Tragedia de Escazú: ¿31 repeticiones más?…

Por lo general, cuando hablamos de embates de la Naturaleza, son “los de abajo” quienes más sufren y a quienes más rápidamente se les olvida y se les deja a su suerte.

Primero que todo, expresamos un sincero sentimiento de solidaridad para con las personas que perdieron seres queridos y bienes materiales con la tragedia de Escazú, producto del paso por el país de la tormenta tropical Thomas.

A la vez, expresamos un fuerte sentimiento de indignación porque la misma se pudo haber evitado. Voces autorizadas, especialistas en el campo de la Geología, en el de la Geografía, por ejemplo, lo habían advertido. Tales muertes, tales pérdidas de bienes materiales, casas incluidas, pudo evitarse.

Algo grave está pasando en varios ámbitos institucionales de la política pública que tienen relación con el tema de la planificación urbana, de los planes reguladores, de la protección de cuencas hidrográficas sin importar su tamaño, de las políticas locales y regionales en materia ambiental y ecológica. Dentro de tales ámbitos, el de las municipalidades quedó en el “ojo del huracán” de los permisos facilistas, de las acciones preventivas, de la educación comunal, de logística para las emergencias… del tráfico de influencias y hasta de las corruptelas con tales “flexibilidades”.

La agrupación social en la cual trabajamos, tiene mucha relación con el mundo municipal, específicamente con el de orden laboral. Sin embargo, con lo que pasó, emerge una gran responsabilidad adicional desde la perspectiva de una acción de proyección comunal que hemos denominado Sindicalismo Ciudadano.

Esas voces expertas, con estudios científicos de gran rigurosidad, mismas que advirtieron de lo que luego pasó en Escazú, con todas esas deplorables muertes y esa gran destrucción, nos indican que hay 31 cantones ubicados en la Gran Área Metropolitana (GAM), con graves riesgos de derrumbes, de inundaciones, de deslizamientos de montañas y de cerros, que, ojalá nunca se presente, pues podrían generar tragedias muchos mayores, con eventos como el de la tormenta Thomas o de mayor envergadura como un huracán en toda la expresión del concepto.

Las personas, la ciudadanía habitante, pero especialmente las personas de ingresos bajos y medios, en esencia, “los de abajo” de estos cantones, deben asumir una nueva actitud, más enérgica, más contundente, más fiscalizadora, más organizada, más incisiva con sus respectivas autoridades locales y también con las centrales.

Los cantones de Atenas, Poás, Alajuela, Mora, Santa Ana, Escazú, Alajuelita, Aserrí, Desamparados, La Unión, Curridabat, Montes de Oca, Goicoechea, Tibás, Coronado, Moravia, Santa Bárbara, Barva, San Rafael, San Isidro, San José, Flores, El Guarco, Heredia, Oreamuno, San Pablo, Belén, Santo Domingo, Paraíso, Cartago, y Alvarado; están propensos a vivir las duras y trágicas experiencias de estos días pasados.

Por ejemplo, es criterio de la Escuela de Geografía de la Universidad de Costa Rica (UCR), que en el Gobierno Central se tienen mapas que detallan estas situaciones de riesgo inminente, pero que no están profundizando lo suficiente para parar el relajo permisivo con que se está practicando la planificación urbana. Además, de que en las municipalidades conocen de todo ello y aún así siguen metiendo gente en esas zonas peligrosas.

Hacemos una vehemente exhortación para que las personas líderes laborales en las municipalidades de esos cantones, extiendan sus agendas de trabajo hacia estas delicadas cuestiones, de forma tal que, coadyuven a la organización comunal para la defensa de la vida de sus correspondientes comunidades; para la defensa de los bienes materiales de la gente, para la defensa de la ecología y del ambiente.

Igualmente, dada la cercanía de las elecciones para las alcaldías, sería muy bueno revisar bien las propuestas electorales de las personas aspirantes y revisar con lupa qué posición, planes, políticas, estrategias tienen (si es que las tienen), para lidiar con esta nueva realidad. Dios no permita, nadie quiere otras 31 tragedias más similares a la de Escazú. Nadie podría decir de ahora en adelante que no nos lo advirtieron.

Controversia fronteriza tico-nica: Una visión sindical

Primero: Rechazamos todas las expresiones chauvinistas, xenofóbicas, de nacionalismos exacerbados que puedan esgrimirse por parte de los diversos sectores de poder de uno y de otro lado. Partimos de un concepto solidario de hermandad de clase, que nos indica que los pueblos costarricense y nicaragüense son pueblos hermanos, habitantes de naciones con un destino común más allá de la vinculación geográfica, pues se comparten herencias y trayectorias históricas, pese a las particularidades del desenvolvimiento sociopolítico y económico-cultural inherentes a cada país.

