¡»Frenado» el TISA! ¿Es que acaso habrá que darle “gracias” a Mr. Trump?

El periódico escrito de más venta en Costa Rica, el de mayor circulación, DIARIO EXTRA, informa hoy miércoles 28 de diciembre que “CAMBIO EN GOBIERNO DE EE.UU. FRENA ACUERDO TISA”, según la respectiva nota de prensa que aparece en la página 8 de la sección Nacionales.

El antetítulo de tal información nos indica de que “Comex considera importante retomarlo”.

Resultaría absolutamente paradójico y hasta vergonzante que haya que “agradecerle” al próximo presidente de los Estados Unidos, Mr. Trump, que las negociaciones secretas y totalmente carentes de la más mínima transparencia hacia la suscripción del tratado TISA (Trade In Services Agreement), se vayan a “frenar” hasta que el nuevo gobierno de ese país tome una decisión final al respecto.

El señor Presidente de la República, don Luis Guillermo Solís Rivera, no puede seguir mirando para otro lado y, de una vez por todas, aunque sea un acto de soberanía “mínima” inyectado por Mr. Trump, debe ordenarle al señor ministro del COMEX que le hable claro al país, que le rinda cuentas a la ciudadanía, que destape hasta qué punto ha entregado al corporativismo transnacional del mercantilismo más deshumanizado, la apertura privatizadora de estratégicos servicios públicos como la Educación, la Salud, el Agua y otros; todos incluidos en ese Acuerdo Multilateral de Comercio de Servicios, conocido por sus siglas en inglés como TISA.

Con un descaro repugnante y una desfachatez censurable, el ministro del COMEX, Alexánder Mora Delgado, admite que el TISA se ha negociado en secreto, ocultándole al pueblo costarricense qué es lo que él y su equipo neoliberal de ese ministerio le han entregado a las multinacionales que esperan dejarse, por completo, los más estratégicos y rentables servicios públicos que todavía le quedan al país.

Según la comentada nota de prensa, “Mora había señalado que no podía revelar cuál fue la oferta que hizo Costa Rica, pero aseguró que nada de lo puesto sobre la mesa requiere de una modificación de la legislación nacional”.

¿Qué “ofertó” el ministro Mora en materia de servicios públicos?; ¿la Educación, la Salud, el Agua…? ¿Qué otros servicios públicos “ofertó”? ¿Con qué atribución afirma que nada de lo que “ofertó” no debe pasar por la Asamblea Legislativa, que nada es objeto de una “modificación de la legislación nacional”?…

Desde un principio, la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), así como el Colectivo Sindical PATRIA JUSTA, hemos manifestado nuestra rotunda oposición al TISA, un tratado de “libre” comercio (TLC), de segunda generación, centrado en la mercantilización y en la privatización de toda clase de servicios públicos, absolutamente todos los servicios públicos.

Tan es así que un país latinoamericano hermano como lo es Uruguay, con un desarrollo social de servicios públicos muy similar a Costa Rica, decidió salirse de las negociaciones secretas del TISA, ante la constatación de la profundidad del ataque a sus propios servicios públicos destinados a la inclusión social y a la promoción del bien común.

La ANEP y PATRIA JUSTA hemos estado enlazados con las importantes corrientes sindicales y ciudadanas globales que en el mundo han estado levantando las banderas contra el TISA mediando la gigantes red planetaria “Nuestro Mundo No Está en Venta” (“Our World Is Not For Sale”).

Particularmente, la Internacional de Servicios Públicos (ISP), ha venido alertando a todo tipo de organizaciones de los 50 países que han venido negociando secretamente el TISA y los contenidos de sus estudios en el tema, sumamente sólidos y profesionales, nos han dado la base para alertar al país sobre tan grave situación.

Exhortamos a los señores diputados y a las señoras diputadas, especialmente a las personas legisladoras que ponen su prioridad política en el abordaje de temas centrados en la inclusión y en la justicia sociales, para que convoquen a comparecencia urgente al ministro del COMEX y le exijan que rinda cuentas, que rompa el secretismo, que hable con la verdad y que indique, con toda contundente, que fue lo que “ofertó” a nombre de Costa Rica en las negociaciones ocultas del TISA.

Finalmente, reiteramos la urgente necesidad de una intervención política presidencial en el sentido de que se debe honrarse el compromiso de campaña electoral de que en esto de TLC’s lo que correspondía era ordenar la administración de los ya existentes. El TISA debe ser descartado.

TISA: la peor amenaza a los servicios que ya se ha visto

La idea es simple: como en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no fue posible establecer acuerdos ultra-liberales debido fundamentalmente a la resistencia de algunos países emergentes, que buscaban un acuerdo más equilibrado, la Unión Europea y Estados Unidos optaron por negociar a parte un acuerdo sobre servicios con los países que ofrecieron menos resistencia.

La apuesta- es que, hecho el acuerdo, volver a la OMC con un tratado ya realizado, de peso, que pase a ser referencia mundial sobre el comercio de servicios, y que por el número de naciones participantes abarcaría cerca del 70% de todos los servicios del mundo. Hasta este momento, además de la Unión Europea (con sus 28 países miembros) y los Estados Unidos, participan o han participado en las negociaciones del Acuerdo en Comercio de Servicios (en inglés Trade in Services Agreement, TISA,: Australia, Canadá, Chile, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Hong Kong, Islandia, Israel, Japón, Liechtenstein, México, Nueva Zelandia, Noruega, Pakistán, , Panamá, Paraguay, Perú, Suiza y Taiwán. China no fue aceptada en el tratado, y Uruguay y Paraguay abandonaron las negociaciones en setiembre de 2015, mientras que Argentina se aproxima a las negociaciones.

Una motivación extra a la negociación del acuerdo, sin duda, es también el contexto de crisis económica global, que impulsa a los países centrales a defender “sus” empresas, siempre muy bien organizadas en lobbies muy profesionales y eficaces.

Qué propone el TISA
1)*Listas negativas*: todos los países tienen que presentar un listado de servicios que les gustaría excluir del acuerdo. En la OMC, intentaron hacerlo, pero la mayoría de los países rechazó la propuesta, y prefirió trabajar con listas positivas, es decir, los países informan cuáles servicios formarían parte en el acuerdo. Trabajar con listas negativas ofrece mucho más riesgos, dado que en principio todo queda incluido en el acuerdo. Asimismo, como suele suceder en los textos de los acuerdo, el 90% de los servicios, como mínimo, debe incluirse en la lista de ofertas;

2)*Status quo*: con la firma de este acuerdo, se preservará, como mínimo, el nivel de liberalización vigente. Ningún servicio privatizado, aunque no funcione, podrá ser re-estatizado. Quedaría así imposibilitado de volver a la esfera pública, como viene ocurriendo en distintos países, principalmente en lo que refiere al abastecimiento de agua y recolección de residuos, que ante la ineficiencia de la iniciativa privada para ofrecer servicios de calidad por precios accesibles, los mismos han regresado a la responsabilidad pública (Berlín, París, Buenos Aires, Bogotá, etc.);

3)*Cláusula “trinquete”*: define que cualquier desregulación que se promueva en un país que forme parte en el acuerdo, se vuelva de inmediato permanente, de manera que ya no se puede revertir. Así, los cambios de gobiernos no impactarán en nada los servicios en general; [trinquete es un mecanismo que le permite a un engranaje girar en un sentido, pero lo impide hacerlo en la dirección contraria; como sucede con una especie de roldana dentada].

