La parte principal de nuestras primeras impresiones planteó lo siguiente. “Ambos gobiernos deberían ceder en lo fundamental para crear un clima de paz, de concordia, de lazos fraternos y de proyectos conjuntos. Por ejemplo, deberían darse mínimas concesiones mutuas para empezar a construir soluciones definitivas”.
Es decir, por un lado, el Gobierno de Nicaragua debe retirar sus efectivos militares del suelo costarricense, según ha quedado en evidencia. Al analizar, pausadamente, la amplia documentación divulgada por estos días, hay que decir que la Isla Caldero, es contundentemente tica. Punto. Así lo indican las correspondientes entidades, de cada país, con autoridad en la materia desde el punto de vista geográfico.
Por otro, Costa Rica debe acceder al proceso de amojonamiento de la frontera tico-nica, con mediación internacional de gobiernos amigos de las partes, para que el asunto quede debidamente zanjado para siempre.
Definir sin el menor asomo de duda nuestro espacio físico-geográfico, nuestro territorio nacional, es una forma apropiada de establecer nuestra soberanía sobre el mismo.
Nosotros nos negamos a ser arrastrados por la corriente patriotera, de un nacionalismo enfermizo y de alta carga xenofóbica que a ambos lados de la frontera se fomenta entre nuestros dos pueblos.
Cuando estas circunstancias han llevado a dos pueblos de la tierra a enfrentarse entre sí, a nivel de guerras, quienes sufren son_ “los y las de abajo”_. Quienes están “arriba”, haciendo ostentación de su poder político y económico, no ponen los muertos en esas confrontaciones armadas. Los “hijitos de papi y mami” no van a las guerras. Es la gente del pueblo trabajador la que da sus vidas y sus pertenencias materiales. Es la que ha de cargar con el dolor, la tristeza y la miseria que generan las guerras.
Nos parece que los instrumentos del Derecho Internacional deben primar en todo momento para resolver estos diferendos. En tal sentido, el Gobierno de la Presidenta Chinchilla está actuando de manera correcta. Si el Gobierno de Nicaragua está haciendo lo mismo, está también en su derecho.
Igualmente es de atinada la posición del gobierno tico en cuanto a que la amplia cifra de ciudadanía trabajadora nicaragüense que vive con nosotros, no debe sufrir en lo más mínimo por la bronca en desarrollo. Nos unimos a tal posición, tal y como quedó plasmado en nuestro primer comentario sobre esta situación. La población laboral pinolera en suelo tico es de enorme importancia para la economía costarricense, aunque mucha de ella es miserablemente explotada. Con ella nos solidarizamos plenamente.
De paso, que sepamos, no ha habido pronunciamientos de los gremios empresariales que hacen mucha plata con el comercio entre ambos países. No conocemos la posición de la agrupación de cámaras más importante del país, ni la de la Cámara de Negocios Costa Rica-Nicaragua; ni la de don Rodrigo Arias Sánchez, político-empresario conectado con poderosas contrapartes nicas. Curiosamente, la gritería xenofóbica y patriotera, mucha de la cual se dice que es “nuestra voz”, no los está emplazando por su “conveniente” silencio empresarial.
La prudencia es la estrategia correcta ante las griterías histéricas que, por ejemplo, afloran en el país, de grupos y de personas que han guardado miserable silencio con la presencia de tropas extranjeras estadounidenses en suelo nacional, so pretexto del combate al narcotráfico y los miles de miles de millones de dólares que éste mueve; y que, paradójica y cínicamente, alimentan el sistema financiero de los Estados Unidos cuya economía en declive ocupa de esa plata sucia, aunque publicitariamente afirman luchar contra el crimen organizado del narco.
A muchos de los sepulcros blanqueados que ahora desgarran sus vestiduras en defensa de nuestra soberanía, ésta les importó un pepino cuando se trató de los gigantescos negocios públicos, del Estado, entregados o por entregar para el disfrute de sus ganancias a las multinacionales con las famosas “aperturas” de telecomunicaciones, seguros comerciales, seguros de salud, agua y electricidad, en ocasión del TLC con Estados Unidos, un país quebrado. ¿Es que esto no puede también ser catalogado de “invasión”?… ¿Es que acaso no se cedió la soberanía costarricense entregando nuestro modelo solidario de desarrollo, construido por la Tiquicia de antaño y que todos y todas heredamos?… Perdónenos, pero al diablo con esa doble moral en materia de soberanía.
El gobierno nica debe retirarse de Isla Calero y responder por el daño ambiental causado. El gobierno tico debe proceder, con claridad, al amojonamiento de la frontera con intermediación internacional. Además, se debe restablecer la permanencia de una policía fronteriza, con condiciones dignas y buenos salarios, inexplicablemente desaparecida por el gobierno anterior. Ambos gobiernos deben sentarse a negociar en función de la hermandad de nuestros pueblos. Punto. Esta es nuestra posición final.