Segundo: Hacemos notar que estas controversias fronterizas aparecen en el escenario político de ambos países, de manera recurrente. Cuando no son alimentadas de un lado, lo son del otro. Dan fundamento para desconfiar de las verdaderas intenciones promotoras de las problemáticas limítrofes que se esgrimen en cada circunstancia. Más bien pareciera que, en uno u en otro caso, según la coyuntura, los gobiernos de turno acuden a este expediente para desviar la atención de sus respectivas poblaciones de situaciones internas de mayor impacto.

Tercero: Ambos gobiernos deberían ceder en lo fundamental para crear un clima de paz, de concordia, de lazos fraternos y de proyectos conjuntos. Por ejemplo, deberían darse mínimas concesiones mutuas para empezar a construir soluciones definitivas. Al respecto, así como el gobierno tico exige el retiro de tropas nicaragüenses del territorio en supuesta controversia, tesis que nosotros apoyamos; no es menos válida la tesis nica de que se debe proceder, con urgencia, a un sistemático proceso de amojonamiento de la frontera entre ambos países.

Cuarto: Si no es posible un acuerdo bilateral sólido en el marco de esos lazos históricos y fraternos entre ambos pueblos, desearíamos que el sistema interamericano funcionara en esta ocasión. Sin embargo, la Organización de Estados Americanos (OEA), está sumamente desprestigiada y ha perdido mucha credibilidad ante los pueblos de la región. Al momento de escribir esta posición, no era posible saber que se resolvería en la reunión de ayer martes en la sede de dicha organización, ubicada en Washington.

Quinto: Un tercer Estado, o un pequeño grupos de ellos con suficiente credibilidad para ambas partes, ejerciendo una función mediadora, podría ser la alternativa en caso de que la OEA, una vez más, demuestre que no sirve para nada.

Sexto: Reconocemos el gran aporte que a la actividad productiva costarricense, dan los miles de trabajadores y de trabajadoras de Nicaragua que han migrado a nuestro país en busca de mejores oportunidades. Estamos a favor del pleno respecto de sus derechos, en todos los ámbitos, en cuanto clase trabajadora. Censuramos las contrataciones laborales de nicaragüenses al margen de la ley, efectuadas en no pocos casos por parte de patronos costarricenses que inescrupulosamente les sobreexplotan, generando así graves perjuicios a nuestro Sistema de Seguridad Social, en especial, a la propia Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).

Sétimo: Precisamente, en aras de atacar tal violación de derechos laborales y sociales, recientemente ha entrado a operar un convenio entre la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP) y el Frente Nacional de Trabajadores (FNT) de la hermana República de Nicaragua, para promover que la mano de obra nicaragüense sea tratada en suelo nacional bajo los conceptos del Trabajo Decente pregonados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), postulados que ambos estados deben observar rigurosamente.

Octavo: Pero, además, hay demasiados intereses de negocios, millones de dólares que viajan de un lado a otro, como para que un agravamiento de las relaciones entre los dos gobiernos, se atraviese en el camino de los que acumulan riqueza a través de diversas actividades comerciales, como las financieras y bancarias. Veamos este dato: solamente en el primer semestre del presente año 2010, las ventas de Costa Rica a Nicaragua totalizaron ¡173 millones 588 mil 505 dólares! (Estadísticas de Comercio Exterior, INEC). Por tanto, uno y otro gobernante se podrán decir “cuatro” a través de los “grandes” medios de prensa; pero, entre bambalinas, esos poderosos intereses del gran capital binacional les jalarán las orejas para que bajen el tono, no afecten la reproducción de sus platas y busquen una solución negociada.

Noveno: Estamos en contra del escalonamiento de esta controversia limítrofe porque su agravamiento, en cualesquiera de las formas en que se manifieste, hará que las mayores consecuencias las paguen los pueblos trabajadores, de los dos países, especialmente sus sectores más empobrecidos. Estamos por la paz entre ambos pueblos, por el respeto pleno a cada soberanía y por el desarrollo de proyectos compartidos que afiancen más la unidad entre las dos naciones.

70 Aniversario de la Orquesta Sinfónica Nacional: una visión sindical

Como artistas, este personal profesional decidió hace 10 años sumarse a las filas de la organización en la que militamos, reconociéndose como trabajadores, pues como tales se ven obligados, día a día, a defender sus derechos laborales y, por ende, a fortalecer esa noble institución cultural que es la OSN.

No obstante, esta celebración debió contar con varias actividades a lo largo de todo el año y no circunscribirse a dos conciertos. Consideramos que los jerarcas de esta institución quedaron en deuda con los trabajadores y con el público, ya que el programa no incluyó obras costarricenses o latinoamericanas; no incluyó a todos los miembros de la orquesta en el concierto fundamental de la celebración; no incluyó obras que ejecutó nuestra orquesta sinfónica en aquella, hoy histórica noche del 31 de octubre de 1940; no se contrató a ningún solista nacional, sino que solamente solistas extranjeros que interpretaron la sinfonía de Beethoven; no se contrató a un solista de la propia orquesta, contando el colectivo de la OSN con compañeras y compañeros que tienen el nivel musical y técnico idóneo, para ser dignos representantes musicales de esta institución cultural. En fin, interrogantes son muchas y eso denota la falta de conocimiento sobre la historia, por parte de los jerarcas, de nuestra querida Orquesta Sinfónica Nacional.