4)*Cláusula para el futuro*: los términos del acuerdo valen para los servicios que existen actualmente y también para cualquier otro que, fruto del desarrollo tecnológico, exista en el futuro.. Cualquier servicio se subordinará automáticamente al acuerdo, sin la necesidad de que haya ninguna discusión adicional;

5)*Prohibición de normas nacionales y restricción a regulaciones locales*: ningún servicio podrá estar sometido a ninguna norma de preferencia nacional, estableciéndose la completa apertura a la competencia internacional para su prestación. Cualquier tipo de restricción en un servicio que forme parte en el acuerdo deberá perder su validez. Aspectos como restricciones ambientales, de defensa del patrimonio histórico, de naturaleza urbanística, de carácter laboral u otras que impidan el “desarrollo” y la libre iniciativa, serían motivos de quejas de las empresas que ofrecen los servicios, y tenderían a ser removidos. Walmart, las empresas de minería y otros actores agradecen;

6)*Liberalización no diferenciada*: siempre tendrá validez para los países que formen parte en el TISA el acuerdo más liberalizador que los mismos establezcan con cualquier otro país. En el Mercosur, por ejemplo, estableciéndose una política de integración, el mismo nivel de liberalización de servicios acordado deberá valer automáticamente para los países del TISA. En otras regiones, Panamá, a través de acuerdos previos, ha liberalizado de manera amplia los servicios de salud; Turquía ha hecho lo mismo con la educación y así sucesivamente, siempre con un país ofreciendo más apertura en un campo específico. Imagínense lo que significaría la universalización de los términos más liberalizadores de cada acuerdo.

7)*Bases jurídicas sólidas y paneles arbitrales independientes*: como el actual sistema internacional de resolución de controversias entre empresas y el Estados todavía genera debates, el TISA establece reglas claras para las demandas de inversionistas contra el Estado – lo que facilitaría mucho el favorecimiento a las empresas. El juicio en casos de controversia se realizaría en paneles independientes, sin ninguna subordinación a las leyes nacionales, o mismo a los tratados internacionales, es decir. independientemente de todo lo que pueda interferir en ese “libre” proceso. Así se garantizan menos Estados, más empresas;

8)*Leyes no necesarias*: el acuerdo contiene una cláusula que permitirá que cualquier empresa o Estado miembro del TISA pueda argumentar que una ley nacional o una política de Estado perjudica a la libre competencia. Con la presentación de la queja, la misma deberá ser juzgada por los llamados “paneles independientes”. Políticas como las de restricción al humo, de defensa ambiental, o de desarrollo local se subordinarán al criterio “legal” de estos paneles. También se establece que, en caso que se adopten políticas públicas nuevas, las mismas deberán abrirse a la opinión de los Estados-miembros y sus empresas, para observaciones que les permitan “optimizar” los costos y favorecer la competencia, no pudiendo ser implementadas hasta escuchar a las partes;

9)*Divulgación del acuerdo recién cinco años después de su firma*: por último, el acuerdo establece que sus cláusulas permanecerán en secreto de Estado, sin divulgación pública por un plazo mínimo de cinco años desde la firma del acuerdo. No hay claridad sobre cómo se irán a manejar los conflictos de poderes con los actuales parlamentos nacionales de los países miembros del TISA.

Lo que verdaderamente está en juego en este acuerdo va más allá del comercio y de los servicios. Está en juego el propio concepto de democracia, la libertad de que un pueblo de elegir cómo debe funcionar el Estado y sus prioridades en la oferta de servicios básicos; de definir el modelo de desarrollo preferible con miras a un futuro mejor y más sostenible. Hoy, ya se observan claras limitaciones para el acto de gobernar, pero para algunas empresas y gobiernos, esto todavía es poco.

Acuerdos como el TISA socavan la gobernabilidad en un nivel nunca antes posible, favoreciendo aún más a las corporaciones. El TISA – junto con el Tratado Transpacífico (TTP) y el Tratado Transatlántico (TTIP) y otros – establece un nuevo nivel de hegemonía y su consecuente concentración de recursos.

Poco a poco se siente que la resistencia aumenta, que fuerzas políticas comienzan a movilizarse más intensamente contra el TISA, pero ¿habrá tiempo de pararlo?

*_Jocelio Drummond es integrante del Grupo de Reflexión sobre Relaciones Internacionales/GRRI, de la coordinación de la REBRIP y secretario de la Internacional de los Servicios Públicos para las Américas. La ISP es una organización sindical mundial que, entre otras acciones, ha liderado la lucha contra el TISA en distintos países._ Para más informaciones, acceda a www.world-psi.org/TISA

El TISA perjudica las acciones de la COP21

Un informe publicado por la Internacional de Servicios Públicos (ISP) ​—una Federación sindical internacional que representa a 20 millones de trabajadores y trabajadoras en todo el mundo​— revela que la reunión ministerial sobre el TISA, prevista el 1 de junio en la sede de la OCDE en París, examinará unas propuestas rechazadas hace ya una década que perjudicarán el avance logrado en la Cumbre COP21 de diciembre y en las conversaciones sobre el clima que se están celebrando este mes en Bonn (http://www.world-psi.org/es/el-tisa-frente-la-accion-climatica-la-democracia-energetica-en-venta)

“Los gobiernos que estén disponiéndose a implementar el Acuerdo de París podrían encontrar que sus ministros de Comercio obstaculizan sus esfuerzos en las negociaciones del TISA”, advierte el informe TiSA Vs Climate Action: Trading Away Energy Democracy (El TISA frente a la acción climática: la democracia energética en venta), un análisis detallado del Anexo del TISA sobre energía y servicios afines, recientemente filtrado a la prensa.

“El TISA recicla ideas propuestas por Enron y Halliburton ya en 2005 y rechazadas entonces por los negociadores estadounidenses. La propuesta de que la normativa energética debe ser tecnológicamente neutral es un intento de aislar a las industrias de combustibles fósiles de los cambios en la política climática”, advierte Robert Stumberg, Profesor de la Universidad de Derecho de Georgetown, en Washington, y experto en comercio internacional.

“Contradice los incentivos normativos y económicos a las energías renovables existentes en los Estados Unidos, Canadá, Europa y en otros países. Ello implicaría una paralización del avance hacia los empleos en el sector energético del futuro”, afirma.

TiSA Vs Climate Action destaca que el acuerdo probablemente propiciará la expansión de la explotación de los combustibles fósiles y que ello exacerbará el cambio climático. Al requerir a los países que participan en las conversaciones del TISA que traten por igual a todos los proveedores de energía ​—independientemente de la fuente de procedencia de la misma​—, el acuerdo pone en riesgo los esfuerzos por promover las tecnologías limpias y el abandono de las fuentes energéticas contaminantes como el carbón y el petróleo.

La publicación de este informe coincide con las protestas contra el TISA convocadas en Ginebra y París (ver abajo) y se produce poco después de la reciente filtración a la prensa de texto TTIP desde Greenpeace Países Bajos, que hizo saltar la voz de alarma sobre cómo los acuerdos comerciales están minando las medidas para combatir el cambio climático.

Susan Cohen Jehoram, activista internacional contra el TTIP en Greenpeace, afirma: “Esta filtración revela que el TISA, al igual que otros acuerdos comerciales, incluye medidas que ata las manos de las autoridades políticas que están intentando implementar el Acuerdo de París sobre el clima”.

“Los acuerdos comerciales, en lugar de socavar las políticas climáticas, deben diseñarse para propiciar las medidas de lucha contra el cambio climático. Resulta inaceptable que acuerdos comerciales como el TISA, el TTIP o CETA estén siendo negociados en secreto, a expensas de la ciudadanía de a pie y del medio ambiente. En lugar de tirar por la borda la protección medioambiental en beneficio de las grandes corporaciones, todos los acuerdos comerciales deben anteponer tanto la lucha contra el cambio climático como la transparencia”, añade.

Rosa Pavanelli, Secretaria General de la ISP, afirma que cada vez está más clara la razón por la que nuestros gobiernos intentan ocultar estas negociaciones llevándolas en secreto: “Los medios para lograr los modestos objetivos acordados en París el año pasado no se están negociando, por interés de las grandes corporaciones del planeta”.

Esto significa que, una vez acordado el TISA, los gobiernos tendrán poca autoridad para definir sus normas. Una vez más, nos preocupa enormemente no sólo el cambio climático y el futuro del planeta, sino nuestras democracias actuales, subyugadas bajo el peso de los intereses de las corporaciones”, añade.

Deborah James, de Our World Is Not For Sale, la red contra los acuerdos comerciales que propician globalización corporativa, confirma que “dado que más del 80 % de la energía primaria del mundo procede de combustibles fósiles que emiten gases con efecto invernadero, cualquier cosa que limite nuestra capacidad de cambiar hacia una energía limpia en el futuro es perjudicial para el planeta”.

