Convocatoria al IV Encuentro Sindical Nuestra América

CONVOCATORIA IV ENCUENTRO SINDICAL
NUESTRA AMÉRICA
MANAGUA 2011

Aún con datos de crecimiento económico para la región, mayores al promedio mundial, la realidad mantiene la ampliación de la injusta brecha de ingresos entre la minoría enriquecida de nuestros países y la mayoría trabajadora de nuestros pueblos.

No es una novedad que la crisis capitalista sea utilizada como mecanismo de ofensiva del capital sobre los trabajadores. Es lo que se verifica en la historia de las crisis capitalista, tal como ocurrió con la inserción internacional capitalista de los países de nuestra América en el último tramo del Siglo XIX (crisis de 1870/1880); o con la subordinación a EEUU como consecuencia de las formas que asumió la salida de la crisis del 30´; o más precisamente con el ensayo neoliberal promovido tempranamente por las dictaduras militares del cono sur en los años 70´. Hoy, mediante las articulaciones globales como el G20 se intenta nuevamente una salida capitalista a la crisis, lo que supone insistir en el libre movimiento de capitales globales.

En ese intento está también nuestro papel, como trabajadores explotados, para definir desde la resistencia a ese proyecto, la promoción de iniciativas que nos coloquen a la ofensiva por la liberación nacional y social, confrontando la pretensión de hacer desaparecer nuestras organizaciones sindicales, criminalizando la protesta social y/o impedir la negociación colectiva.

Transformar la crisis en oportunidad para los trabajadores es un desafío y una necesidad, para frenar las nefastas consecuencias que se imponen al pueblo, sea la baja de los ingresos populares, especialmente el salario, el drama del desempleo y subempleo, la precariedad, la flexibilización, el empobrecimiento y la marginación de millones de personas de su carácter de ciudadanos, por restricciones de derechos y deterioro consecuente de la calidad de vida.

No alcanza con limitar las consecuencias regresivas y se requiere construir una ofensiva. No es una aseveración aventurada, porque la experiencia de la primera década del Siglo XXI da cuenta de los importantes cambios ocurridos en nuestra región, producto de la dinámica de lucha de nuestros pueblos, que son constituidos desde una histórica gesta que involucra la larga resistencia de los pueblos originarios y el primer proyecto emancipador llevado adelante hace más de doscientos años en nuestra América.

Es un trayecto que en el Siglo XX se destaca con la impronta épica del mito por la revolución socialista sostenida por el amauta José Carlos Mariátegui en los 20´ y que se renovara exitosamente en los 60´ con la revolución cubana. Hoy recoge esa trayectoria la diversa experiencia de cambio político y renovación institucional ocurrida en diversos países de nuestra América.

Son reflexiones necesarias en momentos cuando el capitalismo mundial, en su época de la transnacionalización fija su atención e interés en las riquezas de nuestra región. Son nuestros bienes comunes o recursos naturales y la calificada fuerza de trabajo (abaratada con la ofensiva del capital por casi 4 décadas) la demanda de los grandes capitales para hacer sustentable el modelo productivo y de desarrollo capitalista contemporáneo.

Es necesario estudiar y enfrentar más a fondo ese modelo productivo, que se abalanza sobre nuestras tierras, el agua, el petróleo, el gas, los minerales (oro, plata, cobre, etc.), la biodiversidad, e insistamos, nuestra abaratada fuerza de trabajo. Ese modelo productivo depredador y sustentado en la superexplotación de los trabajadores define un patrón de consumo, suntuario, para sectores de altos ingresos.
Desde el Encuentro Sindical Nuestra América (ESNA), preocupados con la distribución del ingreso y de la riqueza, somos conscientes que nuestra batalla ideológica central pasa por discutir qué modelo productivo y de desarrollo proponemos.

Resulta necesario profundizar en las categorías incluidas en las reformas constitucionales de Bolivia y Ecuador, especialmente la relativa al “bien vivir”/“buen vivir”, asumida desde las entrañas del desarrollo social en nuestra región para pensar en tiempo presente la calidad de vida necesaria para el conjunto de la población, para eliminar la pobreza e indigencia y consensuar la democratización del orden económico. Ello supone discutir qué producir, para qué y para quiénes producir, cómo hacerlo y recién qué tipo de distribución en función de un patrón de consumo que promueva la satisfacción integral de los derechos sociales del conjunto de la población.

Discutir el modelo productivo nos permitirá hacer realidad la demanda de soberanía alimentaria, energética y financiera, para que la revolución agraria se sustente en la agricultura familiar dispuesta a resolver las necesidades alimentarias de la región y el mundo, dicho ello en una región especializada en la producción de alimentos para el mundo, pero bajo la hegemonía del mercado concentrado que definen las transnacionales de la alimentación y la biotecnología. Para que la reforma energética potencie la articulación de riquezas naturales que hoy son apropiadas por el modelo productivo generador de gases tóxico, promotores del cambio climático y la depredación del medio ambiente que afecta la vida sobre el planeta.

No podemos vivir solamente de la exportación de commodities, debemos desarrollar un modelo productivo que cuente con alta tecnología y con mayor valor agregado para la soberanía de nuestras economías nacionales. Por ello la generación de una nueva arquitectura financiera que desvincule el excedente financiero (reservas internacionales) del ciclo de negocios del sistema financiero mundial y la especulación. Supone reorientar las finanzas regionales al desarrollo de una producción de otro signo, para otra agricultura y otro diseño del hábitat y las condiciones de vida de los pueblos.

La nueva realidad política de la región puede acercar esos objetivos, empujando desde la lucha de los trabajadores algunas iniciativas en curso, otras demoradas y algunas apenas formuladas. Se trata del fortalecimiento de UNASUR, de la creación del Banco del Sur, con participación popular en la toma de decisiones; de extender los procesos de integración en sus pretensiones más diversas, económica, social, cultural como lo es la ALBA; de favorecer mecanismos de articulación productiva en función de históricas ventajas nacionales o regionales, para hacer realidad un desarrollo homogéneo de nuestra regiones para satisfacer múltiples necesidades.

La integración pasó de ser un discurso políticamente correcto a ser una posibilidad a partir del cambio político que se opera en nuestros países, más allá de los matices y profundidades de los desarrollos nacionales, ello lo prueba la próxima creación de CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) que el Encuentro Sindical Nuestra América (ESNA), saluda efusivamente por constituir un hecho trascendente en nuestro devenir histórico. Debemos defender, ampliar y profundizar los cambios revolucionarios o progresistas que se desarrollan en la región, desde Uruguay hasta El Salvador, pasando por Argentina, Paraguay, Brasil, Bolivia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua, teniendo como ejemplo cimero la revolución cubana.

Convocamos a todas las organizaciones que adhieren a los principios del ESNA a participar del IV Encuentro en la ciudad de Managua – Nicaragua, en la tierra de Sandino, los días 25, 26 y 27 de Agosto de 2011.
En esta oportunidad las organizaciones participantes presentaran las miles de firmas recolectadas desde el 10 de Diciembre de 2010 en nuestra campaña contra la instalación de bases militares en nuestro continente americano.

Juan Castillo
Coordinador General ESNA

Gustavo Porras
FNT Nicaragua

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