Debió haber sido una celebración para recordar por mucho tiempo, especialmente sus actuales integrantes, quienes no encontraron entradas para invitar a las personas que querían que les acompañara en tan no menos histórica noche, la del 70 aniversario. Se nos dice que la administración no tomó las previsiones del caso para sus músicos pudieran tener entradas, y por otro lado se les invitó a una recepción a la cual no podían llevar ningún acompañante…realmente sorprendente.

Como sindicato, no podemos olvidar en esta celebración, los hechos ocurridos en 1971, con la famosa “reorganización” de la Orquesta Sinfónica Nacional: el despido de los compañeros músicos integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional de aquel momento. En una fecha tan especial como la del 70 aniversario, se debe hacer justicia y se debe reivindicar la memoria de quienes fueron despedidos, violentándose sus derechos laborales, constitucionales y humanos, causándoles un daño moral irreparable.

Paradójicamente, don Guido Sáenz, el entonces Ministro de Cultura, se refirió a los compañeros despedidos de la siguiente manera: “éstos habían sido abnegados pero son mediocres[…]”. Esto está debidamente documentado. Se trata de una frase lapidaria, ingrata y despectiva para los músicos que desde 1940 hasta 1971 mantuvieron viva la institución que hoy tenemos y podemos festejar, a pesar que trabajaron en condiciones adversas y con un presupuesto casi nulo. Esta frase, como la pronunciada por este exfuncionario público, no puede, ni debe repetirse en nuestra querida institución.

¡Honor a los compañeros despedidos en 1971: Gerardo González, Carlos Luis Jiménez, Carlos E. Muñoz, Dagoberto Loría, Ronny Castro, Roberto Valle, Jaime del Valle, Carlos Cambronero, Hermógenes Mata, Jorge Antich, Ronulfo Jiménez, Roque Solís, Bolívar Quirós, Efraín Prado, Héctor Soto, Álvaro Murillo, José Joaquín Prado, Jesús Irigansay, José Ramos, Mario Zúñiga, Mariano Prado Quesada, Mariano Prado Robles, Manuel Bonilla, Ángel Salvatierra, Jesús Brenes, Rigoberto Zúñiga, Guillermo Alvarado, Juan Bonilla

Este panorama plagado de inconsistencias aparece en un momento en el que los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional necesitan del apoyo de la Presidenta de la República y de los jerarcas de Cultura, de cara a la entrada en el Servicio Civil, una situación que pone en riesgo muchos salarios. Este artículo fue, esencialmente, construido con el aporte del compañero M.Sc. Luis Carlos Amador Brenes, músico violista de la OSN, Dirigente Sindical de la ANEP en esta institución cultural e integrante de la Junta Directiva Nacional de nuestra agrupación.

2.60 % para el sector Privado: ¿Quiénes son los subversivos?

Primero: porque el sistema vigente del salario mínimo, permite que un patrono, con solo 100 colones que le pague de más a una persona trabajadora, ya queda liberado de aplicar ese “reajuste”.

Segundo: porque ya es bien conocido de que casi medio millón de trabajadores son estafados salarialmente hablando, pues ni siquiera se les paga el mínimo de ley, ya de por sí bajísimo (y ahora “ajustado” en cifras tan indignas y vergonzosas como el 2.60 %).

Tercero: porque la fórmula de cálculo del salario mínimo conspira contra el bolsillo del trabajador y no hay voluntad política alguna en cambiarla, pese a la reiterada insistencia de los sindicatos en que esto debe variarse.

Cuarto: porque el sistema tributario que tenemos es tan perversamente injusto que estos reajustes salariales, aunque queden en cifras tan humillantes, lo que refuerzan es el camino de la desestabilización social por cuanto fortalecen el tránsito del país por una senda de concentración de riqueza y de crecimiento de la desigualdad.

Esta chocante realidad del empobrecimiento salarial de la clase trabajadora nos obliga a reflexionar sobre dos aspectos esenciales. El primero tiene que ver con la paz social y con la estabilidad democrática y la misma integración de la sociedad. Este reiterado proceso de atacar, de golpear, de humillar la dignidad laboral, vía empobrecimiento salarial, es un alimento políticamente fuerte para incentivar la desestabilización de la institucionalidad democrática, incrementando la sensación obrera de que este sistema político ya no funciona para toda la gente, solamente para unos cuantos.

Quienes estamos metidos en esto de los movimientos sociales, lo sabemos hace ya bastante tiempo. La ventaja a nuestro favor es que el proceso subversivo de este injusto sistema político se promueve desde “los de arriba” y es cuestión de tiempo para que “los de abajo”, entiendan la importancia de una acción política activa para lanzarse a la tarea histórica de cambiarlo profundamente para, al menos, imponer la lógica de la promoción del bien común en toda acción de política pública.