El estudio de la ISP lo llevó a cabo Victor Menotti, Director Ejecutivo del Foro Internacional sobre Globalización, que ha escrito e investigado extensamente acerca del impacto del comercio mundial sobre los ecosistemas.

La ISP va a lanzar, además, un video de animación que cuenta la historia de los efectos del TISA sobre la soberanía energética y la acción climática por la ciudadanía mundial: [https://www.youtube.com/watch?v=BfRcOElgSRM]

La ISP ya ha publicado varios informes de investigación que demuestran que el TISA frenará la vuelta de las privatizaciones fracasadas a manos públicas y limitará la capacidad normativa de los gobiernos.

Protestas en París y Ginebra

Manifestantes airados contra el TISA por socavar la democracia. Ciudadanos y ciudadanas preocupados, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil se manifestaron el 30 de mayo a las 12 p.m., ante la misión de la Unión Europea en Ginebra – Rue du Grand-Pré, 64 –, para protestar mientras los embajadores representantes de los países TISA están reunidos dentro discutiendo las negociaciones en curso.

La 18ª ronda de negociaciones del TISA comenzó en Ginebra el 26 de mayo y finalizará el 3 de junio. Dicha ronda coincide con la reunión ministerial TISA prevista en la sede de la OCDE, en París, el 1 de junio.

Esta reunión de París también provocará las protestas de Nuit Debout, la comunidad de estudiantes, trabajadores y académicos franceses que viene denunciando el TISA y acuerdos comerciales similares por su falta de democracia.

El movimiento de protesta internacional ​—que para determinar los peligros del TISA se basa, por ahora, exclusivamente en las filtraciones de WikiLeaks​— exige a los líderes políticos la publicación del texto completo del acuerdo, para que la ciudadanía pueda decidir democráticamente si llevar adelante el acuerdo.

Notas sobre el TISA

El Acuerdo sobre el Comercio de Servicios, conocido como TISA (por sus siglas en inglés), es un acuerdo comercial que abarca casi todos los sectores de servicios del planeta, y que está siendo negociado en secreto por 50 países, entre ellos los Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón, Colombia, Costa Rica, Perú y los 28 países de la Unión Europea. Uruguay y Paraguay se retiraron recientemente de las conversaciones ante la indignación pública que suscitaron.

Los 50 países que participan en las negociaciones de este poco conocido acuerdo comercial abarcan el 70 % de los sectores de servicios del mundo.

Tisa vs Climate Action Final

Wikileaks revela aún más documentos nuevos y ocultos del ‘Tratado de Servicios’ (TISA)

Hoy, en las instalaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Ginebra empieza la 18ª ronda de negociaciones de un acuerdo secreto para limitar la supervisión gubernamental de la economía de servicios. Pero los negociadores ahora tendrán un nuevo punto en su orden del día: cómo lidiar con la avalancha de filtraciones de documentos con propuestas que se suponía que tendrían que mantenerse bajo llave y en secreto hasta cinco años después que se sellara o se descartara el acuerdo.

La inclusión de ese nuevo punto en la agenda se debe a que en el día de ayer Wikileaks +reveló los borradores de los textos de tres anexos transversales nuevos del TISA propuesto que no se conocían hasta ahora: disciplinas acerca de cómo los gobiernos deben regular a las Empresas Estatales; Servicios Profesionales; y Nuevas Disposiciones Aplicables a Todos los Servicios.

Con esta nueva filtración, hasta ahora se han revelado al público 17 anexos propuestos y el texto central del TISA —aunque ninguno de ellos a través de canales oficiales. También se han filtrado los textos actualizados sobre servicios financieros, comercio electrónico, movimiento de personas físicas (Modo 4), telecomunicaciones, y transparencia. Varias organizaciones miembro de la red mundial +Nuestro Mundo No Está en Venta (OWINFS) han publicado análisis detallados de versiones anteriores de muchos de esos textos filtrados.

Estas nuevas revelaciones ocurren poco después que Greenpeace publicara con bombos y platillos a principios de este mes una +valiosa colección de capítulos del Tratado de Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones (TTIP) entre Estados Unidos y Europa. Como la ratificación del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) transita por mares borrascosos en el Congreso de EEUU, y otro tanto ocurre en los respectivos países con el Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA) entre la UE y Canadá, al mismo tiempo que el TTIP enfrenta cada vez más oposición pública, los negociadores del TISA abrigaban la esperanza de que este acuerdo pudiese pasar desapercibido por la opinión pública. Esta nueva filtración torna aún más remota esa posibilidad.

El anexo sobre Nuevas Disposiciones restringiría las potestades de los gobiernos de imponerles a los proveedores extranjeros de servicios requisitos de desempeño generadores de empleo nacional, incluso el requisito de establecer presencia comercial en el país. Estas propuestas, que son aún más extremas que las disposiciones al respecto en otros tratados de libre comercio e inversiones vigentes, dificultarían significativamente la regulación efectiva de esas empresas en todos los países del TISA, incluso potencialmente las del sector de servicios financieros. Y limitarían además la potestad de los gobiernos de los países en desarrollo de regular la inversión extranjera para fomentar el desarrollo del mismo modo que lo hicieron los países industrializados del TISA cuando se estaban desarrollando, según el +análisis exhaustivo de Sanya Reid Smith+, asesora jurídica de la Red del Tercer Mundo radicada en Ginebra.

El Departamento de Estado y la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) hicieron público ayer un plan para que el TISA propuesto ajuste aún más las normas ya acordadas en el TPP en materia de prescripciones sobre la presencia comercial relativas a los servicios financieros, para apaciguar así a las principales empresas de la industria bancaria y a los parlamentarios que las representan en el Congreso.

La ironía que esto entraña es que las restricciones que Estados Unidos y algunos otros países quieren imponer a través del TISA en materia de requisitos de presencia comercial, son justamente los mecanismos principales a través de los cuales EEUU y otros países alegan que los países en desarrollo se beneficiarían al abrir sus mercados de servicios a la participación de proveedores extranjeros.

“Contratarán trabajadores locales y su población ganará en conocimientos y nuevas habilidades técnicas y de gestión (know-how)” —pues no, ya que el TISA prohibiría imponer requisitos de contratación local. “La participación de empresas extranjeras en sus mercados redundará en transferencia de tecnologías para las empresas locales y la población nacional” —sólo que exigir transferencia de tecnología también está proscrito en el texto propuesto del TISA.

EEUU, Japón y muchos países europeos históricamente han exigido que las empresas extranjeras que ofrecen servicios en sus respectivos países siempre incluyan ciudadanos nacionales en sus directorios y otros cargos ejecutivos; sin embargo, esta herramienta de ‘gerencia local’ está explícitamente prohibida en el texto que se filtró. Esto, de hecho, no es otra cosa que patearles a los países en desarrollo la legendaria escalera al desarrollo.

Este es uno de los problemas centrales del TISA propuesto. Porque lo que anuncia el TISA no es la participación de empresas extranjeras en el mercado nacional de los países —el TISA no obliga a los bancos extranjeros a ofrecerles capital a los habitantes de los barrios marginales, ni a las gigantescas empresas de telecomunicaciones a asegurarles a los pobres del campo acceso a sus servicios, o a las grandes empresas de energía a garantizar el acceso universal a los servicios de energía eléctrica.

Por el contrario —el TISA está diseñado para limitar los medios a través de los cuales los gobiernos pueden garantizar que la presencia de empresas extranjeras en sus economías pueda beneficiar a la población nacional. En Estados Unidos ya tenemos suficientes problemas con los Servicios al Consumidor de empresas como Comcast, Verizon y otras por el estilo —imagínense, ¿cómo podría exigírsele cuentas a una gigantesca empresa de telecomunicaciones si ni siquiera tiene presencia comercial en el país, tal y como propone el TISA que se les prohíba a los gobiernos establecer como requisito?

