El distinguido señor Ministro de Hacienda, don Edgar Ayales Esna, está desarrollando una especie de cruzada fundamentalista en la promoción de un nuevo paquete fiscal, hablando contra los salarios que ganan los empleados públicos y las empleadas públicas del país; prácticamente, centrando en ello la responsabilidad única por el déficit fiscal que, según entendidos, podría llegar al 6% del Producto Interno Bruto (PIB), al terminar el presente año 2013.
Desde la ANEP, una vez más, rechazamos ese criterio del indicado jerarca, considerándolo una provocación a la confrontación social y, a la vez, una especie de cortina de humo sobre las verdaderas causas del déficit, dentro de las cuales resaltan: a) las múltiples formas de evasión y elusión tributarias; b) la naturaleza perversa de un sistema tributario altamente regresivo; y, c) un sistema de exoneraciones y de exenciones con múltiples disposiciones abusivas.
Calificar el sistema salarial del sector Público como una “locura” y que su crecimiento es “terrible”, revela una perversa intencionalidad que llama al conflicto; pues aparte de formular una generalización injusta y abusiva; oculta esa gama de salarios de la altísima tecnocracia político-financiera que sí son una “locura”, como el caso del salario mensual del Gerente General del Banco Nacional de Costa Rica (BNCR), más alto que el del propio presidente gringo.
La clase trabajadora asalariada del sector Público (al igual que su homóloga del sector Privado), no evade ni roba impuestos. Si al tenerse cierto nivel salarial se debe tributar por concepto de renta, el rebajo de planilla es inevitable e inmediato; y, si se trata del impuesto sobre las ventas (el más injusto de todos los impuestos), se paga en el mismo acto de la compra de un bien o servicio, en la pulpería, en el supermercado, etc.
Evidentemente, la mejor forma de enfrentar esta agresión a la dignidad laboral de la abrumadora mayoría del personal asalariado del sector Público (que no está en el ámbito de esa tecnocracia política), es… la Democracia de la Calle. Tal parece que para ahí vamos…