El segundo aspecto esencial tiene que ver con la tesis del Diálogo Social, supuestamente para lograr acuerdos nacionales en función precisamente de eso: el bien común. Particularmente, somos abanderados de esta tesis y firmes creyentes de que el desarrollo del sistema democrático hacia superiores niveles de integración social, ocupa de acuerdos nacionales multisectoriales para que construyamos nuevas formas de inclusión y de solidaridad en las que quepamos todos.

No obstante, cuando observamos el comportamiento de la alianza gobierno-empresarios para golpear a la clase trabajadora asalariada, se cuestiona uno qué sentido tiene entrar en un proceso de Diálogo Social que parece que no irá para ningún lado, que es insustancial, que es atolillo con el dedo, que es de cosmética política, que no arrojará acuerdo alguno.

Y aquí es donde, por ejemplo, cuando se habla de revitalizar instancias como el Consejo Superior de Trabajo (CST), de composición tripartita (gobierno, cámaras y sindicatos), uno casi llega a concluir que se trata de una “perdedera de tiempo” y de “operación embarre” que en nada ha de beneficiar a la clase trabajadora. Sería conveniente que el Movimiento Sindical Costarricense, en su conjunto, reflexione, con urgencia y con seriedad en los próximos días acerca de todo esto.

Reflexione, por ejemplo, si en verdad vale la pena esto del Consejo Superior de Trabajo (CST). Si en verdad vale la pena participar de ese ritual semestral (casi ridículo) del Consejo Nacional de Salarios (CNS), que nos arroja en la pura cara la naturaleza de clase del actual gobierno, de los últimos gobiernos, contra la clase trabajadora asalariada.

Definitivamente, aunque la “subversión” del sistema no se genera “desde abajo”, nos corresponde a “los de abajo”, impulsarla. No podemos dejar que sigan pervirtiendo la democracia tal y como lo vienen haciendo en los últimos años.

Municipalidades: El botín electoral vacío de la transferencia de competencias

La fallida “nueva” carretera a Caldera; la inauguración de “mentirillas del Museo de Arte Costarricense: la presunta corruptela de ofrecer mordida en el caso de la privatización-concesión de los muelles de Limón, así como el golpe de Estado antisindical contra Sintrajap; el tortón fiscal actual pues no hizo la transformación tributaria estructural que urgía; los apresurados acuerdos salariales policiales que hoy no han podido ser honrados; son tan solo algunos de los aspectos más sobresalientes de una acción gubernativa diseñada para alimentar una vanidad fatua pretendiendo que la historia le diera un status de “Estadista” a quien jamás gobernó pensando en el bien común. Su “delirio de grandeza” está por encima de todo.

Relacionado con lo anterior pero en el plano legislativo de la gestión gubernativa de Oscar Arias Sánchez, al final de su mandato sobresale también la aprobación de varios proyectos de ley, de manera totalmente atropellada, a hurtadillas, a espaldas de la gente, a escondidas de la ciudadanía. Dentro de éstos destacan varias iniciativas que le cambiarán el rostro al sector municipal de Costa Rica, bastión fundamental de la democracia.

Una de esas grandes torpezas legislativas de la Administración Arias Sánchez, fue la denominada “Ley General de Transferencia de Competencias del Poder Ejecutivo a las Municipalidades”, Ley No. 8801, del 28 de abril de 2010; una ley pensada para el despido de, al menos, 10.000 de las actuales personas que trabajan para el sector Público del Gobierno Central (ministerios).

De esos 10.000 despidos en perspectiva, las primeras “víctimas” se presentarán en el MOPT, con la tramitación parlamentaria irresponsable de la “Ley especial para la transferencia de competencias de las carreteras nacionales terciarias y secundarias del Ministerio de Obras Públicas y Transportes a los gobiernos locales y del Programa 327 Mejoramiento de la Red Vial Cantonal del MOPT”.

Este sería el primer proyecto a luz de esa ley 8801, de una serie que en un período de siete años deberá transferir a los municipios diversos servicios que equivaldrían al 10 % del presupuesto nacional ordinario de la República, pero que nadie tiene idea de cuáles serán, habida cuenta de que ni Educación ni Salud están incluidos; y otros, nadie se los imagina en manos municipales: Fuerza Pública, cárceles, CEN-CINAI, aeropuertos, migración, asistencia agropecuaria.

La indicada ley 8801 obliga a una identificación de la plenitud de capacidades de los gobiernos locales para la prestación eficiente de los servicios públicos a transferirse, cosa que dudamos que se haya realizado en el caso de las carreteras terciarias y secundarias, así como de la red cantonal vial, hasta hoy todo esto a cargo del MOPT.

Valga indicar que al MOPT lo debilitaron premeditadamente, lo desfinanciaron para coger su plata y transferirla hacia los negocios privados con la infraestructura (el timo de las concesiones); lo pusieron en manos inescrupulosas a lo largo de todos estos años, para desacreditarlo y desprestigiarlo ante la opinión pública.