El anexo sobre Servicios Profesionales limitaría los medios a través de los cuales los gobiernos y los gremios profesionales pueden regular el acceso al mercado, el suministro transfronterizo, los requisitos de presencia comercial, las restricciones o topes de participación de capital extranjero, y las prescripciones en materia de licencias de funcionamiento para los proveedores extranjeros de servicios en ramas profesionales específicas como contaduría, tributación, servicios arquitectónicos, ingeniería, planificación urbana y arquitectura paisajística, ensayos y análisis técnicos, y potencialmente también servicios jurídicos, servicios científicos y de consultoría asociados a la ingeniería, servicios veterinarios, de educación privada, y servicios de ingeniería asociados a la construcción.

Según el flamante +análisis del anexo propuesto sobre Empresas Estatales+ realizado por la Profesora Jane Kelsey de la Universidad de Auckland de Nueva Zelanda, “la propuesta de EEUU para el TISA en materia de empresas estatales adopta y adapta secciones clave del capítulo del Acuerdo de Asociación Transpacífico relativo a las empresas estatales, como parte de su estrategia en pos del establecimiento de nuevas normas mundiales a través del triunvirato de nuevos mega-acuerdos constituido por el TPP, el TISA y el TTIP. La propuesta obligaría a las empresas de propiedad mayoritariamente estatal a funcionar como empresas privadas de negocios”.

“No exige directamente que los gobiernos las privaticen, pero las vacía de todo lo que justifica que se mantengan como entidades públicas, creando las condiciones para su privatización a hurtadillas. Las disposiciones del TPP más extremas, complicadas y potencialmente impracticables relativas a las ayudas estatales a las empresas públicas de servicios, no están incluidas en el TISA, todavía. Pero si un país con una proporción elevada de empresas estatales quisiera sumarse al TISA, se vería obligado a entrar inmediatamente en negociaciones al respecto. El blanco verdadero de estas disposiciones es China. El mensaje inequívoco es: adopta el modelo de EEUU o quedarás fuera del club”.

“El capítulo del TISA sobre comercio electrónico sigue siendo objeto de modificaciones haciendo caso omiso por completo de los principales interesados que se verán afectados, especialmente los usuarios e innovadores de la Internet en todo el mundo. Este modelo heredado de negociaciones comerciales cerradas no es la manera de construir políticas públicas para el entorno digital”, puntualizó Jeremy Malcolm, principal analista mundial de la fundación Electronic Frontier Foundation.

Estos documentos filtrados y su análisis respectivo ponen al descubierto cómo el TISA responde a las aspiraciones de los grandes grupos de presión empresarial que promueven una desregulación de los servicios más profunda incluso que la ya vigente en las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Esta nueva filtración es constancia clara del propósito del gran empresariado de utilizar el TISA para restringir aún más la capacidad regulatoria de los gobiernos democráticamente electos, imponiéndoles a tal efecto prescripciones sobre asuntos de competencia nacional como las compras gubernamentales , las disposiciones en materia de inmigración, las licencias de funcionamiento de las empresas, e incluso relativas al proceso regulatorio como tal.

La filtración publicada en el día de hoy es otra más de una serie que incluye la revelación de Wikileaks en junio de 2014 de una versión anterior del “texto secreto sobre Servicios Financieros(texto)”:http://ourworldisnotforsale.org/es/report/lisis-del-texto-negociaci-n-del-tisa-sobre-servicios-financieros; la filtración en diciembre de 2014 de una propuesta de EEUU sobre “flujos transfronterizos de datos, transferencia de tecnología, y neutralidad de las redes(flujos)”:http://ourworldisnotforsale.org/es/report/lisis-del-texto-del-anexo-del-tisa-sobre-comercio-electr-nico, que dio lugar a gran preocupación por la protección de la privacidad de los datos personales tras las revelaciones de Snowden; y la publicación en febrero de 2015 de un documento de referencia que promovía el +turismo de salud en el TISA+, aunque es poco probable que este asunto quede incluido como anexo en el acuerdo final.

Wikileaks +voló las tapas+ de la totalidad del acuerdo en junio de 2015 cuando publicó masivamente +17 documentos sobre el TISA+ junto con su análisis respectivo, incluidos los anexos sobre sectores de servicios específicos tales como transporte aéreo, transporte marítimo, servicios competitivos de reparto; comercio electrónico; telecomunicaciones; servicios financieros, servicios profesionales; y acerca de algunas funciones gubernamentales referidas a los anexos sobre Reglamentación Nacional y Transparencia. Esa filtración enseguida fue complementada con la +publicación en julio de 2015+ de una tanda actualizada de textos, acompañada del +texto central del TISA+ y su +análisis respectivo+.

Las filtraciones anteriores del TISA más recientes son los anexos publicados en diciembre de 2015 sobre servicios de energía y servicios ambientales, que pusieron en evidencia que la capacidad de los Estados para implementar sus compromisos climáticos asumidos en París se vería severamente restringida si el TISA fuese aprobado en consonancia con las propuestas actuales.

La sociedad civil mundial viene alertando hace tiempo que “[l]as negociaciones del TISA se conducen siguiendo en gran medida el libreto empresarial corporativo de utilizar acuerdos “comerciales” para obligar a los países a adoptar un programa de liberalización y desregulación extrema cuyo fin es garantizarles a las grandes empresas mayores ganancias a costa de los trabajadores, los agricultores, los consumidores y el medioambiente. El acuerdo propuesto es el resultado directo del cabildeo sistemático de la banca multinacional y las empresas transnacionales de energía, aseguradoras, de telecomunicaciones, transportes, agua y otros sectores de servicios que operan a través de grupos de presión como la Coalición de Industrias de Servicios de EEUU (USCSI) y el Foro Europeo de Servicios (ESF)”.

En las negociaciones del TISA participan actualmente 50 países (o 23 si se cuenta a la UE como uno) cuyo propósito es ampliar el alcance y el ámbito de cobertura del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS) vigente en la OMC. Sin embargo, las negociaciones del TISA se conducen completamente en secreto, en condiciones de opacidad aún peores que las que rigen en la OMC.

El año pasado Uruguay se retiró de la mesa de negociaciones a consecuencia del clamor popular que se desencadenó tras la publicación de los textos filtrados, y que condujo a un análisis y consultas del gabinete ministerial sobre las consecuencias potenciales del TISA, que recibió respuestas negativas de casi todas las dependencias ministeriales. Paraguay también se retiró poco después.

La Internacional de Servicios Públicos (ISP), una de las federaciones mundiales de sindicatos publicó en marzo de 2014 el primer informe alertando sobre el TISA, titulado +El TISA frente a los Servicios Públicos+, y en septiembre de 2014 la ISP y OWINFS publicaron conjuntamente el informe titulado +El Acuerdo de los Auténticos Buenos Amigos de la Empresas Transnacionales+. En el +sitio web de OWINFS+ hay más información disponible sobre el TISA, y aquí se encuentra una cartilla informativa sobre el TISA.

¡Costa Rica no lo merece!: Ni la Alianza del Pacífico, ni el TISA, ni mucho menos el TPP

En el marco de los desafíos de la perenne lucha por la justicia social que se ven en el horizonte para el 2016, el asunto de los TLC’s neoliberales nos ocupará demasiado.

Es que no pudimos contenernos con la lectura del comentario editorial de esta fecha de Navidad, del principal periódico del latifundismo de la plutocracia mediática del país, titulado “Decisión trascendental” (abajo se los copiamos), presionando al señor Presidente de la República, don Luis Guillermo Solís Rivera, a fin de que meta a Costa Rica en la nueva aventura del “libre” comercio de la globalización neoliberal, conocida como el tratado de la Alianza del Pacífico.

A pesar de que la cancillería de la República (el Ministerio de Relaciones Exteriores RR.EE.) de nuestro país ya se entregó, parecer ser que no hay una definición oficial de la presente administración gubernativa.

Recordemos que fue la Expresidenta Laura Chinchilla Miranda, del neoliberal Partido Liberación Nacional (PLN), quien dejó a Costa Rica embarrada en ese proceso de la Alianza del Pacífico; tanto como nos dejó “embarcados” en otro no menos peligroso y perverso en contra de los servicios públicos, de todos los servicios públicos, conocido por sus siglas en inglés como TISA (Trade in Services Agreemen), el Acuerdo Multilateral de Comercio de Servicios; mismo que, en el caso costarricense, negocia en secreto el Ministerio de Comercio Exterior (Comex).

