Doña Laura está en problemas

1. Las masivas entradas de capital están agudizando el problema de la revalorización del colón frente al dólar. El fenómeno no es nuevo y, como tendencia general, se remonta a cinco años atrás. Sin embargo, durante el período comprendido entre fines de 2005 y primeros meses de 2008, sus consecuencias se vieron atenuadas por la vigencia de un ciclo de crecimiento especulativo e insostenible. Sin embargo, la economía se frenó en seco desde mediados de 2008 y cayó en recesión abierta en 2009.

En este último año –quizá favorecido por la reducción en las entradas de capital- la revalorización del colón frente al dólar se corrigió en parte. Pero en este 2010, y justo cuando la economía en general, y las exportaciones en particular, intentan recuperarse, la revaluación vuelve a agudizarse. El momento no podría ser menos oportuno: exportaciones y turismo apenas intentan reponerse del cachiporrazo de 2009, mientras la producción para el mercado interno no le va mucho mejor. Y justo les cae encima el fardo de una sobrevaluación acelerada del colón. Se entiende que ahora sí se oiga el crujir de dientes, distinto a aquellos días de 2006-2007, momento de gloria del ariasato.

2. El equipo económico de Chinchilla –cuyo jefe visible es el Vice-Presidente Liberman- entiende que se les está armando un colocho, tanto en lo político como en lo económico. Lo primero principalmente porque crece de forma ostensible el malestar en el aún poderoso sector exportador y turístico; otrora consentido, hoy maltrecho y apaleado. Lo segundo porque no se requiere ser ningún genio de la economía para percatarse que la revaluación del colón juega en contra de la reactivación de la economía y la generación de empleos.

3. Encima acontece que la recuperación económica anda en alitas de cucaracha. Las economías de Estados Unidos, Europa y Japón siguen atrapadas en un marasmo que parece infinito, el cual se complica con una situación social y política cuyo rostro es cada vez más hostil. Y es que la crisis económica mundial, que empezó tres años atrás, continúa impertérrita su curso destructivo, mientras juega al camaleón: de crisis inmobiliaria mutó en crisis financiera y luego a recesión mundial a crisis de la deuda pública europea y, ahorita no más, se reedita como crisis –o guerra como se está dando en llamarle- de las divisas, la cual, de desatarse a plenitud, podría tener consecuencias funestas. Y del desempleo ni se hable. Váyase a sabe cuál será el próximo bandazo de la crisis. Nada muy alentador que se diga, especialmente para una economía chiquitilla como la nuestra, conectada a profundidad –vía exportaciones e inversión extranjera- con la vieja Europa y, en especial, con el trastabillante gigante estadounidense ¿En qué cabeza cabe entonces venir a revalorizar la moneda a lo salvaje?

4. Los brillantes cerebros en que cuyas manos está el destino de nuestra economía han reaccionado frente a esta situación con la misma presteza con que lo haría una tortuga reumática. El Banco Central dijo que intervendría el mercado cambiario pero, según parece, todo terminó en agua de borrajas, un puro reventar de triquitraques. Lo último que se le oyó decir al Presidente del Central es que no cejará en su épica cruzada anti-inflacionaria. Como si eso fuera lo que interesa en un momento donde la inflación está en mínimos históricos. El problema es que el empleo también está en mínimos históricos ¡Si justo lo que la gente pide a gritos es trabajo y no cruzadas destinadas a aniquilar fantasmas! Y conste que, sin duda, una intervención decidida del Central para frenar la caída del dólar tiene sus costos. No es cosa que le salga de a regalado. Por su parte, Liberman habla de la creación, por parte de algún órgano del Poder Ejecutivo, de un fondo destinado a la adquisición de divisas. Obviamente eso tendría costos fiscales…lo que nos lleva al punto que sigue.

5. Acontece que doña Laura heredó de su antecesor una mesa servida con suculentas viandas. Una de estas un déficit fiscal del orden del 5% como proporción del PIB. El déficit no es necesariamente un problema y menos aún en tiempos de recesión. Lo que ya no es tan claro es que Arias haya concebido política fiscal anti-recesiva que tuviese sentido. Todo parece indicar que lo hicieron con la misma chapucería con que inauguraron la autopista-estafa a Caldera, en vez de preocuparse por crear condiciones que generaran posibilidades para alguna reactivación sostenible de los empleos y la producción.

6. Y así la señora Presidenta se ve enredada en un problema fiscal de oscura resolución. La mejoría en los ingresos fiscales es ciertamente parca y ello seguramente también es reflejo de la débil recuperación de la economía. En cambio, los gastos se muestran bastante más rozagantes. El gobierno habla, sin claridad alguna, de posibles reformas tributarias y con ello se juega el riesgo de que sus grandes aliados –los libertarios- le hagan trompas y amenacen romper su “pacto de gobernabilidad”, el cual, como se sabe, está destinado a garantizar un saqueo pacífico y armoniosa de las riquezas nacionales. También se sabe que, apegados a un ofertismo de silabario, los libertarios son enemigos acérrimos de cualquier impuesto.

7. Recortar el déficit fiscal en tiempos recesivos como los actuales es mala idea. De seguro Liberman lo sabe y es de suponer que se lo habrá explicado a su Presidenta, al menos en los ratitos que a ella le quedan libres después de sus conciliábulos con obispos y pastores donde se ponen de acuerdo para aplastar a gais y lesbianas y bloquear la fecundación en vitro. Si la economía anda renqueante, ponerse a cortar gasto público puede ser una excelente receta para el desastre. Pero el caso es que una economía tan sofocada no genera mucho espacio político para aumentar tributos…excepto, quizá, los más regresivos (convertir ventas en IVA y aumentarlo ¿al 20%?). Y ello haciendo acopio de cierto optimismo en relación con el grado de alienación y adormecimiento de un pueblo que, sin embargo, está sufriendo todos los embates de una economía semi-paralizada.

6. Digamos, para ir terminando este artículo (aunque, ni de lejos, agotando el tema), que el modelo neoliberal se encuentra en una complicadísima encrucijada. Agrego –haciendo acopio de mi maltrecha vanidad de economista de segunda fila- que es cosa que vengo advirtiendo desde hace algún tiempo. Retomo y resumo la idea en lo siguiente: el “éxito” en la atracción de capitales extranjeros ha terminado socavando las bases de la estructura exportadora. Así, los dos pilares del modelo entran en colisión. Los tratados comerciales –y en especial el firmado con Estados Unidos- prometen agudizar el problema: atraerán inversiones –ya lo están haciendo- destinadas a los mercados “abiertos”, como telecomunicaciones y seguros que, por añadidura, no son exportadoras (el modelo deviene así una completa paradoja). Da para pensar que persistirá la revalorización del colón mientras, como he explicado en escritos previos, se agudizan los problemas que ésta trae consigo para los sectores productivos orientados al mercado nacional que compiten con las importaciones.

*especial para ARGENPRESS.info

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