Y ahora, simplemente porque estamos en plena campaña electoral para las elecciones de las alcaldías y los concejos en las municipalidades, sin ton ni son, sin estudios previos pero, ¡oh ridículo!, sin plata para pasarles porque no hay un cinco en las arcas públicas; se pretende que las municipalidades se hagan cargo de gran parte de la infraestructura vial nacional, esa que ha escapado a la vorágine del negocio privado timador vía concesión; para que se asuma una tarea estratégica que no está planificada en toda su dimensión.

Pensamos que a tal nivel de irresponsabilidad la presente Asamblea Legislativa debe ponerle límite. Se debe impedir la aprobación de esa ley para que los municipios asuman las carreteras terciarias, las secundarias y la red vial cantonal; al menos, en las actuales condiciones.
Cuestionamientos sobran. Por ejemplo: ¿cuáles son los estudios que indicarían la mejor distribución del 1.5 % del presupuesto nacional para tal fin, entre los 81 municipios del país (eficientes ó mediocres), si la ley madre, la 8801, impide transferencias de competencias parciales, por pedacitos?

Se imaginan ustedes una carretera secundaria que pasa por dos o más cantones, presentando la circunstancia de que alguna municipalidad sí estaría en condiciones de asumir tal reto pero otra no.

El fortalecimiento del sector municipal costarricense es un asunto de carácter estratégico que, incluso, tiene que ver con la supervivencia misma de la democracia. Nosotros estamos de acuerdo con ello.

Pero otra cosa es hacerlo “a la carrera”, sin un plan de fortalecimiento municipal (que el IFAM podría diseñar con toda propiedad); sin plata en las arcas públicas pues hay un altísimo déficit fiscal y no hay nada en el horizonte que nos indique que habrá pronto más recursos sanos (reforma tributaria). Además, sin un cinco para pago de prestaciones a quienes perderán sus empleos en el Gobierno Central, sin que entremos a analizar las dimensiones sociales que esta circunstancia generaría en momentos de alto desempleo, precarización del mismo y seria amenaza del existente. Así no se fortalece el régimen municipal costarricense.

¿Cuál es el principal problema nacional?

Debilidades y complicidades, tácitas o explícitas, parecen conjurarse en esta difícil problemática del tráfico internacional de cocaína y otras drogas que pasan por el territorio costarricense ó que se quedan en él. Pero aún así, con toda la gravedad que esta delicada situación está representando, este no es el principal problema nacional.

Asaltos, robos, hurtos, asesinatos, estafas, violencia física en todas sus expresiones (doméstica, intrafamiliar, colegial, juvenil); en bares, fiestas, casas, centros laborales, carreteras, en la calle); intolerancias, abusos de toda naturaleza… Todo esto nos acongoja, nos hace sentirnos inseguros, tememos por nuestras personas queridas, salimos de la casa y no sabemos si volveremos a ella ó cómo volveremos (sin plata, asaltados, con una puñalada, golpeados, agredidos verbalmente, etc.). Hay una espiral de violencia, potenciada, por cierto, por el sensacionalismo mediático y la nota periodística roja. Pero aún así, con toda la gravedad de esta espiral de violencia en ascenso, la violencia criminal y similar no es el principal problema nacional.

Chorizos, corrupciones de toda laya (con concesiones sin transparencia, con consultorías fantasmas), tráfico de influencias, compra de conciencias, mordidas y sobornos (como las ofrecidas en el caso de los muelles de Limón); reparto de plata, comida y materiales de construcción entre la gente más pobre para ganar votaciones; etc., etc. Sentimos que toda esta corrupción, que pareciera no detenerse, lesiona la democracia, deteriora la legitimidad republicana, golpea la confianza ciudadana en las instituciones. Pero aún así, con toda la gravedad que esto representa, la corrupción no es el principal problema nacional.

¡No! Ni el narco, ni la violencia, ni la corrupción, gravísimos problemas en sí mismos, son el principal problema nacional. El principal problema nacional es el crecimiento de la desigualdad producto de una concentración abusiva de la riqueza; producto de un sistema tributario que tritura a “los de abajo” y que beneficia a “los de arriba; producto de actividades de micro, pequeña y mediana empresa dejadas “a la mano de Dios”; producto de políticas salariales restrictivas que han empobrecido y/o han dejado a la gente asalariada con altísimos niveles de endeudamiento; producto del deterioro de la calidad de los servicios públicos sociales afectados por restricciones presupuestarias que reducen su cobertura; en fin, producto de las políticas neoliberales altamente fracasadas en los propios Estados Unidos y en países de la Unión Europea (UE), como Portugal, Irlanda, Grecia, España… La desigualdad creciente, no la pobreza, es el principal problema nacional.

Que ahora no venga ningún cro-magnon en vela, con condena judicial incluida por violar derechos laborales, a descalificar la acción social de lucha sostenida durante todos estos años por amplísimos sectores (incluyendo sectores productivos y empresariales), a fin de evitar el deterioro de nuestra legendaria convivencia basada en el bien común; de la sociedad de relativa inclusión y de movilidad social que se había venido construyendo; de una patria de oportunidades que había sido ejemplo global, especialmente para Latinoamérica. Gigantesca lucha cívica tenemos por delante: volver a la senda de la promoción del bien común, de la integración social, de la equidad… y en tiempos de TLC’s.