Tanto el TISA como la Alianza del Pacífico tiene vinculación estratégica y directa con el TPP: Trans-Pacific Partnership), que en nuestro idioma se conoce como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica.

Considerando que, querámoslo o no, en el año 2016 nuestra agenda de lucha debe incluir una férrea, radical, organizada y militante oposición a esta “nueva” generación de TLC’s producto del fundamentalismo de la globalización neoliberal de estos momentos; les comparto el artículo siguiente, aparecido en una publicación internacional de análisis geopolítico y de relaciones internacionales que goza de mucho prestigio en esos círculos del poder de las plutocracias hegemónicas tanto de nuestro país como del exterior. Hablamos de la revista FOREIGN AFFAIRS (Latinoamérica).

El artículo, que se denomina “Los secretos del TPP – Restricciones a los derechos laborales” (de mediana extensión, lo advertimos), si bien es de fuente sindical estadounidense, en tal revista de publican trabajos de mucha seriedad y rigurosidad que pueden o no pueden ser compartidos. Por tanto, el artículo que les compartimos no tiene ningún carácter panfletario.

De este artículo, a modo de provocación para su lectura, les transcribimos únicamente los siguientes tres contenidos. Comprobará usted, máxime si anda en estos mismos andares que nosotros, la profundidad de la naturaleza del desafío que implica que nos opongamos a la Alianza del Pacífico, al TISA y al TPP.

“Desde el establecimiento del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hace más de 20 años, Estados Unidos ha firmado acuerdos comerciales que han beneficiado a las empresas multinacionales y a los ricos, al tiempo que los trabajadores y las comunidades pierden poder. La desregulación y las protecciones extraordinarias para los inversionistas han contribuido al estancamiento de los salarios, el empleo precario, la migración masiva, el aumento de la desigualdad y la dilución de la organización democrática como medio para lograr cambios de política”.

“En este momento, los resultados de los acuerdos son claros. Aunque pueden incrementar el volumen general del comercio y de la producción, las ganancias no se reparten equitativamente. La distribución favorece a las corporaciones multinacionales, los accionistas y las instituciones financieras, mientras que los trabajadores enfrentan un estancamiento de los salarios y menor seguridad laboral, y las comunidades tienen menos influencia sobre las decisiones que afectan su vida”.

“Los acuerdos comerciales modernos van mucho más allá del comercio en el sentido tradicional, y dictan la forma en que los gobiernos manejan sus economías y regulan la actividad comercial. Los negociadores del TPP admiten que los aranceles ya son muy bajos y que el objetivo principal del acuerdo se encuentra “detrás de las barreras fronterizas”. Este eufemismo está calculado para fomentar políticas que debilitan o desmantelan las defensas de los trabajadores, la salud pública, los consumidores y el ambiente natural, al tiempo que ofrecen a los inversionistas extranjeros privilegios especiales. Mientras tanto, las débiles disposiciones que rigen los derechos laborales y ambientales incentivan a las empresas a aprovisionarse en lugares donde no se respetan los derechos humanos”.

A continuación compartimos el artículo:

Los Secretos del TTP

Cassandra Waters
Material original de Foreign Affairs Latinoamérica Volumen 15 Número 3

Desde el establecimiento del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hace más de 20 años, Estados Unidos ha firmado acuerdos comerciales que han beneficiado a las empresas multinacionales y a los ricos, al tiempo que los trabajadores y las comunidades pierden poder. La desregulación y las protecciones extraordinarias para los inversionistas han contribuido al estancamiento de los salarios, el empleo precario, la migración masiva, el aumento de la desigualdad y la dilución de la organización democrática como medio para lograr cambios de política.

La Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO) cree que el comercio puede ser una fuerza para el bien, pero no es un resultado automático. Evaluar solamente si el volumen del comercio y la producción económica han aumentado oscurece una cuestión más importante: si ese crecimiento crea una sociedad próspera y equitativa. De cada nuevo acuerdo comercial —ya sea en Norteamérica en 1994, Centroamérica y República Dominicana en 2006, Perú en 2009 o Colombia en 2012— se proclama que promoverá buenos empleos, protegerá los derechos laborales y logrará que las comunidades salgan de la pobreza. Ahora se hacen las mismas afirmaciones con respecto al Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP), a pesar de que ninguno de los acuerdos anteriores ha cumplido dichas promesas.

Estos acuerdos siempre se negocian en secreto, y el TPP no es una excepción. Aunque el ciudadano común no conoce el texto, las declaraciones públicas y las filtraciones dejan en claro que la estructura general del acuerdo repetirá lo establecido en acuerdos anteriores. Una coalición general de sindicatos y grupos de la sociedad civil de los países que negocian el TPP ha expresado serias inquietudes y ha enfrentado a los negociadores del gobierno para ofrecer propuestas de políticas que corregirían los errores del pasado y promoverían la prosperidad compartida. Estas propuestas han sido ignoradas en repetidas ocasiones y se ha favorecido el mismo modelo fallido que se utilizó para diseñar los acuerdos anteriores.

En este momento, los resultados de los acuerdos son claros. Aunque pueden incrementar el volumen general del comercio y de la producción, las ganancias no se reparten equitativamente. La distribución favorece a las corporaciones multinacionales, los accionistas y las instituciones financieras, mientras que los trabajadores enfrentan un estancamiento de los salarios y menor seguridad laboral, y las comunidades tienen menos influencia sobre las decisiones que afectan su vida.

Los acuerdos comerciales modernos van mucho más allá del comercio en el sentido tradicional, y dictan la forma en que los gobiernos manejan sus economías y regulan la actividad comercial. Los negociadores del TPP admiten que los aranceles ya son muy bajos y que el objetivo principal del acuerdo se encuentra “detrás de las barreras fronterizas”. Este eufemismo está calculado para fomentar políticas que debilitan o desmantelan las defensas de los trabajadores, la salud pública, los consumidores y el ambiente natural, al tiempo que ofrecen a los inversionistas extranjeros privilegios especiales. Mientras tanto, las débiles disposiciones que rigen los derechos laborales y ambientales incentivan a las empresas a aprovisionarse en lugares donde no se respetan los derechos humanos.

TRABAJADORES DESPLAZADOS Y DISTORSIÓN DEL MERCADO LABORAL

Incluso los más ardientes defensores de los acuerdos de libre comercio admiten que inevitablemente causan la pérdida y el desplazamiento del empleo. Argumentan que estas pérdidas se compensan con la creación de empleos en otros sectores o con precios al consumidor más bajos. Pero esta dinámica teórica no ha ocurrido en la práctica, ni para Estados Unidos ni para sus socios comerciales.

Los acuerdos comerciales han facilitado y han aumentado lo que a menudo se llama “la caída hasta el fondo”. La protección a los inversionistas, aunada a la presión para la desregulación, ha permitido que las empresas trasladen los segmentos de sus empresas que requieren mucha mano de obra a regiones con leyes débiles y una aplicación laxa. Los trabajadores de diferentes comunidades y países compiten entre sí, lo que hace que los salarios bajen. El desplazamiento incrementa la oferta total de trabajadores, muchos de ellos desesperados y dispuestos a aceptar salarios más bajos. Cuando los trabajadores tratan de negociar mejores salarios y condiciones, los patrones amenazan con llevarse la producción a otro lado.

En Estados Unidos se repite que el crecimiento en sectores como los servicios y la baja de los precios al consumidor compensarán los empleos perdidos a causa de los acuerdos comerciales. En realidad, la pérdida de empleos dignos, en particular en el sector manufacturero, no ha sido compensada con la creación de puestos en otros sectores. Los empleos de mayor crecimiento en el sector de servicios, como la venta al menudeo y la comida rápida, pagan salarios sustancialmente más bajos en promedio, ofrecen menos estabilidad y hay menos posibilidades de ascenso. En general dan pocas prestaciones o ninguna y muchas veces los horarios son irregulares e impredecibles. Numerosos estudios, en particular del Economic Policy Institute, han documentado cómo los trabajadores desplazados terminan aceptando enormes recortes salariales, si es que encuentran otro empleo. Más de un tercio de los trabajadores que pierden su empleo en el sector manufacturero abandonan la fuerza laboral.

