El diputado Otto Guevara Guth, vapuleado, políticamente hablando, con ocasión de las pasadas elecciones municipales, está convertido en el principal defensor de que Costa Rica siga teniendo, sino el más, uno de los sistemas tributarios más injustos de toda la América Latina.
Este legislador que (como era lógico suponer), anunció que no aspirará a una quinta candidatura presidencial (fracasado en las del 2002, 2004, 2006 y 2010), además de que dejará de ser el “líder” de su partido, el Movimiento Libertario (el cual no obtuvo una sola alcaldía en las votaciones mencionadas perdiendo las únicas dos que tenía); está ejerciendo un enfermizo, peligroso y aventurero filibusterismo parlamentario para evitar que haya nuevas leyes contra el robo de impuestos, contra el fraude fiscal, contra la evasión y la elusión tributarias en todas sus manifestaciones.
El filibusterismo parlamentario, utilizado de buena fe y con transparencia, es bueno cuando se trata de defender causas nobles y a favor del bien común en la lógica del debate legislativo; especialmente cuando esos poderes fácticos de enorme peso económico pretenden imponer sus legislaciones particulares para agigantar sus fortunas.
Pero es que el caso del filibusterismo parlamentario que está ejerciendo el citado diputado es para defender “capitales de dudosa procedencia”, tal y como lo dijo en declaraciones al periódico La República, su colega legislativo don Marco Vinicio Redondo Quirós, actual Jefe de la Fracción Parlamentaria del Partido Acción Ciudadana (PAC). (La República, edición del martes 9 de febrero en curso, página 18A Economía).
“Cuando el río sueña, piedras trae”. Da mucho qué pensar eso de “capitales de dudosa procedencia”, podrían serlo desde transacciones financieras de todo tipo para evadir pago de impuestos, desde y hacia paraísos fiscales internacionales; hasta dinero generado de actividades ilícitas en materia de crimen organizado, tráfico internacional de estupefacientes, actividades de apuestas y de casinos… ¿Vaya usted a saber?
La actuación parlamentaria del diputado Otto Guevara Guth, agiganta su perversidad y su daño al país, luego de que la calificadora internacional de riesgo de inversión Moody’s, le bajó la categoría a los bonos que el Gobierno necesita colocar a fin de allegar más dinero líquido a sus alicaídas arcas, especialmente ahora que sabemos que el robo de impuestos en el país es superior a los 8 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB).
Moody’s, junto a sus “hermanas” Goldman & Sachs y Fitch Ratings, forman una troika, o más bien una tríada, una especie de policía política internacional al servicio de los mercados financieros del capital hegemónico vigente en la globalización neoliberal actualmente en curso; emitiendo dictámenes (calificaciones), sobre la salud financiera de un determinado país para posicionarlo en el escenario mundial de las transacciones de valores financieros y de préstamos bancarios.
Ellas, con base a la situación fiscal de ese país y con base en las necesidades que presenta para que le presten plata, le califican como excelente, bueno, malo, medio malo o supermalo; llegándose al punto extremo de categorizar los bonos de un país como “bonos basura”, para que nadie le preste un centavo de dólar a la nación condenada al ostracismo financiero internacional, si ellas juzgan que es un país “mal portado” con sus cuentas fiscales.
Pues bien, Moody’s amenazó al país con que Costa Rica será mal calificada si al final de este año 2016, no se hacen los ajustes necesarios para enfrentar el déficit fiscal que presentan las finanzas del Gobierno; ajuste que pasa, necesaria e imprescindiblemente, porque en la Asamblea Legislativa se aprueben los proyectos de ley contra el fraude fiscal y contra el robo de impuestos; precisamente los proyectos que está filibustereando el señor diputado Guevara Guth.
Gústenos o no, desgraciadamente, esta tríada, esta troika del capital financiero internacional, tan adorada en el altar del dios mercado, tiene el poder suficiente para arruinar a un país si éste no arregla sus finanzas públicas; y si eso del déficit fiscal se sale de los porcentajes mínimos del catecismo ideológico neoliberal, con su lógica perversa del austeritarismo extremista. No es nada raro que, en próximos días y semanas, las otras dos trillizas de esta policía política financiera internacional, Goldman & Sachs y Fitch Ratings, incrementen la presión y el chantaje al país por este tema del déficit fiscal.
El señor diputado don Otto Guevara Guth no está solo en esta malsana cruzada filibusterista. Tiene aliados en otras curules legislativas y tiene el respaldo del más renombrado gremio corporativo del gran empresariado nacional, la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Privado (UCCAEP).
Ellos deben responsabilizarse por la mala calificación de riesgo que Moody’s le impondrá al país al final de año si no pasan esas leyes contra el robo de impuestos y contra el fraude fiscal; ellos deben hacerse responsables si las otras dos calificadores de riesgo de la mencionada tríada, hacen lo mismo, es decir, degradar el valor de los bonos costarricenses; ellos serán responsables si el déficit fiscal, según la propia lógica ideológica que profesan, el neoliberalismo, se sale de control y genera situaciones y tormentas sociales difíciles de imaginar y de describir.
Don Otto, prácticamente ya que usted está “acabado” en la política nacional; entonces, no “acabe” con el país, pues los agoreros del fin de los tiempos y de la llegada del apocalipsis en materia de déficit fiscal (Moody’s, Goldman & Sachs y Fitch Ratings, más su fanaticada criolla); están dictando que quedan pocos días y quedan pocos meses para que los prestamistas del exterior y los comprobadores de bonos ticos se vuelvan más usureros ante la constatación de que el Gobierno ocupa más plata prestada, cada día, cada hora y cada minuto, para funcionar; pues como usted y los suyos, don Otto, no quieren leyes contra el fraude fiscal (como el registro de los beneficiarios finales de las sociedades anónimas), el riesgo de quiebra del Estado no es una predicción descabellada.