¡Qué ridículo!! ¿Es que ni siquiera podremos hacer el Censo Nacional?

Nada más trágico para el país que ni siquiera podamos, técnica y científicamente, auscultarnos de cuántos somos, de cómo estamos, de qué carecemos, de qué debemos planificar en el mediano y en largo plazo; si, verdaderamente, es sincero el discurso oficial de la política pública que debe centrarse en la búsqueda y en la promoción del bien común.

Consideramos que es un grave error estratégico cercenar el presupuesto necesario que para esos efectos ha solicitado el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), cifrado en la cantidad de 5 mil 372 millones de colones. Pero en la cartera de Hacienda le han aplicado un inmisericorde machetazo y han indicado que solamente podrán otorgar 2 mil 500 millones de colones.

Es decir que por una miopía política que, al final, pagaremos caro, se le quita al presupuesto para los censos nacionales del año entrante, unos 2 mil 800 millones de colones; cantidad ésta que fácilmente puede asignarse sin que nos “hundamos” más en el “precipicio” del déficit fiscal. ¿Es que en verdad nos estamos “hundiendo” por tal razón como dice el discurso oficial?

Esto de los censos nacionales previstos para el año entrante 2011, no es un asunto improvisado, que el INEC se sacó de la manga de la noche a la mañana. El altísimo profesionalismo, la solidez técnica y la gran solvencia moral que caracteriza al personal de esta importantísima institución de servicio público, ha estado trabajando desde hace mucho tiempo para que con los datos que se van a obtener, Costa Rica, puede pensarse a sí misma: qué va a hacer en materias de política pública tan sensibles como educación, seguridad, salud, infraestructura, asistencia y movilidad social, medio ambiente y otras.

Como país, promocionamos ante el mundo que le llevamos muchísima ventaja a otras naciones del orbe que tienen desafíos parecidos o perfiles más o menos similares al nuestro; nos damos el lujo de vanagloriarnos de que, en algunos campos, tenemos estándares sociales similares a los países más desarrollados, como los del norte de Europa. Es más, hasta pontificamos y les decimos a otros (teniendo ya como tenemos techo de vidrio), cómo deben practicarse los Derechos Humanos universalmente reconocidos. Pero ¡oh paradoja! ¡Qué ridículo! No podemos realizar el censo nacional por un recorte absurdo, irracional, fuera de toda proporción, del presupuesto que, de manera absolutamente responsable, la gente del INEC ha previsto con toda seriedad.

¡Por favor! De manera vehemente le pedimos a la primera mandataria, al señor Ministro de Hacienda, que corrijan semejante error, más bien horror. El Censo Nacional es una decisión de país, no de un gobierno transitorio; es una cuestión de superior orden estratégico, no una política ocasional de cuatrienio gubernamental.

¿Qué será? ¿Será que a los sectores dominantes les da miedo que se dé una constatación estadística, profesionalmente incuestionable, con fuerte asidero científico, de qué, en verdad, estamos mal en muchos órdenes, como así lo siente a diario la gente, “los de abajo”; por ejemplo, en cuanto al crecimiento de la desigualdad y en cuanto a la concentración de la riqueza?…

Solicitamos, respetuosamente, a la honorable Asamblea Legislativa que corrija en el trámite del presupuesto nacional del año entrante, la “metida de pata” del Gobierno en este asunto del financiamiento de los censos nacionales del año entrante. Se trata de una urgente necesidad nacional que ha de tener impacto en el desarrollo nacional venidero.

Don Juanito Mora ¡vive!: Ingobernabilidad, diálogo social y unidad nacional

Sin embargo, en la formulación de propuestas de solución a esos problemas, hay una tendencia hacia la exclusión participativa de importantísimos segmentos de la sociedad a los cuales, pese a tener importantes niveles organizativos, de representatividad y de propuesta, se les niega posibilidades de ser tomados en cuenta, sencillamente porque no forman parte del quehacer “natural” de la política: los partidos que, monopólicamente hablando, controlan el ejercicio de la misma. El deterioro de su legitimidad se explica, en parte, porque no quieren entender que ese monopolio se les acabó.

La situación de exclusión participativa se torna más grave si nos fijamos en la importantísima cantidad de personas ciudadanas, básicamente de los sectores populares y medios, que no están en ninguna forma de organización por las más diversas razones.

Pese a esta situación, la dimensión de esos grandes problemas nacionales es de tal calibre que, al menos, esa “sociedad de los partidos políticos” debe considerar que en sí misma se queda ya corta para idear, buscar, diseñar e implementar nuevas políticas conducentes a la integración social, con la suficiente legitimidad y credibilidad como para relanzar un nuevo proyecto de país, con inclusión y con solidaridad.