El cambio por un trabajo precario y con salario más bajo ha causado pérdidas profundas y duraderas en la economía estadounidense. Esto no solo vulnera a quienes luchan por satisfacer las necesidades básicas de sus familias sin un salario digno, sin asistencia médica ni pensión, sino que además afecta a comunidades enteras. El deterioro del poder adquisitivo trastorna los negocios locales y a los gobiernos municipales y estatales que tienen que mantener escuelas, parques, bibliotecas y sistemas de saneamiento público con bases gravables cada vez más reducidas.

Esta situación no se limita a Estados Unidos; por ejemplo, el TLCAN a veces se presenta como una pérdida para los trabajadores estadounidenses y como una ventaja para México. En realidad, los trabajadores de ambos países han sufrido. En México, el desplazamiento y el deterioro de las empresas nacionales provocaron grandes oleadas de emigrantes que erosionaron comunidades, dividieron familias y obligaron a los trabajadores a buscar empleos más precarios y, en ocasiones, peligrosos. El TLCAN desplazó aproximadamente a dos millones de personas después de que la avalancha de importaciones agrícolas subsidiadas de Estados Unidos ahuyentó a los agricultores de sus tierras. Esto diezmó las comunidades rurales, aumentó la inseguridad alimentaria y provocó la migración hacia los centros industriales de México, o bien, Estados Unidos y Canadá mediante programas de trabajadores invitados temporales o como migrantes indocumentados.

Al mismo tiempo, cerraron muchas empresas locales que producen bienes industriales para el mercado interno y los préstamos a las industrias nacionales disminuyeron. Se redujo la acumulación nacional de capital, así como la demanda laboral que la había acompañado. Si bien hubo un aumento en los empleos industriales en general, muchos pagaban salarios extremadamente bajos. El mayor número de trabajadores desesperados y las restricciones a los derechos laborales, en particular el uso de contratos de protección, inhibieron las negociaciones por mejores salarios. Los precios al consumidor subieron, redujeron en buena medida el valor de un salario mínimo estancado y llevaron a más personas a la pobreza. Numerosas investigaciones, en particular un estudio de 2013 del Banco Mundial, vinculan la caída del empleo digno y el aumento de la desigualdad social con el aumento de los índices de violencia.

Cada nuevo acuerdo comercial ha generado patrones similares de desplazamiento que ejercen una presión a la baja sobre los salarios. En Honduras, los agricultores de subsistencia y las comunidades rurales están siendo expulsados de sus tierras para favorecer los monocultivos de exportación, como el aceite de palma. Los trabajadores rurales solo tienen malas opciones: trabajar por salarios de miseria en las tierras que alguna vez les pertenecieron, ir a las ciudades que ofrecen pocas oportunidades de empleo o arriesgarse a emigrar para buscar trabajo en otros países. Esta situación no se capta en las evaluaciones económicas, que solo tienen en cuenta el aumento de las exportaciones en el marco del Acuerdo Centroamericano de Libre Comercio, sin considerar el costo humano o la forma en que se ha distorsionado el mercado laboral en Honduras y Estados Unidos.

LA PROMESA FALLIDA DE LA PROTECCIÓN LABORAL

Con cada nuevo acuerdo comercial se hace la promesa de que incluirá altos estándares laborales, que exigirán que todos los socios comerciales defiendan y hagan cumplir los derechos laborales fundamentales. Aunque el discurso ha mejorado con el tiempo para reflejar las normas internacionales, la capacidad y la voluntad para hacer cumplir estos compromisos no ha mejorado.

Las negociaciones del TPP incluyen a muchos países que no respetan los derechos laborales fundamentales y que no podrían cumplir ningún acuerdo que requiera la adhesión a estos derechos en el momento en que entrara en vigor. Por ejemplo, Malasia está incluida en la lista del Departamento de Estado de Estados Unidos de países con el peor historial de trata de personas. Fosas comunes recientemente descubiertas con los cuerpos de decenas de trabajadores migrantes son un escalofriante recordatorio de las consecuencias de la indiferencia del gobierno malayo. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos ha combatido vigorosamente los esfuerzos por evitar la aprobación acelerada de acuerdos comerciales con países que el Departamento de Estado ha clasificado como los peores transgresores con respecto a la trata de personas.

Es muy poco probable que los países del TPP cumplan totalmente con las disposiciones laborales antes de que el acuerdo entre en vigor. Los países que no cumplen con las disposiciones comerciales de los acuerdos están obligados a hacer cambios en sus leyes y en sus prácticas antes de que se concrete el acuerdo, pero a menudo las condiciones laborales se tratan como objetivos deseables.

Cuando Colombia y Estados Unidos iniciaron negociaciones comerciales, se consideraba que Colombia era el lugar más peligroso del mundo para los sindicalistas. Colombia y Estados Unidos firmaron un Plan de Acción Laboral por separado, que prometía reformas pero que no contenía ningún criterio para evaluar si la práctica había cambiado realmente. El gobierno estadounidense no aceptó tomar medidas significativas para garantizar que las empresas estadounidenses operaran en Colombia respetando los derechos humanos y Colombia no estaba obligada a completar las reformas prometidas para que el acuerdo comercial entrara en vigor. Como era de esperar, el entusiasmo por el cambio murió en el momento en que el acuerdo comercial entró en vigor.

Después de 4 años, el Plan de Acción Laboral no se ha implantado por completo y no ha tenido consecuencias para el comercio. En este tiempo, como se ha documentado en los informes de la Escuela Nacional Sindical, los trabajadores colombianos sufrieron más de 1933 amenazas y actos de violencia, entre ellos 105 asesinatos y 1337 amenazas de muerte. A pesar de la promesa de acabar con la subcontratación ilegal, la abrumadora mayoría de los trabajadores de Colombia laboran según acuerdos de empleo informal. Los trabajadores de los sectores de exportación, como la caña de azúcar, la palma y los puertos, generalmente son contratados como temporales, incluso los que han desempeñado el mismo trabajo durante una década o más. No pueden organizarse y les han robado un futuro seguro, ya que los patrones estigmatizan a los que protestan y omiten las obligaciones legales, que incluyen los pagos a la seguridad social y la indemnización para los trabajadores que se lesionan en el trabajo.

Cada socio comercial decide cuándo presentar denuncias (si es que se presentan) para hacer cumplir las disposiciones laborales de los acuerdos comerciales. Los trabajadores pueden presentar denuncias sobre violaciones a sus derechos, pero ha sido muy difícil obtener resultados significativos. En Estados Unidos, numerosos casos reflejan la incapacidad sistémica de proteger los derechos laborales en los programas de visas para trabajadores. Desde los huertos de manzanas de Washington hasta los campos de tabaco de Carolina del Norte, los migrantes se ven obligados a trabajar largas horas, les roban los salarios que han ganado, se exponen a pesticidas y productos químicos peligrosos sin la capacitación o el equipo de seguridad adecuados y viven en condiciones miserables sin alimentos adecuados ni sistemas de higiene. Los trabajadores están atados a sus patrones y no tienen derecho a organizarse. Sin embargo, las reiteradas denuncias no han producido más que algunos cursos de capacitación años después de haber presentado las denuncias, sin que haya cambios sustanciales a las leyes que hacen que estos trabajadores sean vulnerables a la explotación. Por una cruel ironía, muchos llegan a Estados Unidos porque las políticas económicas creadas a partir de los acuerdos comerciales los han dejado sin oportunidades de empleo en su país.

Solo un caso laboral ha llegado a una resolución formal. En 2008, los sindicatos de Guatemala y Estados Unidos presentaron una denuncia conjunta por abusos rampantes en Guatemala, que incluían agresiones contra los sindicalistas y violaciones constantes a los derechos básicos. Después de 6 años, el gobierno de Estados Unidos finalmente llamó al arbitraje. El momento —durante un debate sobre comercio en el que se cuestionaba la eficacia de las disposiciones laborales— les parecerá oportunista a algunos.

