En nuestro comentario de la semana pasada, “Desigualdad: la más grande tragedia humana”, DiarioExtra, mencionamos los espantosos niveles a que ha llegado la concentración de la riqueza en el planeta, con base en reportes y datos de fuentes “libres de toda sospecha” de ser afines al sindicalismo.
Ni la persona más rica de todas las personas ricas de Costa Rica, podrá tener ni la menor cercanía a la cuantía de plata que acumulan, abusiva y ofensivamente, algunos de los megamillonarios actuales del mundo que han realizado fortunas de tal magnitud imposible de concebirlas en nuestras mentes.
Sin embargo, en nuestro país, la acumulación de riqueza y concentración de la misma es una realidad incuestionable, también. Tal circunstancia entre otras, nos ha llevado a plantear una y muchas veces que la desigualdad es el problema número uno de la Costa Rica actual. Ello también lo plantean una serie de estudios de fuentes, igualmente, “libres de toda sospecha” de tener alguna afinidad o simpatía con las luchas sindicales del país.
La desigualdad tiene distintas manifestaciones y, por ende, afectaciones en diversos sectores sociales que, de un modo u otro, están quedando por fuera de los beneficios del crecimiento económico; ya sea porque están en el plano de la total exclusión (los “descartables” como los llama el Papa Francisco); o bien, porque han caído en la pobreza, están en alto riesgo de vulnerabilidad en tal sentido, y/o presentan altísimos niveles de endeudamiento (como la clase media).
Por ello es que, desde la perspectiva de clase trabajadora, la lucha sindical en este 2015 que acaba de comenzar, debería preocuparse por cuatro ámbitos que apuntan a detener, desacelerar (y hasta empezar a revertir), el sistemático proceso concentrador de riqueza que vive el país, con sus secuelas de violencia, de corrupción y hasta de crimen organizado.
Hay datos que consternan: a) estamos viajando hacia la dolorosa cifra de un 50% de informalidad en el empleo; b) el salario mínimo de aplicación en el sector privado, ya de por sí miserable, le es violentado a uno de cada tres trabajadores que pese a la “suerte” de tener un empleo formal, no se lo pagan como es debido; c) de cada 10 trabajadores con salario fijo, solamente 4 obtienen pleno respeto a sus derechos laborales fundamentales; d) los despidos sin responsabilidad patronal son cosa de todos los días; e) la generalización odiosa de que todos los salarios de los empleados públicos son causantes del déficit fiscal, invisibilizan amplios segmentos de los mismos con salarios bajos y alto endeudamiento; etc., etc. Estos cuatro ejes de lucha sindical en este 2015, son:
La REFORMA PROCESAL LABORAL (RPL). Está destinada a parar tanta violación de derechos laborales, lo que explica la fuerte reacción del corporativismo empresarial del gran capital. Por tanto, debemos luchar por; A) Defenderla “a capa y espada” para que entre en vigencia, completamente, en junio de 2016. B) Para que la honorable magistratura de la Sala Constitucional no ceda a la provocación del capital neoliberal adversario de la RPL y, por el contrario, certifique que ante el levantamiento del veto impuesto por el anterior mandato presidencial, el actual actuó sin roce constitucional alguno al quitarlo. C) Para impedir que en el actual parlamento se desnaturalice y se atente contra esta legislación, enormemente estratégica para la verdadera justicia laboral y para una sólida seguridad empresarial, que posibilita plena paz en las relaciones obrero-patronales.
La TRANSFORMACIÓN TRIBUTARIA ESTRUCTURAL. Los graves problemas fiscales del país no se pueden corregir con más impuestos de carácter indirecto, es decir, reforzando la ya de por sí injusta estructura tributaria regresiva que obliga a pagar más impuestos a quienes menos ingreso tienen, proporcionalmente hablando.
Por tanto, resulta totalmente desafortunada la pretensión del actual Gobierno de transformar el impuesto sobre las ventas en impuesto al valor agregado (IVA), que es el más injusto de todos los impuestos. La propuesta generará fuerte rechazo, especialmente por los intentos de elevarla del 13 al 15%, por más “gradualidad” y “exclusiones” presente.
Por el contrario, Costa Rica ocupa una transformación tributaria estructural, con elementos tales como el establecimiento de la renta mundial, de la renta global y el impuesto a las transacciones financieras (tasa Tobin o impuesto “Robin Hood”); amén de una nueva y poderosa legislación (y reglamentación administrativa), contra todas las formas de evasión y elusión tributarias.
La POLITICA SALARIAL. Hemos de insistir en que se ocupa una nueva política salarial para la clase trabajadora costarricense. Por un lado, para combatir el crecimiento de la desigualdad y mejorar la redistribución de la riqueza; por otro, para aumentar el poder adquisitivo, el poder de compra del salario, de tal suerte que se fortalezca la producción para el mercado interno, con la cual se aporte al establecimiento, desarrollo y consolidación de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes).
En tal sentido, la lucha sindical resaltará dos elementos: a) La necesidad de una fijación salarial extraordinaria, especial, para la elevación del actual piso de los salarios mínimos de aplicación en el sector privado de la economía, a partir de la cual se apliquen los subsiguientes ajustes semestrales a los mismos por costo de vida. b) Rechazar, fuertemente, las pretensiones gubernamentales de que los salarios de aplicación en el sector público se impongan en porcentajes inferiores a la inflación, por un lado; y, por otro, a que el porcentaje a definir/imponer, parta del salario total y no de la base.
El EMPLEO PÚBLICO. Luego de semanas y meses de ataque sistemático al empleo público, las condiciones parecen perfilarse hacia un escenario de intensa polarización con relación a intentonas de ley para modificar una situación que tuvo su origen desde el primer momento de entrada en vigencia de la actual Constitución Política, el 7 de noviembre de 1949, cuando se empezó a desaplicar el principio rector de un único sistema de empleo que normara las relaciones entre el Estado y su personal.
Tenemos hoy en día una gran complejidad en materia de empleo público y una sola ley no lo resolverá; mucho menos, si tal legislación (u otras que se les parezca y pretendan lo mismo), se inspire en cuestiones cortoplacistas de naturaleza fiscal que oculten la verdadera naturaleza perversa de este problema.
Elementos como el “salario único”, el ataque a las convenciones colectivas de trabajo vigentes en la Administración Pública, la “guerra” contra los pluses, el deterioro de gran cantidad de servicios públicos producto de severas restricciones de personal y de presupuesto, entre otros; son factores que han envenenado el clima para atender el real desafío de una verdadera reforma del Estado inspirada en el humanismo, a favor del bien común, para reducir las desigualdades y potenciar, de nuevo, la movilidad social.
Cómo es lógico suponer, en el año 2015 la agenda de la lucha sindical y social es mucho más amplia, teniendo aspectos puntuales y de proyección general que presentan idénticas características: sumamente prioritarios, altamente sensibles y susceptibles de generar movilización, como los cuatro temas que hemos mencionado.