Al recordar mañana los 150 años del asesinato político, vía fusilamiento, del hoy Héroe Nacional y Libertador de la Patria, don Juan Rafael Mora Porras (Juanito Mora), tenemos que resaltar su altísima capacidad de estadista convocante de un proceso de unidad nacional en un momento de gran amenaza al proyecto de país de entonces.

Y ahora que nuestra Patria se encamina hacia el bicentenario de su independencia política con respecto a España (estamos a una década, en el 2021, que no es nada en tiempo), debería emprenderse el más gigantesco esfuerzo de diálogo sociopolítico, de discusión nacional, de encuentro multisectorial, de convergencia patriótica para reconstruirnos, para recomponernos, para resignificarnos como Patria.

Esto es más que urgente en momentos en los cuales el deterioro de nuestra convivencia social y civil es tan evidente que sentimos que nuestro diario vivir es una amenaza en todos los órdenes, un miedo diverso producto de que hemos dejado crecer hasta niveles insospechados las injusticias: miedo a perder el empleo, miedo a que quiebre el negocio, miedo a empobrecernos más, miedo de la clase media a desaparecer, miedo al deterioro salarial, miedo a no encontrar trabajo, miedo a perder la vida en una acción violenta, miedo a la delincuencia, miedo por el futuro que se ve venir para nuestros hijos y nuestras hijas, miedo a la pérdida de valores, miedo por el avance de la insolidaridad y la indolencia, miedo al deterioro de la vida en familia, etc., etc.

“Los de arriba”, los poderosos y quienes a éstos sirven desde los partidos políticos, deben entender que si el país se ha vuelto ingobernable puede explicarse, en parte, por la lucha diaria de “los de abajo” para defenderse a sí misma y a sus personas queridas, a su lucha para enfrentarse a esos miedos, a la lucha por sobrevivir a la inseguridad de la existencia cotidiana, resistiendo al avance de tales amenazas.

Quizás pueda sonar simplista y excesivamente reduccionista indicar lo siguiente: Si no hacemos un esfuerzo nacional compartido para atajar, atenuar, aminorar, reducir y revertir el crecimiento de la desigualdad, la ingobernabilidad crecerá a tal nivel que flagelos sociales como el narcotráfico y la violencia, ya no tendrán posibilidad alguna de control; terminarán con todos, con “los de arriba” y con “los de abajo”. Ustedes, los del poder real, deberían promover ese diálogo nacional. Sin arrogarnos una representación que no ostentamos, podríamos decir que en el Movimiento Sindical Costarricense estamos listos para tal desafío. Don Juanito Mora, ¡vive!

FCL: Defienda su platita y…

El FCL es un acumulado porcentual correspondiente al 1.5 % del salario bruto que se ha ido depositando, mes a mes, a favor de la persona trabajadora durante este período de cinco años: 2006-2011. En términos generales, podría decirse que la cantidad promedio a retirar podría equivaler al monto de un aguinaldo, colones más, colones menos.

Sin embargo, hay otra gente que está pensando en que usted no retire esa platita. Efectivamente, está en la corriente legislativa el proyecto de ley No. 17.597, titulado “Ley de fortalecimiento del fondo de capitalización laboral como instrumento de protección contra el desempleo”. Vaya pomposo nombre.

La idea disgusta profundamente a muchísimas personas trabajadoras asalariadas que ya se han enterado al respecto. Nadie se opone a que en Costa Rica exista, algún día, un verdadero seguro de desempleo. Pero no con la plata de la gente asalariada ya sumamente empobrecida. Veamos:

La oposición fuerte que ya está en desarrollo, se basa en razones de lógica vivencial cotidiana de miles y miles de gente del trabajo asalariado que, producto de una sociedad en alocada carrera de concentración de la riqueza y de crecimiento sistemático de la desigualdad, está siendo víctima de males sociales como: a) Ajustes salariales paupérrimos; b) imposiciones de esas fijaciones por decretazo, sin negociación alguna; c) salarios decrecientes; d) ajustes por inflación vencida que se comen rápidamente el ajuste semestral; e) salarios mínimos indignos calculados con fórmulas viejas; f) y aún así, miles de personas ganan por debajo del mínimo legal o apenas están en él; g) miles de personas trabajadoras asalariadas están altamente endeudadas; h) fórmulas de cálculo de las variaciones de precios que no se ajustan a la realidad; i) sistema tributario injusto (pagan más lo que menos tienen, proporcionalmente hablando); d) deterioro de los servicios públicos sociales, limitaciones de acceso a ellos y otros concesionados y en vías de privatización; entre otros factores que marcan esa desigualdad.

Si además le agregamos que nadie tiene la menor idea de cómo se maneja esta plata; que no hay claras rendiciones de cuentas; que el sector bancario-financiero que las maneja es de los que más han ganado con las políticas neoliberales de los últimos tiempos; que no hay comités de transparencia compuestos por la gente del trabajo para fiscalizar bien con perspectiva “desde abajo” y no de la tecnocracia; que nadie entiende cómo se calculan los intereses; que esa muletilla de “rendimientos decrecientes” solamente implica menos plata en la cuenta de la gente; etc. ¿Entonces, cómo pretenden que la gente no se oponga a que le prohíban retirar esos dineros en marzo del año entrante? Miles pensamos que es ¡una salvada!