El caso Guatemala no abordará la violencia contra los sindicalistas, que quizá sea el problema más grave al que se enfrentan los trabajadores guatemaltecos. En la denuncia del movimiento obrero se incluyeron casos de amenazas, hostigamiento e incluso asesinato. Estados Unidos no planteó ninguno de estos casos en el arbitraje, aunque en sus recapitulaciones establece que los trabajadores enfrentan represalias violentas por reclamar.

El gobierno de Estados Unidos ha afirmado públicamente que ha tomado medidas para hacer frente a la violencia contra los sindicalistas; sin embargo, en lo que respecta a Honduras no ha actuado. En una denuncia presentada en 2011 por activistas laborales se detalla la violencia sistémica y la impunidad. Cuando por fin Estados Unidos dio una primera respuesta por escrito 3 años más tarde, se rehusó explícitamente a llegar a conclusiones sobre la violencia laboral.

Algunos acuerdos comerciales comprometen a los gobiernos a no reducir las normas laborales para atraer inversiones, pero en la práctica estas disposiciones se ignoran. En enero de 2015, Guatemala bajó un salario mínimo que ya era lamentable en el sector de la manufactura ligera en cuatro municipios, con la intención deliberada de atraer inversionistas. En Estados Unidos, los gobiernos estatales y locales han aprobado leyes que restringen la organización sindical, argumentando que así atraerá más negocios. Por su parte, el gobierno peruano ha reformado diversas leyes laborales en paquetes de “mejora de la competitividad”, conocidos como “paquetazos”, que socavan unas protecciones laborales ya débiles y que incluyen sectores clave como las inspecciones de higiene, seguridad y trabajo. Algunas iniciativas se han estancado después de grandes protestas, pero quedan otros, como una regla que exime a las compañías de evitar la discriminación y les permite rechazar a los sindicalistas, a las mujeres embarazadas, a los trabajadores que se han lesionado en el trabajo y a otros trabajadores vulnerables.

En resumen, las protecciones laborales de los acuerdos comerciales no se han traducido en un cambio significativo en la práctica. Los gobiernos no han logrado hacer cumplir sus propias leyes laborales ni han logrado garantizar que las empresas nacionales que operan en el extranjero respeten los derechos laborales. A mediados de 2015, los trabajadores agrícolas de Baja California se organizaron pese a muchas dificultades. Una de sus principales demandas es poner fin a los contratos de protección, en los que los patrones firman acuerdos con sindicatos falsos para impedir que se formen sindicatos democráticos. Los contratos de protección se negocian en secreto sin el conocimiento ni la aceptación de los trabajadores. Por lo general, los trabajadores se enteran de la existencia del sindicato de protección cuando tratan de organizarse. Varias denuncias presentadas en el marco del TLCAN se refieren al uso de contratos de protección para evitar que los trabajadores se organicen en los centros de maquila; poco ha cambiado en 2 décadas.

A medida que las empresas se fragmentan en cadenas de suministro que abarcan diferentes fronteras y continentes, las comunidades de las que dependen para la producción, en particular la producción que utiliza mano de obra no calificada, se consideran intercambiables y prescindibles. Las sedes corporativas no tienen razones para hacer inversiones de largo plazo en mano de obra ni en la infraestructura local. Sobre todo, gracias a la protección a los inversionistas que se hace valer por medio de los acuerdos comerciales, a esas empresas ya no les importa siquiera los principios básicos del Estado de derecho. A medida que los salarios bajos y el trabajo precario ahondan la pobreza de las comunidades, las empresas cargadas de dinero se convierten en clientes políticos cada vez más atractivos. Esto representa para los funcionarios locales incentivos perversos y complacientes para mantener el costo de la mano de obra artificialmente bajo, aun a costa de ignorar los derechos fundamentales.

DESREGULACIÓN Y RESTRICCIONES A LA LEGISLACIÓN

Los acuerdos comerciales no solo hacen que sea más fácil bajar los salarios y diluir las normas, sino que también imponen a los gobiernos que adopten políticas para garantizar el acceso al mercado y condiciones favorables para las empresas extranjeras, independientemente de las necesidades o prioridades de las comunidades locales que se ven afectadas por estas decisiones. En este marco, las medidas de política regional que reflejan opciones sociales sobre cómo resolver problemas y equilibrar los riesgos, incluidas las políticas ambientales, las normas de contratación, los derechos de propiedad intelectual y los reglamentos financieros, se reducen a “barreras comerciales”.

La entrada en vigor del acuerdo de comercio entre Perú y Estados Unidos estuvo marcada por la tragedia. Para cumplir con el acuerdo, el gobierno peruano promulgó regulaciones que otorgaban a las empresas extractivas mayor acceso a la Amazonia. En respuesta, grupos inconformes bloquearon la carretera de Bagua. Las fuerzas de seguridad del gobierno dispararon contra la multitud; por lo menos 32 personas murieron en un conflicto violento provocado por reglas diseñadas para poner las ganancias de las empresas por encima de la autonomía de la comunidad.

Los acuerdos comerciales limitan los programas de contratación pública, pues hacen que sea difícil o imposible que los contratos gubernamentales establezcan una preferencia, mucho menos un requisito, para que las empresas, empleos y negocios locales se adhieran a principios de derechos humanos o mejores normas ambientales. Los gobiernos deberían ser capaces de abordar los problemas sociales —como el desempleo juvenil o las secuelas de la discriminación— agregando reglas a los contratos públicos. El creciente movimiento para incluir la debida diligencia en derechos humanos en las adquisiciones gubernamentales, que defendería las normas laborales a lo largo de la cadena de suministro, también podría ser socavado por las reglas comerciales.

El capítulo sobre propiedad intelectual del TPP se ha filtrado y contiene protecciones que son incluso más amplias que los acuerdos anteriores. El texto permite que las compañías farmacéuticas amplíen la vida de sus patentes haciendo ajustes menores. Esto impediría el acceso a medicamentos fundamentales, lo que ha provocado que organizaciones de salud, como Médicos sin Fronteras, se opongan públicamente el acuerdo. El TPP también contiene un capítulo dedicado exclusivamente a la regulación de la industria financiera. Teniendo en cuenta los efectos duraderos de la Gran Recesión, es muy importante que las políticas comerciales protejan, en lugar de minar, la capacidad de los gobiernos para combatir las crisis económicas y garantizar mercados sostenibles y robustos.

RESOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS ENTRE INVERSIONISTAS Y ESTADOS UNIDOS

Aparte de los gobiernos, los inversionistas son los únicos actores que pueden hacer cumplir los compromisos hechos en los acuerdos comerciales, lo que les da a los individuos ricos y a las empresas un poder excesivo. La resolución de controversias entre inversionistas y Estados (ISDS) permite que los inversionistas extranjeros presenten demandas ante los gobiernos por cualquier medida que afecte sus utilidades actuales e incluso futuras. En lugar de emplear los procedimientos internos, los inversionistas extranjeros presentan sus reclamaciones ante tribunales internacionales privados. Aunque estos paneles no pueden revertir una política, pueden ordenarles a los Estados que paguen indemnizaciones monetarias.

Cada vez se recurre más a la ISDS para impugnar reglamentos destinados a proteger al público y promover el desarrollo sostenible. En marzo de 2015, un panel de ISDS dio un fallo dividido 2-1 en el caso Bilcon vs. Canadá, con la decisión de la mayoría a favor de la compañía minera, cuando un grupo de expertos canadienses había rechazado su oferta para ampliar una cantera en Nueva Escocia. Dos árbitros concluyeron que los contribuyentes canadienses deben pagarle una indemnización a la empresa, en parte porque el panel le dio demasiada importancia a los “valores esenciales de la comunidad” cuando decidió rechazar la solicitud de la empresa. El tercer árbitro, con opinión disidente, reconoció el efecto negativo que tendría sobre la capacidad de los reguladores de responder a la oposición de la comunidad y de promover una gestión ambiental responsable.

El caso Bilcon no es único. Una controversia similar entre la compañía canadiense OceanaGold y el gobierno de El Salvador, que le negó a la empresa un permiso para extraer oro, está pendiente ante un panel de ISDS. La Organización de las Naciones Unidas estima que aproximadamente el 90% del suministro de agua superficial de El Salvador está contaminado y que las comunidades cercanas a las minas sufren índices más altos de cáncer, insuficiencia renal y trastornos del sistema nervioso.

