus amigos y conocidos y fue amenazado de muerte y lo mismo sucedió con otros ciudadanos, partidarios todos de la Junta de Gobierno, porque los sicarios, borrachos, hacían gala de su arrogancia en las cantinas aledañas o lejanas del centro de Limón.
Luego la impunidad: protegida por altos funcionarios del gobierno, como bien lo dijo don Enrique Benavides. Se denunció el caso, se hicieron las diligencias de la acusación en agosto de 1949 y el 2 de diciembre de ese mismo año se dictó decreto que exigía la prisión y enjuiciamiento de los indiciados: Manuel Zúñiga Jirón, Luis Valverde Quirós, Clarencio Auld Alvarado y Hernán Campos Esquivel acusados de homicidio calificado, cometido a impulsos de perversidad, con una pena para cada uno de treinta años de cárcel.
El señor Hernán Campos Esquivel no fue condenado pues tuvo el valor, antes y después, del crimen, de tener compasión y amistad hacia los prisioneros calderonistas y vanguardistas, encerrados en la cárcel de Limón. Intervenciones políticas de ese tiempo sustrajeron a los asesinos del peso de la condena y propiciaron sus escapes, varias veces, de manera que resultaron impunes.
Aunque siempre hemos tenido como Mártires del Codo del Diablo solamente a Tobías Vaglio, Federico Picado, Octavio Sáenz y Lucio Ibarra, luchadores sociales de eterno recuerdo en el corazón y la mente de muchos costarricenses, fueron asesinados allí Narciso Sotomayor, nicaragüense luchador contra Somoza, marinero famoso y admirado por sus amigos de la Legión Caribe y Álvaro Aguilar Umaña, alias Matatigres, personaje popular, admirado y querido, valeroso según contaron muchos ciudadanos. Pero la vida de estos dos hombres también deben estar presentes en la memoria de los pocos costarricenses que fuimos educados, siempre, en la preservación de la memoria histórica de la nación costarricense. Porque nunca habrá perdón u olvido. Con estas palabras ya lo saben.
Fuente: La Prensa Libre, 8 diciembre 2008