Así que no se rasguen las vestiduras porque los sindicatos del sector Público estamos alertando sobre el particular, ante la indefensión de que en estas cuestiones tienen miles de personas trabajadoras asalariadas del sector Privado porque les impiden sindicalizarse. Estamos haciendo lo justo… Defienda su platita y alístese para salir a la calle cuando nos convoquen.

22 de setiembre de 2010

Juanito Mora: Rescatando nuestra identidad

El próximo 30 de setiembre se cumplen 150 años (el sesquicentenario), de uno de los crímenes políticos más impactantes de la historia nacional: el asesinato del ilustre costarricense, don Juan Rafael Mora Porras, popularmente conocido como don Juanito Mora, cuya trayectoria de vida al servicio del país y el impacto de su legado, al punto de perder la vida por fusilamiento, apenas empieza a dimensionarse, tanto tiempo después.

Desafortunadamente, somos un pueblo al que, intencionadamente, se nos ha robado, escondido, tergiversado, invisibilizado, negado, trascendentales episodios de nuestra historia. Así ha sucedido con la etapa anterior al 15 de setiembre de 1821, pero más marcadamente luego de esta fecha, que es cuando se decreta la independencia nacional de España, en la entonces Capitanía General de Guatemala, precisamente en un día como hoy, hace ya 189 años.

Uno de esos episodios “_ocultos_” que más fuertemente debemos analizar, auscultar, estudiar, resignificar y dimensionar, tiene que ver con lo que en la escuela y en el colegio se nos dice de la “_Campaña Nacional_”, 1856-1857, cuando el país tuvo que enfrentarse a los “_filibusteros_” encabezados por el gringo William Walker, destacándose la participación del “_tamborcillo_” alajuelense, el soldado Juan Santamaría, Héroe Nacional. Sencillito, sencillito. Así fuimos “_educados_” sobre la comprensión y el significado de esta parte de la historia costarricense. En esencia, eso era todo lo que se nos decía.

Sin embargo, a la par de la figura gigante de nuestro Héroe Nacional, hubo otras también trascendentales para que nuestro país, a tan solo 35 años de la independencia de España, no fuera engullido, absorbido, nuevamente colonizado; por las primeras manifestaciones de carácter expansionista (e imperialista después), de los sectores dominantes de la naciente potencia estadounidense surgida en 1776 y que tenía tan solo 80 años de su existencia para ese gran momento nacional (1856).

Una de esas figuras gigantes, a la que se ha tratado con gran injusticia, es la de don Juan Rafael Mora Porras, quien era el Presidente de Costa Rica al momento de enfrentar la invasión “_filibustera_”, de los “_forajidos_”, de los “_aventureros_”, de los “_desalmados_” gringos encabezados por Mr. Walker.

La historia oficial con la que se nos formó, se nos “_educó_” al respecto, nos metió la creencia de que por nuestra querida Patria, lo que llegó fue una banda de maleantes, una pandilla de malhechores, quienes sin Dios ni ley pretendían robar las tierras de nuestros campesinos de entonces. Nada más tergiversado y manipulado a lo largo de los años.

Cuando don Juanito Mora alertó a los y a las costarricenses de entonces, cuando les llamó a las armas, es porque estaba dimensionando los graves peligros para la joven Costa Rica de que fuera, por segunda vez, colonizada; y, en este caso, por el que luego sería uno de los imperios más sangrientos y genocidas de la historia de la Humanidad: el estadounidense.

La epopeya tica de ese entonces, esa Gran Guerra Patria, encabezada por don Juanito, tuvo un significado político más profundo que la propia independencia de España (la que nos llegó por correo, “_regalada_”, y que hoy conmemoramos); pero que palidece, se minimiza, se demerita, ante el impacto que representó para nuestra propia nacionalidad y nuestra propia identidad, la acción cívica del pueblo costarricense encabezado por ese insigne costarricense.

Afortunadamente, parece que empezamos a corregir, como Patria, tan grave error en contra de la figura de don Juanito Mora. Cuatro libros que plantean su papel en la historia nacional (cuya lectura recomendamos), serán analizados en las aulas costarricenses, gracias a una sabia decisión del Consejo Superior de Educación, a partir del curso lectivo del 2011.

Los y las jóvenes estudiantes deberán leer “_Clarín Patriótico_”, de Juan Rafael Quesada Camacho; “_Juan Rafael Mora Porras y la guerra contra los filibusteros_”, de Armando Rodríguez Porras; “_Los soldados de la campaña nacional_”, de Raúl Arias Sánchez; y, “_El lado oculto del Presidente Mora_”, de Armando Vargas Araya.

¿Polémicos entre sí? A lo mejor. Pero por algo se empieza. A 150 años de su ejecución por fusilamiento, don Juanito Mora ¡vive!