En 2014, el periódico Le Monde informó que la multinacional francesa Veolia estaba impugnando un paquete de reformas laborales en Egipto, resultantes de la Primavera Árabe, entre las que se incluye el aumento del salario mínimo. La compañía estadounidense de energía Lone Pine Resources interpuso recientemente una demanda de 250 millones de dólares contra Canadá porque Quebec prohibió la fracturación hidráulica, una práctica que se ha vinculado con sismos y contaminación del agua potable.

Considerar un problema complejo con amplias implicaciones sociales por medio de la estrecha lente de los derechos de los inversionistas es de por sí problemático. El peligro se agrava por el hecho de que la propia estructura de los paneles de ISDS los inclina a favor de los inversionistas. Como se detalla en el informe de 2012 Profiting from Injustice, los árbitros tienen intereses financieros en el sistema. A diferencia de los jueces, los árbitros son seleccionados individualmente y pagados por el inversionista que presenta la reclamación y por el gobierno acusado. Hay fuertes incentivos para decidir a favor de los inversionistas, ya que esto amplía el número de casos en general y aumenta la posibilidad de que un árbitro siga siendo seleccionado. No hay reglas estrictas que rijan los conflictos de interés, por lo que muchos árbitros deciden sobre los casos y representan a las empresas que interponen las reclamaciones.

Un sistema democrático de justicia tiene mecanismos correctivos. Los juicios erróneos se pueden apelar, los jueces deshonestos pueden ser procesados y el Poder Legislativo puede aprobar o derogar leyes como respuesta a interpretaciones judiciales indeseadas. Es increíblemente difícil apelar las sentencias de la ISDS por cualquier motivo, los árbitros privados no pueden ser procesados y no hay Poder Legislativo que pueda corregir una extralimitación.

La ISDS les da a los inversionistas extranjeros un poder desmesurado sobre la toma de decisiones local. Incluso si el país gana, la defensa de un caso cuesta alrededor de 8 millones de dólares. Dados los enormes costos y la posibilidad de que los fallos sean tendenciosos, es posible presionar a los gobiernos para que cambien las normas o desestimen nuevas propuestas, incluso con la pura amenaza de presentar un caso.

Cuando estas cuestiones se plantean ante los que negocian los aspectos comerciales del TPP, aseguran que el ISDS ya se ha arreglado. Pero la ISDS es intrínseca y fundamentalmente imperfecta, ya que socava el Estado de derecho al proporcionarles a los inversionistas una estructura jurídica distinta de la que utilizan los trabajadores y las comunidades. Esto permite que las empresas multinacionales eviten las desventajas de operar en lugares con sistemas judiciales subdesarrollados o disfuncionales. De hecho, puede ser una ventaja: los inversionistas aprovechan todos los ahorros provenientes de la aplicación laxa en el ámbito laboral y ambiental sin tener que arriesgarse a que sus derechos de propiedad se enfrenten a una falta de justicia similar.

Las promesas previas de que la injusticia del sistema se resolverá y de que se evitarán los casos contra el interés público no se han cumplido. Se supone que la redacción de las normas para las inversiones entre Perú y Estados Unidos evitaría casos que contrariaran las reglas de interés público. Sin embargo, en 2012 la compañía minera Renco, con sede en Nueva York y que opera una fundición en La Oroya, presentó un caso contra el gobierno peruano luego de que se le ordenó a la empresa que limpiara la contaminación de la región y pagara una indemnización a los habitantes que sufrían graves problemas de salud por la contaminación.

Como escribió el economista Joseph Stiglitz en noviembre de 2013, el objetivo real de la ISDS es restringir la capacidad de los gobiernos de regular la conducta corporativa, para conseguir “a hurtadillas (mediante acuerdos comerciales negociados en secreto)” lo que no se podría lograr “mediante un proceso político abierto”.

EL DESAFIO DEL TPP

Los defensores del TPP afirman que este acuerdo es diferente. En realidad, la única diferencia es la escala. El TPP afectará aproximadamente a 792 000 000 ciudadanos de 12 países, así como a cerca del 40% de la economía mundial y está diseñado para aceptar a más países en el futuro. El acuerdo comprometerá a los gobiernos a que adopten un conjunto de políticas muy tendenciosas para beneficio de los inversionistas extranjeros, en particular las empresas multinacionales, y será difícil que los legisladores expresen los cambios en las preferencias políticas y que promulguen políticas económicas progresistas.

El comercio puede aumentar la prosperidad compartida, pero debemos dejar atrás este modelo corrosivo. Una agenda comercial progresista debe incluir protecciones sólidas y viables para los trabajadores, a fin de que los bienes y servicios se intercambien en un terreno parejo y que las compras de los consumidores no sirvan para lesionar los derechos humanos. Por desgracia, el TPP parece estar destinado a repetir los errores del pasado, en lugar de promover un futuro más equitativo.

Sres. del COMEX: Debería darles vergüenza esto del abominable TISA

Con relación a la “reunión informativa” sobre las negociaciones del tratato TISA que el COMEX está convocando para el próximo miércoles 9 de diciembre, nuevamente debemos dejar constancia de la oposición rotunda del conjunto de organizaciones sociales que nos honramos en representar a que Costa Rica sea arrastrada a esta aventura privatizadora irracional y extremista de los servicios públicos, en la más amplia gama comprendida en el proceso del TISA: Trade In Services Agreement (TISA).

Estamos formando parte del movimiento mundial en contra del TISA y en el caso costarricense resulta condenable la posición del presente Gobierno y, particularmente del propio Sr. Presidente de la República, don Luis Guillermo Solís Rivera de avalar que sigamos en este tipo de tratados comerciales neoliberales, excluyentes y contrarios al bien común, cuando en su campaña electoral estuvo indicando que nuestro país no se metería más en estas peligrosas experiencias de libre comercio contrarias a la justicia social y contrarias a la inclusión social.

Siempre hemos creído que la época del “anabelato” no ha terminado en el COMEX. Que el Ministerio de Comercio Exterior de Costa Rica es una “república independiente” y que la ideología de la señora Anabel González Campabadal con su fundamentalismo ideológico a favor de los TLC’s, es la que todavía orienta y determina cómo se mueve el COMEX: al margen de la sociedad y de la voluntad popular.

No solamente a nombre la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), sino a nombre también del Colectivo Sindical PATRIA JUSTA condenamos la política del COMEX de someternos al TISA; condenamos su proceso de consultas cosméticas y falsas; condenamos estos espacios caricaturescos dizque de “consulta participativa” y, en esencia, repudiamos la prepotencia impositiva del proceso TISA para Costa Rica.

Debería darles vergüenza hablar en una “reunión informativa” de tal solamente una hora de duración de algo tan crucial, tan trascendental y manejado con tanto secretismo. ¡Es una barbaridad el involucramiento y la complicidad del COMEX al respecto!

Tenemos el sueño y tenemos la esperanza de que podamos en Costa Rica emular el digno y soberano ejemplo del pueblo de la hermana latinoamericana República Oriental del Uruguay que recientemente, mediando el ejercicio democrático del accionar de sus organizaciones sindicales y sociales, obligó a su Presidente, el señor Tabaré Vásquez, a sacar a dicho país de la nefasta y suicida experiencia TISA en materia de servicios públicos.

Habida cuenta de muchas similitudes en el desarrollo social y democrática que unen a Costa Rica y a Uruguay, estaría bien que el Presidente Solís se armara de suficiente valor y sometiera al COMEX a la voluntad del electorado que lo eligió y que creyó que ya no habría más TLC’s tan aboninables como el TISA.

Sabemos que en nuestro país ya se está avanzando en la comprensión de esta barbaridad del TISA y anhelamos ser parte de un conglomerado civil de amplio espectro que se enfrente al TISA para Costa Rica, vía las movilizaciones ciudadanas tan contundentes como cuando se hacen bajo el concepto de LA DEMOCRACIA DE LA CALLE y con una potente diversidad unitaria en la acción. ¡Hacia eso vamos!